Una narcosala o centro de reducción de daños, centro de tratamiento, como prefieren llamarlo algunos de los profesionales que trabajan allí a diario, es un lugar muy especial. Es un submundo en el que personas adictas a la cocaína o a la heroína pueden consumir de forma segura, higiénica y controlada. Sobre todo, si sufren una sobredosis, aquí les atienden sobre la marcha y así se han salvado ya muchas vidas.
Los usuarios son mayoritariamente hombres entre 30 y 40 años pero aquí también se ve a mujeres y hombres de diferentes nacionalidades que se acercan a consumir en las salas habilitadas o para tomar la metadona. Son realidades muy duras, personas deterioradas y muchas sin techo que duermen en la calle o dónde pueden.
Pero los profesionales de la sala Baluard de Barcelona que visitamos, una de las pocas que existe en nuestro país, están muy atentos a cada caso, son sensibles a esta realidad pero trabajan a diario por mantener la distancia necesaria para ayudarles desde el punto de vista sanitario y social.