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"Escribir mi nombre y seguir.
Cortarme yo en la tierra
Y el vértigo en cada desvío. Por no flotar.
El desmayo que me habita en la tráquea como una pitón
retorcida en nudos que no se sueltan ni me sueltan.
El amor asociado al miedo. La vida-miedo, el día-miedo.
Y el vértigo
El tiempo y su tragedia.
El olor a tierra que queda lejos,
y la bestia que me pregunta ¿por qué lo haces? Día a día.
Desmenuzarte.
Permitir que el monte-bosque sea inaccesible.
No fortificarte.
En el sentido de ser piedra.
Raíz de árbol.
Hueco de madriguera."
La poesía tiene la grandísima ventaja
de hablar de cosas sin casi nombrarlas,
es decir, en un poemario se puede estar hablando
perfectamente de la muerte y no mencionar,
no decir la palabra muerte en ningún momento.
En la vida real es más complicado, mucho más,
es más complicado porque no tenemos esa especie de máscara
que nos da la literatura.
Hay una frase que siempre recuerdo de Sylvia Plath.
Ella, cuando murió su padre que marcó totalmente su biografía
y su manera de escribir,
dijo: "Ahora que ha muerto mi padre no volverá a hablar con Dios".
Y estaba muy bien esa frase, literariamente hablando, es perfecta,
evoca muchísimas cosas, sobre todo evoca muchísimo dolor.
Pero resulta que cuando me llegó a mi el momento
de enfrentarme a algo parecido me pareció muy extraña.
porque a mi me pasó justo lo contrario.
De repente necesitaba como una especie de espiritualidad,
de trascendencia, de rezos, sin saber muy bien cómo llevarlos,
pero vitalmente sentí esa necesidad.
-Desde muy joven me impresionó un verso de "La Ilíada", de Homero,
que dice: "Cual las generaciones de las hojas, así la de los hombres".
Esa es nuestra situación, ¿no?
Un otoño perpetuo, ¿no? un otoño perpetuo.
Pero luego ha habido otras representaciones
que me han interesado mucho, ¿no? por ejemplo, la de Jorge Guillén,
que tiene un soneto que es: "Muerte a lo lejos"
y me interesa mucho también lo que decía Séneca,
-que es un estoico importante- sobre la muerte,
que cada día morimos, ¿no?
que cada día que pasa nos encamina más a nuestro propio morir
y todo lo que saca Quevedo precisamente de ese pensamiento.
Cuando era muy joven, ya hemos gastado cuarenta años,
la muerte me daba pánico, por un lado,
porque pensaba que podía cortar mi vida en su desarrollo.
Pero, luego, poco a poco me fui olvidando de ella,
incluso me he dado cuenta
que en mi propia escritura hay varias décadas
que la muerte, incluso, como símbolo, desaparece por completo,
como si la escritura me fuese a salvar de morirme.
Pero, luego, según he ido evolucionando
hacia una poesía de carácter más existencial,
sin que eso renunciase a lo metafísico,
he ido viendo la muerte de otra manera.
He ido viendo la muerte como una cosa cotidiana.
"Muerte, poco te llevarás de mi: solo este cuerpo gastado por el uso,
unos labios que casi ya no dicen y unos ojos que apenas pueden ver.
Confórmate con eso: poco más te daré.
He llegado hasta aquí demasiado despacio
como para entregarte todo lo que no tengo:
todo lo que dejé, todo lo que perdí.
Poco te llevas, pues, de mi.
pues lo que importa no es este yo que muere
sino el otro que soy,
el que también he sido, el que sigo siendo, pese a ti.
Ya me dirás si ha valido la pena, tanto, tanto y tan largo esperar.
Hoy soy yo quien asisto a tu derrota, muerte,
a la orilla del Loira en Orléans".
Claro, porque como la muerte está en medio de la vida.
