Lunes a viernes a las 17.15 horas
Lunes a viernes a las 17.15 horas
-Me he leído el expediente de Saturnino.
Cuando la secuestraron trabajaba cerca del parque de las Cruces.
-¿Y si currases en la mensajería Velasco?
-¿Lo has hablado con Eva?
-Ese día, el 4, le realizaron unas pruebas.
Es imposible que Saturnino secuestrara a Blanca.
¿Qué estás mirando?
-Lo he matado.
(Música emocionante)
-Toma, te sentará bien.
-No quiero tomar nada.
-Paula, lo que acaba de pasar no es culpa tuya. ¿Lo sabes?
Y se la he quitado a otra persona.
-Ha sido un momento de muchísima tensión.
Tu tío ha estado a punto de morir.
-Pero hubiese preferido que todo acabara en un juicio.
-Paula, ya me han contado. ¿Cómo estás?
-Intentando asimilar lo que ha pasado.
-Lo siento mucho.
Ese desgraciado se escapó por mi culpa. Me engañó.
Me dijo que le dolía la cabeza, fui a darle su medicina
y la que he liado.
¿A ti te ha visto un médico? -Sí, los de la ambulancia.
-¿Te han hecho una radiografía? ¿Tienes un parte de lesiones?
-No, tengo que ir al ambulatorio. Pero quería ver a Paula.
-Tranquilo, que yo estoy bien. Ve a que te vea un médico.
-Venga, yo te acompaño. -Gracias. Hasta luego.
No. De verdad, no me apetece.
Gracias.
Todavía me tiemblan las piernas.
¿Y por qué me siento tan mal?
Yo no quería matarle, pero quería salvarte a ti.
¡Ay!
-A las 12:00 entra una familia y no quiero hacerles esperar.
-Sin problemas, don Joaquín.
-Buenos días. -Buenos días, Joaquín.
-¿Esperas algo, Berta? -No, perdón.
-¿Puedo ayudarte? ¿Algún problema con la habitación?
-No, pero estaba a punto de llamar para pedir unas toallas limpias.
-Le digo a Berta que te suba unas toallas.
-Espera. ¿Te importa entrar un momento?
No voy a seducirte, Joaquín.
-Bueno.
-Joaquín, no soy tan tonta como para no ver
que tienes algún problema conmigo.
-No sé por qué dices eso.
-¿Por qué ignoraste la nota que te dejé en recepción?
Puede que la recepcionista no te la diera, pero lo dudo.
-Sí, recibí tu mensaje.
-Te lo dejé al volver del "pub" donde habíamos quedado.
Te habría esperado, pero el dueño se estaba poniendo pesado.
-Quintero suele ser bastante profesional.
-Lo que quiero saber es por qué no viniste a mi habitación
si recibiste mi mensaje.
-Me surgió un asunto a última hora.
-Me plantaste, Joaquín.
Somos mayorcitos. No vamos a andarnos con tonterías.
Creí que te gustaba.
No quiero que parezca que te pido explicaciones
ni que volvamos a quedar si no te apetece.
-De eso estoy seguro.
-¿Entonces?
-Mira, Lucía...
Anoche me enteré de unas cosas sobre ti.
-¿Qué cosas? Habla claro.
-He sabido que estuviste en la cárcel.
-Ya. ¿Y tienes algún problema con eso?
-No. Quién soy yo para juzgar a nadie.
-Gracias.
-A ver, yo tengo dos exmujeres, dos hijos,
y una vida suficientemente complicada.
-Y crees que te la complicaría más salir con una expresidiaria.
-Prefiero dejar las cosas donde están.
No te ofendas... -No me ofendo. ¿Por qué?
Estoy decepcionada, nada más. Pensé que tenías más personalidad.
No parecías un hombre que se arrugara fácilmente.
-Menos mal que no te ibas a ofender.
-No, agradezco tu sinceridad.
De todos modos, podrías ahorrarte contarme tus desastres familiares.
-Eso es verdad.
-Bastante tengo yo con lo mío.
Bueno, si no te importa, tengo que prepararme.
Tengo una cita y no quiero que se me vaya al carajo.
-Claro.
