Esta madrugada os presento a Bruno, un treintañero portugués de un barrio humilde en Lisboa que creció entre calles sucias llenas de basura. Su madre, junto con algunas vecinas más, decidieron reivindicar un barrio digno recogiendo la basura que poblaba sus calles y reconvertirla en arte. Así, sus hijos estaban ocupados con ellas y no pasaban las tardes entre escombros, además de trabajar con ellos la autoestima y hacerles partícipes de una lucha por la dignidad de las personas.
Uno de estos jóvenes era Bruno. Tanto él como sus colegas vieron que el proyecto funcionaba porque finalmente las autoridades reconocieron la situación y ahora su barrio es tan digno como cualquier otro. Y Bruno ha continuado mano a mano con su madre en este proeycto que sigue trabajando con jóvenes conflictivos en barrios dónde la droga circula y el entorno no es el más propicio.
