Lunes a viernes a las 17.15 horas
Lunes a viernes a las 17.15 horas
Hace falta dominar muy bien el borrado al ácido.
(JOAQUÍN) -Menos mal que lo tenías controlado.
-¿Un tío que organiza citas con prostitutas
y timbas en su hotel amenazando con denunciarme a mí?
-Recuerdo que me había llamado por un caso de unos alumnos
en su instituto que se estaban peleando.
-Son peleas organizadas.
-¿Estás teniendo problemas de verdad?
¿Alguien te intenta pegar? -Ya estamos.
-Ojalá te hubiera conocido antes como te conozco ahora.
(Música emocionante)
Ay, menuda paliza me has dado, guapa.
-Bueno, bueno, exagerada. Tampoco ha sido para tanto, hombre.
-¿No ha sido para tanto? Si casi me da un parraque.
-¿Quieres agua? -Sí, por favor, estoy deshidratada.
-Oye, ¿tú sabes quién era el tipo ese
que estaba con Salgado y Bremón el otro día?
-Ni idea. No me enteré de nada, estuve el día liada
con lo de los chavales del instituto y las peleas.
Buenos días, dormilona.
-¿Hoy también habéis salido a correr?
-Si no lo hacemos ahora, luego estamos reventadas.
-Oye, pregúntale a Paula, igual sabe quién es el tipo este.
-¿De quién habláis?
-El que estaba reunido con tu tío y Salgado, ¿quién era?
-El inspector Francisco Moya, me lo presentó mi tío rápidamente.
-Y ¿de dónde viene?
-De la Comisaría General de Información.
Es un experto en el tráfico de armas.
-Quizá está siguiendo el rastro de las armas del atraco
a la Red Star. -Pues me imagino que sí,
pero no lo sé con seguridad.
-Voy a la ducha. -Tú siempre la primera, ¿eh?
-¿Quieres que hagamos una carrera? -No.
Cualquiera le dice algo a esta.
-Anda, ¿tú qué tal con Iván? -Mal.
Fatal. Después de la cita fallida
para ir a ver al monologuista, Freddy Funesto,
no hemos vuelto a quedar. -¿Por qué no le propones otro plan?
-Ahora no creo yo que sea el mejor momento.
-¿Por? -Porque ayer tuvimos un encontronazo.
No sé, últimamente hay mucha tensión entre nosotros.
Estamos muy susceptibles y no sé por qué.
No, sí. Sí sé por qué, en realidad.
-A ver, venga. Cuéntame.
-Su ex. Ha aparecido en escena, así de repente.
Ainhoa, la chica que vino a la comisaría,
la orientadora del instituto, esa.
-Pues ya es casualidad, ¿no? -Ya, yo cuando me enteré
de que Iván y ella habían estado juntos flipé.
-Pero, a ver, Lara, por algo lo dejarían.
-Es que ese es el problema,
que lo dejaron después del atropello de Iván.
Él cortó de manera radical porque no quería amargarle la vida.
-Y te estás rayando por si retoman su relación, ¿verdad?
-Sí, porque tienen muchísima complicidad.
Están todo el día hablando de motos.
-A ti también te gustan las motos. -¡Qué me van a gustar!
Yo, después del accidente, les cogí miedo y odio.
Casi más odio que ver a Iván en su encuentro amoroso con la ex.
-No te rayes que seguro que son imaginaciones tuyas, ¿eh?
-Que no, que esos dos no han pasado página.
Que están a punto de liarse, fijo.
Bueno, si no lo han hecho ya.
Ayer quedaron para enseñarle la nueva moto Ainhoa a Iván.
Y a saber lo que pasó después.
-Te propongo un plan. ¿Vamos esta noche al cine
y así te olvidas y dejas de pensar en esto?
-No sé si me va a apetecer, pero...
pero gracias por querer mantenerme entretenida.
-Venga, anímate, tonta.
(Puerta)
¿Sí?
-Buenos días, doctor. -Hola, pasa. Siéntate.
-Guillermo Marín. ¿No es así? -Sí.
-¿No vienen tus padres? -Es que están trabajando.
No podían acompañarme. -Siéntate.
Cuéntame, ¿qué te pasa?
-Nada grave, que ayer me resbalé y me duele un poco el costado.
-Ve a la camilla, descúbrete de la cintura para arriba.
Te duele, ¿no? -Solo un poco.
-Bueno.
¿Cómo te hiciste eso? Seguro que fue con uno de esos patinetes
que están tan de moda, ¿no? ¿Te caíste?
-Qué va. Me resbalé en las escaleras del insti.
-¿Los profesores no hicieron nada? ¿No llamaron a Urgencias?
-No, es que no se dio cuenta ninguno.
Es de estos típicos que te caes y te levantas.
Y ya está, sigues andando.
-¿Tanta prisa tenías por ir al recreo?
-No, si fue en un cambio de clase.
-Ya, mala suerte.
-Sí, la verdad.
-¿Qué tal los estudios? ¿Cómo van?
-Bueno, bien. Suelo sacar buenas notas,
pero no entiendo a qué viene esa pregunta.
-No te pongas a la defensiva, es simple curiosidad.
-¿Va a recetarme algo para el dolor? -Sí, antinflamatorios.
Toma, vete a hacerte una placa, por si tienes alguna fisura.
Te voy a ser sincero.
Eso no te lo has hecho con una caída,
da la impresión de que ha sido una paliza.
-¿Qué dice?
¿De dónde se saca esa teoría?
