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El otro cine

Emisión 27 de enero de 2012 · La 2

Por
Metrópolis - El otro cine

Todo empezó con la muerte de la Realidad

La Televisión ha matado a la Realidad. El asesinato se cometió el 16 de septiembre de 1999 cuando la Realidad entró a concursar en la casa del primer Gran Hermano de la historia y acabó enrollándose con el Espectáculo. Desde entonces siempre se les ha visto juntos: yendo al cine, en los platós de los programas del corazón o en los telediarios donde las noticias de guerra parecen videojuegos o películas de Hollywood. El problema de la realidad, como dice Michael Moore, no es la falta de compromiso del cine de ficción, sino el excesivo compromiso del periodismo actual con la ficción.

Pero si los telediarios han acabado pareciendo thrillers de acción política, las películas de ficción han acabado pareciendo anuncios: se han convertido en unos envoltorios brillantes llenos de colores chillones y frases de marketing. Dentro del cine comercial no hay nada: ni preguntas ni respuestas, sólo ruido.

Como dice Patricio Guzmán (productor, director y guionista de documentales): “Un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotos”. Existen cineastas que aún piensan que coger una cámara es colocar un signo de interrogación. Lanzar una pregunta. Quizás no como profesores o policías, sino como poetas perplejos ante un contenedor en llamas o como paseantes perdidos dentro de una ciudad confusa: ¿por favor me podría indicar la salida?

Hacia el documental

Al rodar y preguntar, una nueva generación de directoras y realizadores están protagonizando uno de los momentos más brillantes del cine actual, confirmado a través de la Concha de Oro a Isaki Lacuesta en el pasado Festival de San Sebastián que se vivió como una celebración colectiva. Pero hasta que esos Pasos dobles caminaron por la Kursaal, el género documental ha tenido que caminar por los caminos más impracticables de este país. Un delirio artístico dentro de ese paréntesis de 40 años de silencio, dictadura y documentales del NODO.

Con la llegada de la democracia empiezan las primeras preguntas. Asesinos como el de Pedralbes, iconos gays como la Ocaña, Numax presenta… de Joaquin Jordá, En construcción de Guerín. Una rarezas que dependían más del esfuerzo personal que de una producción asentada.

Multiplicando las miradas

Si la democracia política va a permitir que se hagan preguntas a la realidad, la democracia tecnológica va a permitir que esas preguntas se multipliquen: cargados con una cámara digital, cineastas y directoras van a ver el documental como un modo de escritura creativa cinematográfica. Su objetivo desvela un mundo nunca visto:

  • Algunos directores descubren que su propia familia esconde un gran drama que remite a la memoria colectiva. Otras ruedan en países lejanos o situaciones extremas.
  • Algunas quieren mostrar el documental como obra en construcción, dejando ver la cámara y las conversaciones del equipo. Otros ruedan películas crípticas, cerradas sobre sí mismas.
  • Algunos hacen poesía del archivo y nos descubren el valor de vidas pasadas. Otras filman su mundo inmediato, sacando belleza de las paradas de autobús.
  • Algunas se pasan años rodando pacientemente y otros piensan que el tema es tan sólo una excusa y se lanzan a la calle a grabar como quien pregunta por una dirección.

En conclusión, todas esas voces tan distintas están unidas por la experimentación y la efervescencia pero también las complicaciones para que las obras encuentren a sus espectadores. Los problemas van desde la escasez de salas con proyección digital, hasta una difusión mínima que les condena a la invisibilidad (una verdadera censura empresarial) pasando por los recortes de presupuestos que afectan a uno de sus pocos escaparates, los festivales de cine documental, como recientemente ha ocurrido con el Festival Punto de Vista de Navarra. Sin embargo, mientras las complicaciones aumentan, los presupuestos menguan y las recaudaciones descienden, los documentales se multiplican. Algunos datos:

  • En los últimos 10 años se han hecho en España 218 documentales, es decir, un 18.7 % de la producción total (es el tercer género en número de películas).
  • Esos documentales logrado 12.4 millones de euros en recaudación, es decir, tan sólo un 1.41 % de la taquilla total.
  • Cada documental recauda por media 56.972 euros , lo que dividido por 8 euros que vale cada entrada, nos sale aproximadamente a uno 7000 espectadores por cada película.

¿Qué significan estas cifras tan contradictorias? Que el documental de creación se está formando en los márgenes de la industria, en un campo en común con el videoarte, el diario digital, la obra poética amateur, el periodismo ciudadano o el arte abstracto. Es decir, que cuando hablamos del nuevo documental no estamos hablando de un género que se pueda vender con un slogan de detergente (“de los productores de…”), sino de una nueva sensibilidad de la mirada cinematográfica. De una mirada que es capaz de adaptarse a la luz de la realidad y a la oscuridad de la sala de cine.