Lunes a viernes a las 16.30 horas
-Tiene que pasar algo muy grave como para romper lo nuestro
y quiero saber qué es.
-No te quiero.
Dijiste que Lucas era mejor novio para ella.
-¿La dejas por eso?
-Si eso es así, no conseguirás nada de Tristán.
Le debe mucho a Eusebio.
(FERNANDO) "Es su última voluntad."
Me puede servir para cerrar una parte de mi vida que ya ha pasado
y centrarme en mi vida contigo.
(CARMEN) Los que no queremos, ¿qué hacemos?
-Debéis adaptaros.
(VALERIA) Déjate tú ya de tanta alga y tanta soja.
Va todo bien, ¿no?
-No he dicho nada para no defraudar a Carmen.
Te lo pido por favor, no se lo digas, ¿vale?
Es que no ves y confundiste las pastillas.
De esto a Valeria ni una palabra, no quiero que se preocupe.
-Han llegado los currículums y no los he mirado.
A las 17:00.
"Okay". Venga, gracias.
(TRISTÁN) "Sabrás quién soy."
Eusebio no mató a Amanda, estábamos de fiesta con unas chicas.
La próxima vez no vendré a hablar.
Voy a ser algo más...
más convincente.
-Pues ha sido bastante duro, la verdad.
Cuando estaba allí, parecía que no era real.
Es como... como si ella estuviera a punto de aparecer sonriente,
como... como hacía siempre.
Tengo que ir al despacho.
Después de tanto tiempo,
hemos recuperado enseguida el cariño que nos teníamos.
Siempre nos llevamos bien.
Lo que pasó antes fue fruto de los nervios.
Carlota y yo nos separamos muy tranquilamente.
Nunca tuve ningún problema con ellos.
Y con quien mejor me he llevado siempre
es con mi excuñada.
Al estar allí me di cuenta de que he cambiado mucho.
Ya no soy la persona que formaba parte de esa familia.
Pasa.
Pues un local en Aluche, que no sé lo que voy a hacer con él,
y una carta de su puño y letra.
Esto es lo que tiene verdadero valor.
No pasa nada, no tengo nada que ocultar.
La escribió en el hospital poco antes de morir.
En ella me da las gracias
por todo el tiempo que pasamos juntos.
Nuestros caminos empezaron a separarse tras casarnos.
Pero yo siempre la admiré.
Me emociona pensar que ella también me admiraba a mí.
Con los tropiezos que he tenido en mi vida,
he tenido muchas dudas.
Lo haré.
Y gracias.
(Sintonía de "Mercado Central")
# Y se apagó una luz en la ciudad
# y una sombra en sus viejos pasillos
# de colores,
# que no brillarán más.
# Ven y sígueme a aquel lugar,
# sabor a sal y azafrán.
# Aromas de un tiempo atrás.
# Y se encendió una luz en la ciudad,
# en la plaza donde regateamos,
# con un beso,
# volver a comenzar.
# Juntos tú y yo,
# jugando a recordar
# que somos cada olor, color, sabor al son
# de aquel Mercado Central. #
"Maldito seas, Fernando".
(VOZ DE MUJER) "A tu lado,
la vida dejó de ser vida para convertirse en un infierno.
Tus insultos, tus golpes y tus desprecios
solo eran la muestra de tu debilidad,
igual que tu alcoholismo.
Y su recuerdo me ha hecho sufrir hasta el último momento.
Voy a morir maldiciendo el día en que te cruzaste en mi camino.
Solo siento todo el mal que todavía harás.
Y rezo para que no te dé tiempo a destrozar otra vida,
como hiciste con la mía".
(Timbre)
-Jorge...
(SUSPIRA) Venga, pasa.
¿Qué quieres?
Oye, mira, entiendo que lo hagas,
pero te he dicho que no quiere verte.
¿Cómo te lo digo?
No quiere verte.
Está muy decepcionada contigo.
¿Y pretendes demostrárselo con una flor y un poco de chocolate?
Lo sabe.
Y entre tú y yo, te digo que ella también te quiere mucho.
Lo que pasa es que necesita tiempo, Jorge,
para asumir lo que ha pasado.
Y yo qué sé, no lo sé. No sé, el tiempo que ella necesite.
