Estaba en un bosque y pude escuchar fácilmente la voz que vino a mí. Me pareció que provenía de labios a los que debía reverenciar. Creo que me fue enviado de Dios. Cuando lo escuché por tercera vez reconocí la voz de un ángel, el que siempre me ha guardado bien y a quien siempre he entendido. Me dijo: “Ve y levanta el muro que asedia a Orleans. Robert de Baudricourt te proporcionará una escolta para acompañarte”. Ese mismo ángel le aseguró a mi Rey, al traerle la corona, que debería tener todo el reino de Francia por medio de Dios y mi labor, que él debería ayudarme a comenzar el trabajo, dándome hombres y armas o de lo contrario no sería consagrado ni coronado.
Con estas palabras se defendía Juana de Arco durante su juicio por brujería y herejía en 1431, en el marco de la Guerra de los Cien años. Por desgracia, su desenlace llegaría apenas unos días después, en la hoguera, dando comienzo a su leyenda. Desde aquel momento su figura ha inspirado centenares de novelas, cuadros, esculturas, películas y obras de teatro. Pero también bandas sonoras, sinfonías, óperas y oratorios, como el que estrenó el compositor suizo Arthur Honegger, con un libreto de Paul Claudel, por encargo de Ida Rubinstein. Un oratorio dramático en 11 escenas que contaba con una nutrida formación vocal y orquestal, incluyendo las ondas Martenot, y una actriz en el papel protagonista.
Y sobre su origen, su estreno, su contexto histórico, su argumento, su música, sus personajes y su juicio se han podido escuchar las palabras de Pablo Luis Rodríguez, José Luis Téllez y Fernando Saint-Martin. En las lecturas ha participado Amalia Pérez. La grabación seleccionada ha contado con Nelly Borgeaud en el papel protagonista y Michel Favory como Santo Domingo, acompañados por el Coro de Niños de Kuhn, el Coro y la Orquesta de la Filarmónica Checa, bajo la dirección de Serge Baudo.
