Construyendo memoria   Alberto Martín 04/05/2022 34:15

Alberto Martín fue un futbolista de élite que prometía mucho pero cuando vio como la madre de un amigo fue calcinada por la kale borroca en el País Vasco, decidió dejar el deporte para entrar a formar parte de la Ertzaintza. A partir de ese momento, su vida cambió por completo. Tuvo que aprender a convivir con la violencia y las amenazas de la banda terrorista ETA a su vida hasta que un día y con tan sólo 24 años una llamada le avisó de un atentado inminente que llevaba su nombre. En ese momento él vivía con sus padres y les contó que ya había llegado la hora de emanciparse y se marchó a vivir a Cantabria. Una mentira piadosa que daba inicio a una vida de incógnito, de silencios y de clandestinidad durante años hasta la actualidad. La presión de tantos años se manifestó en problemas de espalda graves que le dejaron en una silla de ruedas y con un pronóstico terrible de movilidad. Cumplidos los 40 años y con ese panorama se quiso suicidar, incluso le pidió ayuda a su madre para hacerlo pero ella le respondió que sí, que le ayudaría, pero a vivir. Y así lo hizo. Alberto empezó a ir todas las mañanas con un neopreno y la ayuda de su madre y sus compañeros policías a nadar al mar. Sólo así se podría curar. Este hombre de mirada tranquila consiguió reponerse psicológicamente primero y encontrarle un nuevo sentido a la vida. Junto a su madre y un compañero crearon la primera Asociación Andaluza Preventiva del Suicidio Policial (AAPSP).

A caballo entre Cantabria y Andalucía, Alberto Martín no ha dejado de luchar por su salud. De hecho, llega andando al estudio de radio y nadie diría que lleva tanto metal en la espalda para mantenerse en pie. La procesión va por dentro pero ahora tiene un motivo para seguir luchando cada día. Salvar vidas y junto a su equipo cubrir ese vacío y esa soledad que sufrió su generación trabajando en las fuerzas de seguridad del estado en tiempos tan convulsos. Muchos de sus amigos y compañeros no encontraron dónde agarrarse y se suicidaron, otros han recurrido a la asociación a tiempo y ahora disfrutan de la vida. Pero Martín se queja de que personas como él son los grandes olvidados. Nadie le ha dado las gracias ni le ha pedido perdón por todo lo que tuvieron que ver y sufrir. Y a día de hoy, siguen protegiéndose porque, dice este hombre que siempre será policía aunque no ejerza, nadie les ha explicado que se pactó con la banda terrorista y en qué términos.

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