(Coro en latín)
(HABLA EN ITALIANO)
Ya han pasado 40 días de la imposición de la ceniza,
con la que empezamos el camino cuaresmal.
Hoy hemos revivido las últimas
hora de vida terrena del Señor Jesús.
Hasta que suspendido en la cruz, grito: "Consumatum est".
Está cumplido.
Reunidos en este lugar en el que millares de personas
en el pasado sufrieron el martirio
por ser fieles a cristos, queremos ahora recorrer esta vía dolorosa.
Junto a los pobres, los excluidos de la sociedad
y los nuevos crucificados de la historia actual.
Víctimas de nuestra cerrazón, del poder y de las legislaciones,
de la ceguera y del egoísmo.
Pero, sobre todo, de nuestro corazón endurecido por la indiferencia.
Una enfermedad esta última que también sufrimos nosotros,
los cristianos.
Que la luz de Cristo, instrumento de muerte,
pero también de vida nueva, que une como en un abrazo
la tierra y el cielo, el norte y el sur,
el este y el oeste, ilumine la conciencia de los ciudadanos,
de la Iglesia, de los legisladores
y de todos los que se profesan seguidores de Cristo
para que llegue a todos la buena noticia de la redención.
-Primera estación.
Jesús es condenado a muerte.
(REZA EN LATÍN)
"No todo el que me dice: 'Señor, Señor',
entrará en el reino de los cielos,
sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
Señor, ¿quién mejor de María, tu madre, supo ser tu discípula?
Ella aceptó la voluntad del Padre.
Incluso en el momento más oscuro de su vida.
Con su corazón destrozado estuvo a tu lado.
La que te engendró, te llevó en su seno,
te recibió en sus brazos,
te alimentó con amor y te acompaño durante tu vida terrenal.
Debía recorrer tu misma vía del calvario.
Y compartir contigo el momento más dramático
y doloroso de tu vida y de la suya".
-Señor, ¿cuántas madres viven hoy la experiencia de tu madre?
¿Y lloran por el destino de sus hijas y sus hijos?
¿Cuántas, después de haberlos engendrado y darlos a luz,
los ven sufrir y morir por las enfermedades,
la falta de alimentos, de aguas...?.
Te pedimos por aquellos que ocupan puestos de responsabilidad,
para que puedan escuchar el clamor de los pobres que sube a ti
desde todo el mundo de todas esas jóvenes vidas
que de muchos modos están condenadas a muerte
por la indiferencia generada por políticas excluyentes y egoístas.
Que no falte a ninguno de tus hijos el trabajo
y lo necesario para una vida honrada y digna.
-Oremos juntos diciendo:
"Señor, ayúdanos a hacer tu voluntad".
-En los momentos de dificultad y desesperación,
en los momentos de sufrimiento físico y moral,
en los momentos de oscuridad y soledad.
(REZA EN ITALIANO)
(Coro en latín)
Segunda estación.
Jesús con la cruz a cuestas.
(Coro en latín)
Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo,
tome su cruz cada día, y me siga.
-Señor Jesús, es fácil llevar el crucifijo al cuello
o colgarlo como un ornamento
en las paredes de nuestras hermosas catedrales o en nuestras casas.
Pero no es tan fácil encontrar
y reconocer a los nuevos crucificados de hoy:
Las personas sin hogar,
los jóvenes sin esperanza, sin trabajo y sin perspectivas.
Los inmigrantes obligados a vivir
en las barracas en los márgenes de nuestra sociedad,
después de haber padecido sufrimientos inauditos.
Lamentablemente, estos campamentos de inseguridad
son quemados y arrasados junto con los sueños y esperanzas
de mujeres y hombres marginados, explotados y olvidados.
Además, ¿cuántos niños son discriminados
a causa de su origen, de su color de piel o de su clase social?
¿Cuántas madres sufren la humillación de ver a sus hijos
ridiculizados y excluidos de las mismas oportunidades
que tienen sus coetáneos y compañeros de escuela?
