Presentado por: Eduard Punset Dirigido por: Eduard Punset
El economista Eduard Punset presenta este espacio de divulgación científica. El contenido del programa abarca la medicina, la química, las Tecnologías de la Información y la Comunicación y todas aquellas disciplinas que puedan englobarse bajo el paradigma de la ciencia.
Según el propio Eduard Punset
"REDES nació en Madrid, y durante la primera temporada contábamos en el plató con la presencia de famosos artistas o empresarios acompañados de científicos. Aportaba dinamismo, pero nos dimos cuenta de que debíamos profundizar en el conocimiento científico si queríamos que los propios científicos se dieran cuenta de que sus investigaciones también importaban en la vida cotidiana de la gente, y que la gente descubriera hasta qué punto la utilización del método científico en lugar del dogmatismo iba a transformar sus vidas. La ciencia estaba transformando el mundo.
Estoy contento de que REDES fuera un programa pionero en la comprensión pública de la ciencia, en la utilización del primer plató virtual de la televisión en España, en el recurso a la animación 3D y de las videoconferencias. Al principio, éstas se entrecortaban a menudo y los desfases entre el discurso y la vocalización daban una apariencia de extraterrestres a los entrevistados.
REDES se trasladó en 1997 a Sant Cugat, desde donde todavía se coproduce entre TVE y el grupo de científicos y periodistas jóvenes que constituye la productora smartplanet. Este equipo ha logrado demostrar que ciencia y entretenimiento se pueden unir para que en este tercer milenio la ciencia, por fin, irrumpa en la cultura popular.
El blog de Eduard Punset: http://www.eduardpunset.es/
Subtitulado por TVE.
Lejos de ser un período de declive,
la mediana edad representa uno de los momentos más importantes
de nuestra vida individual y colectiva.
Pese a aparecer los primeros signos de la vejez,
en nuestra quinta y sexta décadas de vida
los humanos estamos en uno de nuestros mejores momentos
en cuanto a salud, inteligencia y relaciones.
En este capítulo, David Bainbridge vuelve a Redes para mostrarnos
las ventajas de gozar de los veinte años adicionales
que siguen a nuestro período reproductivo.
Y en su sección, Elsa Punset nos desvelará algunas claves
para encajar mejor esta etapa fundamental de nuestras vidas.
Creo que sí.
Si analizamos la vida humana desde el nacimiento hasta la muerte,
hay dos fases de la vida del ser humano
de las que los demás animales carecen.
Y una de ellas es la mediana edad.
La mayoría de animales tienen una cría tras otra hasta que mueren.
Los humanos no.
Las mujeres no suelen tener hijos pasados los 42 ó 43.
Sin embargo, siguen gozando de una muy buena salud
durante por lo menos veinte años más.
Los hombres suelen quedarse con ellas por lo que normalmente
tampoco tienen hijos a partir de esa edad.
Esto no ocurre en casi ningún otro animal,
con apenas una o dos excepciones, de modo que se trata de un rasgo
muy especial del ser humano.
Depende de cómo midamos la capacidad cognitiva.
Si medimos la velocidad de cognición,
la velocidad de pensamiento,
entonces sí que es cierto que se ralentiza progresivamente
a partir de los 20 años.
En cualquier prueba cognitiva que implique velocidad,
las personas de mediana edad obtendrán peores resultados.
Ahora bien, si se valoran tareas más complejas,
que son mucho más difíciles de medir.
Tales como forjarse una visión general,
una perspectiva global de la situación,
planear tareas muy complejas, delegar responsabilidades en otros.
Todo esto se les da muy bien a las personas de mediana edad,
que también destacan a la hora de cambiar
la manera de hacer las cosas,
reflexionar
y plantearse mejoras.
En las tareas cognitivas muy complejas,
los maduros despuntan por encima de los jóvenes.
Pero la velocidad no es lo suyo.
Todo depende de cómo se mida la capacidad cognitiva.
La razón por la que me centré en la vista,
la piel y la acumulación adiposa,
es porque son las pocas cosas
que realmente empeoran al llegar a la madurez.
La mayoría no empeoran.
Uno sigue muy sano y tiene muy pocas probabilidades
de morir en la mediana edad.
Pero esas tres cosas sí que cambian,
y además suelen hacerlo de un modo súbito y muy marcado.
La presbicia o vista cansada, que dificulta la lectura de cerca,
es poco habitual a los 35, pero universal a los 50,
por lo que se trata de un proceso muy controlado.
Lo mismo ocurre con la elasticidad de la piel.
En mi caso, noté el cambio a los 39, en un momento muy concreto.
Creo que el hecho de que este tipo de cosas ocurran
en momentos tan marcados,
demuestra que forman parte del desarrollo que tenemos programado.
Llevamos codificados estos cambios a una edad concreta,
no se trata de ninguna degeneración, sino que están programados
para ocurrir en ese momento.
Canas,
patas de gallo,
vista cansada,
esos kilitos de más.
