Puede que sea el personaje principal de esta historia. Es una imprenta antigua de unos 70 años. Empezó trabajando en Barcelona, después en Zaragoza. Antes de llegar a casa de Erika, estuvo “tapada bajo una manta” los últimos 15 años. Había quedado obsoleta. Hoy tiene una nueva vida en medio del campo.
Como diseñadora gráfica, ha encontrado en la impresión a la vieja usanza una manera de expresión. Se inspira en la naturaleza para una línea de papelería orgánica, en la que utiliza, además de la Heidelberg, papeles de alta calidad.