Correr para comer.
Correr para no ser comido.
Luchar contra la gravedad
y la resistencia al aire o al agua
para alcanzar velocidades
increíbles.
Pero ¿sabíais que el animal
más rápido del mundo
es casi invisible al ojo humano?
Millones de años de evolución
han modelado un mundo
fascinante y diverso
donde habitan especies únicas.
Seres que tejen
complejos ecosistemas
en los que la vida emerge.
Soy Evelyn Segura, bióloga.
Mi pasión es dar a conocer
las maravillas naturales
para preservarlas.
Juntos descubriremos
las historias más increíbles
del mundo animal.
(Música)
Dicen que el movimiento
se demuestra andando.
Y lo cierto es que desplazarse
es una de las acciones
fundamentales en la vida.
Pero ¿a qué velocidad se produce
ese movimiento y por qué?
Entre los animales, moverse sirve
para buscar alimento,
emigrar cuando las condiciones
ambientales empeoran,
encontrar pareja o escapar
de los depredadores.
Según cómo se mire,
podemos pensar que cuanto
más rápido vayamos, mejor.
Pero siempre que nos ponemos
en el centro
como medida de todas las cosas
de la naturaleza nos equivocamos.
Ir rápido es útil para las especies
que necesitan ser veloces.
Si no, sería un gasto absurdo
de energía,
ya que es muy costoso
no solo correr,
sino también mantener toda
la masa muscular para hacerlo.
¿Acaso sería lógico
ir en un fórmula uno
a comprar el pan
a la tienda de la esquina?
Hoy os propongo una carrera
por el mundo
de la velocidad animal.
Coged aire.
(Música)
Al rey de la velocidad mundial
no lo encontraremos
en la Península Ibérica.
Para verlo tenemos que viajar
hasta la sabana africana.
Descansando entre la vegetación,
no parece un depredador temible.
Pero lo es.
Todo su cuerpo está preparado
para salir lanzado
como una flecha tras sus presas.
Como esta gacela,
uno de sus platos favoritos.
Su columna vertebral
es larga y flexible
y actúa como un muelle
que lo impulsa hacia delante.
Cuando corre, utliliza su cola
a modo de timón para estabilizarse.
Gracias a su anatomía,
puede pasar
de 0 a 100 kilómetros
por hora en apenas tres segundos.
Y alcanzar velocidades punta
de hasta 110.
La clave
de su asombrosa aceleración
está en que puede aumentar
la frecuencia de sus zanzadas
muy rápidamente
y así puede sorprender a su presa
con un cambio de ritmo.
Aunque es el animal terrestre
más rápido del mundo,
estos sprints no duran
más de un minutos.
Suponen un consumo enorme
de energía
y no los puede mantener
durante mucho rato.
Un estudio
de la Universidad de Londres
comparó la velocidad del guepardo
con la del galgo
para descubrir su secreto.
Los dos tienen
anatomías parecidas,
pero en cuestión de rapidez,
el guepardo gana de calle.
Sus patas traseras sostienen
el 70 por ciento de su peso.
De este modo, evitan derrapar.
Además, los músculos
de sus extremidades posteriores
están formados
por unas fibras especiales
llamadas superrápidas.
Pueden contraerse
más rápido y con más fuerza
porque tienen menos mioglobina,
la molécula que transporta oxígeno
al tejido muscular.
Además, tienen unas grandes
fosas nasales
para no quedarse sin aliento.
Por si fuera poco,
su sistema de equilibrio
es único y le permite
mantener la cabeza
sin balanceo incluso
a altas velocidades.
El humano más rápido del planeta,
Usain Bolt,
paró el crono en 9,58 segundos.
El récord mundial
de los 100 metros lisos.
Un guepardo
tardaría solo la mitad
que el aclamado
y laureado velocista.
(Música)
Xantal Borràs es doctora
en Educación Física y Deporte
y profesora en la Universidad
de Vic, en Barcelona.
Es una de las pocas especialistas
en biomecánica deportiva
de nuestro país.
¿En qué consiste
la biomecánica deportiva?
