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La familia Altamira de Goya se reencuentra en el Metropolitan

  • La exposición "Goya y la Familia Altamira" puede verse hasta el 3 de agosto
  • El museo neoyorquino reúne por primera vez estos retratos de Goya
  • El del conde de Altamira es uno de los primeros retratos aristocráticos del genio

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Retratos del conde de Altamira y de su esposa y su hija, dos de los lienzos de Francisco de Goya que pueden verse en la exposición del Metropolitan de Nueva York.
Retratos del conde de Altamira y de su esposa y su hija, dos de los lienzos de Francisco de Goya que pueden verse en la exposición del Metropolitan de Nueva York.

"Es el hombre más pequeño que he visto nunca en sociedad y más chico que alguno de los enanos que se exhiben pagando". Así definió una vez el hispanista Lord Holland al XII conde de Altamira, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Gúzman, cuya escasa estatura la realzó con gracia y maestría Francisco de Goya en el que retrato que le pintó en 1787 y que sería uno de los primeros lienzos de aristócratas que realizaría el maestro aragonés, un género que luego cultivaría el resto de su vida con sus retratos de la Casa Real como pintor oficial de la Corte.

Este magnífico retrato,  perteneciente al Banco de España y cedido para la ocasión, puede contemplarse a partir de este martes y hasta el 3 de agosto en el Museo Metropolitan de Nueva York, que ha conseguido juntar de nuevo a todos los miembros de la familia del conde de Altamira en la exposición "Goya y la Familia Altamira", que muestra cuatro óleos del genio español reunidos por primera vez: el conde, su esposa la condesa y sus hijos Vicente, Manuel y María, además de un quinto cuadro de su hijo mediano, Juan, realizado por Agustín Esteve, discípulo de Goya.

Para organizar esta exposición, el Met ha sumado el préstamo del Banco de España, con la ayuda del Consulado de España en Nueva York, a los dos retratos de la familia de Altamira que posee el museoManuel Osorio Manrique de Zúñiga (1787-88), llamado "El niño rojo" y María Ignacia Álvarez de Toledo, condesa de Altamira y su hija, María Agustina (1787-88); mientras que el retrato de su hijo Vicente (Vicente de Osorio de Moscoso, Conde de Trastámara (1787-88) llega procedente de una colección privada y el de Juan María Osorio es un préstamo del Museo de Cleveland.

Del gusto del conde

El Banco de San Carlos, precedente del actual Banco de España y creado en 1782, encargó a Francisco de Goya y Lucientes una serie de retratos de los directores del banco, cargo que ostentó el conde de Altamira, quien además era uno de los aristócratas más acaudalados de la época y un gran coleccionista de arte. Goya también retrataría por encargo del Banco a Carlos III, a Francisco Javier de Larrumbe y al marqués de Tolosa, entre otros.

Para pintar el retrato Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Gúzman, XII Conde de Altamira (1787), Goya sentó al conde en un butacón amarillo al lado de una mesa, del mismo color que la butaca, y en la que se apoya y que le llega a la altura de la axila, con lo que se enfatizaba su pequeña estatura.

El conde quedó tan encantado con el retrato, que encomendó a Goya otros tres del resto de su familia, que pintaría entre 1787 y 1788 y con los que iría desarrollando su pericia técnica en este género. Estos encargos impulsarían la carrera del pintor de Fuendetodos, que fue nombrado pintor de la Corte por Carlos IV en 1789, con 40 años.

La familia del conde

El retrato de la condesa de de Altamira y de su hija María Agustina de un año, realizado entre 1787-88, muestra la maestría técnica de Goya en el tratamiento del vestido, que capta la brillantez de la seda y crea un efecto de luces y sombras en los pliegues, mientras que la expresión introspectiva de las retratadas revela la capacidad del pintor para captar su psicología.

El óleo del hijo menor del conde, Manuel Osorio, muestra junto al pequeño "Niño Rojo" una serie de animales llenos de simbolismo y que serían un precedente del tratamiento perverso que Goya dedicó años después al mundo animal en su serie de Los Caprichos. El retrato muestra al niño con una urraca atada de una cuerda, símbolo de la curiosidad, en cuyo pico sujeta la tarjeta de visita de Goya, una jaula con varios gorriones, símbolo del alma y la inocencia, y tres gatos con los ojos abiertos al acecho de las aves. La obra se interpreta como una ilustración de las frágiles fronteras que separan el mundo del niño de las fuerzas del mal o como una muestra de la fugacidad de la inocencia.

El retrato de Vicente Isabel Osorio, conde de Trastámara, muestra al primogénito del conde a la edad de 10 años, aunque vestido como un adulto, con unos ojos grandes y penetrantes que miran directamente al espectador, sin prestar atención al perro que salta sobre su pierna.

El cuadro que cierra la exposición es el retrato del hijo mediano del conde, Juan María Osorio, que pintó Agustín Esteve hacia 1786 y completa a la familia Altamira, que se reencuentra más de tres siglos después entre los muros del Metropolitano de Nueva York.