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Los TFG por encargo, un mal cada vez más común en las universidades españolas

  • Cada vez son más los alumnos que deciden comprar sus trabajos de fin de grado o máster a empresas privadas
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El conflicto ético de comprar un TFG por encargo
El conflicto ético de comprar un TFG por encargo

Llega el calor, los días son más largos y lo que menos apetece es quedarse en casa escribiendo un trabajo de fin de grado o máster. Eso es innegable. La desmotivación, la pereza o la falta de tiempo a menudo dificultan todavía más la tarea.

Desde la puesta en marcha del Plan Bolonia, la obligatoriedad de presentar un trabajo de fin de grado o de máster para la obtención del título ha aumentado considerablemente las compras y ventas de estos trabajos. Cada vez son más los estudiantes que recurren a estos negocios para adquirir sus servicios, aprovechando las deficiencias del sistema educativo y la necesidad de entregar el TFG o TFM a tiempo. Pero ojo, no solo realizan trabajos de fin de grado, también se ofrecen desde tesis doctorales hasta los deberes del colegio.

Aunque el mercadeo de trabajos universitarios siempre ha existido, ahora se profesionaliza y hasta se anuncia en Instagram. Hace unos días, se publicaba en redes una nueva campaña publicitaria en la que Marta Díaz (@marta_diiaz), influencer española con más de 2 millones y medio de seguidores, animaba a comprar TFGs a todos aquellos a los que no les da tiempo a realizarlo por su cuenta. Pero ¿qué lleva a tanta gente a comprar este tipo de trabajos? ¿Qué falla en el sistema educativo para que haya alumnos tomen esta decisión?

Y, sobre todo, ¿qué se podría hacer para evitarlo? Parece que tiene difícil solución ya que, a priori, no estamos hablando de trabajos plagiados. Para estos casos existen softwares que se dedican específicamente a detectar el plagio de los TFGs o TFMs a través del porcentaje de similitud entre el texto proporcionado y una enorme base de datos. Cuantos más textos se suban a dicho sistema, este más fácil halla la copia.

Hace apenas un año, Lluis Vall, representante en España de Turnitin, aseguraba al periódico El Mundo que 57 de las 82 universidades españolas tienen contratado este programa anti-plagio. Aunque el precio de esta herramienta no es público, se calcula que, por ejemplo, a la Universidad Complutense le costaría unos 115.000 euros anuales.

Aún así, las empresas dedicadas a este negocio lo tienen todo pensado. Aseguran con garantía que todas sus obras están basadas en su originalidad y están libres de cualquier forma de plagio. Por ello, el Turnitin no funcionaría. Al fin y al cabo, se trata de una obra original, pero con partes escritas por otro autor.

Con respecto al precio de los TFGs a medida varía en función del plazo de entrega y, sobre todo, de la rama académica. Tampoco cuesta lo mismo una tesis doctoral, que un TFG, que un trabajo para el colegio.

“Al final te sale mucho más rentable comprar el TFG que pagar la segunda matrícula por haber suspendido”, reconoce un alumno. Lo cierto es que echando cuentas, el precio por crédito en la Universidad Carlos III de Madrid es de 21 euros en la primera convocatoria y de casi el doble, 40 euros, pero incluso en este caso la cifra a pagar por un TFG puede llegar a ser el doble que el precio de la matricula.

¿Quiénes están detrás de estas páginas?

Los colaboradores responsables de realizar estos servicios por encargo son, en muchos casos, los propios docentes, antiguos alumnos que no encuentran trabajo o compañeros de la universidad que ven este negocio como una forma fácil de ganar dinero.

“Antes de la pandemia, daba clases particulares a alumnos que estudian ingeniería, ahora es imposible esa presencialidad”, cuenta un trabajador de una empresa de venta de trabajos por encargo. “Soy redactor de TFGs porque me pagan más que siendo profesor y los escribo cuando quiero desde mi casa”, añade. Él no sabe quién le pide el TFG ni el estudiante sabe quién es él. En este tipo de webs, la privacidad lo es todo.

Siento que no es fraude porque los alumnos se involucran en el proceso, al final, en mayor o menor medida, el cliente siempre aporta algo al proyecto", explica este redactor.

Solo los alumnos con mayor poder adquisitivo pueden plantearse comprar su TFG en el mercado negro universitario. Es una situación desigual que mercantiliza el sistema académico, ya que sitúa en el mismo nivel a alguien que sí ha cumplido con su tarea y a otro que simplemente ha pagado por ella.

Pero la segmentación de los alumnos por dinero no es algo nuevo. Desde el momento en el que existe un acceso a cualquier grado, aún sin tener la nota de corte necesaria, en una universidad privada deja de haber equidad. ¿Tiene sentido que compitan dos personas que no parten de las mismas condiciones?