Suerte con tu cita y con tu vida en general.
-Gracias.
¡Imbécil!
(RESUELLA POR EL EJERCICIO)
(RESPIRA ANGUSTIADA)
-"Si no te apartas, te juro que le vuelo la cabeza.
¿Qué estás mirando?
(GIME)
-Lo he matado.
¿Paula?
Eh, cielo. ¿Cómo estás?
¿Qué tal has dormido?
-Pues poco y mal.
He revivido...
cuando disparo al Vigilante como unas mil veces.
Como ver una película en bucle.
-Es que encajar algo así cuesta, Paula.
Pero estas cosas pueden pasar en nuestro curro.
Vamos a preparar el desayuno.
-No paro de pensar en que podría haber hecho otra cosa,
que quizás podría no haberle disparado.
-Paula, hiciste lo que tenías que hacer.
No podías dejar que dispararan a tu tío.
-Mira, Paula, yo estoy muy orgullosa de ti.
Y muy agradecida.
Nos salvaste la vida.
Seguro que el Vigilante habría matado a todo el mundo.
-Sé que hice lo correcto, que tenía que dispararle,
pero me hubiese gustado no hacerlo.
-Ya.
Me sabe fatal que nos tengamos que ir y dejarte sola.
-Sí, a mí también.
-¿Y si venimos a mediodía y comemos contigo
y así se te hace menos cuesta arriba?
-No, no os preocupéis.
Probablemente me venga bien estar sola.
Así termino de asimilar lo que ha pasado.
(Timbre)
Comisario, ¿ocurre algo?
-Comisario. Nada, nosotras acabamos de desayunar en La Parra.
-Claro, sí.
-Si necesitas algo, nos llamas. -Gracias.
-Buenos días, comisario.
No tendría que haberle contado nada.
Ayer cuando volví a casa.
No podía dormir y la llamé para contarle todo.
Me dijo que se iba a comprar un billete para venir a Madrid.
Al final la convencí para que no lo hiciera.
(ASIENTE)
-¿Estás aquí? Llevaba un rato buscándote.
¿Sigues dándole vueltas?
¿Por ejemplo?
Prefiero quedarme con lo que ya tenemos claro.
Poco a poco, todavía no hemos acabado.
Falta el informe de Científica sobre el zulo en el que estabas.
Y he pedido un nuevo registro para la casa.
No me quiero resignar a no saber nada.
Estoy seguro de que tenía un escondite que no localizamos.
No, pero lo hará.
He pedido colaboración
con el grupo de intervenciones técnicas.
Son los que mejor hacen las inspecciones.
Utilizan unas cámaras con visión a tiempo real
que no son más grandes que un garbanzo.
Quiero pasarme para ver si encuentro la placa de Gamarra.
Sé que el reglamento nos obliga, pero pienso en la familia.
Por eso creo que está escondida allí.
Debe de haber algún escondite que no hemos localizado.
No. Podría ser muy traumático para ti.
A fin de cuentas, has estado a punto de morir allí.
No, claro que no. Perdona.
Pero lo he arreglado con Aguirre, está muy implicada.
Y aquí hay trabajo, tenemos que repartirnos la tarea.
Espero que lo entiendas. También es difícil para mí.
Y no te puedes imaginar lo que duele.
Tenemos que cerrar esta etapa.
(Móvil)
Es el juzgado. Debe de ser por el registro.
Salgado al habla.
Sí, sí... He solicitado el registro...
Estoy intentando que no me afecte, pero cuesta.
No paro de decirme que no fue culpa mía,
pero no es fácil aceptarlo como si no hubiese pasado nada.
¿Van a abrir una investigación por la muerte de Lucas?
Lo sé, pero una cosa es saberlo y otra que te pase a ti.
Me pone nerviosa ese interrogatorio.
Lo sé, pero lo que me preocupa son los periódicos.
Seguro que piensan que nos hemos tomado la justicia por nuestra mano.
Huele mal que uno de nosotros haya matado a la persona
que mató a muchos compañeros.
Encima, estando detenido en la comisaría.
Pensarán que ha sido venganza.
¿No se darán más detalles?
