Hay iniciativas que valen la pena, que enganchan, sobre todo cuando se cree en el proyecto y se apuesta por él. Éste es el caso de la librería La Extravagante. Maite y Kiko, dos libreros con ideas, han conseguido que su proyecto sea colectivo y que los micromecenas que lo han hecho posible, también lo consideren suyo. Todo empezó en una pequeñísima librería con encanto que terminó siendo lugar de encuentro y de charlas dónde compartir la vida rodeados de libros diferente. Cuando surgió la posibilidad de mudarse a un local más grande como el actual, Maite y Kiko solos no podían hacer frente al alquiler, al traspaso. Así que todos esos nuevos fans y amigos de la librería se sumaron al proyecto aportando un dinero, alrededor de 1000 euros o un poco más dependiendo de las posibilidades económicas de cada uno, y entre todos se pusieron manos a la obra. Hicieron números y con la nueva ley de cooperativas se podía contar con la participación de los micromecenas para un proyecto como éste. Ya no era sólo un proyecto de Maite y de Kiko. Joaquín se sumó como socio a la nueva Extravagante y fueron muchos los pequeños cooperativistas que un día se enfundaron un mono para pintar, poner el suelo y arreglar el nuevo espacio. Lo recuerdan como una fiesta en la que todos participaron y lo hicieron un poco más suyo también.
La historia de esta librería es la historia de muchas sinergias y nuevas amistades que apuestan por los libros, la cultura, por consolidar este espacio de reflexión abierto y de encuentro y por visibilizar esas pequeñas editoriales que miman sus ediciones pero que no se suelen encontrar fácilmente. La Extravagante cuenta con ese valor añadido de las personas que la arropan pero no es fácil mantenerse hoy en día vendiendo libros. Y eso que ganas, ideas y entrega no les falta porque abren todos los días de la semana, domingos incluidos con una programación de cuentacuentos que llena la librería.