En esta novela quería hacer un retrato bastante fiel
de lo que es nuestra vida hoy pero la que fue ayer también,
pues los sepultureros y la muerte tienen un lugar central
y en el centro de la novela precisamente está este banquete
que se dan cada año los sepultureros,
la Cofradía de Enterradores y Sepultureros
y que es como el auge, el momento clave de la novela.
La verdad es que tengo una relación bastante cordial con la muerte,
no nos vemos cada día, por suerte, pero....
pero, claro, como está por todos lados,
hay que acostumbrarse a ella, ¿no?
Acostumbrase a... a sus cuchillos y a su temible presencia.
-Cómo hablar de la muerte a los más pequeños.
Los álbumes infantiles nos pueden ser de gran ayuda
para contar cosas que, a veces, ni los adultos entienden.
"¿En adónde vamos cuando desaparecemos?"
Isabel Minhós y Madalena Matoso
intentan dar respuesta a esta pregunta
a partir de otras cosas que también se desvanecen,
desde la luz del sol hasta los charcos
y pasando por los calcetines desaparejados.
Muchas veces el primer contacto con la muerte
lo vivimos con los animales.
"Cartas desde mi cielo" de Dawn Mcniff,
es un tierno relato sobre la pérdida de una mascota.
Mientras que a través de "El pájaro muerto",
de Margaret Wise Brown,
se explica la importancia de despedirse de los seres queridos.
Aunque los abuelos y abuelas se vallan lejos,
siempre estarán a nuestro lado.
Es lo que explica "La isla del abuelo"
Una colorida aventura de Benji Dávies,
uno de los grandes autores de la ilustración infantil actual.
Una última propuesta es: "El pato, la muerte y el tulipán"
Una historia tan delicada como sus ilustraciones.
Nos da a entender
que la muerte nos acompaña desde el día en que nacemos,
como si se tratara de una amiga fiel.
En definitiva, cuando niños y niñas nos pregunten
y no sepamos qué decir,
la respuesta, una vez más, está en los libros.
Es muy posible.
Bueno, todo empieza en un pueblo del oeste de Francia
entre la Rochelle y Niort,
es decir, entre.... bueno, el oeste, muy cerca del Atlántico,
y llega ahí un etnólogo joven de 28 años,
que se llama David Mazon,
que va a pasar un año en un pueblo para escribir su tesis doctoral,
el pueblo se llama La Pierre-Saint-Christophe.
A raíz de este descubrimiento de David Mazon,
vamos descubrir nosotros también el pueblo y todo lo que él no ve,
que es, claro, toda nuestra relación con la historia, la vida, la muerte,
pero siempre a través de este pueblo donde no pasa nunca nada.
La parte del diario de David nos permite entrar en el pueblo,
ese es nuestro guía,
y, claro, ese quía no podía ser alguien de ahí.
Necesitaba yo esta mirada de cándido, un poco de gente de afuera,
el forastero que llega al pueblo y nos lo va a describir
y nosotros, bueno, los lectores van a entrar con David.
Al principio, no sabe nada, exactamente dónde está,
dónde ubicarse, con quién hablar y con él el lector,
y luego vamos a ver en la gran parte central,
que no es el diario de David, todo lo que él no ve y no sabe.
Hombre, no, no lo es.
Es más bien....
Bueno, lo que es simpático es
que David Mazon tiene como ambiciones desmesuradas.
Llega con su primer trabajo de campo o casi,
y ya se piensa que es Claude Lévi-Strauss en la Amazonia,
tiene esto de que....
Tiene cualidades y defectos.
De sus cualidades más obvias una es que es muy sincero,
es decir, es que lo cuenta todo en su diario,
incluso lo que normalmente uno no llegaría a contar,
y también tiene curiosidad, y esos son sus....
Pero luego tiene defectos que son: es un poco vago, mucho,
no trabaja mucho, no se interesa mucho por el trabajo de campo,
está delante del ordenador todo el día jugando al tetris
y es un poco así no....