Te damos gracias, Señor, porque con tu propia vida
nos has dado ejemplo de cómo se manifiesta el amor verdadero
y desinteresado hacia los demás.
Especialmente, hacia los enemigos.
O simplemente hacia el que no es como nosotros.
Señor Jesús, ¿cuántas veces también nosotros,
igual que tus discípulos,
nos hemos declarado abiertamente seguidores tuyos en los momentos
en los que realizaba es curaciones y prodigios,
cuando alimenta vas a la multitud y perdonadas los pecados?
Pero no fue tan fácil entenderte
cuando hablabas de servicio y perdón, de renuncia y sufrimiento.
Ayúdanos a que sepamos poner siempre nuestras vidas
al servicio de los demás.
Oremos diciendo: "Señor, ayúdanos a esperar".
Cuando nos sentimos abandonados, cuando es difícil seguir tus pasos,
cuando el servicio a los demás se hace difícil.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
Tercera estación.
Jesús cae por primera vez.
Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos.
Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Él soporto en nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores.
-Señor Jesús, en el camino empinado que conduce al Calvario,
has querido experimentar la fragilidad y la debilidad humana.
¿Cómo sería hoy la Iglesia sin la presencia y la generosidad
de tantos voluntarios, los nuevos samaritano es del tercer milenio?
En una fría noche de enero en una calle de las afueras de Roma,
tres africanas casi niñas calentaban sus cuerpos jóvenes
y semidesnudos acurrucados en el suelo alrededor de un brasero.
Algunos jóvenes, pasando con el automóvil,
arrojaron material inflamable al fuego para divertirse,
quemándolas gravemente.
En ese preciso momento, pasó una de las muchas unidades callejeras
de voluntarios que las socorrió y las llevó al hospital
para acogerlas después en una casa hogar.
¿Cuánto tiempo paso y ha de pasar para que esas muchachas se curen?
No solo de las quemaduras de sus miembros,
sino también del dolor y de la humillación
de encontrarse con un cuerpo mutilado y desfigurado para siempre.
-Señor, te agradecemos la presencia
de tantos nuevos samaritano es del tercer milenio
que viven hoy la experiencia del camino,
inclinándose con amor y compasión sobre las numerosas heridas físicas
y morales de los que cada noche viven en el miedo y el terror
de la oscuridad, de la soledad y de la indiferencia.
Señor, hoy, por desgracia, ya no sabemos descubrir
muchas veces quién está necesitado.
Ni ver quién esta herido y humillado.
A menudo reclamamos nuestros derechos e intereses,
pero olvidamos los de los pobres y los últimos de la fila.
Señor, danos la gracia de no ser insensibles a sus lágrimas,
a sus sufrimientos, a su grito de dolor.
Porque a través de ellos podemos encontrarte.
-Oremos juntos diciendo: "Señor, ayúdanos a amar".
-Cuando es difícil ser samaritanos,
cuando nos cuesta perdonar,
cuando no queremos ver el sufrimiento de los demás.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
Jesús se encuentra a su madre.
(Coro en latín)
Una espada te traspasará el alma
para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones.
-María, el viejo Simeón,
cuando presentaste al pequeño Jesús
en el templo para el rito de la purificación,
te predijo que una espada a travesaría tu corazón.
Ahora es el momento de renovar tu adhesión al Padre.
A pesar de que acompañar a un hijo al patíbulo,
tratado como un criminal, causa un dolor desgarrador.
Señor, ten piedad de tantas madres,
demasiadas, que han dejado partir hacia Europa
a sus jóvenes hijas con la esperanza de ayudar a sus familias
que viven en la extrema pobreza, encontrando, en cambio,
humillaciones, desprecio.
Incluso, a veces el desprecio,
como la joven asesinada brutalmente en una calle con tan solo 20 años,
dejando a una niña de pocos meses.