Lo que no puedes hacer es llamarla cada media hora.
Pues eso suena a excusa.
A lo mejor bebiste demasiado.
¿Sabes qué pasa?
Que muchas veces una sola decisión puede cambiar las cosas.
Mira, Jorge.
Voy a intentar que hable contigo.
¿De acuerdo? Pero no te puedo prometer nada.
Venga, márchate.
Y, por favor, deja que ella asuma las cosas.
Dale tiempo.
Necesita su propio tiempo.
No sé cómo lo ves tú,
pero yo creo que está bastante arrepentido, ¿no?
Oye.
¿Qué te parece si nos sentamos en el sofá
y nos comemos esos bombones?
(LUCAS) Los dos son de primera calidad,
pero si le soy sincero, no tengo ni idea.
Sí. El caballero pregunta la diferencia
entre los kiwis verdes y amarillos.
Lo dejo en las mejores manos. -No lo dudo.
Comprar kiwis, ¿no lo ves?
El chico no es tu hijo, ¿no?
Bueno, como sé que la mitad del mercado es de los De la Cruz.
la frutería, tuya y de tu padre,
el bar, tu hermana, el delicatesen, de la otra,
la floristería de tu ex...
Parece que el que está amenazando eres tú.
He venido a decirte que tienes razón.
Yo a Eusebio Roca no le debo nada.
Todo lo contrario.
Estoy dispuesto a desmontar su coartada
y a entregarte pruebas de que es un asesino.
Pero claro, nada en la vida es gratis.
200 000 euros.
Yo con el dinero no bromeo.
Tienes 24 horas para pensártelo y entregarme esa suma.
(Golpe seco)
-Hola, Carla.
No sabes el disgusto que tengo, de verdad.
¿Cómo lo habéis podido dejar de un día para otro?
-Pregúntale a tu hijo.
-No hago más que preguntárselo desde que entró en casa,
pero no dice nada.
Y le pregunté a Lucas, que me lo encontré en el almacén.
Tampoco dice nada. Mujer, cuéntamelo tú.
-Pues que tu hijo no me quiere.
-¿Qué tontería es esa?
-¿Te has sorprendido? Yo también. Imagínate.
-Pero ¿ha pasado algo? ¿Te ha dicho que no te quiere?
-Sí. Bueno, de repente, se me plantó delante
y me dijo que mejor dejarlo por un tiempo,
que la relación se ha enfriado y era mejor dejarlo.
-¿Tú no has notado nada?
-No, yo me pensaba que estábamos normal, como siempre.
-No te preocupes, es un cruce de cables.
Como su padre, que no sabe si mata o espanta.
-No sé, no lo veo muy claro.
-Es problema tuyo, no mío.
Eres un hombre de recursos, Elías.
Y por lo que veo, diriges un negocio próspero.
Bueno, pues en ese caso,
Eusebio Roca quedará libre y campando a sus anchas.
Roca tiene ojos en todas partes. No me puedo fiar ni de mi sombra.
Pero vi que lo tuyo contra él era real.
Te salía de las entrañas.
Y te voy a decir una cosa, no saco esas pruebas yo mismo
porque él sabría en segundos que fui yo.
Tú eres la cabeza de turco perfecta.
Roca me traicionó.
Me quitó a Mati y cumplí condena.
Pero jamás he podido vengarme de él.
Me vienes como anillo al dedo y sé que yo a ti también.
No hay nada que le dé más miedo a ese cerdo que la cárcel.
Es lo que se merece.
Sabes el precio que hay que pagar.
(FERNANDO TOSE)
Tienes un día, recuerda.
-¿Todo bien, Elías?
¿Quién era ese tipo?
¿Y qué hace aquí?
¿Él a ti?
Eso es una buena noticia, ¿no?
¿200 000 euros?
¿Y crees que es una trampa?
Bueno, de todas maneras tienes que hacer algo.
Tu vida está en juego.
Y debes hacer justicia por el asesinato de tu mujer.
Bueno, ya se te ocurrirá algo. Debo hacer una gestión.
Si me necesitas, estaré en el despacho.
-Que sepas que pase lo que pase, nuestra relación no cambia.
