Leer las etiquetas de los alimentos, ¿truco o reto?
- El podcast de RNE 'Un laboratorio en mi cocina' entrevista a la dietista y nutricionista Beatriz Cerdán
- Nos descubre cómo leer las etiquetas de los productos para saber elegir los más sanos y de mejor calidad
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Ir al supermercado parece tarea fácil si nos acompañamos de un carrito y una lista de la compra. Sin embargo, este viejo truco ya no es del todo suficiente porque no solo basta con acordarse de los productos que necesitamos en nuestra despensa, sino que también es necesario tomar conciencia de la calidad de lo que compramos. ¿Cómo conseguirlo? Pues leyendo las etiquetas del tomate, del pan de molde o del yogurt de turno y comprendiendo lo que nos están contando. El podcast Un laboratorio en mi cocina, de RNE, entrevista a Beatriz Cerdán, dietista y nutricionista, para contarnos los trucos que nos harán esta labor un poco más sencilla. ¡Escúchalos!
Ingredientes y composición nutricional
Según un “estudio de la Universidad Siglo 21, el 75% de las personas no comprenden la totalidad de la informacional nutricional en las etiquetas”, un jeroglífico que se puede desvelar con algunas sencillas pautas. Cerdán aconseja que para “determinar la calidad, primero hay que fijarse en los ingredientes y después en la composición nutricional”.
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Lo ideal es mirar primero los ingredientes, que vienen ordenados por cantidades predominantes, y nos permitirá obtener la calidad. Una vez que tengamos este dato, ya sí que “no iríamos a valorar lo que son y la composición nutricional”. Es decir, miramos los numeritos y veremos cuánto azúcar añadido tiene, cuánto aceite de palma, cuánto porcentaje de grasa y sabremos si es saludable o no”.
Los disfraces de la industria
Para aparentar que un alimento es más sano, la industria alimentaria tiene algunas triquiñuelas que emplea con frecuencia. Por un lado, está la relativa a la información que ofrecen: “No podemos confundir la composición nutricional por ración, que por 100 gramos. Hay veces que te ponen que, por ración, hay X porcentaje de azúcares. Es bajo, claro, pero porque es por ración. Imagínate que estamos hablando de galletas, una ración son cuatro galletas, pero quizá te comes 10”. Hay que tener en cuenta, pues, si la composición se muestra en 100 gramos o por ración, “porque verás realmente qué cantidad de producto vas a consumir y lo que supone”.
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Por otro lado, se encuentra el “lenguaje atractivo o imágenes visuales que nos pueden confundir en cuanto a los porcentajes”, como el que anuncia tener un bajo contenido en azúcares, pero luego resulta que tiene un alto contenido en sal.
Dos productos similares, pero calidades diferentes
Cuando estamos frente a la estantería de latas de tomate, a priori, pueden parecer todas iguales, sin embargo, su calidad nutricional varía casi de forma abismal. “Podemos encontrar tomate frito que contenga aceite de mala calidad, muchísimo azúcar, correctores de acidez…”, un etiquetado empañado por aditivos y conservantes que dañan la exquisitez del producto.
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Cerdán recuerda que “casi todos van a tener algo, pero a muchos se les añade más de la cuenta y, por ello, hay que intentar qué opción es la más saludable”. Eso sí, los ideales son aquellos que no tienen etiqueta, “como las manzanas o el pepino, ahí no hay duda, es lo más natural”.
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