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Rafael Lozano-Hemmer

Emisión 8 de junio de 2014 · La 2

Por
Metrópolis - Rafael Lozano-Hemmer

Él mismo define su obra como una intersección entre la arquitectura y la performance. Desde su estudio en Montréal, este artista mejicano, trabaja con tecnologías como la robótica, los sistemas de vigilancia o las redes telemáticas. En su caso, la tecnología, habitualmente considerada como un medio frío, distante, y a veces violento, convive con nosotros de forma natural y se convierte en lenguaje en sí mismo. Sus obras respiran, laten, sienten y dialogan con el público. Así, crea complejas piezas que giran en torno a la autorrepresentación, la intimidad o la idea de lo privado frente a lo público, y en las que ausencia y presencia son dos realidades posibles a un mismo tiempo.

Metrópolis ha tenido la oportunidad de entrevistar a Rafael Lozano-Hemmer coincidiendo con su estancia en España ya que, actualmente, tiene dos exposiciones en Madrid,  “Abstracción biométrica”, comisariada por Kathleen Forde en el Espacio Fundación Telefónica, y “Polímeros” en la galería Max Estrella.

Pocas veces tenemos la oportunidad de acompañar al artista en el proceso de montaje de una exposición como ahora hemos hecho. En este caso, la complejidad de las piezas de Lozano-Hemmer en Espacio Fundación Telefónica, hacen que recorrer los espacios aún por definir sea una gran experiencia que nos sitúa a medio camino entre la compleja maquinaria que hay detrás de cada pieza y la poesía en que se traducen una vez terminadas. Poco a poco el entramado de cables, LEDs, sensores… que parecen más el atrezzo de un escenario de ciencia ficción, van tomando forma y dando origen a obras de delicada poesía como “Almacén de corazonadas”, la pieza que recibe al visitante en “Abstracción Biométrica”, un paisaje iluminado que se mueve al ritmo del pulso biométrico de los participantes.; “La medianoche del año” (2011), que utiliza un sistema de reconocimiento facial, o “Respiración circular y viciosa” (2013).

Pero las obras de Lozano-Hemmer no son un simple despliegue de grandilocuencia y buenhacer tecnológico, son además piezas cargadas de simbolismo. Obras cuya complejidad técnica, da paso a una reflexión más intimista. De este modo, a partir de un algoritmo basado en sensores, el intimidante ojo de “Tensión superficial” (1992) nos sigue e incomoda del mismo modo que hacen, sin ser probablemente tan conscientes de ello, cientos de cámaras de vigilancia en aeropuertos o espacios públicos. Una realidad cada día más evidente que tuvo su origen en la idea de las bombas inteligentes utilizadas en la I Guerra del Golfo, capaces de tomar decisiones de forma autónoma.

En toda la producción de Lozano-Hemmer, el público no es un mero espectador pasivo, es el gran protagonista activando y dado sentido a cada una de las obras. Por eso, afirma, “las obras son piezas que están fuera de mi control y, en ese sentido, se parecen más a plataformas de representación”.  Ausencia y presencia se presentan aquí como dos realidades no antagónicas, sino posibles en un mismo espacio como sucede en "Primera superficie" (2012) gracias a la influencia de un espejo, y en piezas como "Under Scan" (2005), donde las sombras y el interés de los espectadores activan cientos de videorretratos que se proyectan en el suelo; o "Plano corto" (2006), donde las siluetas de los visitantes presentes son completadas por los fantasmas de visitantes pasados. Presente, pasado y futuro bajo una misma estela, como también sucede en "Bifurcación" (2012), esta vez, a través de la poética impresión de un árbol y el reflejo de lo que fue.

Las matemáticas están también muy presentes en cada una de sus instalaciones. Muchas de ellas se traducen en cifras que son clasificadas meticulosamente. En "Reporters with borders" (2007) las imágenes de 1600 reporteros se activan con la presencia del público y cada 3 minutos, las imágenes se clasifican por género, raza o nacionalidad; mientras que “Cintas de grabación” (2011), registra a través de unas cintas métricas, el tiempo que cada visitante pasa contemplando la obra.

En 2007 fue el primer artista en representar oficialmente a México en la Bienal de Venecia, un importante encargo que le permitió jugar con la idea de lo nacional y lo global. Para ello, alejándose de la idea romántica y exótica de México, Lozano-Hemmer optó por presentar esa otra realidad que hace de México un referente en la experimentación y la intersección entre tecnología, cultura y arte con obras como “Almacén de corazonadas” (2007), “Tensión superficial” (1992),  “Wavefunction” (2007) o “Eye Contact"(2007).

Aunque nació en México, ha vivido, trabajado y estudiado, además de en su país natal, en España y Canadá, donde actualmente reside. Desde su estudio en Montreal experimenta con las tecnologías, la luz, el agua… relacionados con la naturaleza humana, el organismo vivo y nuestras señas de identidad. Así nacen, por ejemplo, muchas de las obras que componen “Abstracción biométrica” en el Espacio Fundación Telefónica. Mientras “Índice de corazonadas” (2010) configura un paisaje a través de las huellas digitales de cientos de visitantes, “Tanque de corazonadas” (2008) convierte sus latidos en ondas radiales sobre agua, y “Matriz de voz” (2011),  juega con la voz y su traducción en estelas de luz, del mismo modo que en 2008 hiciera con “Voz Alta”, pieza conmemorativa de la masacre de estudiantes de Tlatelolco (Ciudad de México), concebida para espacio público que configuraba un nuevo escenario de haces de luz a partir del sentir de cada uno de los participantes.

Termina nuestro particular recorrido por la obra de Lozano-Hemmer con aquellas piezas relacionadas con el sol. Nave Solar (2011) y Solar Equation (2010) son un reflejo de esa preocupación por el astro rey como símbolo de luz y de oscuridad, de vida y de perversión.

La exposición de Rafael Lozano-Hemmer “Abstracción biométrica” comisariada por Kathleen Forde, se puede visitar en el Espacio Fundación Telefónica (Madrid)

La exposición de Rafael Lozano-Hemmer “Polímeros” se puede visitar en la galería Max Estrella (Madrid)