-Estoy cansado de ver casos de heridas que no son compatibles
con una caída y los pacientes suelen decir que han resbalado
y caído por una escalera, pero no suele ser así.
¿Quién te lo ha hecho? -Nadie.
Para escuchar más tonterías, mejor me largo.
-Guille, cálmate, solo te quiero ayudar.
-No lo parece. Paso de hacerme la radiografía.
-Tienes que hacértela, es muy importante, en serio.
-Si tuviera algo roto, me dolería mucho más.
-Te duele mucho más de lo que dices. Toma.
Si tienes alguna fisura, se puede complicar.
-Está bien. Me haré la radiografía.
Pero solo si deja de agobiarme. -No te pienso decir nada más.
Habla con la enfermera, que te lleve a hacer la placa
y cuando tengas el resultado, vienes por aquí.
Lara. Antonio, sí.
Estoy en la consulta, necesito verte urgentemente.
Madre mía, qué cara de sueño que traes.
¿Un té por vía intravenosa con leche?
Oye, antes de que se me olvide.
Te tienes que llevar dos boletos para la rifa.
La que organiza Paty para recaudar fondos
para del centro social de La Pajarera.
¿Quieres que te ponga alguna cosica para comer?
¿Y eso? Me extraña a mí tu falta de apetito.
Que tengas sueño es normal, va contigo,
pero tú te sueles alimentar bien. ¿Qué te pasa?
(SALGADO) -María.
Buenos días, Claudia.
-Te presento al inspector Francisco Moya,
de la Comisaría General de Información.
Claudia Miralles, te he hablado de ella.
-Sí, muy bien, por cierto. Te pone por las nubes.
Para nada, solo he dicho la verdad, que eres una excelente profesional
y mejor compañera.
-¿Pongo algo por aquí? -Un café doble, por favor.
-Para mí uno solo. -Muy bien.
-Curro está investigando quién le pasó las armas
a los hermanos Vinuesa
para el asalto a la Red Star.
Así es. Y bandas latinas, atracadores, narcos, etcétera.
Te tomo la palabra porque Salgado dice que llevas media vida
en Distrito Sur.
Gracias. -Gracias.
-Has tenido suerte. No hay ninguna fisura.
-¿Lo que me ha recetado me hará efecto pronto?
-En un par de días notarás la diferencia.
Estarás mucho mejor.
(Puerta)
Adelante.
Hola, Antonio. ¿Cómo estás? -Te estaba esperando.
-¿Qué hace aquí una poli?
-Es mi obligación avisarla, lo siento.
Ella te va a contar mejor que yo en qué te puede ayudar.
-Solo quiero hablar contigo.
-¿De qué? Si yo nunca me he metido en ningún lío.
-Ya.
Mira, hay compañeros en tu instituto que están organizando peleas.
¿Tú sabes algo de ese tema? -Ni idea.
Primera noticia.
-Yo solo quiero ayudarte a ti y a gente que está
en tu misma situación.
¿Te has metido alguna vez en esas peleas?
-Para nada, si yo... como ya le he dicho,
me resbalé por las escaleras en un cambio de clase.
-Ya. ¿Sabes lo que pasa?
Que Antonio no cree que te hayas resbalado.
Verás, el doctor y yo solo queremos ayudarte,
no vamos a echarte la bronca.
Confía en nosotros, de verdad, dinos qué ha pasado.
-Está bien.
Se me ocurre que los moratones sean por otra cosa.
Hace un par de días me apunté a defensa personal,
quizá en alguna clase me he llevado algún golpe sin darme cuenta.
-Bueno, y ¿dónde dices que vas a esas clases?
-Al centro cívico. ¿Me puedo ir ya?
Es que tengo clase.
-Sí, sí. -Vale.
-Guille, te voy a dar mi número, por si te apetece hablar
o contarme algo.
-Tú tampoco le has creído, ¿no? -Ni una palabra.
Y, además, es que se le veía atemorizado.
Por eso tampoco he querido meterle demasiada presión.
-¿Qué vas a hacer? ¿Hablar con sus padres?
-No, primero voy a hablar con la orientadora del instituto
y me voy a acercar al centro cívico para preguntarle al profesor
de defensa personal, a ver qué me dice.
-Me tienes para lo que haga falta.
-De momento te pediría que redactaras
un parte de lesiones de Guille para incluirlo en el informe
para la fiscalía de menores.
-Lo imprimo, lo firmo y que te lo lleve el conserje
a comisaría.
(Móvil)
Ah, vale. Me tengo que ir, Antonio.
Muchas gracias por todo, ¿eh? -A ti.
Tenme al tanto. -Sí, me voy pitando. Hasta luego.
-Entonces tu marido es el doctor...
Eso. Por lo que tengo entendido,
trabaja también por aquí, por el barrio, ¿no?
La inspectora Gómez, de Distrito 2. Me dijo que había colaborado contigo
en un asunto de narcotraficantes. Ella fue la que me habló
de ti y de tu marido.
Por un lado o por otro, solo hablan maravillas de ti.
Bueno, Salgado dice que eres la número uno.
-Claudia, igual te estamos entreteniendo.
El té y los dos boletos son cinco euros, te sobran cinco.
-Muchas gracias. -Gracias.
-Nosotros también deberíamos ir tirando, ¿no?
-¿Perdona?
-Que si nos vamos para comisaría.
Sí, sí. Claro.
-María. -Hasta luego.
-Ya estoy aquí, jefe. Acabo de ver el mensaje, disculpe.
