El oído atento Un viejo papel secante15/11/2014

Uno de los utensilios primordiales en el escritorio era el papel secante; un tipo de papel grueso, generalmente rosa, que absorbía la tinta que sobraba.

Los oficinistas lo tenían agarrado a un curioso aparato con mango, parecido a la quilla de un barco que se balanceaba. Cuando acababan de escribir, pasaban el papel secante por el escrito y ya no se corría la tinta: el papel se bebía el brillo de las letras y las dejaba de un imperecedero color mate.

 

 

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