Un misterioso amigo espacial convence a Pato de que es mejor que los demás. Aunque al principio se siente especial, pronto empieza a echar de menos a Pocoyó, Elly y Bea.

Pato presume delante de su espejo de sus dotes de modelo, pero Pocoyó y Bea lo rompen accidentalmente e intentan ocultarlo. Entre risas, se burlan de su sueño, hasta que Pato los sorprende con un desfile lleno de estilo que acaba uniendo a los tres en la pasarela.

Bea descubre una palanca que transforma el mundo en un videojuego y libera a un luchador decidido a pelear. Aunque al principio impone con su fuerza y actitud, Pocoyó y sus amigos logran que descubra la alegría del juego, demostrando que siempre se puede cambiar.

Mientras el narrador describe un documental sobre patos, Pato descubre que no se parece en nada a los "auténticos". Se acompleja e intenta imitarlos sin éxito, hasta que Pocoyó le recuerda que lo valioso no es ser "normal", sino aceptar lo que nos hace únicos.

Bea sueña con unirse a los juegos de Pocoyó y Pato, pero siempre le dicen que aún es demasiado pequeña. Gracias a una sorprendente transformación, Bea les enseña que el tamaño no importa para demostrar su valentía y amistad.

Bea sueña con unirse a los juegos de Pocoyó y Pato, pero siempre le dicen que aún es demasiado pequeña. Gracias a una sorprendente transformación, Bea les enseña que el tamaño no importa para demostrar su valentía y amistad.

Un travieso conejo aparece y se convierte en el rey de los sustos. Cada vez que Pocoyó, Bea o Pato creen tenerlo controlado, surge de la nada para sorprenderlos. Lo que empieza como miedo pronto se transforma en un juego lleno de risas y complicidad.

Un travieso conejo aparece y se convierte en el rey de los sustos. Cada vez que Pocoyó, Bea o Pato creen tenerlo controlado, surge de la nada para sorprenderlos. Lo que empieza como miedo pronto se transforma en un juego lleno de risas y complicidad.

Pato descubre con asombro que Pulpo es un cantante de ópera extraordinario. Emocionado, intenta que todos sus amigos lo escuchen, pero Pulpo actúa de forma tan disparatada cada vez que alguien más se acerca, que nadie le cree.

Bea insiste en jugar con Pato, aunque él no parece muy convencido. Pero al descubrir un nuevo juego, todo cambia: carreras, risas y malentendidos se suceden en una aventura donde descubren lo divertido que es compartir.

Pocoyó y sus amigos deciden formar una banda de rock con Bea como la carismática vocalista. Entre guitarras, tambores y mucho ritmo, comienzan a soñar a lo grande. Sus canciones conquistan estadios y miles de fans. Lo que empezó como un juego se convierte en un espectáculo lleno de energía.

Mientras Pocoyó y Bea disfrutan pintando, unos traviesos alienígenas los retan a una competición para sembrar el caos.

Bea sueña con aprender a patinar y Pocoyó decide enseñarle. Pero él mismo no es un experto, y pronto ambos acaban entre tropiezos y caídas. Juntos descubren que lo más importante no es hacerlo perfecto, sino divertirse en el camino.

Bea se apunta a un concurso de DJ, pero la falta de inspiración la frustra y sus mezclas no convencen. A punto de rendirse, Pocoyó la anima a confiar en sí misma. Con su apoyo, Bea crea un tema auténtico y logra poner a todos a bailar, descubriendo la magia de creer en su talento.

Bea se apunta a un concurso de DJ, pero la falta de inspiración la frustra y sus mezclas no convencen. A punto de rendirse, Pocoyó la anima a confiar en sí misma. Con su apoyo, Bea crea un tema auténtico y logra poner a todos a bailar, descubriendo la magia de creer en su talento.

Un inesperado tornado aparece y lo pone todo patas arriba. Lo que comienza como un simple juego pronto se convierte en un torbellino de energía imparable. Entre carreras, risas y un caos desbordante, Pocoyó y sus amigos aprenden a disfrutar de la intensidad sin perder el control.

Pocoyó consigue un papel protagonista y está feliz, pero un malentendido provoca tensión con sus amigos. El juego se detiene y la tristeza aparece. Solo aprendiendo a pedir disculpas y a perdonar podrán recuperar la alegría y seguir adelante.

