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Entrevista en RTVE.es

Vincent Bevins: "EE.UU. logró su hegemonía con guerras, intervenciones y golpes"

  • Hablamos con el periodista estadounidense Vincent Bevins sobre el 'método Yakarta', la cruzada anticomunista de EE.UU.
  • "Es el nombre que le doy al asesinato masivo intencional de civiles en la Guerra Fría"

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Vincent Bevins: "EE.UU. logró su hegemonía con guerras y golpes"

El periodista estadounidense Vincent Bevins analiza el genocidio de un millón de personas en Indonesia en 1965 desde el punto de vista de la cruzada anticomunista lanzada por Estados Unidos durante la Guerra Fría. En Indonesia se acuñó el ‘método Yakarta’: la aniquilación física y la desaparición masiva de los oponentes de izquierdas como forma de aterrorizar a la población. Hablamos con él sobre este método, las consecuencias que ha tenido en la configuración del mundo actual, y la posibilidad de que esos crímenes se repitan.

PREGUNTA: ¿Qué es exactamente el método de Yakarta?

RESPUESTA: El método de Yakarta es el nombre que le doy al asesinato masivo intencional de civiles en la Guerra Fría, personas que eran de izquierdas, o que las acusaban de ser de izquierdas. El origen es el asesinato masivo respaldado por los EE.UU. , en 1965, que se cobró la vida de aproximadamente un millón de personas inocentes en Indonesia. Esta operación fue un éxito tan terrible y trágico para las potencias occidentales en la Guerra Fría que otros movimientos de todo el mundo se inspiraron en ella y empezaron a utilizar la palabra Yakarta para denotar algo que podrían querer hacerte a ti y a tu familia, que es matarte por ser de izquierdas.

P.: ¿En qué otros países se aplicó este método?

R.: A lo largo de mi investigación, descubrí que, durante la Guerra Fría, en al menos 23 países se llevó a cabo el asesinato en masa intencionado de izquierdistas o acusados de serlo, normalmente para construir regímenes capitalistas autoritarios que debían ser aliados de Estados Unidos. El término ‘Yakarta’ terminó utilizándose para denotar lo que iban a hacer y lo que finalmente hicieron a los civiles de izquierda en el Sur global.

P.: ¿En un primer momento fue algo planeado? Es decir, ¿hubo una serie de personas que se sentaron y dijeron “vamos a actuar de esta manera en Indonesia”?

R.: En el caso del asesinato en masa del Partido Comunista de Indonesia en 1965 y de muchas personas acusadas de estar asociadas al PKI, no tengo pruebas de que se haya planificado de antemano. Es muy posible que algunos de los aspectos más importantes del asesinato en masa se hayan producido en el último momento o se hayan decidido de forma espontánea.

Creo que es muy posible que fuera una mezcla de ambas cosas, que algunas acciones se planearan y otras se improvisaran en el último momento. Pero luego, cuando se demostró que era increíblemente exitoso, cuando se demostró que, al hacer desaparecer a un gran número de personas, se podía realmente suprimir la disidencia en el país y se podían realmente sentar las bases para la construcción de un estado capitalista relativamente estable y autoritario, fue cuando muchas de las tácticas fueron exportadas a otros países. Y eso ocurrió con el pleno conocimiento y aprobación de importantes figuras en los gobiernos locales y del gobierno de Estados Unidos.

La estrategia de Estados Unidos en Indonesia

P.: ¿Por qué se utilizan las desapariciones forzosas en masa?

R.: Para entender esto tenemos que comprender la forma horrible y explotadora en que funciona esto en la psique humana. Los gobiernos han estado matando a sus enemigos a lo largo de toda la historia de la humanidad. Pero lo que ocurre es que si entras en el pueblo de alguien y matas a toda la gente de la que quieres deshacerte, sus amigos y sus familias no sólo saben que allí han perdido a la gente que han matado, también podrían organizarse y tratar de contraatacar.

Lo que ocurrió en 1965 en Indonesia es que aproximadamente dos millones de personas fueron hechas prisioneras por la naciente dictadura militar respaldada por Estados Unidos y dirigida por el general Suharto. Un millón de estas personas permanecieron en campos de concentración hasta los años 70 por sus creencias políticas, retenidos simplemente por ser de izquierdas, o acusados de serlo. Lo que pasó con el millón de personas es que las sacaron en medio de la noche y los estrangularon, los tiraron al río o los asesinaron de forma que nadie pudo confirmar que hubiera ocurrido realmente.

