Domingos a las 10.00 h.
(Música)
Buenos días, María Ángeles.
Estoy encantado de estar aquí.
No, viene una vez anteriormente.
Pues justamente hoy, hace un mes que falleció.
El 7 de septiembre a las nueve de la mañana fallecía.
Después de una penosa enfermedad de cáncer, luchador,
intrépido hasta la muerte.
Cuando iba a visitarle al hospital, ya estaba muy mal.
Me preguntaba por las misiones, "¿qué has hecho hoy? ¿Cómo va esto?
¿Has hablado con tal misionero?".
Seguía con tal entusiasmo la misión que se te llenaba el corazón.
Vivía todo con pasión y estando malo, no dejó de hacerlo.
Hay que decir que lo que las Obras Misionales
Pontificias de España son hoy,
lo son gracias a él, a su figura, a su trabajo, a su esfuerzo.
No solo a nivel de España, sino incluso a nivel internacional.
El prestigio que España
tiene en obras misionales pontificias,
lo ha dado él por su categoría humana, su categoría pastoral,
por su honradez y su fidelidad a la Iglesia.
Y seguiría hablando de lo que tú quieras.
Puedes hacer un programa entero conmigo.
Pues yo llevo desde el año 2007 dedicado a las misiones
por una cosa o por otra.
En la diócesis de Madrid y ahora a nivel nacional,
y yo siempre digo que tengo mucha suerte,
porque desde el 2007
lo que hago es recibir al testimonio de misioneros.
Cada misionero que viene a visitarme,
que está uno en Kazajistán, el otro está en Uganda,
el otro está en la selva peruana, el otro viene de Madagascar...
Cada uno tiene una historia,
cada uno es una historia preciosa escrita por Dios y él.
Una historia maravillosa de entrega, de generosidad,
que va tocando el corazón de otras personas
con las que ellos se relacionan
y que les va cambiando la vida porque...
Mira, si te puedo contar una anécdota preciosa...
Un niño le dice a un misionero javeriano en Sierra Leona, le dice
"¿Tú has sido católico toda la vida? -Sí.
¿Tus padres eran de toda la vida? -Sí.
¿Y tus abuelos eran católicos de toda la vida?
Sí. -Tú no nos entiendes",
le dice el chaval. Y le dice "¿por qué?.
-Tú no podrás nunca entender lo que ha significado para mí
que tú me hables de que Dios es mi padre y me quiere
porque yo vivía sin un padre y sin nadie que me quisiera,
y tú me has enseñado que mi padre me perdona".
Pues esto es así,
la vida de un sacerdote, de una misionera,
de un laico que está allí, está llevando a Cristo,
y cambia el corazón de las personas.
Bueno, muchas veces,
no es muy común confesarse de pecados de omisión,
pero muchas veces ahí está un pecado, es decir,
nos acostumbramos a vivir la vida con normalidad
y despreciamos ocasiones que Dios
nos está poniendo de poder hablar de Dios,
de poderle dar paz al corazón de una persona,
de escuchar con atención a alguien que necesita ser oída.
Y es verdad que Dios toca el corazón de esas personas,
de forma que uno nunca se imagina.
Y es muy bonito ver cómo en ocasiones uno dice
pues me ha venido a ver una señora que yo no recordaba en absoluto
y dice que gracias, "hace un año usted me dijo esto",
o "tú me dijiste eso y me di cuenta de lo que Dios me quiere".
Señora, no me acuerdo ni lo que le dije.
Es que es así, Dios hace las cosas muy bien,
de forma muy sencilla.
El patrono, San Francisco Javier.
Y España tiene 12.000 misioneros actualmente.
Algo más de 12.000 misioneros.
Es el país con más misioneros del mundo.
Es el país que sigue enviando más misioneros del mundo.
Es verdad que la proporción cada vez es menor,
la población envejece
y luego la inquietud misionera se va fomentando menos.
Pero bueno, todavía aún así estamos ahí, trabajando.
Pues sí.
Después de haber tenido experiencias de corta duración en verano,
yo desde el primer año hace 10 años
que fuimos a Etiopía le dije a mi esposo:
"¿y por qué no la vocación misionera dentro de la matrimonial?".
Y bueno, salió Perú.
Siempre habíamos ido a África,
venimos de Cuba en el año 2015 y dijimos "pues venga".
Nos ofrecimos al obispo de nuestra diócesis
por medio del delegado de misiones y, bueno,
pues nos dijeron que nos iban a enviar
a un país donde hiciera falta un matrimonio
y nos tocó la selva central de Perú.
Y la verdad es que han sido dos años impresionantes, sobre todo,
aprendiendo y contemplando a los misioneros
que allí sí que eran religiosos y religiosas.
