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¡Capitán! ¡El cabo de las Tormentas!
¡A la maniobra!
-¡Trataremos de mantenernos aquí!
-¡Oh, no! ¡Es más grande que una montaña!
-Tenemos que rodearla.
-¡Sujetaos fuerte!
¡Esto se va a poner muy serio!
Dice que la comida de su madre no está buena.
Tranquilo, llegaremos al puerto a tiempo.
Capitán gañán.
Capitán gañán, con mucho afán y cara de pan.
Este es el último.
-¡Vale, ahora hay que subirlos al barco!
¡Una limosna, mi señora!
-¡Oferta de hoy!
¡Leo dos futuros por el precio de uno!
Pero ¿a dónde va todo el mundo con esta calor?
En mi vida he visto a Sevilla tan viva.
Señor, con este romero le predigo su futuro entero.
-Lo siento, no tengo dinero. Voy a embarcarme.
-¡Paso al almirante!
-Oye, ¿pero ese quién es?
-El que cojea es Fernando de Magallanes, navegante.
-¿El portugués?
-Magallanes está reclutando, ojalá coja a mi marido.
Señor Magallanes,...
por una moneda, con este romero le digo su futuro.
¡Maldita niña, no molestes al almirante!
-¡Oye!
-¡Será descarado...!
-Dicen que es un hombre temerario y muy apuesto.
-Es una fiera. Cojea por una herida de los árabes.
-Pobre hombre.
-Una caridad para un viejo marinero tullido.
Gracias, noble señor, gracias.
Pero... ¡si son de oro!
¡Me ha dado monedas de oro!
¡De oro!
-Siempre va acompañado por su indio de las Molucas.
-¿Ha estado allí?
-Magallanes ha estado en todas partes.
Dicen que el diablo le mostró un mapa del mundo.
-¡Míralo, allá va!
-¿Es tan buen navegante como dicen?
-El mejor.
Está tan acostumbrado al balanceo del barco,...
que en tierra no es capaz ni de mear derecho.
-No sabemos aún la ruta.
-¿Cuándo va a llegar ese escribano?
-Silencio o te vas de la fila.
-Pues dense prisa, que aquí nos mata la calor.
¡Señor Gómez!
-El señor Pigafetta, el escribano, no ha llegado.
-Pues mira que empezamos bien el viaje.
-Puedo adivinar dónde está. ¿Os leo el futuro?
-No hace falta, ya lo sabemos.
¡Largo de aquí, pordiosera!
¡No molestes al almirante!
-Pero...
¿No queréis conocer el destino de la expedición?
Inés.
¡Mi bolsa!
¡Niña ladrona!
-Yo no he sido, en Sevilla pasan cosas muy raras.
Una ramita de romero, simpático.
Vamos a ver...
Sepa que el romero no se equivoca nunca. Huélalo.
-Venga, dinos. -¿Tendremos buenos vientos?
Tranquilos, señores, que llegarán a buen puerto.
Y de este viaje se hablará durante mucho tiempo.
-¡Olé! Yo me alisto.
¡Alto! ¡Alto en nombre del rey de Portugal!
Os prohíbo que zarpéis.
-Son órdenes del rey Carlos de Castilla, embajador.
-No podéis ir a las Molucas y lo sabéis.
Portugal posee la ruta al cabo de las Tormentas.
Por lo tanto,...
solo nuestros barcos pueden traer especias.
-¡Para venderlas a precios abusivos!
-¡Sois unos piratas!
-¡Somos comerciantes!
¡Eso no puede ser!
-¡Qué va! -¿Ha dicho oeste?
-Imposible.
-Almirante, no entiendo nada.
¡No hay ruta al oeste! ¡Encontraréis la muerte!
No sé...
-Seguro que Magallanes sabe cómo llevarnos. Yo voy.
-¡A las Molucas! -¡A las Molucas!
-¡A las Molucas! -¡A las Molucas!
-Sois un ingrato y un traidor, Magallanes.
La ruta a las Molucas es nuestra.
Nunca llegaréis a las Molucas, lo juro.
-Cuidado, embajador. Tanto enfado pasa factura.
¡Romero, quién me compra romero!
Buenos días, señor.
-Esas naves no deben llegar a su destino.
Tienes que alistarte y conseguir información.