Pocoyó consigue un papel protagonista y está feliz, pero un malentendido provoca tensión con sus amigos. El juego se detiene y la tristeza aparece. Solo aprendiendo a pedir disculpas y a perdonar podrán recuperar la alegría y seguir adelante.

Cuando aparece Priszilla, una enorme bestia con energía descontrolada, todos sienten miedo. Pero poco a poco descubren que lo único que necesita es paciencia y cariño. Tras su imponente aspecto se esconde un corazón que solo quiere ser aceptado.

Cuando aparece Priszilla, una enorme bestia con energía descontrolada, todos sienten miedo. Pero poco a poco descubren que lo único que necesita es paciencia y cariño. Tras su imponente aspecto se esconde un corazón que solo quiere ser aceptado.

El narrador decide ser todopoderoso y jugar con los personajes, dirigiendo cada movimiento como si fueran marionetas. Pero Pocoyó, Pato y Elly no están dispuestos a dejarse controlar y lucharán, con humor, por recuperar su libertad.

El narrador decide ser todopoderoso y jugar con los personajes, dirigiendo cada movimiento como si fueran marionetas. Pero Pocoyó, Pato y Elly no están dispuestos a dejarse controlar y lucharán, con humor, por recuperar su libertad.

Pato quiere jugar solo con Pocoyó y, para apartar a Bea, encaja su pelota en un árbol. Al recuperarla, descubren un mundo mágico de saltos y un gigante que encierra a Pocoyó. Pato lo rescata y comprende que la amistad se disfruta más cuando se comparte.

Pato quiere jugar solo con Pocoyó y, para apartar a Bea, encaja su pelota en un árbol. Al recuperarla, descubren un mundo mágico de saltos y un gigante que encierra a Pocoyó. Pato lo rescata y comprende que la amistad se disfruta más cuando se comparte.

La llegada de Bea, la hermana pequeña de Pocoyó, revoluciona el grupo. Su simpatía conquista a todos desde el primer momento, pero Pocoyó no tarda en descubrir que ya no es el único centro de atención. Entre risas, ternura y celos, comienza una nueva etapa en sus aventuras.

Es la primera vez que nina celebra halloween, y nadie consigue contar una historia que la asuste. . . Nina es valiente y no tiene miedo a nada. De repente, alguien llama a la puerta. . . ¡que miedo! ¿quien sera?

A Pocoyo y Pato les gusta leer tebeos de monstruos. Encuentran una ciudad diminuta y juegan a ser monstruos gigantes que destruyen las casas, como en los tebeos. Pero cuando se dan cuenta de que la ciudad está habitada por seres diminutos, tendrán que dejarlo todo como estaba.

¡Qué susto!

Pocoyo se fabrica una máscara de monstruo con una caja. Al fracasar en su intento de asustar a Elly y a Pato, se frustra y lanza la caja de una patada. La caja cae sobre Pajaroto quien no se la puede quitar de encima.  Pajaroto se pone a volar cerca de Pocoyo para pedirle ayuda pero tanto él como sus amigos están aterrorizados. Se inicia una persecución. Finalmente Pajarito lo soluciona. El monstruo era Pajaroto. Al final todos los amigos juntos hacen una fiesta de máscaras de monstruos.

Pocoyó y Pajarito tienen que recoger los juguetes que van dejando esparcidos por el suelo porque están provocando accidentes a sus amigos. Pocoyó tiene un truco que hace desaparecer todo. Pero hacer invisible el desorden no es lo mismo que recoger.

Dentro de una caja misteriosa, Pocoyó descubre algo insólito: Elly en miniatura.

Elly enfermera, ayudada por Pato y Pocoyó, busca un remedio para curar los estornudos del narrador, que no les está dejando jugar al futbol.

Pocoyó tiene un nuevo amigo que le parece muy simpático y listo: un Eco que no contesta como lo hacen los ecos, sino como le da la gana. Pero al presentárselo a sus amigos, el eco pare totalmente normal.

Pocoyó ha inventado una nueva forma de caminar que parece muy divertida. Todos sus amigos se divierten imitando estos andares locos.

Pato se hace súper famoso. Todo el mundo le persigue y reclama su atención. Ya es imposible poder pasar un rato de juegos con su mejor amigo, Pocoyó. Hasta que otro se hace famoso y Pato vuelve a ser libre.