Pues gracias, me quedo mucho más tranquila.
No, vete que tendrás mucho que hacer.
Yo iré a correr, a hacer deporte.
Seguro que lo veré todo con más optimismo.
Gracias.
(RESOPLA)
-¿Entonces no te importa que ponga el anuncio?
-Claro que no, ponlo.
-Es que cuando te lo enseñé pusiste cara rara y no sabía.
-No, que me extrañó. Pensaba que no querías compartir piso.
-Es que no quiero, pero no me queda de otra.
Supone ahorrarme la mitad del alquiler, que es bastante.
-Claro, para ti y para cualquiera. -La verdad que sí.
Puse un anuncio en internet,
pero me ha llamado uno que otro que no me ha convencido.
-¿Y eso?
-Uno me dijo que si tenía problema con convivir con animales exóticos.
-No es un gato ni un perro. -No, para nada.
Le dije: "¿Qué tipo de animales exóticos?".
No me quiso decir. Me puse en lo peor: serpientes, arañas...
-Un hijo adolescente. -¡Un hijo adolescente!
Un mono, por ejemplo.
Entonces creo que voy a pasar.
-Tú hazle la entrevista a todos.
Como si fuera una entrevista de trabajo: preguntar todo.
Hasta si se levantan a media noche a ir al baño.
-Eso es. Cartilla de vacunación. -Todo.
-Bueno, voy a poner esto.
Gracias, María.
-¡Hola! María, ponme otro café para llevar.
-Ahora mismo. Qué bien que hayáis encontrado
al tipo que se llevó a esa niña.
-Sí, hemos tenido suerte, hemos sido rápidos.
Si no, no sé qué hubiera hecho si le llega a pasar algo.
-Sí. Cuando le hacen una cosa así a un crío pequeño es que...
-¿Habláis de la niña desaparecida?
-Sí, ¿qué te pongo? -Un café.
Oye, ¿y la habéis encontrado? -Sí.
Y también hemos encontrado al desgraciado que la secuestró.
-No sabes lo que me alegra.
-Anda que yo...
¿Cómo estás?
Supongo que te habrá removido cosas por dentro
por lo de tu hermana.
-Aquí tenéis, chicas. -Gracias.
Sí que me ha removido. Más de lo que me esperaba.
Llegué a estar convencida de que era el mismo que secuestró a mi hermana.
Me volví un poquito loca.
Pero luego no, tenía coartada. Y mejor, ¿eh?
Porque no sé qué le hubiera hecho.
-Se te habrán pasado cosas horribles por la mente.
-No he podido ni dormir.
-¿Y cómo estás ahora? -Mejor.
Me alivia pensar que ese tío no tiene nada que ver.
Después de tantos años,
lo más probable es que mi hermana estuviera muerta.
De esta manera, todavía tengo la esperanza de encontrarla.
Lo que pasa es que hay días de bajón, pero es normal.
¿Qué te voy a contar?
-Oye, si vuelves a tener un día malo, llámame.
Sabes que me puedes llamar.
-Gracias.
Pero, Hanna, lo nuestro todavía está muy reciente.
Yo creo que seremos amigas, pero necesito un poco más de tiempo.
-Sí, claro, no te preocupes.
-Además, tengo a mis compañeros,
que están volcados conmigo en esa historia.
-Sí, salta a la vista lo bien que te llevas
con Néstor y con Nacha.
-Sí, son buena gente.
Me voy a comisaría. Que vaya bien.
-Chao, Lidia.
-Y luego, cuando nos llega un paquete... Hola, Lucio...
Aquí metemos el código
y lo designa en función de llegada, reparto o destino.
Parece más difícil de lo que es.
-Vale. -¿Ves? Aquí.
-Hola. -Hola, buenos días.
-¿Qué hacéis?
-Le explico cómo funciona el programa de la mensajería.
-¿Y eso?
-Fichaje nuevo. ¿Qué te parece?
-Quería comentarte un par de cosas. ¿Te importa dejarnos a solas?
-Sí, claro.
Me voy a dar un paseo.
Estaré en La Parra para comer. Si quieres, nos vemos allí.
-Sí, como contigo. Yo te aviso.