La biomecánica es una disciplina
que utiliza los principios
de la física mecánica
y los adapta al cuerpo humano.
En la biomecánica deportiva
tenemos un doble objetivo,
que es la mejora
del rendimiento deportivo
y la prevención o readaptación
de las lesiones.
Los animales más grandes
y con más masa muscular
deberían ser más rápidos.
Pero los reyes de la velocidad
son los animales de tamaño medio.
¿Por qué?
Los animales con mucha masa,
como los elefantes,
tienen mucha resistencia
al desplazamiento.
Es lo que denominamos inercia.
Les cuesta mucho acelerar
y les cuesta mucho frenar.
Puede ser que a la hora de tener
su velocidad punta máxima
se hayan quedado sin energía.
Así como hay animales,
como el guepardo,
que tienen el cuerpo
diseñado para el sprint,
¿para los humanos cuál sería
nuestro movimiento natural?
Nosotros estábamos confeccionados
para la cuadrupedia.
Pasamos a ser bípedos y tuvimos
que incorporar cambios
en nuestra estructura corporal.
Tenemos tres curvas
en la espalda.
Tenemos unas caderas modificadas
y los hombros también.
No creo que estemos
tan preparados para ser veloces
como para resistir mucho tiempo.
De hecho, antes, los ancestros,
para cazar, utilizaban
la caza por fatiga del animal.
Como el lobo.
Como el lobo, por ejemplo.
¿El estudio de la biomecánica
de los animales
puede ayudar a mejorar
el rendimiento de los deportistas?
Actualmente, con la tecnología,
usamos la nueva tecnología
o la tecnología más moderna
para analizar el movimiento
del deportista.
Sí que es verdad
que hace bastantes años,
a principios del siglo pasado,
a través del movimiento
de las piernas de la rana
Lombard describió
el movimiento de los músculos
que actúan en dos articulaciones
del cuerpo.
La cadera y la rodilla,
principalmente,
o brazo y hombro.
Y en natación sí que está
la teoría de los vórtices,
de las turbulencias
que utilizan los peces,
que utilizan los peces
para propulsarse,
y que ahora se intenta entrenar
generando ondas
en los nadadores para poder
aprovechar estos vórtices
como método propulsivo.
¿Y si yo quisiera mejorar
mi velocidad, qué debería entrenar?
Deberías entrenar
la técnica de carrera
y después, la fuerza muscular.
La fuerza muscular, el apoyo
en el pie de los velocistas
se produce en una fracción
de segundo.
Necesitamos generar mucha fuerza
en muy poco tiempo.
Necesitas tener fuerza
no solo en las piernas,
sino en el tronco
y también en los brazos
para poder contribuir
en el movimiento.
(Música)
Si el objetivo
de los depredadores
como el guepardo
es atrapar a sus presas,
el de estas es todo lo contrario,
intentar escapar.
Se establece lo que se conoce como
carrera armamentística evolutiva.
El depredador
se vuelve más eficiente
en perseguir
y matar a sus presas
y las presas desarrollan nuevas
defensas y formas de escape.
Gracias a esta coevolución,
las poblaciones de unos y otros
se mantienen en equilibrio.
En la Península Ibérica,
la liebre es una de las especies
más hábiles y rápidas
cuando se trata
de escapar de las fauces
de su perseguidor.
Es un animal
extremadamente cauto.
Orienta sus largas orejas
para detectar cualquier ruido
que se produzca a su alrededor.
Los lepóridos, la familia
a la que pertenecen,
se caracterizan por sus largas
patas posteriores
y su cuerpo aplanado,
diseñado para correr
a gran velocidad.
De hecho, su forma de correr
es parecida a la del guepardo.
Quién lo diría.
En carrera pueden alcanzar
los 70 kilómetros por hora
y realizar saltos
de más de tres metros.
Realizan quiebros bruscos
en su trayectoria
para despistar
a sus perseguidores.
Acumula casi el 20 por ciento
de toda su musculatura
en la zona pélvica
y en las patas posteriores.
Su corazón es tres veces
más grande que el de un conejo.
Y late un tercio más rápido
para proveer de oxígeno
a los músculos
durante las carreras.
