En su llegada hasta el Yucatán, Cortés y sus hombres no estarán tan solos como ellos creen. Pronto se encontrarán con los aztecas, quienes se preguntarán por el origen de tan extrañas personas.
La civilización azteca no se va a quedar de brazos cruzados mientras Hernán y sus hombres conquistan sus tierras, por lo que ofrecen al conquistador una buena cantidad de oro a cambio de que abandonen su territorio. Pero Cortés no se conformará con esas riquezas y obligará a sus hombres a quedarse con la promesa de volver a Castilla como auténticos marqueses.
Ante la imposibilidad de obtener el oro suficiente para que Carlos sea emperador, Margarita de Austria propone cambiar de candidato y presentar a Fernando como la mejor elección para el Imperio, ya que no mantenía enemistad con ningún reino. Sin embargo, su idea no será bien acogida en Castilla, donde Carlos V dejará muy claro que él será el único Emperador.