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En Portada. El arrabal de África

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En portada - Kibera. El arrabal de África

FICHA TÉCNICA

GUIÓN: Esther Vázquez

REALIZACIÓN: Miguel Ángel Viñas

IMAGEN: Ricardo Vallespín

SONIDO: María Saurín

MONTAJE: José Luis Godoy

Kibera no figura en los mapas de Kenia, aunque casi un cuarto de la población de su capital vive allí. Este poblado chabolista, que ya es el mayor gueto del África subsahariana, está a pocos Kilómetros de Nairobi pero su forma de vida dista mucho de la ciudad. Todos quieren salir de allí pero cada vez llega más gente...

Kibera, una barriada como reflejo de un continente

Encontramos Kibera cuando buscábamos un barrio que reflejara la carencia de agua en África. Hablamos con unos sacerdotes católicos que llevan toda la vida en este barrio chabolista intentando ayudar a los que viven allí. Ellos nos empezaron a contar algunas de las historias de sus habitantes, de cómo sobreviven en el barrio, de sus esperanzas, de cómo se vivieron  los violentos enfrentamientos que sacudieron al país a principios de 2008, tras las elecciones presidenciales...  Y poco a poco, nos dimos cuenta de que esta barriada era el reflejo de todas las carencias y el olvido que sufre el continente africano.

También nos contaron lo complicado que podría ser recorrer el barrio con cámaras de televisión. Pocos días después, Verónica, que trabaja en una agencia de viajes, y que se convirtió en nuestra hada madrina por su gran capacidad de encontrar todo lo que necesitábamos, nos presentó a Rosemary y su hijo Vicente, vecinos de Kibera que accedieron enseguida a ser nuestros guías.  Así  es como conocimos a Rosemary o Mamá Africa como la llaman en el barrio.

Kibera de la mano de 'Mamá África'

Las mujeres sabemos solucionar los problemas

Mamá Africa, además de vecina de Kibera, es una líder de este  barrio. Nos lo contaba orgullosa, haciéndonos ver lo popular que era en la barriada, hablando con unos y presentándonos a otros. "Me eligieron los vecinos", nos decía en swahili, y pedía a su hijo que tradujera de inmediato. Llegó de una aldea a este suburbio chabolista hace más de veinte años, pensando en el futuro de sus hijos. Ahora se siente satisfecha porque su hijo mayor, Vicente, tiene un buen trabajo, pronto se irá de Kibera y ella irá con él a otro lugar mejor, fuera del gueto.

Lleva un vistoso vestido de color ocre con pajarillos azules y verdes, un aspecto pulcro y coqueto, ropa limpia y planchada, algo que choca en medio del abandono y dejadez del barrio. Nos choca porque imaginamos que en su casa, como otras de aquí, no tiene luz, ni agua... Rosemary sonríe todo el tiempo y habla de los grandes esfuerzos que ha tenido que hacer para que sus hijos estudien y para que ahora Vicente  tenga un trabajo digno y  pueda cobrar un sueldo al mes, algo que la mayoría de la gente de Kibera  no tiene.

Cada mañana, hombres y mujeres  emprenden una larga caminata hasta la ciudad. Van andando más de cinco kilómetros para ahorrar el dinero del matatu o autobús y algunos regresan por la noche sin nada que poder dar a su familia.

Rosemary dice que su marido está enfermo y que se quedó en la aldea. Su hijo comenta que si no es por ella nunca habría ido a la escuela. Tiene muchas amigas en el barrio, algunas viudas, también separadas o abandonadas por sus maridos.  “Las mujeres sabemos solucionar los problemas”, me dice riendo y dando una palmada en mi mano como sellando su frase.

Rosemary asegura que su tarea como líder es difícil. Nuestra visita también le ha dado quebraderos de cabeza: “Por la noche vienen de otros poblados del barrio y me piden dinero. Me dicen: los extranjeros te han traído dinero y tú estás comerciando con el barrio, y yo les explico que lo único que quiero es que reflejen los problemas de Kibera y que cuando la gente lo vea por televisión nos ayuden”.

Un barrio de barrios

En el barrio de kibera hay muchos barrios: ocho poblados dentro del suburbio y Mamá África se siente más a gusto en unos, que en otros: “algunos barrios son más peligrosos. -nos explica- Ni siquiera los vecinos nos atrevemos a pasear por ellos”.

Rosemary nos lleva de un sitio a otro y nos cuenta anécdotas e historias, cosas que le han pasado, problemas que ha tenido que resolver y difíciles situaciones que ha vivido junto a sus vecinos: “Niñas que han sido violadas, algo horrible..."

Nosotros queremos retratar el barrio y Mama África intenta buscar asociaciones, lugares, personajes  e historias que puedan servirnos de referencia. Ella nos habla de cómo sobrevivir en él: “Hacemos colectas entre los vecinos y si un día te falta para pagar el colegio, pues te damos un crédito con poco interés y cuando puedas lo pagas, y si un día me hace falta a mí, lo mismo”. En Kibera es fundamental la solidaridad entre todos, los problemas son parecidos y saben que un día cualquiera puede necesitar la misma ayuda que ha prestado.

Mamá Africa ríe constantemente  y nos repite una y otra vez “ esto es Kibera”. Cada mañana monta su pequeño tenderete, en el que vende tomates, pero es una mujer demasiado inquieta para estar mucho tiempo en el puesto. Mientras nos acompaña por las callejuelas de Kibera, su nuera se ha quedado al tanto del negocio y para ella supone una buena excusa para emprender una charla con amigas del barrio o visitar a familias que hace algún tiempo que no ve, conversar con ellos, recordar momentos o reirse de cualquier cosa con ese espíritu positivo tan usual en este continente.

El sueño de una vida mejor

“No lo voy a echar de menos” nos dice con toda seguridad, pensando en irse, en trasladarse con su hijo a otro lugar más desarrollado, con mejores condiciones...Pero viéndola así de feliz con sus vecinos, su rutina y la gran cantidad de quehaceres que se ha buscado, me parece difícil  imaginar que, a pesar de la miseria del barrio, de los problemas, de la ausencia de todo...el día que se marche, Mamá África no se acuerde de Kibera y ,en medio de la ciudad, sin tantas cosas que arreglar, ni tanta gente que le cuente sus problemas, no  aparezca, al menos, un chispa de añoranza.