-Siéntate, hombre. ¿Quieres tomar algo?
-Son las 12:00.
-No va a ser todo trabajar, hombre. Aunque sea un chupito.
-¿Me lo va a descontar o este viene de parte de la casa?
Lo digo por saber. -Ya veremos.
Bueno, a ver, cuéntame. ¿Cómo van las cosas por casa?
Tu hermana parece que estaba contenta ayer, ¿no?
-Sí, la verdad gracias al adelanto que usted nos dio,
ya nos podemos ir olvidando del juicio ese.
-Me alegro, Daniela es una buena chica.
Si os ayudáis mutuamente, los dos saldréis ganando, ¿no?
Y por eso quería hablar contigo.
-¿Ya sabemos cuándo es la siguiente partida?
-No, pero hay otra forma de que te saques
un buen pellizco. Supongo que te vendrá de lujo.
-¿Qué es lo que tendría que hacer?
-Ayudarme a recuperar el dinero que invertí en la promoción esta
de chalés en Punta Umbría.
-¿Con el millonetas este?
-Millonetas, sí. Sabater, sí.
Te acuerdas de que Medio ambiente
había paralizado definitivamente las obras, ¿no?
Eso tío me ha estafado. -Sí, sí. Ya me lo dijo,
pero no entiendo en qué le puedo ayudar.
-Bueno, aquí todos sabemos que tienes talento
para intimidar a la gente. Sin ir más lejos,
en la última timba pusiste en su sitio al tío aquel
cuando se desmadraron las cosas.
-Hábleme claro, jefe. ¿Qué es lo que quiere que haga?
-Se trataría de darle simplemente un susto a Sabater
y que yo recuperara la pasta.
-¿Un susto o quiere que le dé una paliza?
-No, no hace falta llegar a eso.
Sabater va de chulo por la vida, pero es un blandito.
Con un par de empujones supongo que serán más que suficiente.
¿Dónde vas? -A seguir mi trabajo,
no sé cómo explicarle que no soy un matón.
-No te pongas así. No te pido nada distinto
de tu función en las timbas.
-No, no es lo mismo estar ahí por si pasa cualquier cosa
que ir directamente a amedrentar a alguien.
-Está bien, lo entiendo.
Lo entiendo, déjalo, olvídate. No te he dicho nada.
-¿Usted qué va a hacer? ¿Cómo va a conseguir el dinero?
-No lo sé. No contaba con que no quisieras ayudarme.
Algo se me ocurrirá porque tengo que recuperar la pasta.
-Pero no piensa en sacar los puños a pasear, ¿no?
Porque esa no es la manera, jefe. -No, no.
Que ya digo, olvídate. No te he dicho nada. No te preocupes.
-Hombre, por fin. Te has hecho de rogar, pero ya estás aquí.
-Tampoco he tardado tanto, ¿no?
A ver, ¿qué tienes para mí? -Siéntate
y presta atención a este vídeo.
Mira.
No hay agresiones "heavies",
pero está claro que son peleas organizadas, Lara.
-¿De cuándo son estas imágenes?
-En las redes pone que son de ayer, pero el vídeo lo han colgado hoy.
-Un momento. Este chaval es Guille.
-¿Ese? ¿Y de qué lo conoces?
-Sí, hace un rato fue al centro médico
porque se había caído, le dolía el costado
y Antonio pensó que era mentira, que era por una paliza
y por eso me llamó. -Me huele bastante mal, sí.
¿Qué tal está el chico?
-Bien, vamos, que no es nada grave.
Le he intentado sacar información, pero ya sabes, cerrado en banda.
-Es normal, lo típico. Los chavales no quieren ser
el sapo o el chivato, como dicen ellos.
-Lo mismo pensé yo.
Pues muchas gracias, Iván. Buen curro, ¿eh?
-De nada.
-Lara. -¿Qué?
Que...
Que siento lo de ayer, no tenía que haberle quitado hierro al tema
porque los chavales no pueden hacer esto,
no pueden pegarse y encima colgarlo en las redes para presumir.
-¿Me estás pidiendo disculpas?
-Eso parece, ¿no?
-Pues yo también lo siento mucho porque creo que me pasé
insinuando que eras un abusón. -Bueno, espero que no lo pienses.
Tampoco que soy un machirulo. -No.
-No lo pienso, ninguna de las dos cosas.
-Pues me alegro.
-Bueno, me voy a ir a hablar con Guille otra vez.
Le voy a enseñar este vídeo y no creo que pueda negar la evidencia.
-Sí. ¿No crees que tendríamos que avisar a sus padres?
-No, yo creo que mejor no,
porque en el fondo todavía no ha cometido nada delictivo
y si hablo con los padres igual se cierra todavía más.
-Y ¿si hablamos con Ainhoa?
Seguro que ella tiene más manos con él que nosotros.
-Ya, ya pensaba hacerlo. -Además, que puede poner en preaviso
a sus padres, ¿qué te parece? -Sí, muy bien, contaba con ello.
Es la orientadora del instituto, su trabajo es ese, ¿no?
Informar a los padres de lo que ocurre en su centro.
-Si quieres yo se lo explico.
La llamo y se lo digo. ¿Cómo se llama el chaval?
-Guillermo Marín, pero no, no hace falta,
ya me encargo yo, ¿vale?
Quiero decir, esto es un caso de la UFAM, no de la UIT.
-Bueno, vamos que solo quería echarte una mano.
-Ya, yo solo quiero seguir el protocolo, nada más.