-María, en este momento vives el mismo drama de muchas madres
que sufren por sus hijos que se han ido a otros países
con la esperanza de encontrar una oportunidad para un futuro mejor
para ellos y para sus familias.
Pero que por desgracia, han encontrado humillación,
desprecio, violencia, indiferencia, soledad e, incluso, la muerte.
Dales fuerza y valor.
-Oremos juntos diciendo:
"Señor, haz que sepamos dar siempre apoyo y consuelo
y estar presentes para ofrecer ayuda".
Para consolar a las madres que lloran el destino de sus hijos.
Para quien ha perdido toda esperanza en su vida.
Para quien sufre violencia y desprecio todos los días.
(REZAN EN LATÍN)
(Coro en latín)
Quinta estación, el cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
-Llevad los unos la cargas de los otros
y así cumplir la ley de Cristo.
Señor Jesús, en el camino al Calvario sentiste el peso
y la dificultad de llevar esa áspera cruz de madera.
En vano esperaste el gesto de un amigo,
de uno de tus discípulos o de una de las muchas personas
a quienes alivia este sus sufrimientos.
Lamentablemente, solo un desconocido,
Simón de Cirene, por obligación, te echa una mano.
¿Dónde están hoy los nuevos pirineos del tercer milenio?
¿Dónde las encontramos?
Me gustaría mencionar la experiencia
de un grupo de religiosas de diferentes nacionalidades
con las que durante más de 17 años visitamos en Roma
todos los sábados un centro para mujeres inmigrantes indocumentadas.
Mujeres, a menudo jóvenes, en espera de conocer su destino.
En vilo entre la deportación y la posibilidad de quedarse.
Cuánto sufrimiento.
Pero también, cuánta alegría percibimos
en estas mujeres cuando encuentran religiosas provenientes
de sus países, que hablan sus lenguas, que secan sus lágrimas,
que comparten momentos de oración y de fiesta,
que vuelven menos crueles los largos meses pasados
entre rejas y en sórdidas calles.
-Por todos los Ciréneos de nuestra historia,
para que nunca les falte el deseo de acogerte
bajo la apariencia de los últimos de la tierra.
Conscientes de que al tender la mano
a los más pobres de nuestra sociedad, te acogemos a ti.
Que ellos sean samaritanos,
portavoces de aquellos que no tienen voz.
Oremos diciendo: "Señor, ayúdanos a llevar nuestra cruz".
Cuando estamos cansados y desanimados,
cuando sentimos el peso de nuestras debilidades,
cuando nos pides que compartamos los sufrimientos de los demás.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
Sexta estación.
La Verónica enjuga el rostro de Jesús.
(Coro en latín)
"Cada vez que lo hicisteis con uno de estos,
mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis".
Pensemos en los niños de diversas partes del mundo que no pueden
ir a la escuela, y que, en cambio,
son explotados en minas, campos, en la pesca.
Vendidos y comprados por traficantes de carne humana
para trasplantes de órganos, abusados y explotados
en nuestras calles por muchos, incluidos los cristianos,
que han perdido el sentido de la sacralidad propia y de los demás.
Como una menor de edad de cuerpo diminuto encontrada una noche
en Roma, a la que hombres en automóviles lujosos
hacían fila para aprovecharse de ella.
Y, sin embargo, podía tener la misma edad de sus hijas.
¿Qué desequilibrio puede crear
esta violencia en la vida de tantas jóvenes
que experimentan solo el abuso,
la arrogancia y la indiferencia de aquellos que de noche
y de día las buscan, las usan, se aprovechan de ellas
y luego las arrojan de vuelta a la calle para caer en las garras
del próximo comerciante de vidas?
-Señor Jesús, limpian nuestros
ojos para que sepamos descubrir tu rostro
en nuestros hermanos y hermanas.
Especialmente en todos aquellos niños
que en muchas partes del mundo viven en la miseria y en la degradación.
Niños privados del derecho a una infancia feliz,
a una educación escolar, a la inocencia.
Criaturas usadas como mercancía barata,
vendidas y compradas por placer.
