Cien años han pasado desde aquello. "Los diez días que conmocionaron al mundo" también sacudieron las conciencias de los grandes compositores. El preludio fue 1905, el "Domingo sangriento", recordada en la Sinfonía 11 de Shostakovich. Rimsky simpatizó con los rebeldes, y por eso fue destituido. Los estudiantes representaron su ópera Káschei el inmortal. Y llegó 1917: los soviets, las hambrunas, la manifestación de las mujeres en San Petersburgo, la abdicación de Nicolás II, la llegada de Lenin. El gran Rachmaninov salió de allí: sus Etudes-Tableaux como epitafio. Prokofiev ni se inmutó: Suite Escita y su primaveral Concierto para violín nº1. Luego se fue a Estados Unidos y París: El amor de las tres naranjas. Stravinsky estaba ausente, en París: Rondoletto. Lenin quería acabar con la sensiblería burguesa: Elegía para viola de Glazunov. Se favoreció la música muy experimental: La fundición de acero de Mosolov, Sinfonía para sirenas de fábrica de Avraamov. Pero llegó Stalin en 1929: la época del terror. Imponer un gusto modernista pero accesible al pueblo, y quien no lo cumpla es deportado o "desaparece": las llamadas ominosas a la puerta, de madrugada. En ese ambiente de idealismos y asesinatos creció el joven genio Shostakovich. Su Sinfonía 1 ¡¡a los 16 años!!, y su Sinfonía 2 a los 18, describiendo el caos económico y usando un himno revolucionario. Vuelve Prokofiev y adula al sátrapa Stalin: Zdabritsa. Shostakovich representa como nadie el "terror entumecido" y la "danza sobre la tumba": Cuarteto nº8. El camarada Khatchaturian: Espartaco. Terminamos con la Sinfonía 12 "1917" de Shostakovich, que canta a una revolución bella, heroica, ideal, imaginaria… y le pone los nombres de "aquello". Canción a un mundo que podría haber sido, y que quedó en su sueño.
Música y significado
1917: La Revolución Rusa
27/01/2017
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