-Hasta luego. -Chao.
(FALSA) -Chao.
Esto te ha parecido una idea fenomenal.
-Sí, porque Lu necesita una ayuda
y que nos echen una mano no nos viene mal.
-¿Consultármelo a mí qué tal?
-Hubiera estado bien, pero ayer llegué tarde
y esta mañana no estabas en casa y he pensado:
"Si Eva no me consulta las cosas a mí,
tampoco se las consultaré a ella".
-¿Sabes qué pasa? Que la jefa aquí soy yo.
Aquí no se mueve un folio sin que yo lo diga.
-Relájate, que no es tan grave.
-¿No te parece grave explicarle a una extraña cómo va el negocio?
-Dos cosas: no es una extraña y, evidentemente,
no le he contado nada del negocio de las armas.
-Pues una de dos:
o te crees que ella es idiota o que lo soy yo.
Sabe a qué nos dedicamos, era la novia de papá...
¿Tú no ves que es peligroso tenerla aquí?
-¿Peligroso por qué?
-Porque estamos en un momento delicadísimo.
-¿Y yo cómo lo voy a saber, si nunca me cuentas nada?
-Igual la peligrosa eres tú si no te estás enterando.
Acabamos de asociarnos con Quintero.
Él observa cada movimiento, necesitamos un nuevo proveedor,
tenemos que ser discretas.
-Tú te asocias con el imbécil de Quintero sin decirme nada
y yo no puedo contratar a Lu sin consultártelo.
-Pues, como ya te lo he explicado, explicado está.
Aquí mando yo, lo siento.
-No, el que mandaba era papá. Y él hubiese contratado a Lu.
Porque es una persona de confianza.
-Pero papá está muerto y he dicho que no.
-Vale, Eva, escúchame.
Estos años Lu lo ha pasado muy mal y tiene artrosis.
Tiene las dos manos reventadas, un poco de empatía.
-Que se cuide, que vaya al médico. No somos una ONG.
-¡Te lo pido por favor!
-¿El último fichaje que propusiste qué tal fue?
-Qué feo y qué sucio que saques a Bruno ahora.
-Sí, claro, uno sabe que estás cosas pueden pasar.
Y, si llega el momento, lógicamente no hay que dudar,
pero cuando te pasa tiene que ser horrible.
Pobre Paula.
-Da igual que te hayas preparado para esa situación.
Una cosa es pensarlo y otra hacerlo.
-Pero no creo que nadie llore la muerte de Lucas.
Igual que nadie lloraría si le pasara algo a Saturnino.
El mundo está mejor sin esa gentuza.
-A Paula le irían bien unas sesiones con el psicólogo.
Sería una ayuda tras una situación tan traumática.
-¿Hablas de Paula o de mí por lo que pasó en el calabozo?
-No hablaba de ti, pero viendo tu reacción
a lo mejor te vendría bien también a ti.
-Néstor, he sobrevivido estos años sin ayuda psicológica.
Es normal que algo relacionado con mi hermana
me saque de mis casillas.
Pero, si me afecta en mi trabajo, yo busco ayuda.
-Uno mismo no es el más indicado para ver las cosas que le afectan.
Que sean buenas noticias.
¿Por qué? Ha salido todo bien.
-¿No saben que hemos rescatado a Greta?
Que susto me ha dado con las bromas.
Y has creído que una de tus bromitas nos pondría los pies en la tierra.
¿El qué?
(LIDIA) Es un dibujo de Greta.
Qué mona. Nos ha dibujado bien. A ti te ha hecho más joven.
-Y a ti más alta. Debes de haberle impresionado.
Me alegro. Sobre todo, por Greta.
Ojalá no hicieran falta cosas así para que los padres
no usen a sus hijos en sus guerras particulares.
Yo también te quiero, compañera.
-Ya está aquí.
-Ya estoy aquí. -¿Pedimos o quieres tomar algo?
-Como quieras. ¿Qué tenéis hoy?
-Hoy tenemos varias cositas en el menú.
Si queréis, os lo dejo, lo miráis y me decís.
-Vale, por mí, guay.
-A ver, te he comprado un detallito.