Señor, te pedimos que tengas piedad y compasión
de este mundo enfermo.
Y ayúdanos a redescubrir la belleza
de nuestra dignidad como seres humanos
creados a tu imagen y semejanza.
Oremos juntos diciendo: "Señor, ayúdanos a ver".
El rostro de los niños inocentes que piden ayuda.
Las injusticias sociales.
La dignidad que cada persona posee y que es pisoteada.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
Séptima estación.
Jesús cae por segunda vez.
(Coro en latín)
Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban,
sufriendo no profería amenazas,
sino que se entregaba al que juzga rectamente.
Cuántas venganzas en nuestro tiempo.
La sociedad actual ha perdido el gran valor del perdón,
don por excelencia, curación de las heridas,
fundamento de la paz y la convivencia humana.
En una sociedad donde el perdón se experimenta como debilidad,
tú, Señor, nos pides que no nos quedemos en las apariencias.
No lo haces con palabras, sino con el ejemplo.
A los que te atormentan, tú le respondes:
"¿Por qué me perseguís?".
Sabéis muy bien que la verdadera justicia
nunca puede basarse en el odio y la venganza.
Haznos capaces de pedir y dar perdón.
"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
Señor, también tú sentiste el peso de la condena,
del rechazo, del abandono,
del sufrimiento ocasionado por personas que te habían encontrado,
acogido, y cedido.
Con la certeza de que el Padre no te había abandonado,
en contraste la fuerza para aceptar su voluntad, perdonando,
amando y ofreciendo esperanza a quien, como tú,
recorre hoy el mismo camino de burla, desprecio, escarnio,
abandono, traición y soledad.
-Oremos juntos diciendo: "Señor, ayúdanos a dar consuelo".
A quien se siente ofendido e insultado.
A quien se siente traicionado y humillado.
A quien se siente juzgado y condenado.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
Octava estación.
Jesús encuentra a las mujeres.
"Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
lloras por vosotras y por vuestros hijos".
La situación social, económica y política de los migrantes
y de las víctimas de la trata de personas nos cuestiona y nos sacude.
Debemos tener el valor, como afirma con fuerza el papa Francisco,
de denunciar el tráfico de seres humanos
como un crimen contra la humanidad.
Todos nosotros, especialmente los cristianos,
debemos tomar más conciencia
de que todos somos responsables del problema
y que podemos y debemos ser parte de la solución.
A todos, pero sobre todo a nosotras,
las mujeres, se nos pide el desafío de ser valientes,
la resolución de saber ver y actuar individualmente y como comunidad.
Solamente su mando la pobreza de cada uno,
esta puede convertirse en una gran riqueza
capaz de cambiar la mentalidad y de aliviar el sufrimiento
de la humanidad.
El pobre, el extranjero, el que es diferente,
no debe ser visto como un enemigo que hay que rechazar o combatir,
sino más bien como un hermano o hermana que hay que acoger y ayudar.
Ellos no son un problema,
sino un recurso valioso para nuestras ciudades blindadas,
donde el bienestar y el consumismo
no apaciguan el cansancio y la fatiga crecientes.
-Señor, enséñanos a tener su mirada.
Esa mirada de bienvenida y misericordia
con la que des nuestros límites y nuestros temores.
Ayúdanos a ver las diferencias de ideas, hábitos y puntos de vista.
Ayúdanos a reconocernos a nosotros mismos como partes
de la misma humanidad.
Ya con a convertirnos en promotores de formas audaces
y nuevas de acogida a los diferentes,
para crear juntos comunidad,
familia, parroquias y sociedad civil.
-Oremos juntos diciendo:
"Ayúdanos a compartir el sufrimiento de los demás".
Con el que sufre la muerte de sus seres queridos.
Con el que le cuesta pedir ayuda y consuelo.
Con el que ha experimentado maltrato y violencia.
(REZA EN LATÍN)
Novena estación.
Jesús cae por tercera vez.