Pocos depredadores pueden dar
alcance a este bólido con patas.
(Música)
El equivalente al guepardo
en nuestro país sería el lobo.
Ni por asomo alcanza
la velocidad del felino,
pero es uno
de los depredadores terrestres
más rápidos
de nuestro territorio.
No es que los animales
de la Península sean más perezosos
ni que el calor
del mediodía en verano
les quite las ganas
de echar unas carreras.
La respuesta está, cómo no,
en la selección natural.
El terreno en el que viven
es muy distinto a la sabana.
Y para atrapar a sus presas,
no necesitan ir
a una gran velocidad.
De modo que no han evolucionado
para correr rápidos sprints.
Las patas de los lobos
están adaptadas
para caminar con facilidad
por una gran variedad de terrenos.
Especialmente, nieve.
Sus garras son grandes
y no se retraen,
como las de los felinos,
para mantener así el agarre
en superficies resbaladizas.
Cuando caza, su estrategia
se asemeja
a la de un corredor de fondo.
Puede perseguir a su presa
durante horas
a velocidad media.
Aun así, cuando hace falta
alcanza los 60 kilómetros por hora.
Su extraordinaria condición física
le permite recorrer
grandes distancias.
Su potencia es impresionante.
Y puede saltar hasta cinco metros
sin aparente esfuerzo.
Es un atleta muy completo.
Para ir a gran velocidad,
hay que tener una buena tracción.
Así, la fuerza de los músculos
impulsa el cuerpo hacia delante.
Por eso, los velocistas
utilizan tacos en la salida
y la suela de sus zapatillas
tiene pequeñas púas.
Pero, al mismo tiempo,
la fricción con el suelo
genera una gran resistencia.
Sobre hielo, en cambio,
es mucho menor.
Si el atleta más veloz alcanza
unos 45 kilómetros por hora,
el patinador más rápido
supera los 90.
Hay un delicado equilibrio
entre no resbalar
y no perder potencia
por la fricción contra el suelo.
Quizá hayáis experimentado
en vuestras propias carnes
lo inestable que es
ir sobre patines.
En el experimento de hoy,
os voy a mostrar
cómo podemos reducir
esta resistencia.
En este caso, con un gas.
Hemos construido
un aerodeslizador doméstico
con un soplador.
Si funciona, generaremos
un cojín de aire bajo la silla.
Voy a subirme, aunque no sé
si voy a necesitar un casco.
¡Funciona!
Gracias a la capa de aire
que hemos generado,
el rozamiento con el suelo
es muy leve.
Con poco esfuerzo,
podemos desplazar la silla
o hacerla girar.
La densidad del aire es menor
que la del agua
y genera menos resistencia.
Y si se tiene
un cuerpo aerodinámico,
se pueden alcanzar
velocidades de vértigo.
Por eso, el rey de la velocidad
no es terrestre ni acuático,
sino un ave.
El halcón peregrino es el animal
más rápido del mundo
y un cazador letal.
Toda su anatomía ha evolucionado
para cortar el aire.
Sus alas son largas y afiladas
y so cola, corta,
para tener un cuerpo
aerodinámico y compacto.
Sus plumas son más delgadas
y rígidas que las de otras rapaces.
Y reducen
la resistencia al aire.
En vuelo horizontal alcanzan
los 150 kilómetros por hora.
Pero consigue velocidades
aún mayores
en los picados que realiza
para capturar sus presas.
Cuando se lanza tras ellas,
llega a los 320 kilómetros
por hora.
Aunque en 2005
se detectó un ejemplar
a más de 390,
así que no se sabe
cuál es realmente la velocidad
máxima que puede alcanzar.
En un túnel de viento
podemos reproducir
algo parecido
al vuelo de esa ave.
Unas turbinas generan
una corriente de aire
de hasta 280 kilómetros
por hora.
Similar a una caída libre.
Voy a emular
al halcón peregrino.
(Música)
¡Guau, la sensación
es increíble!
Cuesta mucho controlar
el cuerpo ahí dentro.
Hay que hacer fuerza,
cuesta incluso respirar.
Yo repetiría.