Claro, parece que él no haya entendido
que no es solo formular preguntas, que eso está muy bien,
pero luego, en algún momento, hay que investigar
para ver cómo se puede contestar estas preguntas, ¿no?
Hombre, eso es....
Siempre se ha dado, primero, no es algo nuevo,
pero lo que pasa ahora es que nos hemos dado cuenta de que....
claro, necesitábamos cambiar nuestra relación totalmente
con el medio ambiente, con la naturaleza, con...
Entonces, claro, hay gente que decide irse a vivir al campo también
como un acto político, un acto de...
para intentar salvar el planeta, nada más y nada menos.
# Yo quería vivir en el bosque
# Todo lo tenía muy bien pensado
# Me pintaría la cara
# Retocaría en el barro
# Yo quería vivir en el bosque
# Todo lo tenía muy bien pensado #
-En el siglo IXX, Waldo Emerson expuso en su ensayo "Naturaleza"
que la razón y la fe la recuperamos en los bosques.
Seguro que le daría la razón Walt Whitman,
que con su poesía nos enseñó a amar la vida y la naturaleza.
Como apuntaba Thoreau, "Una vida sencilla en el bosque
es el mejor refugio de la vida moderna".
Un hecho que Antonio Pau ha estudiado en su "Manual de escapología".
Hay dos clases de huída.
Una huída precipitada por un mal inminente, inicuo y muy próximo,
y luego hay una huída reflexiva
por un entorno que nos resulta incómodo
o unas condiciones de vida
que nosotros mismos nos hemos impuesto
y con lo que no estamos a gusto.
En el libro se estudian treinta maneras de huir
y son treinta maneras históricas,
pero que no dejan de tener vigencia actual.
Se puede huir al campo.
Se puede huir al bosque.
Se puede huir a la ciudad.
Se puede huir también hacia el entorno natural,
donde resulta agradable la onivencia, como puede ser la aldea.
Se puede huir del consumismo, que nos consume la vida
y se puede ir también de la.... de la tecnología.
Efectivamente, han sido muchos los escritores
partiendo de los clásicos latinos, de Horacio con su "Beatus ille"
y"Las Georgicas" de Virgilio,
y en la actualidad los poetas andaluces,
quizá porque son todos ellos sucesores de Columela,
el gran poeta latino de la vida del campo,
son los que más han propugnado esta vuelta al campo
y, sobre todo, entre ellos, el gran poeta José Antonio Muñoz Rojas
con un libro delicioso de prosa poética
que se llama "Las cosas del campo",
del que dijo Dámaso Alonso que era el mejor libro en prosa
que había leido en su vida.
-La lectura nos puede transportar hacia espectaculares arboledas,
gracias a libros como
"Los árboles te enseñarán a ver el bosque",
del naturalista Joaquín Araujo.
La naturaleza también tiene un peso importante
en la editorial Errata Naturae,
con sus colecciones de libros salvajes.
En "El corazón del bosque" de Jean Hegland,
dos hermanas, creadas en medio de la naturaleza,
ven cómo el mundo se colapsa.
Del mismo sello, en "Suyos eran los pájaros"
conocemos a la viuda de un pastor
que vive en una remota aldea en Finlandia.
Y es que cada vez hay más lecturas que nos acercan al campo,
como es el caso de la revista "Salvaje".
"Salvaje" es una publicación en papel y trimestral
sobre naturaleza y campo,
cuyo objetivo es intentar cambiar la imagen negativa y pesimista
que tenga sobre nuestro medio rural.
Queremos hacerlo reivindicando toda la riqueza
de nuestro patrimonio natural y cultural.
Queremos hacerlo también dándole voz a las iniciativas
que están surgiendo desde los pueblos
y, sobre todo, queremos hacerlo contando tantas historias increíbles
que suceden fuera de las ciudades,
pero que otros medios de comunicación no cubren.
La literatura tiene un peso fundamental
en la editorial de "Salvaje".