Has ayudado a Samu como nadie y eso no lo voy a olvidar.
-Mamá, hay dos cartas para el puesto.
-Vale. -Toma.
Para el tuyo no hay nada.
-Oye, tendrías que explicarle... -Mamá, no te metas, por favor.
-No sé qué bicho lo ha picado. Esto debe tener una explicación.
-Igual lo nuestro estaba por terminar.
-No digas tonterías, hombre. ¿Cómo va a ser? Que no.
Verás tú, en cuatro días se lo saco.
Anda, dame un abrazo.
¿Qué tienes? ¿Qué escondes?
-Carne a la plancha. Me la han dejado probar
en la carnicería de Alejandro y Margarita.
-¿Tienen una plancha? ¿Son un bar ahora?
-Sí. Bueno, han puesto una plancha y dan carne preparada,
y a la vez también son carnicería.
Bueno, no sé, dos por uno.
-Eso es una aberración.
-No lo sé, pero les va bastante bien.
Es como eso que llaman gastrobar.
-Ya estamos con los "gastros". Gastro, gastro... Todo gastro.
Al final Gloria se sale con la suya
y convierte el mercado en un gastromercado.
-Hola, Lupe.
-Vaya, ahora sí me saludas.
-Perdona, pero es que...
Es que me ha pillado de sopetón verte por aquí
y me he puesto nervioso.
-¿Sabes cómo me he sentido cuando me has ignorado así?
Con lo bien que me porto contigo.
-Lo sé, y lo siento. De verdad, Lupe, pero...
-Que estoy de guasa, hombre.
Me he imaginado que estaba hablando con Carmen, tu mujer.
Me lo he imaginado al ver la cara de pasmo que se te ha puesto
al vernos hablando.
-Lo último que esperaba era verte charlando con ella.
-¿Cuánto tiempo más vas a mantener esta mentira?
-Supongo que no mucho.
Bueno, el marido de mi suegra me ha pillado.
Por suerte, él necesita que yo sea discreto en un asuntillo suyo
y hemos hecho un pacto entre caballeros.
-Estás jugando con fuego.
-Ya, pero por ahora...
no me queda otra que seguir diciendo que soy jefe de mantenimiento.
-Antes o después, tu mujer te va a pillar.
-Ya, si yo lo sé, y cada vez tengo más presión, Lupe.
Ya ves tú,
Carmen está empecinada en que le enseñe la nómina.
-Se disgustará al ver que no es lo que cree.
-¿Me lo dices o me lo cuentas?
Lo que cobro no se acerca ni de lejos
a lo que debe de cobrar un jefe de mantenimiento.
Y la pobre... ahora está un poco agobiada
porque la carnicería no termina de marchar.
-¿Sí? Pero ¿no dijiste ayer
que tu suegra hizo vídeos publicitarios que funcionan?
-Sí, la verdad es que viene más gente,
pero, Lupe, los clientes de siempre se aprietan el cinturón
y hacen poco gasto.
-Vamos, que la cosa no está muy fina.
-Qué va.
Me doy con un canto en los dientes por tener trabajo.
Ahora, eso sí, la ciática me va a matar.
-¿No se te pasa? -Qué va.
Y cada día está peor.
El día menos pensado,
como me quede doblado, ya no me levanto.
-Igual estás forzando mucho.
-Si yo te contara...
Hoy he tenido que entregar un pedido de una punta a otra de la ciudad.
-Bueno, no sé, igual te han dado buena propina.
-No me pongo a llorar porque no tengo ni fuerzas.
Dos euros, Lupe. ¿Tú te crees? Con eso no salgo de pobre.
Pero bueno, menos da una piedra.
Y ya está. Pero yo...
Yo necesito ganar más dinero y no me da más turnos la empresa.
-Es que va por orden de antigüedad.
También te digo una cosa,
si estás tan machacado, no sé si te conviene hacer más viajes.
-Si no consigo sacar más dinero de algún lado
me tendré que pluriemplear.
-¿Dónde tienes la bici?
-Ahí, dos calles más abajo.
-Toma.
-Pero ¿qué haces?
-Si lo necesitas tanto, haz alguna de mis entregas.
-Que no, que no, Lupe. Que tú también necesitas dinero.
