Enlaces accesibilidad
Supercopa de España

Las mujeres saudíes entran por primera vez solas a un partido de fútbol

  • Las mujeres saudíes han podido acudir por primera vez a un partido de fútbol sin ir acompañadas por un hombre
  • El Valencia-Real Madrid de la Supercopa, en el estadio rey Abdullah de Yeda, ha sido el primer encuentro sin limitaciones

Por
Las mujeres saudíes, felices de poder ir solas al fútbol

Mi experiencia en Arabia Saudí responde a apenas dos días en Yeda. Eso limita mucho la perspectiva pero, a cambio, te ayuda a verlo todo con ojos nuevos y a advertir los detalles. Y hay uno que lo dice todo: no hay ni una sola mujer saudí a la que me haya dirigido, que me haya respondido sin cruzar antes su mirada con la de un hombre. Esa mirada es el verdadero drama.

Para muchas mujeres el Valencia- Real Madrid de la Supercopa ha sido su primer partido de fútbol. Para todas, la primera vez que han podido entrar solas. Pueden sentarse donde quieren y con quien quieren.

Mi equipo y yo -me acompañan en esta cobertura Carlos Noguera y Juan Carlos Revilla- coincidimos en que se las ve verdaderamente emocionadas.

La Supercopa más polémica que se recuerda en sus 33 ediciones, por su celebración en Arabia Saudi. La vulneración de los Derechos Humanos, y la discriminación a las mujeres en este país, centran las denuncias de las organizaciones humanitarias.

Una joven con bufanda del Valencia nos suelta del tirón: “Amunt Valencia, Cañizares, Albelda, Baraja”.

Un niño de catorce años que juega con su hermana al fútbol y le parece "perfecto" que pueda entrar al estadio.

Una mexicana que lleva 35 años en Arabia y que cuando le pregunto por sus derechos perdidos me espeta: “¿Machismo? Pero si en México también hay muchísimo machismo”. Vuelve a por otra, me digo.

Las impresiones se mezclan. Esa misma mañana no me habían permitido bañarme en la piscina del hotel. La única explicación: "Es solo para hombres".

La mirada de las mujeres saudíes

En Yeda, no hay apenas mujeres en las calles. Casi por casualidad descubrimos que muchas están en los centros comerciales. Grupos de amigas, en familia o solas.

Una gran mayoría viste un niqab negro o una abaya y pañuelo en la cabeza. Aunque no todas llevan el pelo cubierto y tampoco a mí nadie me pide que lo haga. En realidad ni siquiera me parece que mi pelo rubio a la vista llame la atención.

Aquí, como en todas partes, lo que llama la atención es la cámara. Cuando Noguera graba, ellas sonríen. Las niñas además saludan y hacen gestos. Son geniales.

A mí me quedan cinco días en Yeda. A las pequeñas probablemente toda una vida. Y yo solo me pregunto si lograrán dejar de mirar al hombre cada vez que deseen hacer algo.