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Hoy hemos sabido que el número de mujeres víctimas de violencia de género disminuyó mas de un 8% el año pasado respecto al anterior, segun datos del INE. El mayor descenso se produjo entre las menores y durante los meses del confinamiento por la pandemia.

Las estadísticas y los expertos dejan claro que los datos de 2020 no reflejan la realidad, porque el descenso importante se dio en marzo y abril, meses en los que la movilidad estuvo restringida por la pandemia. Las llamadas al 016 y las peticiones de ayuda por Whatsapp se incrementaron en un 44%. Por eso los asesinatos y las denuncias son indicadores incompletos en un año en el que se sabe que lo que creció fue la violencia de control.

El mayor descenso se dio entre las más jóvenes, entre las menores de 18 años y el incremento más importante entre las mujeres de 50 a 54 años. Por comunidades, Melilla, Murcia, la Rioja y Comunidad Valenciana son las que tienen las tasas más altas de víctimas por cada mil mujeres. El Instituto Nacional de Estadística aporta también los datos de violencia doméstica: la que que se ejerce sobre cónyuges, descendientes, ascendientes o hermanos... Son más de 8.200 víctimas de las que 2 de cada 3 también eran mujeres.

La EPA del primer trimestre de 2021 arroja una destrucción de empleo que afecta, sobre todo, a personas de entre 25 y 44 años y a un colectivo condenado a la permanente búsqueda de empleo: los parados de larga duración. Personas desempleadas desde hace más de un año y para los que la edad no se convierte en un plus de experiencia, sino en un importante obstáculo para encontrar trabajo.

La población de Cantabria creció dos décimas durante 2020, frente al retroceso del -0,2% en el conjunto nacional, según los datos del Avance de la Estadística del Padrón Continuo del INE a 1 de enero de 2021. Esto ocurre a pesar de que la natalidad sigue descendiendo y de que ha aumentado la mortalidad a causa de la pandemia. Pero, precisamente, la nueva situación sanitaria puede explicar el crecimiento de los empadronados en la región, que han buscado calidad ambiental y un buen servicio de conexión a internet para teletrabajar.
La población total de la comunidad asciende a 584.308, y la edad media es de 46 años. En términos absolutos, la ganancia poblacional de Cantabria es la tercera más importante, tras las de la Región de Murcia (6.687) y Castilla La Mancha (2.571). Aún así, Cantabria se mantiene como la segunda comunidad con menor población de España, solo por delante de La Rioja.
El crecimiento registrado es significativo porque puede avisar de una nueva tendencia surgida a raíz de la extensión del coronavirus. Lo explica el catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Cantabria, Pedro Reques, para quien la calidad ambiental de Cantabria es un atractivo que ejerce de gancho y está convenciendo a muchos habitantes de las grandes ciudades para instalarse en localidades más pequeñas. Las razones pueden ser la cercanía a la naturaleza, la facilidad para conectarse a internet y teletrabajar, y el precio de la vivienda. Ahí Cantabria puede jugar una baza de futuro, atrayendo más población. Es lo que viene haciendo Castro Urdiales desde hace años: por el consumo de agua del municipio se calcula que podrían estar viviendo 50 mil personas, donde solo hay censadas algo más de 30 mil. Ahora el fenómeno se ha extendido a otros municipios, como Miengo y Alfoz de Lloredo, donde algunas segundas residencias han pasado a convertirse en primeras.
Santander también se beneficia.
Santander, que había ido perdiendo empadronados en los últimos años, también ha ganado, y ya concentra casi al treinta por ciento de la población regional. El 8,8% vive en Torrelavega. El 32,1% vive en municipios de 1.001 a 10.000 habitantes; el 26,2% en municipios de entre 10.001 a 50.000 habitantes; y el 3,4%, de menos de 1.000 habitantes.
El coronavirus ha tenido peores consecuencias si miramos la esperanza de vida, que se ha reducido en un año. España ha perdido en 2020 más de 106 000 ciudadanos, un 0,2 %: se trata del primer descenso que se produce tras cuatro años consecutivos aumentando.

La disminución de nacimientos y las muertes ocasionadas por la COVID-19 han traido consigo un descenso de población en España, según indica el INE en el padrón continuo: 106.000 personas menos que reflejan la peor caída desde 2015. Con estas cifras, sumadas a la caída de extranjeros inscritos en nuestro país, se consolida un envejecimiento que deja la edad media en casi 44 años, cuatro más que a principios del siglo XXI.

El Instituto Nacional de Estadística va a publicar hoy los datos del padrón, una serie de datos actualizados a 1 de enero de este año, y que van a recoger, por tanto, el efecto que ha tenido la pandemia sobre la población española durante 2020.  Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, ha explicado en Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso que un padrón, en general, permite medir el crecimiento o decrecimiento de la población en función del número de nacimientos, defunciones y migraciones. Cuestiones que el experto ya ha adelantado que, en la estadística que hoy publicará el INE, estarán claramente influidas por la COVID-19, con un aumento claro de la mortalidad, una bajada de la inmigración y un descenso de la fecundidad que, según Ramiro tendrá efectos a largo plazo.