Pocoyó encuentra un trébol de 4 hojas y cualquier cosa que le ocurre ahora cree que es gracias a la buena suerte que le trae su nuevo amuleto.

Pocoyó consigue que Pato le preste su pico para jugar con él y ocurre lo que Pato se temía, que Pocoyó pierde su pico y busca con qué sustituirlo.

Pajaroto y Valentina se pelean por una miga de galleta. Pocoyo les da a cada uno una galleta entera para que dejen de pelear. Pero eso no funciona. 

Pocoyo y Pato se levantan muy contentos porque han quedado para jugar a la pelota a la calle. Pero resulta que hoy está lloviendo a mares. Absolutamente deprimidos, intentan buscar otro entretenimiento. 

Pato descubre que es un maestro jugando al hula hop. El problema es que, a partir de ahora, no hace nada sin él, y ya no es el Pato de siempre. El hula hop controla a Pato y ya no se puede contar con él.

Loula se ha pinchado en una pata. La enfermera Elly enseguida la cura. A Pocoyo le gustaría ser enfermero también, solo necesita encontrar pacientes. 

La tarta que acaba de hacer Elly desaparece de pronto en un instante en que se va la luz. Sin duda es un misterio para el detective Pato.

Pato ha hecho un perfecto muñeco de sí mismo. Pocoyo no se resiste a jugar con él, pero parece que Pato y su muñeco tienen una conexión mágica. Todo lo que le sucede al muñeco, le sucede a Pato.

Hoy Pocoyo se ríe por todo, incluso por cosas que no tienen gracia, sino todo lo contrario. Sin duda, está teniendo un ataque de risa y sus amigos no entienden nada.

Pocoyo y Pato juegan juntos. Los dos tienen muchas ganas de pasarlo bien, pero tienen que compartir los columpios, por turnos.

Pocoyo se ha levantado hoy con un pelo en el bigote y ya se siente mayor. Sus amigos se quedan muy sorprendidos pero se alegran mucho por él.

Elly actúa esta noche. Sus amigos van a hacer una prueba para ser su pareja de baile, pero Elly solo puede elegir a uno de ellos.

Pocoyo y Pato tienen todo hecho un desastre y solo quieren bailar.

En la playa, Pocoyo y Pato encuentran un pequeño cangrejo, juguetón y escurridizo; todo un reto para estos dos amigos exploradores y aventureros.

Las hormigas quieren devolverle a Pocoyó un favor. Son demasiado generosas y Pocoyó se aprovecha de la situación. Elly y Pato intentan hacerle comprender que está abusando demasiado y las hormigas se van a cansar de él.

No hay quien gane a Pulpo jugando al pin pon, pero Pocoyó y sus amigos se esfuerzan por seguirle el juego, cada uno con sus técnicas particulares.

Pato es un gran ayudante porque cada pieza de su cuerpo puede servir para ayudar a sus amigos a solucionar algún problema. Y cuando Pato se queda prácticamente sin cuerpo, sus amigos no dudan en devolverle las piezas y la ayuda prestada. Eso es lo que hacen los amigos, ayudarse mutuamente.

Elly va a cocinar su famoso pastel paquidermo. Pocoyó la ayuda pero no sigue la receta al pie de la letra y el pastel sale un poquito diferente.

Pocoyó encuentra una trompeta mágica de la que sale una criatura que crece cada vez que Pocoyó la hace sonar. La criatura se hace enorme y se come todo lo que encuentra; es peligrosa y hay que buscar la manera de volver a hacerla pequeña e inofensiva.

Pocoyo intenta cazar algo brillante y misterioso que no para de moverse.

Pocoyo se divierte muchísimo haciendo bromas a sus amigos.

Pocoyo tiene unas tarjetas especiales con las enseña a Loula a hacer cosas. Nina le pide permiso para adiestrar a la perrita pero no quiere usar las tarjetas, sino sus propios métodos.

Pato y Pocoyo están jugando en la pista de tenis pero no respetan las reglas del juego. Elly no está de acuerdo con esta forma de jugar.

Pocoyo y Pato se enfrentan porque los dos quieren ser dueños del mando de la tele.

Pocoyo y sus amigos se han fijado en que el narrador de sus historias habla demasiado. Le proponen el reto de ver cuánto tiempo aguanta sin hablar.

Pato cree que es el mejor jugando a los bolos. Pocoyo y elly no han jugado nunca, pero se les da muy bien, y eso a pato le sienta fatal