-¿Sobre la ruta que seguirá Magallanes?
-Si tiene un mapa con esa ruta, hazte con él.
Si lo consigues, te cubriré de oro.
-Es una misión muy complicada...
Necesitaré algo más para aceptarla.
-Está bien, toma.
-No me basta. -Eres buen espía,...
pero demasiado caro.
-Sabéis que podéis confiar en mí, señor embajador.
-¡Un barco entra a puerto!
-¡Eh, mira allí!
-¿Allí dónde?
¡Apartaos!
Mirad, mirad ahí...
¡Ahí está otra vez Juan Sebastián Elcano!
-¿Quién?
-Nadie más que él entraría así en el puerto.
¡Ese capitán está loco!
-Pero ¿qué hacen?
-¡Van a hundir el barco!
¿Está loco?
-Se van a matar.
-¡Ánimo!
Pero ¿qué hace?
Será energúmeno... ¡ha destrozado mi barco!
Esto no quedará así.
-¡Me las pagarás, cretino! -Menudo salvaje.
-¡Ese tío está loco!
-¿Tú qué opinas?
¡Qué apuesto que es!
¿Os digo la buenaventura?
Creo que...
sin dudarlo,...
la cárcel.
-¿Sois Juan Sebastián Elcano?
-Vuestro barco queda confiscado en nombre del rey.
-Y en el nuestro. Nos debe mucho dinero.
¡Palabras, palabras!
Hace meses que debías pagar y no lo has hecho.
Ahora vamos a cobrar.
¿Tenéis otros bienes con que pagar vuestras deudas?
Basta de esperas. Proceded, señor alguacil.
-Bien, el barco es vuestro ahora y vos...
daos preso.
¡Alto en nombre del rey!
-¡Apresadle!
-¡Alto!
-Ya me las pagarás, niña estúpida.
-¡Se escapa!
-¡Escapa, Juan Sebastián!
Tenemos un banquero en un banco de peces.
¡Maldita rata, te cogeremos!
Quietos, parad.
¡Saltad!
¡Media vuelta!
¡Responderás por esto, gañán!
Mira, ese es el escribano real, Di Mofeta.
-Se dice Pigafetta.
-¡Ya era hora!
-¡Vamos, que es para hoy!
-Se lo está tomando con calma.
-Ya no aguanto más.
-¡Vamos, hombre, que es para hoy!
Por el amor de Dios...
¡Quieto ahí! ¡Ya eres mío!
¡Alto! ¡No tienes salida!
-Debe de estar por aquí. -¡Eh, está ahí!
Ya te tengo.
¿A dónde crees que vas, alimaña?
¡Vuelve aquí!
¡Seguidlo, seguidlo!
-Seguirlo... ¿por dónde?
-Mira, ahí.
-Los gatos de esta ciudad cada día son más atrevidos.
-Dejen paso a la guardia.
¿Dónde estás?
¿Dónde te has metido? ¡Te encontraremos!
No podrás hacerlo.
¿Ibas a alguna parte?
¡Se escapa!
¡Ya te cogeremos!
¡Maldito gusano!
¡Maldición!
¡
Deprisa, deprisa,...
si te alistas en la expedición no podrán apresarte.
La de Magallanes.
Me toca.
¡No quiero que él lleve mi barco!
¡Lo hundiría antes de salir del puerto!
¡Elcano, quedas detenido en nombre del rey!
Yo no estaría tan contento.
Vas a tener un viaje muy duro.
Juan Sebastián, partiré con vosotros mañana.
Y las emplearemos en algo muy importante.
Es el fruto del clavo.
De las Molucas se traen también canela y pimienta.
Sin ellas, la comida no es lo mismo.
-Por un cargamento así, vale la pena ir.
Y hasta cruzar el cabo de las Tormentas.
Dos veces, y sigo vivo.
-La tradición dice que...
si doblas ese cabo, se pones un pendiente.
Nadie puede considerarse marinero hasta hacerlo.
-Pues él no lo ha hecho y es el mejor.
-Solo quien no conoce ese paso puede hablar así.
¿Quién ha doblado el cabo de las Tormentas?
-Yo. -Yo también.
-Lo vi de lejos, ¿cuenta? -Yo he estado.
¿Me estás llamando flojo?
Cuidado con lo que dices. ¿Cómo te atreves?
