Despedimos esta temporada entrando en un comedor de verano que funciona gracias a todo tipo de subvenciones, becas y al trabajo constante de técnicos y voluntarios para que decenas de niños no se queden sin comer. Porque son muchas las famlias que no pueden alimentar adecuadamente a sus hijos y el comedor es la garantía para que coman, por lo menos, una vez al día un plato caliente.
Yo he estado en un barrio humilde y castigado, como otros muchos que hay en nuestras ciudades, con la asociación sevillana Entre Amigos y con Educa viendo cómo los peques y no tan peques participan de un campamento de verano con el desayuno y la comida incluídos. Aquí es donde aprenden normas, conductas cívicas, valores... en definitiva a ser personitas.
En barrios como éste dónde las calles y las plazas no traen nada bueno y las familias viven al borde o en riesgo de exclusión social, que los niños participen de un campamento de verano de 8h a 14h todos los días es una necesidad para garantizar los derechos fundamentales de los menores, no sólo una alternativa. Con la crisis, a parte de las familias que normalmente reciben ayuda por su situación social y económica, este año se han sumado muchos niños que hasta ahora tenían sus necesidades básicas cubiertas y ahora peligran.