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Vetusta Morla, Coque Malla y Depedro ponen la música al incansable activismo por el Sáhara

  • Un concierto recauda alrededor de 8.000 euros para la X edición del FiSáhara
  • El activismo social por la causa saharaui contrasta con la parálisis política

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Vetusta Morla en el concierto para recaudar fondos para el FiSáhara
Vetusta Morla en el concierto para recaudar fondos para el FiSáhara

"Hay un ejército de valientes... valientes que llevan años y años sobreviviendo en el Sáhara". Son más de 300.000 y llevan cuatro décadas luchando por un país que no aparece en los mapas. Es la historia de los saharauis, tantas veces contada. Repetida una y otra vez; y relegada de nuevo al olvido.

Así ha arrancado Vetusta Morla uno de sus temas más conocidos, "Valiente", que como en todos sus conciertos, cientos de personas han coreado hasta la extenuación. Pero este no era otro concierto más para la banda madrileña.

Compartieron escenario con Coque Malla, Depedro, Amparo Sánchez, la M.O.D.A. y Carmen Boza para reunir fondos para el Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSáhara) que este 2013 cumple diez años.

El FiSáhara vuelve a primeros de octubre para contar a través del cine la vida de los habitantes de ese enclave que un día fue territorio español, para formarles en el lenguaje audiovisual y darles las herramientas con las “que mostrar su situación al mundo y denunciar las continuas violaciones de derechos humanos que están sufriendo”, como explica María Carrión, directora ejecutiva del festival.

Se trata del último evento de una causa “que no muere”, en palabras de José Taboada, presidente de la Coordinadora Estatal de Asociaciones por el Sáhara. Corridas de toros, pase de modelos, manifestaciones, festivales, películas, exposiciones de fotos... En España hay más de 250 asociaciones que trabajan diariamente por el Sáhara. Un activismo social enorme que contrasta con la congelación de la política respecto al problema saharaui.

“Una vergüenza y una traición”

“El pueblo saharaui siempre ha tenido un enorme apoyo popular y una enorme comprensión de los españoles pero los dos partidos que gobiernan cuando están en la oposición son firmes defensores de la causa saharaui pero cuando llegan al Gobierno no hacen absolutamente nada por no enfrentarse a Marruecos y a Francia, su gran valedor”, denuncia el actor Juan Diego Botto.

Casi cuatro décadas después de la Marcha Verde, la solución para la mayoría sigue siendo política y pasa por el referéndum de autodeterminación que recoge Naciones Unidas. Sin embargo, Marruecos ha conseguido sortear durante años esa consulta, con la connivencia de países como Francia, Estados Unidos o España.

En abril, París, Moscú y Madrid lograron que la MINURSO (la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental) extendiera su misión, pero sin poseer competencias para la supervisión de los derechos humanos en el territorio, como había propuesto EE. UU., inicialmente. Para José Taboada esto fue una “vergüenza” y muestra cómo “el Gobierno español se contradice y sucumbe a la mínima presión de Marruecos”.

"Es una hipocresía que se hable de derechos humanos en otros lugares como en Siria y que se mire para otro lado o que, incluso, se quieran tapar las barbaridades que hace Marruecos", apunta Taboada.

Deuda con el Sáhara

“España tiene una deuda histórica, política y moral con el pueblo saharaui”, ha gritado entre banda y banda en el escenario Jadiyetu Mojtar, presidenta de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis.

“Tenemos que seguir denunciando esta injusticia. Nuestro pueblo vive de la ayuda internacional mientras los que están bajo la ocupación ven como día a día se explotan sus recursos naturales y... ¿nosotros tenemos que vivir de la ayuda humanitaria?, ¿por qué?

Para Mojtar, España es “el primer y el último responsable” de la situación que están viviendo los saharauis. “España hizo dejación de sus responsabilidades. Este país, vuestro país, es responsable de que el pueblo saharaui esté dividido entre los campamentos y las cárceles de las ciudades ocupadas de la que son prisioneros, donde no pueden siquiera manifestarse por su derecho a la autodeterminación”.

Internacionalizar la causa

Para la mayoría de activistas, sin embargo, la solución no pasa por los despachos de Moncloa sino por los de la Casa Blanca.

“Este año queremos internacionalizar la causa porque fuera de España no se conoce lo suficiente la situación del Sáhara. En otros países la gente se sigue sorprendiendo por que todavía exista una colonia”, afirma María Carrión, directora ejecutiva del festival.

Sus ojos y su esperanza están puestos en la sociedad civil de Estados Unidos donde “se han movilizado para casos que parecían perdidos como Timor Oriental”.

Del mismo modo, FiSáhara tiene este año un enfoque hacia el mundo árabe para unir a los saharauis con otras sociedades árabes. “La primera revuelta de la Primavera Árabe ocurrió en el Sáhara ocupado, en el campamento de Gdeim Izik y mucha gente en el mundo árabe no lo sabe”, apunta María Carrión.

Pero la primavera saharaui pronto fue aplastada y su final tiene el nombre de 22 jóvenes saharauis que participaron en la protesta y que han sido condenados a penas de cárcel (ocho a cadena perpetua) por “violencia contra las fuerzas del orden” en el desmantelamiento del campamento por la policía marroquí de forma violenta.

Human Rights Watch denunció que los tribunales de Marruecos condenaron a los acusados “sobre la base de confesiones que, aparentemente, fueron extraídas mediante tortura o falsificadas por la policía”.

Para los activistas la solución solo será posible con la visibilización de la causa y con una mayor presión. “Hay cosas que no se consiguen en 20 o 30 años pero sí en 40 o 50. Veinte años son muchos para una persona pero en la vida de un pueblo no es tanto”, reflexiona Taboada.