Ayer hizo medio siglo que Sam Cooke murió de varios disparos en la recepción de un motel. El 11 de diciembre de 1964, Bertha Franklin, encargada del Hacienda Motel de los Ángeles, oyó gritos de auxilio en una de las habitaciones. Cogió su pistola y subió a toda prisa las escaleras. Mató de tres tiros a Sam Cooke. Franklin declaró que había actuado en defensa propia. Según ella, Cooke había violado a la chica de 22 años que había recogido en la calle. Al entrar logró liberar a la joven que cogió su ropa y escapó horrorizada. Franklin se sintió amenazada y disparó a Cooke. Crónica de sucesos aparte, Cooke es un artista procedente del gospel que cambió el rumbo de la música negra por los caminos del soul, el twist, el folk y el country, entrecruzados en un estilo único que ha sido y es imitado y/o continuado por artistas de todos los géneros: desde Bobby Womack que llegó a casarse con su viuda a Otis Redding, Rod Stewart, Nick Lowe o Amy Winehouse, su propia hija Linda Womack o Cat Stevens, entre otros muchos.