¡Esto no va a quedar así, desgraciado!
-¡Mi bandeja!
-¡Quieto! ¿Qué haces?
-¡Aparta!
-¡Esperad, esperad!
¡Las especias! ¡Seréis animales!
-¡Es la hora de cenar!
-¡Qué buena pelea!
Buena la habéis liado.
-Buen provecho, amigo.
Vamos, carpintero, está amaneciendo ya.
-La vía de agua era grande.
-Señor Dacosta.
-¡Yago! ¿Qué te ha pasado?
-Ya me he integrado en la tripulación.
-¿Qué noticias traes?
-Nadie sabe nada del mapa de Magallanes,...
pero es un viaje tan largo,...
que quizá le ocurra algo malo al almirante.
-No es mala idea.
-Esto es más peligroso de lo que creía.
-Os aguardaré en las Molucas, por si algo fallara.
-¿Nos seguiréis con vuestro barco?
-¿Estás loco?
-Yo iré por la ruta conocida.
Carpintero, déjalo como está, fuera de aquí.
Tenemos que zarpar cuanto antes.
-Dejadme terminar, señor, os lo ruego.
-El barco aguantará, no tenemos más tiempo.
Atención, debemos zarpar a las Molucas.
¡Marineros a sus puestos y a toda vela!
¡Soltad amarras!
-¡Ahí está la señal, vámonos!
-¡Tened cuidado!
¡Chapuceros! ¡Acabaréis en el fondo del mar!
¿En qué estáis pensando, señor Elcano?
Mire la cubierta.
¡Están todos holgazaneando!
¿Así piensa manejar un barco?
El capitán es un aguafiestas.
-¡Si te oye, te meterá en la sentina!
-No me toquéis, bestias.
Si no me soltáis os maldigo.
-Una polizona, señor capitán.
-Suelta ya.
Le gustas.
-Ayer no pude leerte el futuro.
Veo aventura. Y veo...
Amor.
Qué mono...
El romero te dará suerte en el viaje.
Y quizá te haga capitán.
Tú devuélvemelo cuando regreses.
-"Cuando regreses..."
Esperaré.
-Juan Sebastián Elcano.
¿Debemos esperar mucho para que ocupe su puesto?
¡A las Molucas!
¡Nos vemos pronto, Sevilla!
-¡Echaré de menos a mi Carmencita!
Le voy a tener bien vigilado.
Ni se le ocurra hacer una locura de las suyas.
¡Será estúpido!
Maldito presuntuoso, haréis la guardia esta noche.
Y espero que no os durmáis, por vuestro bien.
Unas tierras riquísimas,...
pero inalcanzables navegando hacia el oeste.
¿Cómo que otras formas? Qué tontería.
-Permítanme.
-El salvaje habla nuestro idioma.
-Yo no soy un salvaje, señor.
En las Molucas, mi tierra, no hay salvajes.
No me creo que exista un paso
que nos lleve desde América a esas islas.
-Se dice que los últimos que fueron a buscarlo,...
fueron el aperitivo de unos caníbales.
Se rumorea que disponéis de un mapa con esa ruta.
¿Es cierto?
-En ese caso, debe seguir siendo un secreto.
Los portugueses matarían por hacerse con él.
Ah, disculpe, vos sois portugués.
En ese caso, si sois leal a Castilla,...
enseñadnos el mapa con la ruta.
Somos vuestros capitanes y debemos conocerla.
Para estar más seguros.
¿Nadie, salvo vos, sabrá dónde vamos?
-Es un plan disparatado.
¿Qué pasará al anochecer? ¡Nos perderemos!
Las estrellas no son como las de mi tierra.
A la orden, almirante. Vamos, ayúdame.
-Ya está. -Hecho.
Han colocado el farol. Pongamos el nuestro.
-Esto está hecho.
-¿Has visto? Estrellas fugaces.
-No puedo más.
-Necesito descansar.
-Ve, yo me encargo.
Se os ve despierto, señor Elcano.
¡Pues haréis la guardia de mañana y pasado mañana!
¡Vas a hacer una gran carrera de marino!
Esta nave ya tiene capitán. Y os detesta.
¡Buen guardia, capitán!
Aquí tiene, señor. Tenga cuidado.
El compás, señor.
