Isadora Duncan empezó a bailar desde muy joven para ayudar económicamente a su familia. Su madre se desvivía dando clases particulares de música, pero no era suficiente. Por este motivo, Isadora aceptó algunos trabajos en locales de variedades, para bailar ante un público que admiraba más ver las puntillas de sus enaguas que su capacidad artística.
Con diecisiete años abandonó San Francisco y se dirigió a Nueva York para incorporarse a la compañía de Agustín Daly, pero dos años más tarde, frustrada por no convencer al actor y empresario de las innovaciones que quería llevar a cabo por medio de la improvisación, abandonó la compañía y se fue con su familia a Inglaterra.
En Londres y París se dedicó a estudiar los movimientos de la danza antigua en los jarrones y esculturas griegas del museo Británico y del museo del Louvre. Buscó nuevos cauces para la expresión coreográfica profundizando, poco a poco, en su arte y en el descubrimiento de nuevos movimientos.
Esta nueva danza contó con la aprobación del público y su fama traspasó fronteras.
Mercedes Montalbán, coreógrafa y profesora de Ballet y danza española, nos ayudará a conocer mejor la vida de tan singular mujer que dedicó toda su vida a la danza y a recuperar antiguos movimientos ya olvidados.