50 años de tve • blogs del aniversario 4.06.2006
MERCERO Y AMESTOY: Dos triunfadores
4 de junio de 2006
marga gallego

Cuando digo en la Redacción que voy a entrevistar a Antonio Mercero mis compañeros, uno a uno, me dicen: "dale un abrazo de mi parte", "oye, qué tipo tan majo", "ya verás, da gusto hablar con él"… Si Mercero está igual al Mercero de toda la vida, no quieras ver Alfredo Amestoy. Sesenta y cuatro años en flor. Flequillo blanco, las arrugas de rigor, pero, por lo demás, la misma voz, la misma entonación cantarina al hablar, los mismos movimientos enfáticos de siempre, la misma mirada guasona...

       Hecha la entrevista con Mercero confirmo lo que me han dicho mis compañeros. Tiene magia y empatía este realizador vasco de setenta años, uno de los padres de la tele, autor de éxitos tan aplastantes como " La Cabina ", " Verano Azul " o " Crónicas de un Pueblo ", ganador del único Premio Emmy que se ha concedido a la televisión española y, sin embargo, un hombre próximo y normal.

      Quedé con él en los alrededores de su casa. Me esperaba en la terraza del bar de abajo, campechano y con barba de un día. Pocas veces te encuentras con alguien que tenga esa capacidad de generar humor y buen rollo a su alrededor, aunque esté cansado, como sucedía esa tarde, según me dijo.

      -Yo siempre procuro crear un clima relajado, lúdico, incluso en el trabajo. En las series, por ejemplo, le decía a la gente que aportara ocurrencias y luego las valorábamos entre todos. Y oye, salen cosas, ¿eh? -me dice mientras acompaña cada comentario con sonrisas y deje vasco.

      Los vecinos no paran de saludarle todo el rato: "¡Hola! ¿Qué tal?... ¿Todo bien?... ¡Hola!”

-Es que la televisión te acerca muchísimo a la gente, -dice como quitándose importancia-. Hay muchos que me paran y me sueltan, “cómo se parece usted a Antonio Mercero , el de la tele, incluso en la voz y todo” Ja, ja, ja... y yo les sigo la bola... Es verdad, quizás por el tipo de series que he hecho, me siento muy querido.

     Y eso que al personal le costó perdonarle la muerte de Chanquete . Aquel 7 de febrero de 1982, a las cuatro de la tarde, cuando el país entero contuvo el aliento...

      “¡Chanquete ha muerto!... ¡Chanquete ha muerto!... ¡Ha muerto Chanquete!”, gritaba Pancho por la playa.

      Luego, todos a llorar con aquel capítulo histórico: " Algo se muere en el alma ", el de la despedida del viejo pescador.

     -Estábamos haciendo una serie para jóvenes, -casi se disculpa Mercero-, y queríamos que conocieran cosas de la vida: el amor, los celos, la amistad... la muerte también. Solo que Chanquete era un personaje tan bonito que... hasta me llegaron a llamar asesino, no te creas.

     Pero, es broma, claro, porque al final todo se le perdona. Este narrador de historias, repito, es muy querido. Y él se aprovecha. Como gran observador, sus películas y series se nutren de lo que ve alrededor, de lo que habla con la gente, y ahí quizás está el truco, la clave de su encanto: se acerca a todos, niños, adultos, maestros, enfermos, farmacéuticos... no para de buscarse cómplices para incorporar a sus guiones. Luego va, los clava y triunfa.

Amestoy, el flequillo de los setenta

     Si Mercero está igual al Mercero de toda la vida, no quieras ver Alfredo Amestoy. Sesenta y cuatro años en flor. Flequillo blanco, las arrugas de rigor, pero, por lo demás, la misma voz, la misma entonación cantarina al hablar, los mismos movimientos enfáticos de siempre, la misma mirada guasona... En fin, igualito al que veíamos hace treinta años por la tele, pero como si alguien lo hubiera caracterizado de su padre. Una sensación curiosa.

     También le paran por la calle...

    -Es que tienes que darte cuenta de que aquel "Vivir para ver" tenía más de 20 millones de espectadores cada noche. Ganaba en audiencia incluso al "Un, dos, tres..." de Chicho" -comenta orgulloso.

     Qué fama abrumadora aquella. Ganada a golpe de gesto, con sus personales comentarios sarcásticos, de doble sentido, sobre imágenes de televisión. Aquel programa fue precursor de los modernos espacios de "zapping" que hoy inundan las teles y se retroalimentan. Sólo que el "Vivir para ver" de Amestoy era el único en la época de la tele única. Y arrasó, claro, convirtiéndole en un auténtico periodista-estrella, un pionero del género.

     Hoy Alfredo vive lejos de las cámaras. Sólo muy de tarde en tarde, cuando le invitan, vuelve a asomarse a alguna pantalla de televisión. Nos dice que lo que le mantiene activo es el campo, su plantación de aguacates en Motril y ser directivo del "Club de la Boina". En fin, genio y figura.

 

marga.gallego@rtve.es

Marga Gallego
REDACTORA

Antonio Mercero conversa con la autora del reportaje.

La mano que se posa sobre la cabeza de Zarra es la de Mercero que quiso así valorar una de las mejores testas del futbol español.

ESTE SEÑOR DE NEGRO, con José Luis López Vázquez

La serie VERANO AZUL fue un éxito rotundo

Amestoy fue el primero en quitarse la corbata en la televisión de Franco

Durante un momento de la entrevista con Marga para la realización de este reportaje y (abajo) cartelón final del programa VIVIR PARA VER, de Amestoy

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