¡Sujetad los cabos de la mayor y tirad fuerte!
-Creo que voy a dar de comer a los peces.
¿Arriamos velas, Elcano?
Vas a hacer guardias de aquí hasta las Molucas
si el capitán Cartagena se despierta.
Un momento.
Sí, ahí están, almirante.
Creo que vamos demasiado deprisa. ¡Vamos a chocar!
Por todos los diablos,...
¿qué está sucediendo?
¿Qué hacemos pegados al barco del almirante?
¡Va a hundir el barco!
-Ahora sí que va a haber tormenta.
-¡Hemos pasado a La Trinidad!
-Es usted un imprudente.
-Me las pagará, señor Elcano.
¿América?
¡Tierra!
Tú no tienes remedio, ¿no?
¿Qué es lo que queríais consultar, señor Cartagena?
-Nos adentramos en tierras desconocidas, ¿no es así?
-En cuanto nos hayamos aprovisionado.
-Todos somos buenos capitanes, pero...
¿seguro que podremos seguir sin conocer la ruta?
Si continuamos navegando a ciegas,...
acabaremos por perdernos.
-Un momento, ¿qué es lo que estáis proponiendo?
-Que exijamos a Magallanes que nos entregue el mapa.
-¿Sugerís sublevarnos contra el almirante?
-Si se empeña en conducirnos al desastre...
-Hasta ahora el sistema de Magallanes ha funcionado.
¿Por qué no seguir dejando que nos guíe?
-Un motín es algo muy grave.
-Antes debemos estar bien seguros.
-¿Os parece bien esperar un tiempo, señor Cartagena?
-Pero no demasiado. Magallanes es portugués, ¿no?
¿Seguros que no trabaja en contra de Castilla?
¡Mirad allí! ¡Ballenas!
Navegan más deprisa que nosotros.
-¡Son impresionantes!
¿Estamos en verano o en invierno? ¿Tú qué dices?
-Que es un verano invernal, creo yo.
-A esto en mi tierra se le llama invierno.
Y de los buenos.
-No lo entiendo, si estamos en verano,...
¿por qué hace cada vez más frío?
¿Qué queréis decir con eso del ecuador?
¿Qué queréis decir con eso de "no lo entenderíais?
Almirante, hay un gran canal frente a nosotros.
¿Será ese el paso que buscamos?
-¿Un paso?
No puede ser.
Sí, señor.
¡Explorad el canal! -¡A la orden!
No se ve el final.
¿Qué opináis?
-No tiene pinta de ser un canal,...
seguro que no lleva a ninguna parte.
El cubo es mío.
-Buena idea.
Hay demasiada niebla, almirante.
Vaya... qué mala suerte, ¿no?
-Ya sabía yo que sin mapa no iríamos a ninguna parte.
¡Señor Elcano, id a bordo de La Trinidad...
y comunicad al almirante la noticia!
Al menos así entro en calor.
-Yago, prepara otra barca.
Tengo que hablar con los capitanes.
-Sí, señor.
Dale, botarate, con más ímpetu.
-Teníais razón.
Vamos a ciegas.
Magallanes debe enseñarnos el mapa con la ruta.
-Veamos, todos distraídos.
Los de las barcas también, perfecto.
Tengo que averiguar lo que traman los capitanes.
-A mí cada vez me preocupa más la situación.
¿Alguien ha pensado en que, quizá, no haya mapa?
-Entonces estamos perdidos en el mar.
-Si no existe, daremos la vuelta e iremos a casa.
-No veo otra opción.
¿Alguien se opone?
Si es así, daré la señal cuando llegue el momento.
Hasta entonces, todos preparados.
-Será mejor
que volvamos a nuestras naves.
¡Mirad, son trozos de hielo!
-Sí, es verdad.
Almirante, veo luces en la costa, parece fuego.
-Son hogueras, almirante.
¿Por qué crees? Para entrar en calor.
Esto es insufrible.
Este frío no terminará nunca.
El invierno ya se está acabando, almirante.
No tiene buena pinta.
Se acabó, hay que poner fin a esto.
Botad una barca, señor Elcano.
¡No pregunte y obedezca!
¡Que no pregunte!
¡Quietos todos! Que nadie se mueva.
-Pero, pero...
Desde ahora, tomamos el mando del barco.
Venga, arriba esas manos.
