Pepe Vaca tiene 83 años y ha dedicado su vida al fútbol, ha jugado en varios equipos sin llegar a ser un Messi o un Ronaldo pero ha sido su pasión y ha sacado a muchos niños de las calles con la excusa de jugar a fútbol en su barrio. Es un apasionado de su barrio, el Cerro del Águila, y todos le conocen porque a entrenado a casi todos los hombres que hace 50 años eran chavales. En aquella época el barrio entero prácticamente trabajaba en Hytasa generación tras generación, una fábrica textil que se desplazó a Barcelona dejando a muchas familias sin trabajo y con pocas alternativas laborales.
Había pocas alternativas de ocio para los chicos y casi todos crecieron en las calles, en las plazoletas con una pelota entre los pies. Pepe, un hombre bajito pero que a sus años sigue con la cabeza muy lúcida y en buena forma, logró que los niños salieran de las plazoletas para poder jugar en un campo o que el equipo de su barrio incluso estuviera en tercera. Los equipos se rifaban a los chavales que Pepe había entrenado y muchos fueron a otros equipos. Para él lo más importante era formar a la cantera, a los chiquititos como cuenta.
No fue fácil. Se gastó mucho dinero y dedicó todo su tiempo para que los 300 o 400 chiquillos que iban cada día a jugar aprendieran. Pepe trabajó durante 40 años en un bar pero se buscaba la vida con subvenciones de aquí y de allá, hacía rifas o se inventaba lo que fuera para que estas familias no tuvieran que pagar para que sus hijos jugaran. Había mucha afición y pasión en el barrio por sus equipos de infantil, cadetes o alevines. Y Pepe era el alma de esa entrega. No faltaba nadie a ningún partido y si no aparecía, iban a su casa a buscarlo.
Se creó un equipo de veteranos para futbolistas como Pepe y aficionados, todos tenían su lugar para poder jugar a fútbol. Hoy se queja de cómo han cambiado las cosas y que para jugar a fútbol haya que pagar o no juegan. Y muchos chiquillos se quedan fuera por falta de recursos.