-Vale.
Vale, me mantengo al margen, no te preocupes.
-No es que te quiera excluir. -No, no, Lara. Que lo entiendo.
La silla a todos lados.
-¿Café? ¿Refresco? -Un agua está bien.
-Curro,
ya se te notan los años, ¿eh?
-A ver cuando echamos una carrera juntos, ¿eh?
¿Estás bien, Tomás?
-Sí, sí, no me pasa nada.
¿Por qué?
-Te noto con la cabeza en otra parte.
-Ah, bueno, ya sabes lo que es este trabajo.
Uno siempre lleva un caso en la cabeza dándole vueltas.
-Ya, claro, será eso.
-Hola, buenas, inspector. Oficial Lidia Alonso.
-Encantado, Lidia. -Alonso, ¿te podemos ayudar en algo?
-Bueno, quería hablar con el inspector.
Me han dicho que usted viene
de la Comisaría General de Información
para investigar una red de tráfico de armas.
-Te han informado bien.
-Verá, hay una mujer que podría estar involucrada
en la venta de armas a los atracadores de la Red Star.
-¿Quién es? -Alonso, no creo que ahora
sea el momento para hablar de este caso.
Además, estamos en la pausa. -Sí, pero...
-No, el inspector tiene razón.
Más tarde me cuentas tu teoría y hablamos de ella.
-Vale, pues así lo hare. -Alonso.
-¿Desde cuándo tienes tan malas pulgas
con tus subordinados?
-Es que Alonso no sabes lo testaruda que es.
Cuando se le mete una cosa entre ceja y ceja...
-Sabes que eso no es un defecto para un agente.
¿Cuántos casos se habrían quedado sin resolver
si alguien no hubiera insistido hasta llegar al final?
¿Me vas a contar qué te pasa?
-Ya te he dicho que no me pasa nada.
Venga, vámonos, que tenemos muchas cosas que hacer.
-Y el caso es que se ha vuelto a mosquear hoy porque le he ofrecido
que Ainhoa nos venga a echar una mano. No lo entiendo.
Pues no debiera. Así de claro, porque Ainhoa y yo
no tenemos nada, solo somos amigos.
Bueno, el caso es que Lara y yo discutimos por chorradas.
Todo el día por chorradas.
Está claro que el buen rollo que teníamos se ha esfumado.
Es probable que sí que esté celosa, porque si no no entiendo que cada vez
que hablamos se ponga de morros.
No entiendo por qué tiene que ser todo tan complicado con Lara.
Pero bueno, vamos a dejarnos de charla porque... ¿Qué necesitas?
Bueno, pues cuando tenga las imágenes te aviso.
Vuelves a dejar la silla.
-Eva Velasco conocía a los Vinuesa.
De hecho, tuvo una relación con uno de ellos, con Jorge.
-Pero ella mismo nos dijo que aquello pasó hace mucho.
-Yo creo que todavía quedaba algo cuando se produjo el atraco.
-¿En qué te basas?
-En mi intuición.
-Alonso, vamos a contarle solo los hechos al inspector Moya, ¿eh?
-Vale, a ver, todo apunta a que Abel Cifuentes
es el tercer hombre que participó.
Trabaja en la mensajería y ya estuvo en la cárcel por otro atraco.
-Sí, estoy al tanto, pero eso pasó hace 30 años. Desde entonces
lleva una vida normal. -Pero no me lo creo.
Dos días antes del atraco estuvo con Chus Vinuesa tomando copas.
-Alonso, eso ya se lo hemos contado al inspector.
Y también que la sangre de Cifuentes es del mismo grupo
que la que encontramos en el asalto de la discoteca.
-¿Le ha contado también la actitud sospechosa de Eva Velasco
cuando Elías y yo fuimos a verla y le preguntamos por su empleado?
Ese día cogió vacaciones, qué casualidad.
-Alonso, todo lo que tienes contra esa mujer son conjeturas.
-Tiene razón, pero no podemos negar que la relación
entre Eva Velasco, su empleado y los Vinuesa es sospechosa.
-Y viene de largo, todos trabajaban para Enrique Velasco,
que es el padre de Eva. -Un momento,
¿su padre no será el Balas? -Ese, ¿por qué lo pregunta?
-Regentaba una armería. Lo tenía todo en regla,
pero yo sospechaba que traficaba con armas.
Tuve varios careos con él pero no pude demostrar nada.
-Ni tú ni nadie, eso ya lo sabemos.
-Está claro que Eva ha continuado con su negocio. Estuvo llevando
la contabilidad de la armería y seguro que llevaba la otra.
-¿Por qué estás tan segura?
-Porque el Balas no confiaría sus cuentas a un extraño
teniendo a una hija experta en el tema.
-¿Y qué ha sido de él? Le perdí la pista.
-Pues está en coma en el hospital, le dio un ictus hace unos meses.
Razón de más para que su hija coja el relevo.
-Pero nadie ha podido demostrar que su padre fuera culpable.
Y aunque lo hubiera sido, no es un cargo hereditario.
Y no implica que ella lo sea. -Pero yo no creo que sea casualidad
que los Vinuesa hayan venido aquí a dar el palo.
Estoy segura de que Eva les proporcionó las armas.
-Si tu teoría fuese válida,
¿por qué vino a colaborar con nosotros?
¿Por qué nos informó de su relación con los Vinuesa?
-Porque es una mujer muy inteligente y sabía perfectamente que la teníamos
en el punto de mira y quiso adelantarse.