No solo hemos publicado entrevistas con autores de libros de naturaleza,
sino que también publicamos directamente textos inéditos
como, por ejemplo, este de la autora Sabina Urraca,
hemos publicado también Irene Solá,
la autora de " Canto yo y la materia baila",
a Julio Llamazares, a Carmen Pacheco a Olga Merino,
a Maribel Andrés Llamero, que fue la ganadora
de Premio Hiperión de Poesía hace un par de años.
Vivir en un pueblo, salir más a la naturaleza nos enseña
que el tiempo es mucho más flexible
y ves fácil lo que nos puede pasar desde la ciudad,
que una hora puede tener duraciones muy diferentes según dónde la vivamos
y que nuestras vidas no están obligadas
a ser vividas al mismo ritmo que las de los demás.
Existen otras maneras y otros ritmos
con los que podemos vivir nuestras vidas.
-Antes de viajar,
lo que quería era escribir algo que me acercara a mis raíces,
porque mi madre era pastora, mi abuelo fue pastor
y venía de un.....
varios años en los que los había pensado muy a fondo
en las funciones climáticas.
Yo venía de una tradición de viajes, venia de moverme todo el tiempo,
y es muy distinto hablar
mientras te estás desplazando por un lugar, además,
con el que afectivamente tienes unos lazos, pero son lejanos,
aquí venía a un lugar que forma parte de mi estirpe,
te diría, de mi familia, ¿no? y donde iba a quedarme quieto.
-Para esta experiencia, Gabi Martínez vivió como pastor durante un año
en la conocida como La Siberia Extremeña,
una dehesa situada a más de 200 km de Badajoz,
y que ha dado como resultado este libro.
Cuando llego allí lo que... bueno, de entrada, me impacta
es, por ejemplo, que las ovejas vengan cada día a despertarme,
nos levantamos casi de forma simultánea, ¿no?
cuando todavía es invierno, hace mucho frío
y, claro, estoy en un refugio
en el que, me dijo el pastor que me lo cedió,
allí hacia treinta años que no dormía nadie.
Entonces, es un día a día, por supuesto, absolutamente diferente
al que yo tenía costumbre, ¿no? en la ciudad.
Pero lo que si que te das cuenta es que luego cuando acaba el día
pues se ha acabado,
o sea, no has pensado en nada que no tenga que ver
con lo que es tu entorno prácticamente,
y, sin embargo, estás satisfecho
y tienes la sensación de que el día ha estado bien aprovechado.
Es entrar en otra dimensión cotidiana.
-Más allá del libro,
la experiencia siberiana extremeña le ha servido a Gabi Martínez
para crear una asociación llamada "Caravana Negra",
en la que pastores, resineros, apicultores, fotógrafos, ilustradores
y cineastas como Agustí Villaronga, unen esfuerzos
para salvaguardar la cultura y el campo.
La oveja negra simbólicamente es muy poderosa
porque partimos de que al principio los rebaños
estaban bastante equilibrados entre oveja blanca y negra.
Lo que ocurre es como la lana de la oveja blanca
se podía teñir y la de la negra no,
empezaron a eliminar sistemáticamente a las negras,
de tal manera que, además,
les pusieron el sambenito de oveja negra.
No solamente las eliminaban
sino que las estigmatizaron como si fueran algo malo.
Porque eres poco productivo te apartamos.
Creo que este rebaño
que es muy protagonista dentro del libro,
pero también los apicultores, también, de hecho, las pastoras,
también los resineros,
todo esto es muy simbólico de cómo hemos ido apartando
todo lo que presuntamente no era superproductivo,
porque productivo si que lo es.
Pero hemos decidido que no,
que son ovejas negras los poetas, los hippies,
todas las apuestas que son alternativas.
El libro es una apuesta por todo eso
que hemos, durante muchos años, menospreciado
y, sin embargo, creo que es fundamental
para recuperar nuestro uso natural de las cosas, ¿no?
La verdad es que sí.
