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Tenis | Masters 1000 de Montecarlo

Djokovic se sobrepone al fallecimiento de su abuelo y al correoso Dolgopolov

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Novak Djokovic devuelve una pelota al ucraniano Alexander Dolgopolov
Novak Djokovic devuelve una pelota al ucraniano Alexander Dolgopolov

Vladimir Djokovic ha recibido el mejor homenaje póstumo, el de su nieto Novak Djokovic en Montecarlo. El serbio se enteró de la pérdida del patriarca de la familia mientras entrenaba para su partido de octavos contra el ucraniano Alexander Dolgopolov, pero decidió enjugarse las lágrimas y seguir adelante.

El número uno del mundo ya está en cuartos de final del Masters 1000 de Montecarlo, uno de los que aún se le resisten y "territorio Nadal" por excelencia. 'Nole' ya acarició el título en 2009 en una final ganada por el español, pero quiere más.

Lo demostró superando al impredecible Dolgopolov en tres sets, con remontada incluida y parón por la lluvia para añadir emoción al desenlace: 2-6, 6-1 y 6-4 en una hora y 40 minutos, más la media hora de interrupción.

El de Belgrado saltó a la pista casi sin ganas, con los ojos llorosos, y empezó ganando su saque para luego derrumbarse frente al ímpetu de Dolgopolov. El ucraniano se apuntó el primer set frente a un tenista desconocido, impreciso, con la mente puesta en otra parte; lejos de Mónaco.

'Nole' cedió de nuevo el servicio en el séptimo juego para dejar a Dolgopolov el set en bandeja, con 5-2 y su servicio. Fiel a su estilo agresivo y osado, el ucraniano firmó un porcentaje bajo de primeros servicios (52%), pero tres saques directos y escasos errores: siete frente a 17 del serbio.

Djokovic parecía un boxeador al borde del K.O. técnico, enviando dejadas sin fe y devolviendo cabizbajo las profundas derechas de su adversario.

Algo debió pasar por la cabeza del número uno del mundo en el descanso, porque en el segundo set volvió a salir a la pista el Djokovic ganador y mentalmente más fuerte. Se puso pronto 3-0, gracias a una rotura en el segundo juego que celebró a gritos, como si ya hubiera ganado el partido o la misma final.

Era un grito de ánimo, y al mismo tiempo de intimidación. A partir de ese momento el que pareció un títere fue Dolgopolov, que se vio movido de lado a lado en la pista y superado con 'passings' cada vez que intentaba subir a la red. El resultado: 6-1 en apenas media hora.

El inició del tercer y definitivo set hacía presagiar algo más de igualdad, pero la lluvia hizo su aparición por segunda vez en la jornada y paró durante 30 minutos el encuentro (1-1). En la reanudación fue Dolgopolov el que sufrió más el enfriamiento, aunque pudo mantener su saque una vez más.

Los intercambios ganaron en duración y espectacularidad, ofreciendo cada uno lo mejor de su repertorio, que en el caso de Djokovic era más y se tenía que acabar notando.

Llegó el anunciado 'break' en el noveno juego, después de que Dolgopolov resistiera sus servicios anteriores. Djokovic tenía su saque para poner el broche a su victoria y al partido, que celebró con rabia y lágrimas, señalando al cielo para dedicárselo a Vladimir.