Todo es una estrategia. -Puede ser, pero necesitamos pruebas.
-Cierto, pero la línea de investigación que propone Lidia
es muy interesante. Deberíamos seguirla.
-Alonso, ¿tienes algo más que contarnos?
-No, nada más.
-Gracias, puedes retirarte.
Alonso.
-¿Se puede saber por qué has estado tan negativo?
-No me gusta que me hagan perder el tiempo
con teorías infundadas.
-Lo siento, Tomás, no cuela. Te conozco lo suficiente
como para saber que ese cabreo no viene ni por Lidia ni por el caso.
-Ah, ¿no? Y, según tú, ¿por quién puede ser?
-No lo sé, pero estás así de tenso
desde que nos encontramos con Miralles.
¿Te pasa algo con ella?
-No, nada.
-Tomás, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
-Ya lo sé, pero te aseguro
que no me pasa nada con la inspectora.
Al principio tuvimos nuestros piques,
pero, no sé, ahora las cosas van como la seda.
-Igual el problema es ese, ¿no?
Que todo va demasiado bien entre vosotros.
-Gracias por venir tan pronto.
-Antes de llamar a sus padres, le daré otra oportunidad
y que venga a hablar contigo a la comisaría.
-No sé para qué, la verdad. -Pues mira, para esto.
A ver, ¿qué me tienes que decir?
¿Qué? ¿Vas a negar la evidencia?
-Ahí no pasó nada del otro mundo. Solo es un par de collejas.
-Las dos te hemos preguntando si sabías algo de la pelea
y nos dijiste que no.
-Eso no es una pelea, es una chorrada.
-Si fuera una chorrada no hubieras ido al médico
porque te duele el costado.
-Los moratones me los hice en clase de defensa personal.
-Mira, Guille, al principio nos dijiste que te resbalaste,
pero como no coló, te inventaste otra versión.
He estado hablando con tu profesor de defensa personal
y dice que es imposible que te hayas hecho esas heridas.
-¿Y el qué sabe?
Me pude haber caído en algún momento y hacerme daño.
-Sabes que el profesor os está vigilando.
Y más a gente como tú que estáis empezando.
Me enseñó cómo vais, estáis protegidos por todo el cuerpo.
-Qué agobio. ¿Por qué nadie me cree?
-Es evidente que no estás diciendo la verdad.
Guille, ¿de qué tienes miedo?
-De nada. Es que vaya preguntitas.
-Tú nunca has sido conflictivo.
Solo queremos saber por qué participas en esa pelea.
-Igual alguien te está obligando a hacerlo
y no sabías que te grababan.
-Claro que lo sabía y también que lo subirían a las redes.
Pero... esto es de buen rollo, ¿sabes?
Es una moda como otra cualquiera.
-Si es así, ¿por qué me lo has negado cada vez que te he preguntado?
-Sabía que le darías más importancia de la que tiene.
-Guille, hay que acabar con este tipo de peleas.
Como sea, antes de que pase algo mucho más grave.
-Escucha a Lara, Guille.
Ella sabe, tiene experiencia sobre estas situaciones.
-¡Estoy harto! Si hay que ser el jefe de equipo de Matemáticas
me ponen a mí y si hay que chivarse de alguien también me preguntan.
-¿Qué nos estás queriendo decir?
-Nada.
-¿Qué tal? ¿Cómo vais?
¿Qué pasa, chaval? Yo soy Iván.
-¿Y tú qué eres, de Servicios Sociales?
-No, yo soy policía.
Esto es el nuevo arma del cuerpo,
nos lo dan ahora para pillar a los malos.
-Muy gracioso. -Él es el inspector Díaz.
Se encarga de la Unidad de Investigación Tecnológica.
-¿Persigues a criminales en la red?
-Bueno, se podría decir que algo así.
-No tienes mucha pinta de que te vaya la tecnología.
-En el instituto me gustaban los deportes, las motos y esas cosas.
Luego le pillé el punto y no está mal.
Además, cuando no me ven los jefes, en los ratos libres,
me hecho una partida al Blind-Fight.
-¿Conoces ese juego? -Por supuesto, chaval,
y el avatar que más me gusta es Thunderman.
Me lo pillo porque es superrápido. -Yo también cojo el mismo.
Pero estoy atascado con el boss final.
-Bueno, eso yo ya me lo he pasado, está tirado.
-A Guille también le gusta la tecnología.
Tenía pensado estudiar Ingeniería informática.
-Ah, ¿sí? Si quieres te enseño los maquinones que tengo aquí.
Y te paso unos truquitos para que te pases el boss final.
-Mejor otro día.
Me tengo que ir ya, bueno, si ellas me dejan.
-Sí, sí.
-Hasta luego.
Yo he jugado mis cartas lo mejor que he podido.
¿Qué vais a hacer?
-Me voy a hablar con sus padres.
-Bien, tienen que saber lo que está pasando.
-¿Quieres que lo hagamos juntas?
(DUDA) -No, mejor no porque si te ven aparecer
con una policía igual se preocupan de más
y al fin y al cabo el chaval no está haciendo nada delictivo.
Con lo que sea nos cuentas. -Claro que sí.
-Hasta luego. -Hasta luego.
Hasta luego.
-Oye. -Dime.
-¿Seguro que no has encontrado nada en el móvil de Éric?
-No, te dije que no había encontrado nada sobre Vlado Khan.
Lo único que había eran los contactos y llamadas
a algunos camellos del barrio y algún que otro mensaje.