Hacía tiempo que pensaba en ambientar una novela en Francia,
pero no especialmente porque fuera mi región natal,
sino porque me interesaba volver a Europa desde un lugar
que no asociáramos necesariamente con la historia,
con la gran Historia, digamos, ¿no?
Un sitio que no fuera central para nada, pero que...
donde se pueda contar también la historia no solo de Francia,
sino también de ese trozo de Europa
y escribir un poco una historia de la lengua francesa.
La relación precisamente entre lo muy local y lo universal
a cambiarlo de las ideas del libro, ¿no?
mostrar cómo esto funciona.
Cómo precisamente....
Porque todo está vinculado,
porque todos nuestros destinos, nuestras almas,
y al final, son única, ¿no?
Como una única especie, un único planeta,
y cada vida les cuenta la de todos.
Y desde este pequeño pueblo del oeste de Francia
pues, claro, se relaciona con el universo entero, al final, ¿no?
Y contar lo que pasa ahí es contar exactamente
lo que está pasando en todo el planeta.
Hombre, ganar un premio como el Goncourt siempre ....
hay una especie de presión que es que, claro,
el tiempo se te va enseguida
porque cuenta que después del Goncourt
tienes como dos años de promoción,
no solo en Francia sino también por el mundo,
porque, claro, como se traduce
muchísimo,
He estado casi dos años sin hacer nada
y entonces eso, claro,
si que resulta en una presión pero personal no....
Nadie, ningún editor, ni el público te presiona al final.
Hombre, pero es algo como ves pasar el tiempo
y dices: hombre, tengo ganas de escribir.
Es la única presión que sentí.
Hombre, yo escribo, claro, lo que me da la gana.
Yo pensaba que todo el mundo funcionaba así
veo que las cosas....
Pero, no, no, en mi caso mi editor francés no me presiona para nada,
no me sugiere ni temas, ni forma de escribir, nada.
Lo que pasa es que yo mismo siempre quiero escribir algo nuevo.
No quiero ir hacia atrás sino más bien hacia delante
y encontrar nuevos caminos y nuevas vías para escribir libros,
Claro, la gente luego me dice: Ah, no se parece con tu libro anterior.
Digo, no, pero mejor, ¿no?
porque yo creo al final la gente se aburriría si fuera todo igual.
Sí, bueno, quizá porque no había hasta la fecha hecho
un libro muy divertido,
mis libros tenían puntos de humor pero no eran divertidos.
Y... pues, este sí, ¿por qué?
precisamente porque trataban de la muerte, de los enterradores,
sepultureros, ataúdes varios y cementerios,
pues, claro, necesitaba mucho humor.
Porque al final el humor es una forma de luchar contra la muerte, ¿no?
Yo recuerdo a William Goldman escritor americano,
que decía:" cada palabra que escribo
es una bala que disparo contra la muerte".
Y yo cada carcajada es como una bala que disparo contra la muerte.
Oye, por cierto, ¿cómo va la partida de ajedrez?
Mathias Enard, Premio Goncourt 2015 por 'Brújula', regresa a su Francia natal con 'El banquete anual de la cofradía de sepultureros', una divertida y poliforme novela sobre la relación del ser humano con la muerte y con la naturaleza, en la que combina grandes dosis de humor. El autor, además, exhuma el pasado turbulento y los tesoros de su Francia natal recorriendo el último milenio de su historia, sin perder de vista los miedos contemporáneos y con la esperanza de un mañana en el que el ser humano esté en armonía con el planeta.
Como en 'El banquete anual de la cofradía de sepultureros' durante los tres días que dura el festín, la muerte desaparece... 'Página Dos' ha estado con los poetas Jaime Siles y Pilar Adón, que explican cómo han abordado la muerte en sus poemarios.
El programa también repasa los libros que mejor han tratado la experiencia de empezar una nueva vida. Así, el escritor Gabi Martínez relata cómo vivió un año entre ovejas en la Siberia extremeña y cómo creó la Caravana Negra.