-Bueno, como tú lo necesitas más ahora,
este mes por ti y el que viene por mí, ¿vale?
-Bueno, muchas gracias.
Bueno, me voy. Hasta luego.
-No, no te quedan.
Tristán, con su prueba, es el único que te puede ayudar
a demostrar tu inocencia y encarcelar a Roca.
Según lo que me has contado,
Eusebio envío a Tristán a la cárcel y se quedó con su chica.
Cuando Tristán sale de la cárcel, Eusebio lo ayuda a seguir adelante.
Eso muestra que paga un precio más alto del que debía,
y tiene motivos para querer vengarse de él.
Hay heridas que tardan mucho en cerrarse.
Si Eusebio lo tiene controlado, no habrá podido vengarse.
¿Y si hablas con tu padre?
Sí. Sí, sí, algo he oído.
Mira, la Policía te ha dejado de lado,
pero Tristán es el único que puede ayudarte a solucionarlo.
Bien, hoy por ti y mañana por mí.
Lo importante es encontrar una solución.
¿No tienes nada que vender? Podrías rehipotecar tu casa.
¿Salvo qué?
¿Por qué no pides un crédito y pones tu parte como aval?
-Hija, de verdad, no soporto a David.
¡Es que no lo soporto!
Ahora se cree Almodóvar.
¿En qué hora me dejé engatusar por ese chaval
para grabar los vídeos? -¿Has hecho otro?
-No, se me quitan las ganas. He tenido bastante con el de hoy.
Es que el señorito está muy exquisito.
-Hazle caso. Porque es raro, pero de esas cosas entiende.
-Ya, pero tú no te enteras, hija.
A mí lo que me ha llevado al éxito ha sido mi gracia natural.
A mí me quieren escuchar con mi espontaneidad y mi gracejo.
¿Qué más da como esté grabado? -Pues tú misma.
-Esto va a ser un éxito.
Espérate, que no me llamen los de Jabugo
para que les haga publicidad de sus jamones.
(VALERIA RÍE)
Oye, ¿y tú qué haces aquí?
-He cerrado el puesto un rato para descansar y para comer.
Esta mañana puse chorizo para que lo probaran,
a ver si se anima la cosa,
pero nada, se lo han comido, pero nadie soltó un euro.
-¿El chorizo que estaba abajo,
que está más seco que el sobao de una momia?
-Claro. Si quieres, pongo el bueno. ¿Y dónde se lo van a comer?
-Pues en su casa. -Pues no.
Ahora lo moderno es que lo coman en el puesto.
Pero no tengo platos ni banquetas. No tengo nada.
-Pero ¿qué te pasa, hija?
-Alejandro y Margarita han puesto una plancha
y dan raciones.
Han puesto unas banquetas,
y dan bandejas de ibéricos a la plancha.
Tienen a dos chicas dándolos a probar.
-¿Se han convertido en un bar?
-No, no, no. No es un bar, es un gastrobar.
Además de comprar la carne, si quieres, la pruebas ahí.
Me voy, que tengo que abrir el puesto.
-No te preocupes por eso, hija. Es una chorrada que durará dos días.
-O no, porque la gente, a lo tonto, prueba la carne
y si le gusta, la comprará.
Se pueden quedar con todos los clientes del mercado.
-Eso no va a pasar.
A la gente le gusta lo que vendemos y cómo lo hacemos.
-O cambia todo alrededor y nos quedamos obsoletos.
-¿Por qué dices eso, hija?
-Gloria quiere transformar el mercado en un gastromercado.
Quiere dar prioridad a bares y restaurantes
delante de los puestos de venta directa.
-¿Nos quieren echar?
-No, no creo. Pero el que no se adapte, sufrirá.
Podemos quedarnos descolgados.
-La verdad es que Gloria no va nada desencaminada.
Ahora, con lo de los vídeos, me he dado cuenta
de que o te pones las pilas o te quedas atrás.
-¿Te pones de su lado?
-No me pongo ni de un lado ni del otro,
pero hay que evolucionar.
-Yo ya lo intenté con lo del manual del márquetin.
Pero es que... -Ya.
Te da miedo cambiar a otra cosa que no sepas si se te va a dar bien.