Al final va a ser verdad
que ese tal Éric no tenía ni idea de dónde podía estar Vlado Khan.
-¿Y qué vas a hacer ahora?
-Pues deshacerme de ese teléfono cuanto antes porque
está claro que ya no sirve de nada. Tengo que destruirlo en cuanto pueda.
-Oye, ¿y Eva te ha dado algún contacto?
-No, tampoco me ha dado ningún contacto nuevo.
Y espero que lo haga cuanto antes, que me dé algún nombre cuando pueda
porque esto ya nos está empezando a desquiciar a todos, la verdad.
-¿A todos?
-Sí, a todos, a todos. Verás, ayer...
ayer me encontré con la inspectora Miralles
por casualidad y... bueno, me reconoció que está buscando
a Vlado Khan por su cuenta, incluso contraviniendo
las órdenes de sus superiores.
Pero bueno, por lo que me dijo también sé que no sabe nada nuevo.
Están más perdidos que nosotros,
así que de ahí no vamos a poder tirar.
-Oye, ¿y si... colaboramos con ella?
-¿Qué? No, no.
Imposible. Si yo colaborase con ella o con la policía
sería casi como admitir que he tenido algo que ver con la muerte
de ese tal Rulfo, Éric y me meterían directamente en la cárcel. No, no.
No puedo hacer eso. De todas formas, le hecho de colaborar o no con ella
no es por esa razón, es por otro tipo de motivos.
-¿Por cuáles?
-Verás, Claudia Miralles quiere meterlo primero en la cárcel
y luego llevarlo frente a la justicia.
Si yo lo quiero encontrar, es para matarlo
con mis propias manos y vengar así la muerte de mi hija.
Esa es la gran diferencia.
-Se podría retrasar el "check-out", pero no más allá de las 14:00
porque Berta tiene que hacer las habitaciones
y no estamos para eso. -Vale.
-Buenas. -Eh... De hecho,
mira, aprovecha y subes al... Gracias. Gracias.
Hola, Juana. Qué guapa te veo.
Tú se diría que no cumples años, te los quitas.
-Ahórrate las tonterías. Espero que me hayas llamado
para la pensión del niño.
-Estoy en ello. -¿Cómo que estoy en ello?
¿Me tomas por idiota o qué? -No, mujer.
-¿Para qué me hiciste venir?
-Quisiera llevar al niño al parque de atracciones.
Se lo prometí la última vez que le vi
y no quisiera que pensara que me olvidé.
-¿Yo qué te dije el otro día? Hasta que no me pasaras su pensión
no ibas a verlo cuando quisieras.
-Podías ser un poco más flexible.
-Lo he sido desde que nos divorciamos.
Hasta que no cumplas con tu parte lo vas a ver los días que acordamos.
-Nunca hemos necesitado llegar a esto.
-He sido muy paciente, pero se me ha agotado la paciencia.
-Solo te pido que me dejes ver al crío hoy.
-¿Para montarlo en los cacharritos, darle chucherías?
Nuestro hijo tiene necesidades más importantes
como pagar su colegio y todos los gastos de su educación.
-Lo sé. ¿Te piensas que no lo sé?
Lo que pasa que no estoy muy boyante.
-Y no lo entiendo. Tienes un sueldo fijo.
Si te administraras bien
no te estarías retrasando siempre con esto.
-Sabes que mi sueldo no me da para todo.
Busco fuentes de ingresos extra continuamente.
No te preocupes que me pondré al día enseguida con los pagos.
E intentaré darte algo más como compensación, de verdad.
De hecho...
Toma.
-¿Y eso?
-Es un regalo para que veas que tengo buena voluntad.
No creas que es de las rebajas, es de la última temporada.
-¿Crees que soy imbécil? ¡Yo no necesito ningún bolso!
¡Quiero que cumplas como padre de tu hijo!
Como cumplo yo como madre.
Y en vez de malgastar el dinero, deberías estar ahorrando
y no gastando estas tonterías: bolsos, consolas.
-Es un regalo. Un cliente que se hospedó aquí
y me lo dejó a precio de saldo.
-Seguro que a Pura le pasas todos los meses
el dinero de la universidad de tu hija.
¿Carlos Manuel es menos importante?
-No digas eso porque sabes de sobra que al crío lo adoro.
Lo que pasa que últimamente me han venido mal dadas.
-Yo no creo en tus lloriqueos. Espabila y si quieres ver a tu hijo,
ya sabes lo que tienes que hacer: cumplir con tu obligación.
-Bueno.
-Ya arreglé la caldera, jefe.
-Ya. Cógete el cuadrante de limpieza y ve
que Berta seguro que necesita ayuda con las habitaciones.
-Está bonito.
-¿Cómo han reaccionado los padres de Guille cuando les has contado...?
¿Quieres un café? -Sí.
Muy preocupados, como es normal.
Su madre me ha dicho que se olía algo raro.
-¿Y por qué?
-Guille siempre ha sido buen estudiante.
Y este año desde que empezó el curso se le pegan las sábanas
un día sí y otro también.
-¿Y no le preguntó si le pasaba algo?
-Claro, varias veces, pero él siempre le decía que todo estaba bien.
Y como siempre saca buenas notas, no le dio importancia.
Pensó que se había vuelto remolón por la adolescencia.
-Ya. A mí se me hace muy raro pensar que Guille esté metido
en las peleas estas de manera voluntaria.
-Ya. Yo creo que sufre acoso.
