En este tercer capítulo de la serie de programas titulada “A la escucha del virus” continuamos intentando propiciar reflexiones —o, al menos, sensaciones— que quizá puedan ayudarnos a imaginar una representación diferente de la compleja y extraña situación que todo estamos atravesando en estos días.
Si en el primer capítulo de la serie enfocamos nuestra atención hacia el virus (fijándonos en su microscópico universo y en la sensación de ajenidad que ese salto de escala nos produce), y en el segundo episodio ampliamos esa escala para atender a la de nuestras habitaciones y nuestras casas (así como a las claustrofóbicas sensaciones que eventualmente puede generar en nosotros el confinamiento al que nos estamos viendo sometidos), en esta tercera entrega continuamos esa progresión y proponemos la ciudad como objeto de nuestra escucha. Ciudades costeras y de interior, ciudades alejadas de los bosques y ciudades en las que los pájaros —y la naturaleza en general— están teniendo una mayor presencia de lo habitual. Esa cartografía sonora comienza con la escucha de “Desolación de la ciudad”, obra de Francisco Felipe (nacido en Palencia en 1961). Tras esta pieza presentamos cuatro composiciones del sueco Åke Parmerud (nacido en Lidköping en 1953): “Necropolis (City of the Dead)” (2011), “Electric Birds” (2013), “Dreaming In Darkness” (2005) y “Renaissance” (1994).
Acompañamos estas audiciones de una selección de poemas que escuchamos en la voz de sus propios autores —lo cual nos permite viajar a través de algunas de las infinitas declinaciones que nuestro idioma atestigua en lejanas y diversas ciudades—. Extraemos esos registros de la recomendable plataforma www.lyrikline.org, que reúne textos (escritos y sonoros) de una ingente cantidad de poetas de todo el mundo, a los que se puede acceder de manera gratuita. Nosotros presentamos algunos, siempre relacionados con la idea de ciudad, que quizá puedan interpretarse de manera diferente en (o desde) la situación actual: “Agua de puerto”, de Tálata Rodríguez (Bogotá, 1978); varios fragmentos de “Notas en torno a la catástrofe zombi”, de Luis Felipe Fabre (Ciudad de México, 1974); “Zarabanda”, de Omar Pérez, (La Habana, 1964); “De humanos”, de Fernando Rendón (Medellín, 1951); “El buen lugar”, de Martín Gubbins (Santiago de Chile, 1971); “Tiempo transfigurado”, de Eugenio Montejo (Caracas, 1938 – Valencia [Venezuela], 2008); “Aire” y “Un nido”, de Juan Carlos Friebe (Granada, 1968); “wandeo”, de Ethel Barja (Huanchar, Perú, 1988); “Algún día”, de Accidents Polipoètics (Rafael Metlikovez —Canovelles, 1964 - Granollers, 2017— y Xavier Theros —Barcelona, 1963—); “Los viejos”, de Diana Vallejo (Tegucigalpa, 1969); “La tristeza” y “El nombre de las cosas”, de José Carlos Rosales (Granada, 1952); y “La calle de las múltiples cosas”, de Amaranta Caballero Prado (Guanajuato, 1973).