¿Por qué no haces números
y miras si puedes hacer competencia a la otra carnicería?
-Pero ¿qué inversión?
Llevamos meses en números rojos.
Y los pedidos del puesto de "pokes" no son como creía.
-Es que las cosas no son cuestión de dinero, sino de actitud.
¿Dónde está Nicolás? -En el curro, ahora viene.
-Bueno, pues tú habla con él, haced los números,
y mira si podéis renovar el puesto.
Venga, yo te cubro en la carnicería, ¿vale?
Ya me dices algo.
Venga, anímate. -Gracias, mamá.
Nicolás, ¿dónde andas? ¿Te queda mucho?
-Gracias.
¿Qué te han dicho?
El bar y todo lo que se ponga por delante.
Está comprando los puestos libres que quedan.
Por dinero, como todo el mundo.
Ella cree que convirtiendo el mercado
en un espacio donde se pueda comprar y degustar,
pues va a subir como la espuma.
¿No estarás pensando...?
Pues a bote pronto y...
Pues no sé, como mucho 90 000 euros.
Sí, pero no sé si conseguirás tanto dinero.
Oye, las 17:00. Tengo una cita, disculpa.
¿Pagas tú?
Hola.
-Hola. -¿Te puedo ayudar?
-Sí. Venía por una entrevista de trabajo.
-Sí, claro, claro.
Soy Fernando Luján, el gerente.
¿Tú te llamas? -Daniela Uribe.
Para servirle. -Muy bien.
Pasa, Daniela.
-Gracias.
-¿Has estado esperando mucho rato? -Un poquito.
-Me encantan las chicas serias y puntuales.
Bueno, bueno, bueno. Vamos a ver...
O sea que eres venezolana. -Sí, señor.
Espero no sea un problema.
-No, no. Espero que no. ¿Cuánto tiempo llevas en España?
Con lo joven que eres, imagino que poco.
-Llegué con un familiar hace casi tres años.
Pero si le preocupan los papeles, los tengo en regla.
-Si no fuera así,
la empresa de limpieza no te habría enviado.
Siéntate, por favor.
¿Estás contenta en la empresa? -Pagan bien y sin retrasos.
-No es lo que te he preguntado.
-Llevo solo con ellos un año y les estoy muy agradecida,
pero es verdad que me tienen de un lado para otro
y me gustaría trabajar en un mismo sitio.
-Como en un mercado.
-Justo.
-¿Y tienes familia, hijos que mantener... marido?
-Vivo sola con mi mamá.
-¿Haces más cosas aparte de limpiar? -Ya que lo pregunta,
mi mamá cocina las mejores arepas del mundo,
y a mí me ha dado la receta. ¿Quiere probarlas?
-¿Ahora? -Sí, casualmente,
tengo un táper de lo que sobró del almuerzo.
-No, gracias, gracias.
-Usted pruebe una,
y si es lo más rico que ha probado, me da el trabajo.
Si no, me marcho de aquí y no ha pasado nada.
-No has de darme una arepa para conseguir trabajo.
¿Sabes?
Viendo tu foto en el currículum,
yo ya sabía que te iba a contratar.
-¿Solo por la foto?
-Por la foto y lo que me has contado.
Intuyo que lo vas a hacer todo muy bien en el mercado.
-Sí.
-Estás contratada.
-Qué alegría.
Muchas gracias, no se arrepentirá.
-Pero bueno, ¿no te he dicho que no cargues con tanto peso?
¿Para qué tenemos el carrito?
-El carrito hay que bajarlo, ¿no?
Además, no estoy tan viejo como para no poder con una cajita.
-Esto no es, que te he dicho entrecot.
-No... No me he fijado.
He cogido lo que me has dicho,
la caja que estaba encima de la estantería.
-Lo suyo es mirar la etiqueta, ¿tanto cuesta?
-No es que cueste o no, no me he fijado.
Y te estoy haciendo un favor.
Tenía que estar aquí tu hija atendiendo el negocio.
-Déjala tranquila.
Está haciendo números por si podemos renovar el puesto.
-Bueno, invertir siempre está bien, pero con cabeza.
-¿Crees que debería ayudarla?
-Bueno, deja que eche cuentas y que nos las presente.