-Quita, yo me ocupo.
-Vamos, a por Magallanes.
-Oye, ¿qué hacemos?
¡Alto!
-Muévete y será lo último que hagas, esclavo.
Señor Magallanes, daos por preso.
¡Sacadlo a cubierta!
Vamos, entremos.
Por fin, aquí está. ¡El mapa de Magallanes!
Pero...
-Solo está lo que hemos recorrido. No lo que falta.
-¿Qué burla es esta, Magallanes?
¿Dónde está el verdadero mapa?
-Aquí se va a montar una gorda.
-¿Qué queréis decir? ¿No hay mapa?
Está bien, hagamos lo que dice el almirante.
En ese caso...
-Es un poco tarde para eso.
Ahora sabemos que no hay ningún mapa,...
ni tampoco ningún paso hacia las Molucas.
¡Magallanes está loco!
¡Nos perderá sin remedio!
¡Volvemos a casa!
¡Levamos anclas, señor Elcano!
¡Soy el nuevo almirante y os ordeno levar anclas!
¡A Sevilla!
Si volvemos con Magallanes vivo, nos condenarán.
-¡Soltadme!
-Yo me hago cargo.
-Navegamos muy cerca de la costa. Vamos a encallar.
¡Cuidado!
-¡Los barcos se acercan peligrosamente a la costa!
-¡Hemos destrozado el casco por estribor! ¡Nos vamos a hundir!
-¡Nos estamos escorando!
¡Mi nave!
¡Sálvese quien pueda!
Se hunde sin remedio.
-Vamos, preparad los botes, tenemos que ayudarlos.
¡Van directos a los acantilados!
¡Hay un estrecho ante nosotros!
¡Magallanes nos conduce a la muerte!
-Juramos lealtad a Magallanes y a Castilla,...
Bajad las armas.
Y yo también.
-Y yo.
-Todos moriremos si continuamos sin un mapa.
¡Muerte a Magallanes!
¡Aparta!
-Almirante, salvad las naves.
Yo me ocupo de él.
¡Yo no admito más el mando de un portugués!
-Ni yo.
A vuestras órdenes, almirante.
Yo no sigo adelante.
-Nos apoderaremos de una de las naves.
La San Antonio es la más cercana.
-Daos preso, capitán.
¿Cómo os atrevéis a ponerme las manos encima?
-Ha sido un error y lo ha pagado mi tripulación.
-Vamos, date prisa, ¿es que no vienes?
-Será mejor que me quede.
Jamás podría traicionar a mi almirante.
¡Volvemos a Sevilla!
Y con este, ¿qué queréis que hagamos?
Bien.
¡Insensatos!
¡Todos los que sigáis a Magallanes moriréis!
La corriente aquí es más fuerte.
Tenía que haberme marchado.
Entonces debería conocer el cabo de las Tormentas.
Es peor todavía.
¡Cuidado a estribor!
¡Cuidado!
¡Coged los remos y apoyadlos contra el muro!
El canal aquí es más estrecho.
Será difícil pasar por esas rocas.
¡Cuidado, cuidado!
¡Vamos a chocar!
¡Gira todo a babor!
¡El agua retenida nos arrastra!
¡Elcano lo ha conseguido!
¡Lo hemos conseguido!
-¡Sí, lo hemos hecho!
Elcano, ¿a qué viene esa cara tan larga?
Lo has hecho muy bien.
Tan bien como el mejor.
Pronto serás un magnífico capitán.
Todos tuvimos miedo.
Hoy has aprendido el valor de la prudencia.
Y yo me alegro mucho.
Ahora es más probable que volvamos enteros a casa.
¿A qué esperas? Coge el timón.
Que va, para nada.
Creo que este océano no tiene fin.
Tenemos más de 25 marineros enfermos, almirante.
Tendremos muchos más si no conseguimos provisiones.
¿Os queda algo de cuero?
¿Qué es esto? ¿Ratas volando?
¡Tierra! ¡Tierra a la vista!
No conozco su lengua.
No lo sé, pero no va a haber forma de entenderse.
El rey dice que sois bienvenidos a la isla de Cebú.
Lo aprendí en las Molucas, no están muy lejos.
Pregunta si sois portugueses.
Dice que toda nave que pase debe pagar un impuesto.
