La desinformación en redes sociales móviles empaña el proceso electoral en Brasil

Lo que estaba siendo una campaña electoral de corte tradicional cambió de forma abrupta el 6 de septiembre, cuando fue apuñalado Bolsonaro, y a partir de ahí la campaña se volcó fundamentalmente a las redes sociales. Ni anuncios en tv, ni debates, ni mítines; desde la cama del hospital, el candidato ultraderechista coordinó un bombardeo de mensajes de 'Whatsapp' que llegó a millones de usuarios, destinatarios que a su vez funcionaron como activistas. Colaboradores desinteresados y decididos a dejarse la piel por su líder, más aún desde la impunidad y el anonimato de la red social. Cientos de los mensajes que esa legión generó terminaron siendo noticias falsas.

Fotos como las de Trump apoyando a Bolsonaro, o de Fidel Castro bailando con una joven Dilma Rousseff nunca se produjeron, pero cuando se demostró que eran falsas ya habían sido compartidas por cientos de miles de usuarios. En paralelo, una investigación periodística denunció que varios empresarios supuestamente partidarios de Bolsonaro pagaron para crear y difundir cadenas masivas de mensajes y noticias falsas. El TSE lo está investigando.