Gracias, Dani. -¿Para mí?
-Es una pelota de rehabilitación.
Para que hagas ejercicios con las manos.
Me han dicho en la farmacia que relaja mucho la musculatura.
-¡Me encanta!
-Qué bien. -De hecho, tengo una igual.
-Vaya por Dios. -Pero esta me gusta más.
De ahora en adelante solo usaré esta.
-¿Y qué ha pasado con Joaquín, el director del hotel?
-Pinta mal la cosa.
-¿Y eso por qué?
-Parece que alguien le ha dicho que estuve en la cárcel
y no quiere salir con una expresidiaria.
Ya ves tú, con el morbo que tenemos. -Ya...
Qué cobarde, también te digo.
Jo, pues ya lo siento. -Más lo siento yo.
La verdad es que me gustaba Joaquín.
Pero qué le vamos a hacer.
-Y me quería disculpar por lo ocurrido con mi hermana.
Ya la conoces, Miss Simpatía. -Tranquila, conozco a Eva.
Y la cárcel te vuelve sensible a las señales malrolleras.
No quiere que trabaje con vosotras. ¿Es eso?
-Y, si no quiere, no puedo hacer nada.
-Bueno, lo has intentado y eso es lo que cuenta.
Te lo agradezco igual.
Yo sabía que iba a decir que no. Nunca le caí demasiado bien.
No aceptó que estuviera con tu padre y no me lo perdona.
-No es contigo, es con todo el mundo.
Con mi ex era exactamente igual.
-Ya, me contaste. -Es que es muy dominante.
Lo quiere controlar todo, y más si es de la familia.
Hablaré con ella y te conseguiré el curro.
-No, lo que no puede ser, no puede ser. Me buscaré la vida.
-Lu, ¿seguro? -He salido de la cárcel.
No me voy a hundir por esto. ¿Vale?
Oye, gracias por la pelota. Ha sido un detalle.
-Habría sido mejor el curro en la mensajería.
-No dejemos que tu hermana nos amargue la comida. ¿Pedimos?
-Sí, por favor.
-De primero: ensalada, arroz a banda, sopa castellana.
¿Quería vernos, comisario?
Sí, en Jefatura están contentos con nosotros.
¿Perdón?
¿Cómo?
Debí informarle. Fue un error por mi parte.
No, a mí no me controla nadie.
Yo soy la única responsable.
Es verdad que bajé a los calabozos,
es verdad que no debí perder los nervios.
Pero que me denuncie por abuso de autoridad me parece excesivo.
Pues Merinero que monte una panadería.
Asumiré las consecuencias.
Señor... -Yo me ocuparé, comisario.
Acompañaré a la oficial a disculparse con Saturnino.
Y ella lo hará porque está muy arrepentida
y porque sabe que disculparse es lo correcto.
¿Verdad, Alonso?
Venimos a ver al detenido.
-Perdonad, ¿lo sabe el comisario? No quiero líos.
-Sí, estamos cumpliendo órdenes. -Muy bien.
Adelante.
-Ya era hora, carajo.
Vamos, que tengo muchas cosas que contarle al juez.
-Aún no te vas al juzgado.
Solo venimos para aclarar las cosas contigo.
-No me dejéis a solas con esta, que se pone muy agresiva
con lo de su hermanita. Ya visteis que estoy limpio
y que no tuve nada que ver con eso.
-Tranquilo, eso está olvidado.
Venimos por la denuncia que has puesto
por supuesto abuso de autoridad.
-De supuesto, nada.
La he denunciado porque estoy en mi derecho.
-Así es.
Pero la oficial Alonso tiene algo que decirte.
Vamos, Lidia, acabemos con esto cuanto antes.
-Tómese su tiempo, señorita.
Yo no tengo ninguna prisa.
-Pues el otro día estaba un poquito alterada
y mi comportamiento
no era el adecuado para una oficial de policía.
-Muy bien.
Muy bien. ¿Y qué más?
-Es que no había terminado todavía.
Pero la verdad es que los engendros como tú
no merecéis ningún tipo de respeto,
así que no me arrepiento de lo que dije ni de cómo lo dije.