Luego ya veremos.
Pero es buena idea.
Lo que pasa es que te va a salir por un pico.
Mira, la plancha, la salida de humos,
la instalación eléctrica, la licencia... Mucho dinero.
Pero no te preocupes.
Según vaya viniendo, ya lo vamos resolviendo.
-A ver, porque la pobre está muy disgustada.
Concha, enseguida te atiendo. -Gracias.
-Vuelve a bajar y me subes entrecots.
-Vale.
-¡Al ladrón! -¿Qué pasa?
-¡El bolso!
-¡Un hombre le ha robado el bolso a Concha!
-Tranquila, Concha, que llamo a la Policía.
Te has fijado cómo era, ¿no?
-Cómo estás...
Parece que en vez de jefe de mantenimiento, vienes de la mina.
-Bueno, Carmen, es que... tuve que subir
a ver el mantenimiento de la cubierta del Centro de Congresos,
y ya no estoy para estar todo el día para arriba y para abajo.
-Te tienen explotado y te pagan a 30 días.
¿Hablaste con tu jefe? ¿Te ingresarán la nómina?
-No me han ingresado la mensualidad, pero sí un adelanto.
-¿Cómo que un adelanto? ¿Qué invento es ese?
Te deben ingresar la nómina. ¿Cuánto te han ingresado? A ver.
Pero...
Nicolás, esto es una porquería.
-Es dinero ganado con el sudor de mi frente,
y te digo yo que me ha costado.
-Pero vamos a ver...
Yo no sé cómo voy a competir con la otra carnicería de tú a tú
con este dinero, vamos.
-¿De qué hablas?
-Alejandro y Margarita han montado una gastrocarnicería.
Vamos, que ahora no solamente puedes comprar carne,
también te la hacen ahí. Hacemos lo mismo o nos descolgamos.
Todo el mercado se convertirá en un gastromercado.
La gente vendrá más a comer que a comprar.
-Ya decía yo que olía mucho a panceta a la plancha.
-No sé cómo lo vamos a actualizar, cuesta una pasta.
Hay que pedir licencia nueva, poner salida de humos,
plancha, campana extractora, banquetas, menaje...
Debo contratar a alguien.
-Oye, ¿y no podrías cocinar tú algo en casa
y traerlo en un táper?
-Eso es una chorrada y lo sabes, Nicolás.
-No sabes cuánto. Muchas gracias, Jorge.
-Oye, ¿eso qué es?
Ya. ¿Y cuánto tardas tú en hacer eso?
-¿Cómo voy a competir con monstruos de la cocina como Jorge?
-Pues malamente.
-No, se acabó.
Se acabó lo de la "gastrotontería" esta.
No gastaré una pasta y echaré horas al puesto,
para dar de comer a cuatro matados. -Y la inversión es gorda.
-Que convierta el mercado en lo que quiera.
Tenemos problemas más importantes.
¿Has hablado con Samu? -¿De qué?
-¿De qué va a ser? Cariño, estás empanado.
Lo ha dejado con Carla. No me cabe en la cabeza.
Podría arreglarlo, pero no habla conmigo.
-Tranquila. Me tomo esto y voy a hablar con él.
-No, ni hablar. Ahora.
Está en el muelle de carga.
-Pero... -Pero nada.
Ya me tomo esto yo, no te preocupes.
(SAMUEL) "Sí, pesado."
Paso por casa volando, cojo las cosas y tiro.
Venga, chao.
(NICOLÁS) ¡Samu!
-¿Qué haces? ¿A ti qué te pasa, que pareces Chiquito?
-Menos cachondeo, que me he hecho daño en el trabajo.
Oye, tenemos que hablar. -¿De qué?
-De tu ruptura. Tu madre está muy disgustada.
-No me apetece hablar del tema. Además, tengo un partido y no llego.
-Has vuelto a vivir a casa y queremos saber por qué.
-Si os molesta que viva en casa, busco otra cosa.
-Samu, sabes que nosotros estamos contentos de tenerte en casa,
pero nos duele... en fin, lo que os ha pasado a Carla y a ti.
No sabemos qué ocurre. Algo grave tuvo que ser.