Dice que, en ese caso, los dioses pagarán el doble.
Dice que son buenos impuestos, muy buenos.
Mira, ahí llega.
-Ahí la tienes.
Dice que el rey de la isla vecina, Mactán,...
no le paga los impuestos.
Ese rey es un peligroso enemigo y le...
le gustaría saber si nos ayudarían a vencerlo.
Aquí no solo navegan los hombres.
Te daré una dirección, allá está nuestro enemigo.
¡Traigo obsequios!
Aquí no hay nadie.
¿Qué pasa?
Tengo collares, pulseras, espejos,...
brazaletes, navajas, colgantes, pendientes...
Cogedlos.
Joyas no queréis, vais en cueros, ¿algo de ropa?
No me hagas daño.
Unos zapatos casi nuevos,...
unas medias con buena ventilación,...
esta camisa de rayas, un pantalón de muy buen paño.
¿Los calzones?
Calzones, te gustan, ¿eh?
Entonces, escúchame...
Ha llegado el momento.
¡Tened cuidado!
No se oye nada.
¿Dónde estarán los nativos?
-Hay demasiado silencio.
¡Nos estaban esperando, almirante!
La que he liado.
¡Aquel es Magallanes!
-¡Has sido tú, traidor!
Mirad, los nuestros huyen.
¡Tendremos que ayudarlos o nunca saldrán de ahí!
¡Fuego!
¡Os teníais que haber puesto el casco, almirante!
-¡Almirante! -¡A los remos!
No hay nada que hacer.
¡Esperad al almirante!
¡Almirante!
-Llegó tu hora, Magallanes.
¡Eh, nos atacan!
¡Coged las armas que podáis y todos a la borda!
Pero ¿qué hacéis?
Ahora veréis.
¡Tonterías a mí!
Salgamos de aquí o nos matarán a todos.
-Pero, ¿y el almirante?
-No hay nada que hacer, está todo perdido.
-¡Eh! ¡No os vayáis!
¡Fuego!
¡Eh, malditos!
-¡Es Samar!
¡Juan Sebastián!
¡Deprisa, no tenemos tiempo!
Ya no podemos hacer nada.
Tranquilo, ¿qué pasa?
Yo no he hecho nada, han sido esos caníbales.
-Ah, ¿sí? Pues echémosle al agua si es un traidor.
¡Estúpidos, sois unos ilusos!
¡Nunca conseguiréis llegar a las Molucas!
¡Sois idiotas!
Sin el mapa de Magallanes, estáis todos perdidos.
¿Perdidos?
Entonces yo también estoy perdido.
Ha sido culpa mía. Debí acompañaros.
Hicisteis lo imposible por Magallanes.
Lo que importa ahora es curar a los heridos.
Deberíamos llegar a las Molucas cuanto antes.
Yo os llevaré.
Estoy de acuerdo.
Hoy lo ha demostrado.
A un capitán que dé la orden.
-¡Elcano capitán! -¡Sí!
Si el almirante te lo dio,...
es porque quería que tú lo llevaras.
-Otra vez es capitán. ¿Qué va a ser de nosotros?
Imposible.
El boquete ha dejado inútil la nave.
Atención,...
nos trasladamos a La Victoria.
-Espero que lleguemos pronto a las Molucas...
Preparaos para zarpar. ¡Levad anclas!
-Todo listo.
Es por ahí.
Serás...
Calma, escribano. Pronto llegaremos a las Molucas.
¡Tierra!
¡Tierra!
¡Se acabó el balanceo!
¡Olé, olé y olé!
Las Molucas.
-Hemos llegado.
Almanzor y su hijo os dan la bienvenida.
Dice que hace tiempo soñó con vuestra llegada.
Quiere saber qué ha motivado tan largo viaje.
Le hace muy feliz comerciar con los castellanos.
En su honor, esta isla se llamará Castilla.
Señor, 380 fardos de clavo y 100 de canela.
Todo esto vale miles de escudos de oro.
Clavo, canela, nuez moscada...
-¿Seguro que las naves aguantarán tanto peso?
Señor Elcano.
Debéis marcharos pronto,...
los portugueses consideran suyas estas islas...
y pueden aparecer en cualquier momento.
Tenéis razón, señor Elcano.
¿Qué ruta tomaremos? ¿Volveremos por donde hemos venido?