(Coro en latín)
"Maltratado, hago voluntariamente se humillaba y no abría la boca.
Como cordero llevado al matadero".
Señor, has caído por tercera vez exhausto y humillado
bajo el peso de la cruz.
Como tantas jóvenes obligadas en las calles
por grupos de traficantes de esclavos que sufren el cansancio
y la humillación de ver sus propios cuerpos y sus sueños manipulados,
abusados, destruidos.
Esas jóvenes mujeres se sienten como desoladas.
Por una parte, buscadas y usadas,
por otra, rechazadas y condenadas por una sociedad
que no quiere ver este tipo de explotación
causado por el triunfo de la cultura del usar y tirar.
Una de las tantas noches pasadas en las calles de Roma,
buscaba a una joven recién llegada a Italia.
Al no verla en su grupo, la llamaba insistentemente por su nombre,
Mercy.
En la oscuridad la vi acurrucados y dormida en la calle.
Al oírme, se despertó.
Me dijo que no podía más.
"Estoy exhausta", decía.
Pensaba en su madre.
"Si supiese lo que le ha sucedido a su hija, se quedaría sin lágrimas".
-Señor, ¿cuántas veces nos has dirigido esta pregunta incómoda:
"¿Dónde está tu hermano?".
¿Cuántas veces nos has recordado que su grito desgarrador
había llegado hasta ti?
Ayúdanos a compartir el sufrimiento de tantas personas
tratadas como desechos.
Es muy fácil condenar seres humanos
y situaciones vergonzosas que humillan nuestro falso pudor,
pero no es tan fácil asumir nuestras responsabilidades como individuos
y también como comunidades cristianas.
Oremos juntos diciendo:
"Concédenos, Señor, valentía
para denunciar ante la explotación sufrida por tantos jóvenes,
ante la indiferencia sufrida por tantos,
ante leyes injustas y carentes de humanidad.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
10 estación, Jesús es despojado de sus vestiduras.
“Revestíos de compasión entrañable,
bondad, humildad, mansedumbre, paciencia”
Dinero, bienestar, poder.
Son los ídolos de todas las épocas.
También y sobre todo de la nuestra,
que presume de los grandes pasos dados en el reconocimiento
de los derechos de la persona.
Todo se puede comprar, incluso el cuerpo de los menores,
despojados de su dignidad y de su futuro.
Hemos olvidado la centralidad del ser humano,
su dignidad, su belleza, su fuerza.
Mientras en el mundo se levantan muros y barreras,
queremos recordar y agradecer a todos los que,
en estos últimos meses,
desde distintas funciones han arriesgado su propia vida,
particularmente en el Mar Mediterráneo,
para salvar vidas de tantas familias en busca de seguridad
y oportunidades.
Seres humanos escapando de la pobreza, las dictaduras,
la corrupción, la esclavitud.
-Ayúdanos, Señor, a descubrir la belleza y la riqueza
que toda persona y todo pueblo encierran en sí como don tuyo,
único e irrepetible, para poner al servicio de toda la sociedad
y no para alcanzar intereses personales.
Te pedimos, Señor, que tu ejemplo y tus enseñanzas
de misericordia y perdón, de humildad y paciencia
nos hagan un poco más humanos y por tanto, más cristianos.
-Oremos juntos diciendo:
Concédenos, Señor, un corazón lleno de misericordia.
Ante la ambición del placer, del poder y del dinero.
Ante las injusticias infligidas a los pobres y a los más débiles.
Ante el espejismo de los intereses personales.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
Jesús es clavado en la cruz.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
-Nuestra sociedad proclama la igualdad de derechos
y la dignidad de todos los seres humanos,
pero practica y tolera la desigualdad,
acepta incluso hasta sus formas más extremas.
Hombres, mujeres y niños
son comprados y vendidos como esclavos
por los nuevos mercaderes de seres humanos.
A su vez, las víctimas de la trata son explotadas por otros individuos.