Puede que no hayas secuestrado a mi hermana,
pero eres igual de despreciable que el que lo hizo.
No me disculparé.
-¿Te has vuelto loca? -Eres un monstruo
que disfruta haciendo daño a los niños, los más vulnerables.
Y me das asco y rabia, y ojalá te pudras en la cárcel.
-¡Ya basta! -Néstor, no puedo.
No puedo pedirle disculpas a este animal.
Sin faltar al respeto a los animales.
No espero que lo entiendas, es mi decisión.
Soy así, no cambiaré. Tú haz lo que tengas que hacer,
yo asumo las consecuencias. Tú no eres el responsable.
Nos vemos en los juzgados, cerdo.
-Dijiste que lo de tu hermana no interferiría en tu trabajo.
-Pues te mentí.
-Ojo con su compañera, agente, que no es de fiar.
-Cállate.
-Yo lo digo por su bien, pero ya me callo.
Sí, ya me callo.
-Ya veremos lo que dice el juez sobre tu denuncia.
-¿Qué va a decir? Que tengo razón.
Además, ahora es usted testigo.
Espero que no me falle y cuente todo lo que acaba de ocurrir aquí.
-¡Eva!
Qué bueno encontrarte. Precisamente iba a la mensajería
para hablar contigo.
-Mejor en un sitio más discreto, ¿no?
-No es un asunto de negocios, pero podría serlo.
-¿Adivinanza? No estoy "pa" esto, de verdad.
-Quería hablarte de tu hermana.
Últimamente no se está rodeando de muy buenas compañías, ¿no crees?
-¿De qué me hablas?
-Lucía Filguero. Sabes quién es, ¿no?
-¿De qué conoces a Lucía? -De nada.
Pero es un barrio muy pequeño y todo el mundo se conoce.
Sobre todo alguien como yo siempre sabe de qué cojea
cualquiera que pase por aquí.
-¿Y qué te preocupa?
-Esa mujer se presentó con tu hermana en mi local
y le dio por intentar robar una cartera.
Tu hermana la vio y la obligó a devolverla,
pero yo también lo vi.
Así que me acerqué y le pedí que saliese de mi local
y que no volviese por allí.
Cosa que tú también deberías hacer, mantenerla lejos de la mensajería.
Solo nos traerá problemas.
-Está controlado, no te preocupes.
-No sé qué decirte.
Esa mujer es un imán para la policía
y solo nos traerá problemas.
Pero tu hermana no se separa de ella en ningún momento.
-Fernando, este es un tema personal.
No te metas.
-Si me meto es por eso, Eva.
Lo que hagáis con vuestra vida a mí me da igual,
pero si es algo que me puede salpicar a mí,
entonces se convierte en personal.
-Pues no tienes que preocuparte, porque Lucía se va enseguida.
Está de visita. -Eso mismo me dijo tu hermana.
Pero no se separa de ella en ningún momento.
Y no creo que a tu hermana le convenga ahora mismo
tener tantas relaciones
o dejarse ver con una persona que acaba de salir de la cárcel.
-¿Qué pasa?
Da la sensación de que no tenías ni idea de lo que te he dicho.
-Te digo que está "hablao", se lo he dicho a mi hermana.
Está todo bajo control, confía en mí.
-¿En serio puedo confiar en ti?
-Pues más te vale aprender
límites fundamentales para las relaciones.
Tú a lo tuyo, el transporte; y yo a lo mío.
Eres mi socio. No mi jefe ni mi colega.
-Ni pretendo serlo.
-Pero, como bien dices, soy tu socio.
Cualquier cosa que te afecte a ti o al negocio,
también me afecta a mí.
Así que empieza a tomar cartas en el asunto.
-No me puedo creer que no vayamos a encontrar nada.
-Aún hay tiempo.
Además, a estas cámaras no se les escapa ni un detalle.
-Sí, confiemos en la tecnología.
-No quiero ser indiscreta, pero se rumorea por ahí
que después de este caso usted se marcha.
-Las noticias vuelan. -O sea, que es verdad.
-Sí, mi trabajo en Distrito Sur ha terminado.
Me están buscando otro destino.
-Será difícil encontrar otro destino como Distrito Sur.