Me extraña que de un día para otro se haya vuelto un macarra
al que le gusta pegarse y presumir de ello en las redes.
-Ya. Sea como sea, tenemos que desactivar este club de la lucha
antes de que alguno sufra una lesión más grave.
-Sí, ojalá lo consigamos. De momento me siento muy frustrada.
-¿Por qué? Si no tienes la culpa de nada.
-Se supone que mi trabajo es ganarme su confianza.
Pero parece que no lo estoy haciendo bien.
-No digas eso. Estos chavales están en una edad complicadísima.
No le cuenta nada a sus padres, ¿nos lo van a contar a nosotras
que nos ven mayores y unas pelmas? Pues no.
-Al menos Iván sí ha conectado con Guille.
-Sí, porque es un friki de los videojuegos y se lo ha ganado.
-Porque Iván tiene algo especial.
Parece brusco de primera, pero es muy buen tío.
-Tengo la sensación de que tú le conoces mejor que yo.
-No lo sé, pero le tengo mucho cariño.
Me dio mucha pena perder el contacto con él después del atropello.
-Ya.
Oye, ¿cómo era Iván antes...
antes del atropello?
-Vital, divertido, optimista.
Siempre estaba de buen rollo.
-Entonces ha cambiado muchísimo
porque parece que estuvieras hablando de otra persona.
-Su sentido del humor ahora es más negro,
pero no lo veo tan diferente.
-Será que yo siempre lo he conocido de malas
por los dolores en la pierna y eso.
-Oye, Lara. No sé, he notado conexión entre vosotros.
¿Tenéis algo?
-Pues no.
La verdad que no. -Eh, estáis aquí.
Tomad. Una para ti y otra para ti.
Lectura de la buena.
-¿Quieres convertirnos en "gamers" o qué?
-No, es para que os pongáis al día.
Y para que podáis tener una conversación fluida
con la chavalería.
-Para estar a tu nivel y hablar del Thunderman ese
hay que ser un friki. Lara y yo dudo mucho que lo seamos.
-Tú antes controlabas del tema bastante.
Ahora te veo un poco desfasadilla.
-Chicos, yo me voy a casa que se me ha hecho tarde ya.
-Bueno, hasta luego. -¿Y si nos tomamos algo los tres?
-No, qué va. He quedado a cenar con las chicas de mi piso. Otro día.
Hasta luego. -Chao.
-Qué maja es Lara, ¿verdad? Me cae genial.
-Sí, a mí también. Oye, ¿sabes qué?
-¿Qué? -He estado mirando motos.
-Ah, ¿sí? -Automáticas. Hay una que me flipa.
-¿Cuál? -Bueno, realmente...
mi corazón está dividido entre dos.
-Mal asunto ese. ¿Mejor lo hablamos con una cerveza?
-Venga.
-Seguro que una de ellas es la CT700.
-No, ahí te equivocas. No es esa.
-¿Qué tienes, Paty? Te veo como preocupada.
-Sí, tía, por lo de la recaudación de la rifa.
Que no va tan bien como yo pensaba.
Vengo de unas cuantas tiendas y no hemos vendido casi ninguna.
-Ya.
-¿Vosotras qué tal vais?
-Pues nosotras no hemos vendido casi ningún boleto.
-¿En serio? Lo ves.
Si es que no era buena idea. Me voy a comer la rifa con papas.
Eso o ahorro durante diez años y lo compro con mi sueldo.
-No te lo aconsejo porque vas a llenar de cachivaches
tu piso con los premios.
-Ya, tía. Joer, es que qué desastre.
Si yo solo quería donar algo al centro de La Pajarera.
-Que es broma, Paty.
María y yo hemos vendido casi todos los boletos de la rifa.
-¿Qué dices?
-A cada cliente se los ofrecemos como quien no quiere la cosa.
-¿En serio?
Aquí hay un pastón.
-Buenas. -¿Qué tal, Antonio?
Qué raro verte por aquí a estas horas. ¿No cenas en casa?
-No, tengo guardia. He venido a picar algo.
Ponme un pincho de tortilla.
-Vale. Oye, ¿y no te interesa comprar un boleto para una buena causa?
-¿De qué se trata?
-Recaudamos fondos para el centro social de La Pajarera
para acondicionarlo todo y los chavales puedan ir.
-Eso está hecho. Pon un par de boletos.
-Dale un par.
-A ver, aquí están.
(Móvil)
Pues dos.
Gracias. -Qué guay, muchas gracias.
Cóbrame. -Hola.
No, tengo guardia.
"Precisamente me has pillado picando algo en La Parra."
"Te fuiste sin desayunar, no pudimos cruzar palabra."
"Vale. Gracias."
-Antonio. -Tomás, ¿qué tal?
-Bien. -Te invito a toma algo. ¿Quieres?
-No quiero hacerte un feo, pero... tendría que ser para llevar.
-Tú mismo.
-Un café solo para llevar, por favor. -Vale, enseguida.
Ah, ¿y no te interesa comprar un boleto para una rifa solidaria?
Antonio se acaba de llevar dos.
-Pues ponme tres. -Vale.
-¿Qué tal? ¿Mucho trabajo?
-Demasiado.
-Ya somos dos.
Para una vez que Claudia llega a una hora decente a casa,
tengo guardia.
¿Ayer qué? Tuvisteis lío, ¿no?
-¿Perdona?
-En comisaría.
Claudia batió el récord de llegar tarde a casa.
Se fue directamente a la cama -Sí, ayer fue un día muy intenso.
