A la luz del “With His stripes we are healed” (“Con Sus heridas somos sanados”) de Haendel, reflexionamos sobre eso mismo: las heridas de la gente. El libro del pianista James Rhodes, Instrumental, cuenta su escabrosa biografía desde niño, cuando fue abusado por su profesor de gimnasia. “Bach me salvó la vida”, dice, mientras toca la Chacona de Bach-Busoni. ¿Qué hace la gente con sus heridas?… Amfortas, Gurnemanz, el viejo Titurel, hacen desfilar sus heridas en el Parsifal de Wagner. El Conde de Montecristo cree calmar su herida mediante la venganza (música de Colais). Lo mismo hace Hamlet (música de Shostakovich), aunque la sed de venganza mata el amor y deja víctimas inocentes por el camino (La muerte de Ofelia de Berlioz). Otros parecen olvidar sus heridas y éstas se aparecen como fantasmas: Mozart y su padre acusador en la película Amadeus. El caso de Rebecca Clarke y su padre violento: afrontar la herida mediante la creación y la belleza: Morpheus y “I’ll bid my heart be still”. Heridas que laten violentamente en la película Sonata de Otoño de Bergmann. La herida de Theoden en El señor de los anillos: ¿metáfora de lo que ocurre en el interior de la gente?… El rey de los genios maltratados: Beethoven y su respuesta a la adversidad ya en 1802: su Segunda Sinfonía. ¡Que nuestras vidas pudieran ser como ese Tema B!… Dedicatoria a 15 valientes jóvenes de Cuenca: la herida puede ser la puerta hacia la grandeza. “Non nobis, Domine” de la película Enrique V, música de Patrick Doyle.