¿Qué proponéis?
Esta vez no puedo ayudaros.
No conozco las aguas que llevan a Europa.
¡Las Molucas a la vista!
Muy bien,...
mañana al amanecer llegaremos a puerto.
Te noto muy callado, ¿sucede algo?
Si necesitas ayuda...
¿Por qué no te quedas?
El mar es también ancho aquí.
Yo también te necesito.
Entonces monta en tu barco y vete. Y no vuelvas.
Prométele que volverás, es lo correcto.
Ese es el secreto.
Pero, pero... ¿aquí también vais a meter carga?
¡Me niego!
-¡Tú te callas, gusano traidor!
-Ahora, la travesía será por territorio portugués.
No podremos hacer escalas,
eso sería nuestra perdición.
Capitán, toda la carga preparada.
Capitán, ¿me oye?
-Hay una vía de agua. Zarpad sin nosotros.
¡Capitán!
¡Capitán Elcano!
¡Los portugueses están casi entrando en el puerto!
El rey dice que cuidará de vuestros amigos.
Me quedo con ellos.
¡Un momento, esperad! ¡Juan Sebastián!
¡Juan Sebastián!
Para doblar un cabo difícil...
Para pasar ese cabo, aléjate de la costa,...
o te llevará la corriente,...
pero no la pierdas de vista.
Ahora que lo sabes, vuelve.
Deberías estar contento, Juan Sebastián.
Hemos escapado.
Anote eso, señor Pigafetta.
No te preocupes, volverás a verla.
El último pan y el último trozo de queso.
-Algo es algo.
-Tomad y comed despacio. Así engañaréis al estómago.
-Pero si esto tiene más agujeros que mis medias.
-Yo no tengo fuerzas ni para llegar a los obenques.
-No se puede comer. Prefiero comerme mis medias.
-Necesitamos comida.
¡A la orden!
¡Capitán, el cabo de las Tormentas!
Es el momento de ver si somos verdaderos marineros.
¡No hay fondo en esta zona!
-¡Cuidado, esto está lleno de rocas!
Te has vuelto prudente, Juan Sebastián.
(Recuerda): Aléjate de la costa o te arrastrará la corriente.
(Recuerda): Pero no la pierdas de vista.
¡Tened cuidado, no se ve nada!
Eso es imposible.
¡Dios mío! ¡Es más grande que una montaña!
Nos va a tragar.
¡No, el barco no va aguantar tanto envite!
Bien, Elcano.
-¡Lo hemos conseguido!
Puede que no.
Capitán, la corriente nos arrastra.
-¡Acantilados a proa, capitán!
-¡Volvemos derechos a las rocas!
Rezar, la corriente es demasiado fuerte.
¡Tenemos que pensar algo!
¡Escollo a babor, otro a estribor!
¡Lo hemos conseguido!
Pollo asado, jamón serrano,...
un pucherito...
¿Cuánto hace que no comemos?
-¡Cabo Verde a la vista!
-¡Al fin podremos comer!
-Un momento,...
son islas portuguesas, habrá que tener cuidado.
¡A la orden!
-Algo está pasando arriba.
Cabo Verde...
Nos estamos metiendo en la boca del lobo.
Es un navío español.
-Deben haberse perdido.
-Tienen el barco destrozado.
-¡Atención, el gobernador!
-Él sabrá qué hacer.
¿Ahora qué te pasa?
-Mi pobre barriga...
Creo que he comido demasiado.
-¿Cómo es posible?
-Alguien se equivocó...
y dejó aquí mucha comida en lugar de especias.
-¿Comida?
-¡Toma, tu comida!
-Soy el gobernador de estas islas.
¿Quiénes sois vosotros?
¿Y qué transportáis en...
esa especie de nave?
-Vamos cargados de...
Sois unos pobres náufragos.
Está bien.
Que les den comida.
Por un momento pensaba que podríais ser parte...
de esa expedición castellana a las islas Molucas.
-Pan, vino, jamón... -¡Fruta, queso!
-¡Venimos de las Molucas!
-¡Cargados de especias! ¡Apresadles!
¡Detenedles!
Son ellos, ¡preparad los cañones!
Nunca saldrán de aquí.
¡Quieto!
¡Rápido, que no escapen!
¡Que no veo nada!