Y bueno, pues también nos ayuda un montón,
como matrimonio a ir creciendo en el amor conyugal.
Y viendo realmente, como dice el lema de este año,
cómo los misioneros cambian el mundo.
Cómo en todas las personas con las que hemos podido compartir,
nuestros hermanos peruanos,
cómo te cuentan historias de este padrecito,
porque "le conozco de hace 40 años".
A mí lo que más me impresiona
es cómo les ven como criaturas de Dios
y cómo esas personas se sienten tratados con el amor
que Dios tiene a cada uno de nosotros.
Refleja en el amor de Dios hacia las personas
que les han sido encomendadas en ese territorio.
Te dejo, Cecilia.
-Pues, yo creo que sí, está la vocación sacerdotal,
las vocaciones religiosas masculinas y femeninas
y la vocación matrimonial es muy importante.
Si no hay una familia, de ahí no salen nuevas vocaciones.
Yo creo que sí, es muy importante porque además, ahora mismo,
la familia está, pues, pasando por momentos bastante duros.
Está siendo muy atacada y es una de las cosas
que nos pedía el obispo de allí,
Monseñor Gerardo, que quería que viéramos testimonios,
que compartiéramos nuestra fe,
que diéramos testimonio de familia cristiana y de matrimonio
que habiéndonos encontrado con Cristo,
hemos querido ir a otros países y dedicarnos a la misión
porque a nosotros es algo que nos da la vida, nuestra fe en Jesús.
Pues queremos, y de hecho,
con nuestra fe en Jesús
nuestro matrimonio va saliendo adelante.
Entonces, pues sí, yo creo que hay mucho trabajo por hacer.
Allí en misión lo vimos.
Nos encomendaron formar parejas guía que iban a formar, a su vez,
a otras parejas que pedían el sacramento
y también es muy bonito ver
en diferentes culturas cómo viven la familia,
cómo viven la vocación matrimonial.
Y es muy necesario, faltan todavía muchos obreros
para que vayan a trabajar a tierras de misión.
Sí, estábamos en el Vicariato Apostólico de San Ramón
y estábamos en la sede del Vicariato y era una vida muy sencilla.
Como vida de parroquia,
lo que nos encomendara el obispo
y el sacerdote que era un sacerdote diocesano, misionero allí,
que nos encomendaran si teníamos que dar charlas a jóvenes
o con los niños.
Nos encomendó lo de los matrimonios,
íbamos a las escuelas rurales a dar catequesis,
les llevábamos la comunión a los enfermos y ancianos.
Un poco ponerte a disposición de las necesidades
que hayan porque allí no se llega.
Es un territorio que es diez veces Madrid, 80.000 km cuadrados,
con poquitos sacerdotes, poquitas religiosas y el obispo
hace mucho por la promoción de la vocación laical.
Animando a animadores cristianos de comunidades líderes,
y sobre todo allí, como es territorio de selva,
hay muchos indígenas
y hay mucha población nativa de pueblos originarios
y él quiere y fomenta que haya muchas vocaciones laicales,
seglares, donde no llega el sacerdote
a celebrar la eucaristía en un año,
que estén los seglares animando a la comunidad,
formando y haciendo que ellos mismos prosperen
y sean protagonistas de su desarrollo.
Hay vocaciones.
Hay muchas vocaciones, de hecho,
la institución que más misioneros tiene de España
se llama "Camino Neocatecumenal" y es de laicos.
O sea, son laicos que están en la misión, todos ellos.
Es la institución, como grupo, que más misioneros tiene.
Sí las hay.
Pero sí es verdad que las dificultades que tienen,
las complicaciones que eso conlleva, no son fáciles de ayudarles.
Porque, al fin y al cabo,
cualquier orden religiosa o sacerdote
siempre se siente respaldado por tu congregación
o por la diócesis que si te encuentras mal,
si tienes que volver,
siempre te recoge y te vuelve otra vez
a la vida que llevabas antes.
Pero un seglar tiene que hacer un acto de generosidad muy grande.
Porque Cecilia y Manuel dejaron su trabajo,
dejaron la seguridad propia que tenían en Madrid.
Ellos no tienen hijos,
otros tienen hijos pero tienen que verlo.
Luego está el tema de que tienes una hipoteca de una casa...
Quiero decir, las complicaciones se pueden dar.
Por eso la misión es vocación, no es simplemente un capricho.
No es simplemente una corazonada, es que quiero ir.
De hecho, han venido a mí a verme gente
y les dices "¿en qué trabajas? -No, estoy en el paro".
Le digo "lo siento, no puedes ir".
Si estás en el paro no puedes, ¿por qué?