Ahora bien, ¿qué efecto tiene esto en el resto de la población, especialmente en las personas que son amigos, familiares, compañeros de trabajo, camaradas de las personas que han sido asesinadas? Es propio de la naturaleza humana creer, contra toda evidencia, que tu hijo o tu amigo o tu compañero de trabajo sigue vivo y te dices a ti mismo que, bueno, tal vez si me quedo callado, entonces voy a verlos de nuevo. Y lo contrario, tal vez si hago mucho ruido, eso es lo que va a hacer que se deshagan de ellos. Eso es lo que realmente va a causar la muerte y la desaparición de hasta un millón de personas.

Para conseguir que toda esa gente se quedara callada y aceptara esta nueva dictadura militar de derechas, había que aterrorizar a la población

Y esto es muy importante porque no eran sólo uno o dos millones de personas en Indonesia las que estaban en la izquierda asociada al Partido Comunista. Era el mayor Partido Comunista fuera de la Unión Soviética y China. Tres millones de personas eran miembros activos, pero es que otros 20 millones de personas estaban de alguna manera afiliados al partido. Así que para conseguir que toda esa gente se quedara callada y aceptara esta nueva dictadura militar de derechas, había que aterrorizar a la población. Y las desapariciones funcionan para sofocar la disidencia, porque la gente cree que, si se calla, podrá salvar a sus amigos y familiares. Y también creen que, si reaccionan, lo mismo podría pasar con ellos.

División del globo en el primer, segundo y tercer mundo

P.: ¿Crees que esta violencia extrema sirve también a un propósito mantener intacto el poder de las potencias coloniales?

R.: Sí, creo que una manera quizás muy simplista de expresar lo que sucede en el libro es que la Guerra Fría fue la época en la que terminó la colonización europea formal del sur global y Estados Unidos descubrió cómo ejercer un control neocolonial sobre los países que constituyen la gran mayoría de la población mundial.

Siempre me gusta empezar en 1945, cuando tenemos esta división del globo en el primer, segundo y tercer mundo. El primer mundo, por supuesto, es el Atlántico Norte, Japón y Australia. Todos los países, todos los países que habían participado en el imperialismo de una forma u otra a medida que acumulaban una gran riqueza.

Tienes el Segundo Mundo, que fue liderado por Moscú. Los países que formaban parte de la Unión Soviética o que de alguna manera habían sido liberados y conquistados por el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial. Y luego tienes el Tercer Mundo, que es la gran mayoría de la humanidad. Son todos los demás.

Y aunque el Tercer Mundo como término, especialmente en inglés, se ha degradado desde entonces, en ese momento, el Tercer Mundo era realmente un proyecto, y era una idea impulsada por la creencia de que ahora que la colonización formal había terminado, ahora que el control directo de Europa sobre África y Asia y América Latina había terminado, sería natural que el sur global, el Tercer Mundo ocupara el lugar que le correspondía junto al Primer y Segundo Mundo. Y el movimiento del Tercer Mundo a menudo consistía en rechazar la necesidad de aliarse explícitamente con el primer o el segundo mundo.

Los Estados Unidos no tienen realmente una larga historia como la de Gran Bretaña de tratar con los países de todo el mundo. No tenían un servicio de espionaje. No tenían una historia de imperio, por supuesto, retóricamente estaba comprometido con la oposición al Imperio. Así que lo que se ve en los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial es la creación de la CIA, que comienza a intervenir en todo el resto del mundo en una forma que Sukarno, el primer presidente de Indonesia, llamaría neocolonial. Y lo que vemos al terminar la Guerra Fría es el mantenimiento en gran medida de un sistema en el que el primer mundo está muy por encima de todos los demás.

El segundo mundo se destruye en gran medida por sus propios errores y sus contradicciones internas. Y los Estados del Tercer Mundo se relacionan con el primer mundo casi exactamente de la misma forma que en 1945.

Los estragos de la Guerra Fría en el Tercer Mundo

P.: ¿De ahí el subtítulo de tu libro, en la edición española, 'Los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo'?

