Mario Giulini, Cecile Chaminade, Max Bruch, George Bizet y Charles Valentin-Alkan, entre otros, nos acompañan en esta sobremesa.
Hace 213 años, en 1806, un joven guitarrista italiano de 25 años abandonó a su mujer y a su hijo. Le podían más sus aspiraciones de éxito en la música que el amor a su familia, a los que dejó en la pequeña localidad de Barletta para plantarse en la ciudad que entonces era el centro musical de Europa, Viena. No tardó en instalarse y en hacer contactos con grandes músicos de aquel tiempo: Hummel o Beethoven, nada menos. Como era un gran virtuoso de la guitarra, pronto su nombre empezó a sonar en el circuito cultural de Viena. Y cuando quiso darse cuenta, Mauro Giuliani, ya estaba ofreciendo conciertos aquí y allá y marchándose de gira constantemente. Mucho vaivén, sí. Aunque eso no le quitó tiempo para componer, que también se le daba de maravilla a Giuliani. En 1808, un par de años después de su llegada a Viena escribió y estrenó el que hoy es considerado como el primer concierto para guitarra en la historia de la música.