-¿Qué ha pasado?
-¡Toma piña!
-¡Piñas para todos!
-¡A los barcos!
Los cazaremos como a conejos.
Que me mato.
¡Eh, los del navío portugués!
Estoy aquí, en el palo mayor. Soy Yago.
Soy Yago, su fiel servidor.
¡Eh, señor Dacosta, estoy aquí!
¡Señor Dacosta!
-Maldito inútil.
¿Están listos los cañones?
¡Vamos a hundirles!
-¡Baja de ahí!
-¡Señor embajador, esperadme!
Vaya, parezco un loro.
¡A volar!
-¡Fuego!
-¡Fuego!
No hay salida, ¡estamos rodeados!
Tranquilo, Elcano nos sacará de esta.
-¡Fuego!
-¡Fuego!
-Señor embajador, esperadme.
Un portugués que se hace el sueco.
-Esto va a ser pan comido, se mueren de hambre.
-El barco de Dacosta les corta la retirada.
-Cuando los entregue, podré volver a Portugal.
Qué extraño, ¿qué pasa aquí?
-No entiendo. ¡No hay nadie a bordo!
-¡Es un barco fantasma!
-El barco del gobernador está en la línea de tiro,...
no podemos seguir disparando.
-¡Los abordaremos!
-¿No eran unos muertos de hambre?
-¡A cubierto!
¡Bien! ¡Se retiran!
-Gobernador, ¿seguimos tras ellos?
-No, tanto alboroto no le conviene a mi peinado.
Que se encargue Dacosta.
-El gobernador ha desistido de seguirnos.
En cuanto intenten salir, morirán.
-Señor Dacosta, tienen el mapa de Magallanes.
-Nadie volverá a hacer nunca más ese viaje.
Tranquilo, quillo, ese es su estilo.
¡Al abordaje!
-Señor, eso es muy peligroso.
-Tú cállate. ¡Adelante!
Los tenemos encima.
¡Al agua!
Entiendo. ¡Eso está hecho!
-Hay que aguantar.
-¡Preparad los cañones!
Sitio, dejadme pasar.
Ayúdame a subir.
-¡Ahí estás!
Pues eso. Hasta la vista.
¡Le hemos dado en el polvorín!
¡Nos hundimos, señor Dacosta!
-¡Imbécil...!
¡Tú tienes la culpa de todo!
-¡Eh! ¡Estoy aquí!
-Juan Sebastián, la explosión ha abierto una vía.
La bodega está inundada.
¡Tierra a la vista!
-¡Ahí está el Guadalquivir! ¡Pronto veremos Sevilla!
Mirad, ¿qué nave es esa?
-¡Es uno de los barcos de Magallanes!
¡Ahora sí que eres un auténtico capitán!
Y ahora mismo, vamos a colocarte la prueba de ello.
-Quieto ahí.
¡Paco, mi Paquito!
-¡Eh, Carmencita mía!
-Ay, mi Paquito...
-¡Mi alma, estás vivo!
-¡Cómo has cambiado!
Y te hizo capitán. ¿Encontraste el amor?
¿Volverás con ella?
Suerte.
¡Sí! ¡Gran trabajo!
# Suelta ya mi mano, no mires atrás
# Ellas, las estrellas, te acompañarán
# Buena suerte, amigo, lo conseguirás
# Abre bien el mapa de tu corazón
# Con que el miedo sople en otra dirección
# Busca la esperanza donde muere el sol
# Somos gotas de lluvia en el mar
# Pero, nada nos puede parar
# No mires atrás,
# confía en el viento
# Tú puedes lograr
# La vuelta al mundo entero
# Que nadie olvidará
# Cuando la tormenta busca al capitán
# Abre bien tus alas para navegar
# Y que los que dudan te vean volar
# Un buen marinero siempre vuelve al mar
# Pero, el mundo ya no será nunca igual
# Has cambiado el rumbo de la humanidad
# Ni los monstruos, ni la tempestad
# La esperanza es más fuerte que el mar
# No mires atrás,
# confía en el viento
# Tú puedes lograr
# La vuelta al mundo entero
# Que nadie olvidará
# No mires atrás,
# confía en el viento
# Tú puedes lograr
# La vuelta al mundo entero
# Que nadie olvidará #
Cine Clan
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