Hace unas semanas estuvimos en la cocina solidaria de la asociación Mujeres Movimiento Mediador en el Polígono Sur de Sevilla escuchando las historias de madres y abuelas cocineras pero quedé con ganas de conocer a los hombres cocineros que un día a la semana encienden los fogones para sus hijos, mujeres y familas.
Son hombres que están en paro, hace años algunos incluso, sobreviven como pueden. Otros son víctima de violencia de género y tienen la custodia de sus hijos y aquí están con su mandil, el gorro y muchas ganas de aprender a cocinar y llevar comida caliente a casa en sus táperes.
Se nota que entre ellos hay mucha complicidad, se respira buen ambiente. Hay quien sabe conocinar más porque ha trabajado en bares durante años, otros disfrutan con la repostería pero también los hay que no tienen ni idea y cada día aprenden un plato nuevo. Además de la comida cocinada, gracias al Banco de Alimentos tienen leche, zumos, galletas o papillas para bebés, por ejemplo. Tampoco falta la verdura y la fruta que traen de Mercasevilla.
Estos hombres lo tienen claro, hay que ayudar en todo lo que se pueda para que la familia salga adelante, algunos ahora se dan cuenta de lo mucho que trabaja su mujer en casa y de las horas que hay que invertir en la casa a diario.
Son historias de vida desconocidas porque son roles que se les adjudican a las mujeres pero ellos también se ponen el mandil y mucho más cuando hace falta.
