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Lo que no te puedes perder en Semana Santa

Tamboradas, procesiones, torrijas y aroma de claveles a la luz de las velas. Todo forma parte de la Semana Santa que recorre la geografía española con distintos colores y matices. Aquí tienes una guía de lo que note debes perder.

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Procesión de la hermandad "Nueva Esperanza" en la Semana Santa de Málaga.
Procesión de la hermandad "Nueva Esperanza" en la Semana Santa de Málaga.

La geografía española huele a velas y a clavel, se cubre de púpura y se inunda de pasos y nazarenos endulzados con el aroma de las torrijas y los pestiños. Ha llegado Semana Santa y con ella este especial con todo lo que no te puedes perder.

Tradición y religiosidad se mezclan a lo largo y ancho de la geografía española. La Pasión adopta distintas formas y colores según carácter y tradiciones de la zona. La austeridad y silencio de los pueblos castellanos contrasta con la luz y color de Levante y Andalucía. Desde el país Vasco a Cataluña y desde Galicia a Andalucía todo el país conmemora de distintas formas la muerte y resurrección de Cristo con miles de procesiones que son seguidas por millones de fieles y turistas.

 La luz de Sevilla

La Pasión es un temblor que sacude toda Sevilla a ritmo de sahumerio. Es la Semana Santa por antonomasia y un fenómeno que nació en el siglo XIV. Una fiesta que traspasa lo religioso y a la que se ve arrastrada toda la ciudad, así que nadie se sorprenda ni no encuentra un hueco en primera fila. Para sobrevivir, no intente ir contracorriente del gentío 

Decenas de procesiones, si el tiempo no lo impide, recorreran y atascarán el casco antiguo de Sevilla desde la nueve de la mañana hasta entrada la madrugada y desde el jueves al Lunes Santo, siempre acompañadas del ritmo de las saetas. Unas procesiones que rivalizan entre ellas en belleza, colorido y devoción.Más de cien pasos, 64 cofradías, miles de visitantes y una repercusión económica de más de 160 euros completan la imagen de la Semana Santa sevillana.

Una de las celebraciones más destacadas es "la madrugá " que congrega a 57 confradías.  Miles de nazarenos pasan la noche velando y haciendo penitencia pues Jesús ha sido prendido y con el alba será crucificado. Pero tampoco se deben perder la entrada del Gran Poder, la Macarena por San Juan de la Palma y la Esperanza de Triana por su barrio. El Viernes Santo por la tarde son indipensable el Cristo de la Expiración y por la noche el cortejo de la Sagrada Mortaja. En la jornada del Sabado Santo procesionan cuatro Cofradías. Lo ideal es coger una silla de la carrera oficial  y contemplar el discurrir de las Hermandades, sobre todo, de la del Santo Entierro

Oscuro silencio en Castilla León

En castilla León la Semana Santa se vive con solemnidad, oscurida y sobriedad.  Las procesiones castellanas se caracterizan por su estética tenebrosa. En Zamora miles de cofrades hacen un juramento de silencio ante la imagen del Cristo de las injurias. La única iluminación de las velas juega con las sombras de la noche. La procesión discurre en un oscuro silencio que tan sólo se rompe el viernes al alba.

En Valladolid un jinete recorre las calles de la ciudad anunciando la muerte de Jesucristo con el tétrico pregón de las Siete Palabras, que recoge las siete palabras que  Jesucristo dijo en la cruz. Comienza a las ocho y media de la mañana del Viernes Santo, cuando el pregonero del Sermón de las Siete Palabras recoge en el Palacio Arzobispal el pergamino del pregón. Otra de las particularidades pucelanas es una borriquilla hecha de lino y cartón del s. XVI que la ciudad procesiona.

La Soledad en Salamanca

La noche cae sobre Salamanca y con ella un manto de luto, el mismo que lucen todos los cofrades y de la propia Virgen en la Procesión de la Soledad. A las doce de la noche del viernes Santo sale de la catedral. El luto termina el domingo en el Acto de encuentro que se desarrolla en la salmantina plaza de Anaya. Con este acto se celebra la resurección y la vida tras la muerte. Entonces la Virgen es desposeida del negro manto y se produce el feliz encuentro con el Cristo resucitado.

León y el "chupacandiles"

Otras singularidades de la Semana Santa las encontramos en León donde a los cofrades se les llama "papones". La denominación obedece a lo lúgubre de sus vestimentas, ya que "papón" significa "una persona que mete miedo". También propio de la Pasión leonesa es el nazareno chupacandiles. El sábado anterior al domingo de San Lázaro, un hermano corredor, con su túnica negra y con una campana en la mano, recorre la ciudad anunciando la proximidad de la Semana Santa. Esta figura legendaria se conoce como Nazareno lambrión hupacandiles. Se cree que el nombre hace referencia a lo que los muchachos de la villa le gritaban a su paso por las calles de la ciudad, haciendo parada en las bodegas en las que le invitaban .

"Empalaos" en Extremadura

En Valderde de la Vega, Cáceres, los "empalaos" continúan recorriendo las calles en Jueves Santo contraviendo una Real Cedula firmada por Carlos III. Estos penitentes van descalzos y en los brazos en cruz cargan un gruso madero sobre los hombros desnudos. El madero va "fajado" el cuerpo con una gruesa soga de esparto desde la cintura hasta la punta de los dedos de las manos. No puede faltar en el atuendo la corona de espinas.

Tamboradas

El estruendo de los tambores se convierte en oración. Bombos y tambores irrumpen en la Semana Santa para ahuyentar el mal rezando a Cristo durante su agonía y muerte según reza una ancestral tradición.

La de Híjar, Teruel, es una de las tamboradas la más impresionantes. A las doce en punto de la noche del Jueves Santo se hace el silencio y el alcalde hace una señal. Entonces, un sonido de cientos de tambores hieren los oídos. Este monótono sonido quiere reflejar la tristeza de la muerte de Cristo y por dura los dos días que estuvo muerto. Además, sostienen que el redoblar de los cientos de tambores que hace temblar el suelo es para recordar el terremoto que siguió a la muerte de Cristo.

No menos ensordecedora es la tamborada de Hellín, en Albacete. Allí, 20.000 tamborileros irrumpen en las calles atavidados con una túnica negra y un pañuelo rojo al cuello. desde el Jueves Santo a la procesión del silencio la ciudad se cubre con el sórdido estruendo.