Imposible emular
al halcón peregrino.
Un equipo de investigadores
de la Universidad de Oxford
y de Groningen, en Holanda,
se preguntó por qué el halcón
volaba tan rápido
si en realidad, sus presas
eran mucho más lentas.
Para encontrar la respuesta,
realizaron simulaciones
por ordenador
de su técnica de caza.
Vieron que al contrario
de lo que parecía lógico,
durante el picado,
las fuerzas aerodinámicas
que se generan le permiten
maniobrar mejor.
Si fuese más lento,
no podría maniobrar
a los movimientos erráticos
de la presa que intenta escapar.
Como en los otros animales
que hemos visto,
su cuerpo está extraordinariamente
preparado para la velocidad.
Tiene unos potentes músculos
que se sujetan a la quilla,
una estructura ubicada
en el esternón,
que en esta especie
es muy grande.
Su corazón late entre 600
y 900 veces por minuto.
Y su sistema respiratorio
le permite mantener
los pulmones hinchados
incluso cuando exhala.
Así asegura el aporte
de oxígeno a los músculos.
Además, presenta unos pequeños
tubérculos óseos
en las fosas nasales
que desvían la corriente
y así, la presión del aire
no daña sus pulmones.
(Música)
El halcón peregrino debe controlar
al milímetro su vuelo
para no sufrir ningún percance
a esas velocidades.
Pero ¿os imagináis
que tuviera que hacerlo
rodeado por miles de otras aves?
En esto, el estornino
es el campeón.
(Música)
Es uno de los espectáculos
de la naturaleza
más maravillosos
que podemos observar
al atardecer
en los cielos de invierno,
cuando ya están liberados
del cuidado de las crías.
Es cuando los estorninos
forman bandadas de miles
o decenas de miles
de ejemplares
volando de forma
deliciosamente sincronizada.
Con esta especie de baile,
buscan alimento
de forma coordinada antes
de dirigirse a los dormideros.
Y también
es una forma de despistar
a los depredadores,
como los halcones.
Cuando un depredador
ataca a una bandada de aves,
un banco de peces
o un rebaño de herbívoros,
fija su atención en un único
individuo y va a por él.
Si la presa se mueve
a toda velocidad
rodeada de sus congéneres
con un movimiento impredecible,
el cazador se confunde
y tiene mucha dificultad
para perseguir
a un individuo concreto.
Cómo los estorninos
consiguen realizar
estas acrobacias
sin chocar entre ellos
es una pregunta que ha intrigado
a los científicos
desde hace cientos de años.
En 1930, el ornitólogo británico
Edmund Sealous
propuso que debía de existir
algún tipo de telepatía
entre ellos.
Una idea peregrina descartada
por investigadores posteriores.
Ahora sabemos que cada ave
imita la dirección y velocidad
de los siete pájaros
más cercanos.
De este modo, todo el bando
se mueve de forma sincronizada,
incluso a velocidades que alcanzan
los 60 kilómetros por hora.
Hemos visto cómo conseguir
altas velocidades en tierra y aire.
¿Qué sucede en el agua?
En el agua, nosotros no estamos
tan adaptados
al medio acuático
como al medio terrestre.
En el agua suceden varias cosas.
Primero, cambiamos la posición
del centro de gravedad
en relación a lo que serían
los pies.
Después,
como es un medio fluido,
tenemos que adaptar
el sistema vestibular,
que es el responsable
del equilibrio corporal.
En el agua estamos
en desequilibrio constante.
El agua ofrece más resistencia
al avance, es más densa,
con lo cual, consumimos
mucha más energía.
Para recorrer
una misma distancia,
tanto en tierra como en agua,
consumimos cinco veces más
de energía en el agua.
Y en los distintos tipos
de estilos de natación,
¿se utiliza la misma musculatura
o es diferente?
La mayoría de estilos utilizan
los mismos grupos musculares.
Lo que serían mariposa y braza
intenta ser más ondulatorio,
como los peces o el delfín.
Para poder aprovechar
esos vórtices que generan,
esas turbulencias que se generan
al final de la patada
para ayudar a propulsar
al deportista.