R.: Fuera con guerras, con intervenciones o con golpes, estas tácticas terminaron siendo exitosas para mantener el tipo de hegemonía capitalista liderada por Estados Unidos, que era el objetivo de Washington y las potencias occidentales a lo largo de la Guerra Fría.

Ahora, el método de Yakarta deforma específicamente los resultados en el sur global. No sólo por el trauma duradero en todos los países que lo sufrieron y con el que mucha gente todavía tiene que lidiar. Es que, además, tienes regímenes que son dictaduras militares, tienes regímenes políticos económicos forjados en una circunstancia en la que cualquier cosa a la izquierda de una determinada línea puede ser descartada como comunista.

Fomentó un tipo de capitalismo oligárquico de amiguetes, que sigue vigente en gran parte del sur global

Etiquetados como inhumanos, destinados a la destrucción física o tal vez al exilio, lo que obtienes es un cierto tipo de capitalismo en el sur global que no permite la interacción natural entre las fuerzas políticas que se ven en Europa y los Estados Unidos. En esta parte del mundo, se ve una interacción entre la derecha, el centro y la izquierda, incluso la izquierda radical; también entre movimientos obreros y los empresarios. Eso no ocurre en el Sur global. La amenaza del ‘método Yakarta’ descartó e imposibilitó este tipo de interacción natural entre las fuerzas económicas y políticas y sociales.

Al contrario, fomentó un tipo de capitalismo oligárquico de amiguetes, que sigue vigente en gran parte del sur global, incluso después de haber conseguido la democratización formal al final de la Guerra Fría. Aunque ahora tengas el voto, aunque ahora se hayan acabado los regímenes militares, todavía persisten los acuerdos económicos, por ejemplo, del golpe de 1964 en Brasil.

Allí, Bolsonaro habla mucho de ser el baluarte frente al comunismo. Pero en Brasil nunca ha gobernado el Partido Comunista, ni se ha instalado el comunismo en ningún lugar. ¿Cómo explicas este recurso a la “amenaza comunista”?

Realmente lo que está pasando es la resurrección de muchos demonios de la Guerra Fría, tanto en Brasil como en gran parte del mundo. Y esos demonios son llamados a ir a la guerra por determinadas fuerzas económicas y políticas.

Ahora bien, ¿por qué vemos que eso ocurre? Creo que hay dos razones. Una es que este tipo de sustancia ideológica nunca desapareció. Está en el aire. Es algo que la gente recuerda, y es algo que se puede aprovechar. Se puede casi agarrar con las manos. Es una narrativa que la gente recuerda porque fue muy dominante en la Guerra Fría.

La segunda razón es que funciona bien. Los movimientos derechistas aprendieron mucho en el siglo XX, especialmente los grupos que querían mantener las jerarquías y que desestimaban a los movimientos sociales y los llamamientos a la justicia social. ¿Es que un “susto rojo” funciona si se crea la idea, el fantasma? La idea de una horrible posibilidad comunista, la idea de que se avecina una revolución violenta, de que hay una izquierda casi satánica escondida en algún lugar que va a venir por ti y tu familia… Esta es una forma efectiva de mantener los privilegios y de demonizar a tus oponentes políticos.

Enseñanza para el futuro

P.: ¿Y crees que se corre el riesgo de pasar de este punto de discurso ideológico y de todo a uno real? Es decir, ¿de que se organicen represiones como las de Indonesia, Chile o Argentina?

R.: Lo que yo diría es que estamos en una época histórica diferente y que la hegemonía se ejerce de manera diferente desde la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría. Pero lo que también diría es que la gente que he conocido a lo largo de este libro, la gente que había vivido el terror en Chile, la gente que había sobrevivido a la masacre apoyada por Estados Unidos en Indonesia en 1965, casi toda la gente con la que he hablado me dijo que antes de que esto les ocurriera, creían que este era el tipo de cosas que ya no ocurrían.

Pensaban: "Sí, puede que en el pasado se produjeran masacres de gente como yo. Pero hemos progresado como civilización hasta el punto de que este tipo de cosas ya no ocurren. Esto es Chile. No tenemos el tipo de represión violenta que tienen en otros países. Estamos en los años 70, ese tipo de cosas se acabaron.” Así que yo diría lo siguiente: que no se crea que algo que ha sucedido en el pasado no puede volver a suceder porque esto es precisamente lo que permitió que ocurriera lo que muchos pensaban que era inconcebible.