Los indicadores de que nos hallamos ante las puertas de la madurez
suelen manifestarse en la mediana edad.
Por poco que nos gusten, estos signos no son en absoluto
sinónimos de declive.
La mediana edad es mucho más que esto.
Veamos algunos ejemplos de lo que sucede en esta etapa.
Alcanzamos nuestro auge cognitivo.
Aunque nuestro cerebro no sea tan ágil como en otras épocas,
en la mediana edad somos más diestros al planificar,
al llevar a cabo proyectos a largo plazo,
al seleccionar información relevante y al coordinar tareas.
En resumen, maximizamos el conjunto de habilidades
que denominamos sabiduría.
La salud mental se estabiliza.
El momento en que mejor gestionamos nuestras emociones
es en la mediana edad.
Es en los cuarenta y cincuenta cuando nuestra capacidad de encajar
los baches emocionales y resarcirnos de su efecto llega a su cénit.
En cambio, los adultos jóvenes son más propensos a sufrir
problemas mentales y a los ancianos les cuesta más recuperarse
de los trastornos.
La pareja se consolida y el sexo se reinventa.
Las evidencias indican que en la mediana edad,
las relaciones son más robustas de lo que se cree,
y los líos de pareja y las aventuras, menos relevantes de lo que predicen
los clichés.
Es más, aunque la fertilidad decaiga, los humanos de mediana edad
son muy activos sexualmente.
El acto sexual es muy breve en la mayoría de animales,
pero en humanos, puede ser extremadamente prolongado
y placentero.
Esta lentitud dice mucho
de la parte social y psicológica del sexo,
y es por este motivo por el que en la mediana edad se sigue practicando.
Creación y destrucción conviven.
La mediana edad es un pulso
entre las fuerzas de formación y deterioro.
Pese a manifestarse los primeros signos de la vejez,
durante esta época todavía nos desarrollamos y cumplimos
con nuestro manual de instrucciones genético.
El declive de la senescencia todavía tendrá que esperar unos años
para ganar este pulso.
La cultura se transmite.
Los humanos difundimos cultura a nuestra descendencia
y nadie lo hace mejor que las personas de mediana edad.
Cuidamos de nuestra prole y les transmitimos conocimiento
e información útil para la vida.
Otras especies lo hacen,
pero ninguna como la humana
y ahí puede que esté parte del éxito evolutivo de nuestra especie.
Sí.
El caso es que se suele hablar de la esperanza de vida,
que es el número de años que se espera que vivas al nacer.
Sin embargo, se trata de un resultado muy extraño,
porque si vives en una sociedad
en la que muchos niños mueren antes de cumplir los cinco años,
si dos tercios de los niños fallecen antes de los cinco.
Entonces la esperanza de vida es de menos de 30 años.
Sin embargo, durante toda la historia de la humanidad,
quien llegaba a los 15 o a los 20
tenía muchas probabilidades de sobrevivir hasta los 60.
Ha sido así durante toda la historia de la humanidad,
incluso durante la prehistoria.
Si miramos los fósiles, las pruebas apuntan a que, si se sobrevivía
a la infancia, era probable llegar a los 60.
Lo único que ha cambiado recientemente es que después
de los sesenta años se mantiene la salud durante más tiempo.
Eso es gracias a la medicina.
Dicho lo cual, vivir hasta los 60 siempre ha sido posible,
es un fenómeno natural.
Y el período entre los 40 y los 60, en el que todavía se conserva
la salud pero no se tienen hijos, es exclusivo del ser humano.
Sí, realmente es la clave de la vida humana.
Cuidar de nuestra descendencia, cuidar de los niños.
¡Se requiere tanto tiempo!
Veinte años, tal vez, quién sabe.
Durante todo ese tiempo se necesitan tantísimos cuidados,
tantísimas calorías, tantísimos alimentos
que, como dices, hacen falta personas adicionales para lograrlo.
Se necesita una madre, un padre.
Pero también es preciso el apoyo de una sociedad enorme.
Ciertamente no existe ningún otro animal así.
El cuidado de los padres es importante en los mamíferos,
pero no tanto como en los humanos.
Gran parte de la vida se basa en eso.
Me parece que por eso tenemos la edad madura,
porque, si llegas a los 40 o los 42 y ya tienes hijos,
lo mejor que puedes hacer es centrar tus recursos en ellos.
Por eso dejas de tener más hijos.
Sale más a cuenta cuidar de los que ya tienes que tener más.
Es un fenómeno más marcado en las mujeres,
pero creo que también es aplicable a los hombres.
Sí.
Lo sorprendente es que las mujeres están biológicamente programadas
para dejar de concebir niños.
La edad media de la menopausia se sitúa en torno a los 52,
pero la mayoría de mujeres son bastante poco fértiles a los 42.
Está programado biológicamente.
Los hombres tienen una situación un poco más complicada,
porque obviamente pueden escoger,
lo que añade una serie de elecciones a la reproducción humana.
¿Se queda el hombre con su pareja o la deja e inicia una nueva familia?