Tienes que buscar trabajo,
y cuando quieras renunciar a tu trabajo, te mando.
¿Por qué?
Porque no puede ser la salida
a una situación que a ti te crea dificultades
o que te hace sentir inútil.
Ser misionero es una vocación, como es la mía,
la sacerdotal o como es la matrimonial.
Es una vocación, por lo tanto,
tiene uno que verlo delante de Dios
y descubrir que el señor le está llamando, no a hacer cosas buenas,
que eso lo tenemos que hacer todos, sino a salir de tu tierra,
abandonar todo lo que tienes
y dedicarte a llevar la palabra de Dios.
Eso exige un proceso.
Por eso hay que verlo bien.
Porque si no, se queda un misionero frágil que en cuanto llega allí,
más que ayudar, crea problemas, porque va con sus criterios,
va con su planteamiento de vida.
Entonces es difícil, pero sigue habiendo, gracias a Dios,
y cada vez los habrá más.
Pero que quede bien claro,
Cecilia y Manuel o cualquier seglar
no va a suplir la ausencia de curas y monjes.
Cecilia y Manuel van por derecho propio como misioneros.
Es decir, no son de una
"ya que no hay curas, pues podéis ir vosotros".
No.
Aunque hubiera muchos curas en una zona,
harían falta laicos misioneros que muestren con su vida
que el matrimonio, su sacramento,
que el matrimonio es algo digno de ser vivido con intensidad.
Que muestren a los jóvenes
donde están que ellos tienen algo que vivir de cara a Dios.
Y que la fe no es algo reservado a quienes
se han consagrado a Cristo de un modo particular.
Para mí, eso es muy importante.
Porque no pueden ser misioneros de segunda categoría.
Se ponen al servicio del obispo y del párroco
como nos ponemos todos los misioneros.
Nos ponemos al servicio de la Iglesia,
pero allí tienen su puesto.
No lo ha contado Cecilia,
ellos tenían un programa de radio sobre el matrimonio.
Tenían ellos un programa de radio sobre el matrimonio.
Quiero decir, hay cosas que el sacerdote no va a hacer nunca
porque no es su función, que la monja no debe hacer.
Y, sobre todo, hay un testimonio
que ellos pueden dar y que yo no voy a dar,
que es el testimonio del amor matrimonial,
del amor conyugal, del amor sacramental.
Sí, mucho.
Primero, cuando sales de tierra y vas a otro país y es otra cultura,
pues es precioso.
Poder contemplar y no juzgar,
y poderte empapar de cómo viven ellos su fe.
Por ejemplo,
los valores que tienen de la familia,
los valores que tienen de la familia,
el valor de la comunidad de compartir, todo lo que comen.
Comen de la tierra.
Esos valores sí que cambian un montón al misionero.
Te cambia el no llevar tu mentalidad occidental.
Y sí, muchísimo, te sirve sobre todo en valores para aprender.
La primera vez, es el olvido de sí mismos
que tienen los misioneros,
que se olvidan y solo piensan en las ovejas
que Dios les ha encomendado, en muchísimas cosas.
En los talentos que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros,
a mí me impresiona porque los misioneros
como que los sacan a la luz y lo hacen de una manera preciosa,
sin imponer,
pero mediante la educación y mediante también la escucha.
Son gente también muy unida a Dios.
Así se aprende un montón contemplándolos.
-De hecho, ella no lo dice porque le da...
Es un shock volver otra vez a tu sitio.
Exige una readaptación porque vienes con unos criterios
y con unas formas que ves tanta superficialidad
y ves tanta pobreza de corazón
en el ambiente en el que tú has vivido siempre
que cuesta mucho rehacerse.
Hay procesos de adaptación grandes porque en el fondo,
tú estás viendo una experiencia de amor y de entrega
que te cambia el corazón.
Claro que cambia,
y luego hay que cambiar la mentalidad
de que el misionero va a dar.
El misionero va a estar.
Y cuando uno está, da mucho, pero también recibe mucho.
Y aprende, Cecilia, Manuel, y Antonio, y Luis.
Aprenden de aquel indígena que le va a pedir algo...
Se aprenden muchas cosas.
Y eso es un libro del que tú te estás empapando
y cuando vienes aquí, lo ves.
Yo creo que eso es muy importante,
saber que damos mucho porque recibimos también mucho.
Cuando vienen los misioneros,
vienen con unas lecciones que no hemos tenido los demás.
Gracias a vosotros.
-No, gracias a ti por darnos la oportunidad de hablar
lo que llevamos en el corazón.
Comenzamos el mes de octubre, mes misionero y recibimos en nuestro programa a José María Calderón Subdirector de Obras Misionales Pontificias y a Clara Rey, misionera seglar.