Y finalmente desechadas como mercancía sin valor.
¿Cuántos se hacen ricos devorando la carne y la sangre de los pobres?
-Señor, cuántas personas todavía hoy son clavadas en una cruz,
víctimas de una explotación deshumana,
privadas de dignidad, de libertad, de futuro.
Su grito de auxilio nos interpela como hombres y mujeres,
como gobiernos, como sociedad y como Iglesia.
¿Cómo es posible que continuemos crucificándote,
siendo cómplices de la trata de seres humanos?
Concédenos ojos para ver y un corazón para sentir los sufrimientos
de tantas personas que aún hoy son clavadas en la cruz
de nuestros sistemas de vida y de consumo.
-Oremos juntos diciendo: “Señor, piedad”.
Por los nuevos crucificados de hoy, dispersos por toda la tierra.
Por los poderosos y los legisladores de nuestra sociedad.
Por quien no sabe perdonar y no sabe amar.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
Jesús muere en la cruz.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
También tú, Señor, has sentido en la cruz el peso de la burla,
del desprecio, de los insultos, de la violencia,
del abandono, de la indiferencia.
Solo María, tu madre, y otras pocas discípulas,
permanecieron allí,
testigos de tu sufrimiento y de tu muerte.
Que su ejemplo nos inspire a comprometernos
para no hacer sentir la soledad a cuantos agonizan hoy
en tantos calvarios dispersos por el mundo,
como los campos de acogida, similares a campos de concentración
en los países de tránsito,
los barcos a los que se niega un puerto seguro,
las largas negociaciones burocráticas
para llegar al destino final,
los centros de permanencia,
las zonas críticas,
los campos para trabajadores temporales.
-Señor te pedimos, Señor, que nos ayudes a estar cerca de los nuevos
crucificados y desesperados de nuestro tiempo.
Enséñanos a enjugar sus lágrimas, a confortarlos como supieron hacerlo
María y las otras mujeres al pie de tu cruz.
-Oremos juntos diciendo:
“Señor, ayúdanos a dar nuestra vida”.
Por cuantos han sufrido injusticias, odio y venganza.
Por cuantos han sido injustamente calumniados y condenados.
Por cuantos se sienten solos, abandonados y humillados.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
13 estación.
Jesús es bajado de la cruz.
Si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda infecundo;
pero si muere, da mucho fruto.
-¿Quién recuerda, en esta era de noticias vertiginosas,
a las veintiséis jóvenes nigerianas,
desaparecidas bajo las olas,
cuyos funerales fueron celebrados en Salerno?
Su calvario fue duro y largo.
Primero la travesía por el desierto del Sahara,
hacinadas en un improvisado autobús.
Después la parada forzosa en los horribles campos
de acogida en Libia.
Finalmente, el salto al mar,
donde encontraron la muerte a las puertas de la “tierra prometida”.
Dos de ellas llevaban en su seno el don de una nueva vida,
niños que no verán nunca la luz del sol.
Pero su muerte, como la de Jesús bajado la cruz,
no fue en vano.
Confiamos todas estas vidas a la misericordia del Padre nuestro
y de todos,
pero sobre todo Padre de los pobres,
de los desesperados y de los humillados.
-Señor, en este momento, sentimos resonar una vez más el clamor
que el papa Francisco elevó en Lampedusa,
meta de su primer viaje apostólico:
'¿Quién ha llorado?'.
Y ahora, después de infinitos naufragios,
seguimos clamando:
'¿Quién ha llorado?'.
¿Quién ha llorado?,
nos preguntamos frente a los 26 ataúdes alineados
y en los que se distingue una rosa blanca.
Solo cinco de ellas fueron identificadas.
Con o sin nombre, todas, sin embargo,
son hijas y hermanas nuestras.
Todas merecen nuestro respeto y recuerdo.
Todas nos piden que nos sintamos responsables:
instituciones, autoridades y también nosotros,
por nuestro silencio y nuestra indiferencia.
