¡Nooo!… Esperen… ¡No huyan!… No es lo que piensan. No es un programa de villancicos. ("Cariño, no es lo que piensas"…). Nooo. Va de qué hacían algunos compositores-as del XIX por Navidad (aparte de volver a casaa…). Bueno, algún villancico sí cae, como el polaco "Duerme, pequeño Jesús". Empieza el desfile de románticos: Grieg compone su "Árbol de Navidad". Mendelssohn y su Cantata "Vom Himmel Hoch". Los Schumann: Clara le regala a Robert una canción que resume su lucha heroica y su valiente voz femenina: "Desde la orilla". Robert en la Navidad siguiente le regalará su "Canción de sueño". Chopin y sus primeras navidades solitarias en Viena 1831: su canción "Remembranza" y el tormentoso Scherzo nº1, que evoca ese villancico polaco en medio del precipicio. Brahms solitario que cena con su ama de llaves y sus hijos (los de la ama de llaves): "Canción de cuna espiritual" sobre el antiguo villancico "Lieber Joseph". Las tristísimas navidades de Mahler, maltratado en su niñez. En su Tercera Sinfonía idealiza ese mundo y crea los ángeles y las campanas que nunca tuvo. Acabamos con el Mormon Tabernacle Choir y su "Angels we have heard on high", para los alegres y los que tengan "síndrome de silla vacía" (como yo). Puede que el famoso "espíritu navideño" sea un símbolo, o una porción, de algo más gigantesco y más cósmico. Feliz Navidad.
