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El yacimiento de La Garma, en Omoño (Ribamontán al Monte, Cantabria), es una de esas “burbujas”, gracias a que sus suelos plagados de restos prehistóricos –huesos, sílex, carbones, lapas, objetos artísticos…- quedaron taponados por un derrumbe y no fueron encontrados hasta 1995. Contiene una de las mejores secuencias arqueológicas de Europa, y la única tumba mesolítica de Cantabria
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