-Oremos juntos: “Señor, ayúdanos a compartir el llanto”.
Ante los sufrimientos de los demás.
Ante todos los ataúdes sin nombre.
Ante el llanto de tantas madres.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
14 estación.
Jesús es puesto en el sepulcro.
-Está cumplido.
-El desierto y el mar se han convertido
en los nuevos cementerios de hoy.
Frente a esas muertes no hay respuestas,
pero hay responsabilidad.
Hermanos que dejan morir a otros hermanos.
Hombres, mujeres, niños que no hemos podido o querido salvar.
Mientras los gobiernos discuten,
encerrados en los palacios del poder,
el Sahara se llena de esqueletos de personas
que no han resistido el cansancio, el hambre, la sed.
¡Cuánto dolor provocan estos nuevos éxodos!
Cuánta crueldad se ensaña con el que huye
Los viajes de la desesperación, las extorsiones y las torturas,
el mar, transformado en tumba de agua.
-Señor, haznos comprender que todos somos hijos del mismo Padre.
Que la muerte de tu hijo Jesús
haga que los jefes de las naciones
y los responsables de las legislaciones tomen conciencia
de su papel en defensa de toda persona creada
a tu imagen y semejanza.
(REZA EN LATÍN)
(Coro en latín)
que partió de Nigeria junto a sus jóvenes padres
en busca de un futuro mejor en Europa.
Durante el largo y peligroso viaje en el Mediterráneo,
su mamá y su papá murieron junto a centenares de personas
que se habían fiado de los traficantes sin escrúpulos
para poder alcanzar la “tierra prometida”.
Solo Favour sobrevivió, también ella, como Moisés,
fue salvada de las aguas.
Que su vida se convierta en luz de esperanza en el
camino hacia una humanidad más fraterna.
-Al concluir tu Vía Crucis,
te pedimos Señor que nos enseñes a velar,
junto a tu Madre y a las mujeres que te acompañaron en el Calvario,
en espera de tu resurrección.
Que ella sea faro de esperanza, de alegría, de vida nueva,
de fraternidad, de acogida y de comunión entre los pueblos,
las religiones y las leyes.
Para que todos los hijos e hijas del hombre
sean reconocidos verdaderamente en su dignidad de hijos e hijas de Dios
y nunca más tratados como esclavos.
(HABLA EN LATÍN)
Señor Jesús,
ayúdanos a ver en tu producto de las cruces del mundo.
La cruz de las personas hambrientas de pan y de amor.
Las cruz de las personas a las y abandonadas
por sus propios hijos y parientes.
Las cruz de las personas sedientas de justicia y paz.
La cruz de las personas
que no tienen el consuelo de la fe.
La cruz de los ancianos que se arrastran bajo
el peso de los años y de la soledad.
La cruz de las inmigrantes,
que encuentran la puerta cerrada a causa de los corazones blindados.
La cruz de la humanidad que dan a la oscuridad de la incertidumbre
y de la cultura y de lo pasajero.
La cruz de las familias rotas por la tradición.
Por las elecciones del maligno.
Llevadas por el egoísmo.
Y la cruz de las incansables, que se ven ridiculizados.
La cruz de las que han olvidado el primer amor.
La cruz de tus hijos que creyendo en ti
y buscando vivir tu palabra se encuentran marginados y descartados
incluso por sus familiares y coetáneos.
La cruz de nuestras debilidades.
De nuestras hipocresías.
De nuestras tradiciones.
De nuestras pecados.
Y de nuestras numerosas promesas incumplidas.
La cruz de Iglesia que es fiel a tu Evangelio
quiere llevar a los bautizados.
La cruz de la Iglesia, tu esposa,
que se siente atacada continuamente desde el interior
y desde el exterior.
Señor Jesús, reaviva nosotras la esperanza de la resurrección
y de tu victoria definitiva contra todo mal y toda muerte.
( (REZA EN LATÍN)
Viacrucis desde el Coliseo (Roma).