Pero también suscita la tensión contraria, porque las mujeres,
conforme se acercan a la menopausia, también se sienten presionadas.
¿Deberían engendrar un niño con otro hombre genéticamente superior
y que sus parejas les ayuden a cuidarlo?
Así pues, la menopausia,
como es distinta entre hombres y mujeres, en realidad los hombres
no tienen menopausia, la andropausia no existe,
crea un conflicto entre lo que quieren ambos sexos.
Exacto, exacto.
Estamos en un extremo.
En el otro están los animales que jamás ven a sus padres.
Por ejemplo, la tortuga, la tortuga marina.
Las crías nunca ven a sus padres.
Es más, casi nunca ven a una tortuga adulta.
Todo lo llevan ya codificado y programado al nacer.
Nosotros estamos en el otro extremo.
Contamos con una cosa llamada cultura
que no se limita al arte y al lenguaje,
sino que incluye la tecnología, la ciencia, la faceta más social
del ser humano.
Pero nacemos sin ella.
Venimos con algunas cosas, claro, creo que contamos
con una personalidad y con una capacidad enorme de aprender,
pero poca cosa más.
Sí.
Y lo curioso es que parece un sistema muy arriesgado.
Transmitir toda la conducta a través de los genes resulta muy seguro,
mientras que la idea de que cada generación
deba transmitir la cultura parece un sistema muy peligroso.
Una sola generación perdida significa el final.
Pero nunca pasa, porque lo transmitimos todo compulsivamente.
Bueno, todo parte de una historia que creo que se inventó
en Estados Unidos en la década de 1960.
La crisis de la mediana edad.
Se piensa que afecta en especial a los hombres.
Y está muy en boga.
Nunca se ha definido bien, así que intenté definirla.
La primera idea era que los hombres empezaban a buscar chicas
más jóvenes.
La segunda, que hacían cosas infantiles, como comprarse
un coche deportivo o una moto.
La tercera idea era la reorganización intrapsíquica,
que consiste en una sensación muy profunda de duda
acerca de uno mismo, autoanálisis y depresión.
Pues bien, tras haberlo definido, empecé a analizar
cada uno de los componentes,
y resulta que en realidad no son ciertos.
Pensamos que la crisis de la mediana edad sucede a los 40,
pero tenemos la misma probabilidad de hacer esas cosas a los 30, 50 o 60.
Y las mujeres también tienen la misma probabilidad de hacerlas.
Las mujeres que salen de una relación y buscan otra pareja suelen acabar,
por lo general, con parejas más jóvenes.
Vamos, exactamente lo mismo que hacen los hombres.
Así que es humano, somos así.
Así somos los humanos
los adultos, no solamente cuando tenemos 43 años
como yo, que es la edad que tengo.
Cuarenta.
Cincuenta.
Cuarenta y cinco, cuarenta y seis.
Diría unos cuarenta, cincuenta.
Tengo menos estrés.
Tengo más libertad.
Creo que empezó a partir de los 50.
Creo que el que llega a esta edad o se amarga con la vida,
o llega a una edad de plenitud.
De satisfacción, le da importancia a lo que realmente lo tiene.
Porque estamos sometidos a inercias personales importantes.
Y también a estructuras sociales potentes.
Esto me asusta, nunca he visto tanta gente que ha estudiado
y no puede trabajar lo que ha estudiado.
Soy ingeniero.
De Suiza, de Zúrich.
He trabajado como ingeniero inventando máquinas.
Más tarde he tenido que reestructurar empresas.
Esto me costó bastante salud.
Y nervios.
Siempre me hubiera gustado trasladarme al sur.
País latino.
Para vivir mejor.
Hace siete años.
Vinimos aquí a mirar, me gustó lo que he visto.
Hemos decidido al final que nos trasladamos.
Como cuando estaba en Suiza he encontrado mi ocio,
que era la cerámica.
Cuando he venido aquí, ya sabía que abro una escuela de cerámica.
Hay que saltar.
Hay que tener ganas.
No hay que pensar demasiado.
Si piensas mucho no te mueves.
Creo que siempre estamos en fase de transición.
Y de aprendizaje.
Lo que le he hecho a la mía, que salga y trabaje fuera,
y que no tenga miedo.
El sentimiento es muy importante.
Que no se tiene que ser tan cerebral.
Por si, no puedo hacer esto por si.
Tienes una vida y hay que hacer cosas.
Después no existes más entonces es mejor hacer algo.
¿Por qué las cebras tienen rayas?
Lejos de ser un período de declive, la mediana edad representa uno de los momentos más importantes de nuestra vida individual y colectiva. Pese a aparecer los primeros signos de la vejez, en nuestra quinta y sexta décadas de vida los humanos estamos en uno de nuestros mejores momentos.
Lejos de ser un período de declive, la mediana edad representa uno de los momentos más importantes de nuestra vida individual y colectiva. Pese a aparecer los primeros signos de la vejez, en nuestra quinta y sexta décadas de vida los humanos estamos en uno de nuestros mejores momentos.