Y yo he estado en Donosti, que es un bombón.
-Y que lo digas.
-Pero yo decidí regresar aquí
porque este barrio es todo para mí.
Aquí están mis compañeros, mi trabajo, que es lo que me gusta.
Es mi segunda casa. Aquí estoy muy vinculada.
-A mí me ha costado crear vínculos aquí.
Las circunstancias de mi llegada no ayudaron:
fui el villano que vino a cuestionarlo todo.
-Quizás al principio. Incluso a mí me causó esa impresión.
Pero hemos aprendido a cogerle cariño y respeto.
-Supongo que no echaré tanto de menos Distrito Sur como tú.
Pero me adaptaré pronto a mi nuevo destino.
-Así se lo deseo.
Pero es una pena que no haya podido compartir más con usted.
Me gusta aprender de los veteranos.
-De los viejos, quieres decir. -No, esa palabra suena fea.
No, veteranos, con experiencia.
Yo, por ejemplo, aprendí muchísimo con Elías.
-¡Hombre!
-Y tengo que decirle que a mí me ha sorprendido,
porque yo al principio tenía un concepto
como el típico policía cerrado y testarudo. Perdone.
Ahora creo que es usted un gran ser humano
y un policía ejemplar. -Vaya, gracias.
Tú también eres una policía de primera.
Y seguro que harás una buena carrera en el cuerpo.
Mi intuición no me suele fallar.
-Bueno, gracias. -Volvamos a esto.
¡Claro que me importa!
Él me adiestró y me enseñó a disparar.
Pero nuestra relación acaba ahí. Él no sabía nada".
¿Qué sabes de ese hombre?
Te creía más lista, inspectora".
Gracias, agente. Siento haberle hecho venir para nada.
-Hasta luego, compañero.
Jefe, hay que firmarle a Montse los papeles del juzgado.
-Claro.
Gracias, Montse.
¿Acompañas a la secretaria judicial hasta su coche?
-Claro. ¿Le espero fuera?
-Sí, pero quiero echar un último vistazo.
Es raro que no haya aparecido nada ni aquí ni en el zulo.
Y la placa de Gamarra tendría que aparecer.
-Bueno, le espero en el coche. -De acuerdo.
(Música inquietante)
(Notificación de móvil)
(Notificación de móvil)
Mabel, he visto tu mensaje.
Yo también quiero hablar contigo. Tengo cosas que contarte.
Pronto habrá cambios importantes en mi vida.
(Móvil)
¿Quién eres tú? ¿El instructor de Lucas?
Ya era hora de que aparecieras.
(NACHA) -¡Quieto!
-¡No! ¡No!
Aguirre... Aguirre...
(GEMIDO DE SALGADO)
(Sirena)
(Música emocionante)
-Perder a una hermana con solo siete años
es lo peor que me ha pasado en la vida.
Y no sabes lo frustrante que es no tener ni una pista del secuestro.
Sí, o compañero. Es que mi hermano se independizó.
-¿Cómo están Salgado y Nacha?
¿Y cuándo se queda libre? Porque por mí, cuanto antes.
-Bueno, tengo algunas personas esperando,
así que ahora me tocará decidir.
-Gracias por avisarme. Te lo agradezco de corazón.
Y gracias por acompañarle.
-He llamado a los contactos de la ruta del sur
para decirles que desde ahora, en vez de distribuir drogas,
lo que transportaremos son armas. -¿Algún problema?
-¿Es verdad que Ramiro Infante está vivo?
Ya. Porque si se entera irá a por mí.
En eso estamos de acuerdo.
-Necesito un trabajo. Y hay una manera de conseguirlo.
A lo mejor Beatriz no está al tanto de algunos detalles interesantes
sobre su vida,
su infancia...
Podría contarle cosas...
muy curiosas, que le ayudasen a recordar.
Cuando el caso del Vigilante está a punto de cerrarse, Miralles y Bremón descubren la identidad del misterioso instructor de Lucas y se dan cuenta de que la pesadilla no ha terminado. Ajenos a ello, Salgado y Nacha acuden a la casa abandonada de Lucas para hacer un último registro.