Pero tenemos una musculatura
muy diferente a la de los peces.
Los peces tienen una musculatura
que pasa a lo largo de la espina.
Y, además, no tienen tendones,
con lo cual la explosividad
de lo que podemos acumular
en el músculo
los peces seguramente
no la tienen.
(Música)
El humano más rápido en el agua
es el francés Florent Manaudou.
En 2014 alcanzó casi
los 9 kilómetros por hora.
Una velocidad bastante discreta.
En nuestras aguas hay un pariente
del tiburón blanco
que nada hasta 10 veces
más rápido.
(Música de "Tiburón")
(RÍE)
No, en estas aguas, no,
en el mar.
Al marrajo común o tiburón mako
se le conoce como el halcón
peregrino del mar.
Vive en las zonas templadas
de todos los océanos.
También en el Mediterráneo.
Aunque no suele acercarse
a la costa.
No existen estudios precisos
sobre su velocidad máxima.
Pero se sabe que nada habitualmente
a unos 40 kilómetros por hora
y que alcanza los 90
de velocidad punta.
Este tiburón tiene distintas
adaptaciones
anatómicas y fisiológicas
que le permiten volar en el agua.
Pocas presas pueden
escapar de sus fauces.
Por un lado, su aleta caudal
en forma de media luna
es extremadamente
potente y musculosa.
Por otro lado, la superficie
de sus branquias
es mucho mayor
que la de otros tiburones,
lo que le permite captar mejor
el oxígeno del agua.
Además, tiene una estructura
especial
en su sistema circulatorio
con la que consigue mantener alta
la temperatura de sus músculos
y realizar rápidos arranques,
incluso en aguas frías.
Todo su cuerpo es extremadamente
hidrodinámico,
empezando por su hocico
puntiagudo.
Pero uno de sus secretos
no se percibe a simple vista.
La piel de los tiburones
está cubierta
de miles de pequeños dientes
dérmicos o dentículos superpuestos
que reducen
la fricción del agua.
En el caso del mako, además,
estas estructuras son flexibles
y se orientan en función
de la dirección del flujo de agua.
Estas diminutas placas
le ayudan a convertirse
en uno de los peces
más rápidos del mundo.
Eso sí, con el permiso
del pez vela,
el animal más veloz
de todos los mares.
Es capaz de alcanzar
los 100 kilómetros por hora.
Pero ¿qué sucede si tenemos
en cuenta el tamaño de su cuerpo?
Si incluimos este parámetro,
el récord del mundo
de velocidad animal
se lo llevaría un invertebrado
casi microscópico.
(Música)
Los ácaros son arácnidos,
como las arañas, las garrapatas
o los escorpiones.
Pueden ser terrestres o acuáticos
y se conocen
unas 50 000 especies.
Aunque se cree que hay centenares
de miles por descubrir.
Estamos rodeados por ellos
y suelen pasar desapercibidos.
Aunque los alérgicos detectan
su presencia a la legua.
(Música)
En zonas rocosas
del sur de California,
vive paratarsotomus macropalpis.
Una especie de ácaro del tamaño
de una semilla de sésamo.
Pese a su diminuto tamaño,
es el animal
más rápido de la Tierra
si tenemos en cuenta
la longitud de su cuerpo.
Si el guepardo, por ejemplo,
se puede desplazar
a una velocidad de 16 veces
la longitud de su cuerpo
por segundo,
paratarsotomus
recorre una distancia
de 322 veces su longitud
en el mismo tiempo.
Sería el equivalente a un humano
que corre a 2100 kilómetros
por hora.
Además, es capaz
de soportar temperaturas
de más de 60 grados centígrados,
letales para la mayoría
de seres vivos.
(Música)
Comparados con la liebre,
el halcón o el marrajo,
los humanos somos una especie
extremadamente lenta.
Aun así, parece
que nos gusta correr.
Ir ajetreados
de aquí para allá.
(Música)
Pero aquí parece que el tiempo
se ha detenido.
Lejos de las prisas
y en contacto con la naturaleza,
correr se me antoja
la idea más absurda del mundo.
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Musica del minuto 20:00?