-Aquí tienes y...
tres boletos. Pues son seis euros.
-Pues nada. Muchas gracias y buena guardia.
-Adiós. -Gracias.
-¿Te quedan más boletos? -Sí, sí.
-Ponme otros dos para un par de pacientes.
-Vale, por mí encantada y Paty ni te cuento.
-¿Qué hace aquí, jefe? Lo estaba buscando.
-Aquí estoy... viendo fotos de mi hijo pequeño.
Como no puedo verlo en persona,
me tendré que conformar con esto.
Mira.
Le encanta el parque de atracciones. Sobre todo el tiovivo.
El problema es que después siempre se quiere llevar el caballito a casa.
-De tal palo tal astilla.
Venga, póngame una.
-¿Y eso? Es raro.
-Bueno, ya acabé mi jornada.
Y así no lo dejo solo.
-Gracias, hombre.
Eres un buen chico, Ángel.
-Disculpa, jefe.
¿Puede repetir esa frase para grabarla?
Si algún día tenemos un conflicto se la pongo.
-Aunque llevo alguna copa de más
y no te lo creas, te lo estaba diciendo en serio.
Pero no te preocupes, no te voy a pedir nada.
Ya me quedó bastante clara tu postura sobre lo de Sabater.
Mira. Este día se agarró un rebote tremendo porque
le ayudé a soplar las velas de la tarta.
Ha sacado el carácter de la madre.
-Qué mala onda que se acabó todo así tan mal.
-No, tampoco te creas.
Cuando nos separamos todo fue de mutuo acuerdo y...
y eso que no me porté bien con ella.
-¿Por qué dice eso?
-Porque no fui el mejor marido del mundo.
Pero bueno, lo del divorcio
se firmó rápidamente. Ella se quedaba con el crío.
Yo le pasaba una pensión y podía verle siempre que quisiera
sin atenerme ahí al convenio.
Eso es lo que yo quería. Nada más.
Ver a mi hijo crecer, nada más.
-Eso habla muy bien de usted como padre.
-No te creas. Siempre se me olvida si tiene natación,
si tiene alguna extraescolar.
Y supongo que...
lo estaré mimando demasiado. No lo sé.
Todo el mundo tiene teorías muy bonitas
sobre cómo debe ser un buen padre.
Pero al final, ¿qué pasa al final?
Que la realidad se impone.
Y, amigo, ¿acabas haciendo el qué?
Lo que puedes.
-Yo creo que su hijo está muy contento con usted.
Si yo hubiera tenido un padre la mitad de lo que es usted,
estaría muy feliz.
-Lo que más me duele de mis dos separaciones
es precisamente eso, no poder...
convivir con mis hijos.
Sobre todo ahora con Carlos Manuel que está en una edad tan bonita.
-Pero no sea tan dramático. Habla como si ya no lo fuera a ver.
-Juana se ha plantado y no me va a dejar ver al crío
si no cumplo el acuerdo.
-Eso no me parece justo para nada. -Yo en el fondo la entiendo.
Yo soy un desastre.
Soy un desastre.
Siempre me retraso con lo de la pensión.
¿Quién me mandaría a mí... meterme a invertir en...
en construcción?
-¿Para eso quería el dinero?
-Sí. -¿Para la pensión de su hijo?
-Sí. Y no me siento orgulloso
ni tampoco me gusta ir de víctima por la vida.
Así que gracias por escucharme,
pero no te preocupes más, de verdad.
-¿Y qué va a hacer? ¿Cómo va a conseguir el dinero?
-Lo voy a sacar de la caja del hotel
y cruzaremos los dedos para que los jefes no se den cuenta
antes de que yo consiga devolverlo.
-Yo no soy la persona más brillante de mundo
y no he tomado las mejores decisiones del mundo,
pero esta me parece malísima. -¿No me digas?
Pero yo tengo que hacer algo
porque quiero seguir viendo a mi hijo.
-Pero si lo agarran, no solo se va usted del hotel,
nos vamos todos.
-Chaval, yo espero que no te salpique nada de lo que yo pueda hacer.
Pero tampoco te lo puedo garantizar.
Lo siento mucho.
-¿Sabe qué?
Lo voy a ayudar.
¿No decía que el Sabater era un blandito?
-¿Qué quieres darle un susto a ese capullo o qué?
-¿Se acuerda que le dije que le debía una?
Es esta.
Compañero de piso de Iván.
-Inspector Francisco Moya. ¿No le dice nada mi nombre?
-Por supuesto que sé quién es,
Francisco Moya.
Vas a tener que retrasar tu viaje a Madrid.
-Me lo he pasado bien, pero ya está, es una noche.
Que no va a ir a más.
He visto los perfiles de redes de sus compañeros de instituto.
-¿Y?
-Parece que están organizando otra quedada para mañana
-Esta noche a las 22:00 hay una partida.
Ha surgido de repente y no sé si sigues interesado.
Estoy deseando ver su cara cuando vea que es el único jugador.
No creo que te cueste recuperar mi dinero.
Cuando le hagas tres o cuatro caricias, ya verás.
Eso sí que no me lo esperaba.
-Por favor, no te comportes como si no hubiera pasado nada.
No me arrepiento de haberte besado.
La relación de Claudia con Salgado y Antonio se enrarece. Lara siente que Ainhoa e Iván se acercan. Joaquín, agobiado por sus problemas económicos, pide a Ángel que asuste a Sabater para que le devuelva su dinero invertido.
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