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El primer presidente negro se quedó en blanco

El presidente del Supremo se olvid

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Obama, junto al presidente del Tribunal Supremo, mientras presta juramento.
Obama, junto al presidente del Tribunal Supremo, mientras presta juramento.

Hay una palabra que el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, se repetirá una y otra vez cuando llegue a su casa: "Fielmente".  Una pequeña gran palabra que está entre "desempeñaré" y "el trabajo de presidente de Estados Unidos" y que todos los presidentes han pronunciado en sus juramentos en las escaleras del Capitolio.

Con la voz quebrada y gesto emocionado, Barack Obama, el orador capaz de dar un toque cálido y humano a cualquier discurso escrito, se quedó en blanco. Había algo que faltaba en las palabras de Roberts. 

Finalmente el juez volvió a repetir la frase tal y como la escribieron los padres de la Patria: "Yo desempeñaré fielmente el cargo de presidente de Estados Unidos". 

Luego el presidente del Tribunal Supremo se acercó al nuevo presidente y se apresuró a ser el primero en felicitarle por su nuevo cargo mientras dos millones de personas aplaudían con una mezcla de ilusión e incredulidad. Ya, en efecto, era presidente.

A solas con Bush

De esta forma acababa la primera parte de unos actos en los que todo ha estado cuidadosamente programado, desde el vestido amarillo de su esposa desafiando cualquier gafe hasta el chaleco antibalas que llevaba el propio presidente electo.

Sin embargo, fue Michelle Obama la primera en salirse de lo previsto al traer un misterioso regalo a Laura Bush en el café protocolario que tomaron ambas parejas en la Casa Blanca con los vicepresidentes.

Dentro de la caja con su imponente lazo rojo, dos objetos: una pluma con la fecha de hoy y una libreta de cuero, dos alusiones claras a la intención de la ya ex primera dama de escribir sus memorias.

Luego, ya en la Casa Blanca, Bush le hizo otro regalo enigmático a Obama: un sobre cerrado con un mensaje secreto a su sucesor.

Como si el tiempo se parase, los dos presidentes -el saliente y el electo- han pasado juntos los últimos momentos en los cuales sus vidas políticas se han unido, tras dos meses de cohabitación.

Lincoln en la memoria

Al llegar a las escaleras del Capitolio, ambos recordaron lo que les separaba: mientras Bush era recibido con indiferencia y abucheos, Obama se convertía en la verdadera estrella de la ceremonia.

Con la mano nerviosa sobre la biblia en la que juró Abraham Lincoln, sostenida por su esposa, Barack Hussein Obama pronunció las 35 palabras que le han convertido en el hombre más poderoso del planeta,  "fielmente" entre ellas.

Luego los aplausos y la locura de la multitud, los pasos difusos sobre el Capitolio, la despedida simbólica de Bush que se marchaba en helicóptero rumbo a Texas y la firma protocolaria de los nombramientos de su gabinete.

En la mesa presidencial del almuerzo organizado en su honor por el Congreso le esperaba un faisán relleno, la comida favorita el Lincoln, el hombre que hizo posible que él se haya convertido en el primer presidente negro de Estados Unidos.

Y, sin embargo, cuando sonó el Hail to the chief que precede a la llegada del hombre más poderoso del planeta, dudó un momento. Sí, era por él.