-Me he desenamorado. -Eso no te lo crees ni tú.
-¿Por qué? -Porque si no,
no irías todo el día como alma en pena.
-Bueno... -Samu, yo sé que algo te callas.
Es mejor que lo digas antes de imaginar cosas que no son.
A ver, ¿qué ha pasado, hombre?
Dime. Sea lo que sea, lo puedes contar.
-No soy bastante para ella.
-¿Qué dices? -Necesita a alguien mejor.
La dejé porque quería hacerlo antes de que lo viese y lo hiciera ella.
-¿Y por qué haría eso?
-¿Olvidas que voy en silla de ruedas?
-Qué tontería estás diciendo, Samu.
¿Crees que Carla o nosotros te queremos menos
por ir en silla de ruedas? -No es solo eso.
Carla tiene más intereses y más inquietudes en la vida.
Desde que estoy con ella, le destrozo la vida y le doy problemas.
-Samu... -Y te lo juro, papá,
te juro que es la mujer de mi vida,
pero no quiero seguir destrozándosela.
-Pero, Samu, habéis pasado mucho entre vosotros dos.
Está contigo porque te quiere.
¿No tendrá nada que ver Lucas en todo esto?
Lo que dijiste de sentirte inferior por no tener un fin en la vida.
-No, yo no tengo interés en que esté con Lucas ni con nadie.
Pero un poco sí, que tenga posibilidad de hacerlo.
-No te entiendo. -Si Carla me quiere tanto como dice,
que lo haga, que lo demuestre.
Y que teniendo posibilidad de estar con Lucas,
pues que me elija a mí, ¿entiendes? -Juegas con fuego.
Si ella cree que tú no la quieres, no sé, igual se va con otro.
-Si me quiere tanto, que no me deje ir.
Y si me deja ir, le quito un peso.
Y ya está.
-Samu... -¡Ya está!
No voy a hablar más del tema. Se acabó.
Es mi vida, lo he decidido así. Debéis respetarlo.
Me voy al básquet, que me mantiene la cabeza ocupada.
-Por favor, que venga una patrulla lo antes que pueda.
Sí. Sí, al mercado.
-¿Qué llevabas en el bolso?
-Las llaves, la cartera, el móvil... ¡Todo!
-No te preocupes, Valeria ya ha llamado a la Policía.
Vendrán y podrás poner la denuncia.
-¡Dios mío!
Creen que es una banda organizada. -Lo que faltaba, bandas organizadas.
-Sí, sí, sí. Es la Policía, que quiere hablar contigo.
Anda ponte. -¿Conmigo para qué?
-Te habrás fijado en algo, ¿no? Ponte.
-Sí, buenas tardes. Sí, soy Jesús De la Cruz, sí.
Bueno, la verdad es que todo ha pasado tan rápido
que no me he podido fijar bien.
¿Del rostro?
No.
¿La ropa? ¿Que qué ropa llevaba?
Pues no... No, no me he dado cuenta.
Ya.
Ya, bueno, era hombre.
Y creo que llevaba el pelo corto. Bueno, creo.
No se lo puedo jurar, pero...
Pues lo siento. Siento no poderlo ayudar más.
-¿No te has fijado en nada?
-Con la cantidad de gente que pasa, no me fijo en las caras.
Además, no me voy a inventar una descripción
para que cojan a un inocente. -Pues sí que eres tú de ayuda.
Bueno, tranquila, Concha. Ya verás como se soluciona todo.
Mira, lo primero que vamos a hacer es anular las tarjetas.
Anda, ven.
Sabes tu banco, ¿no?
-Doctor Villafañe.
Sí, ¿consulta del doctor Villafañe?
Sí, sí. Quería pedir hora.
Jesús De la Cruz, soy Jesús De la Cruz.
Pues para mañana mismo, si tiene.
¿A las 12:00?
Sí, sí, me viene muy bien, me viene muy bien.
-Hola, Carla.
¿Cómo estás?
-Pues mal, Nicolás.
Y si seguís preguntando, no voy a pasar página.
-A lo mejor no es necesario.
-Sí, quiero olvidarme de tu hijo y olvidarme, por supuesto,
de que me ha dejado de querer de un día para otro.
-He ahí la cuestión. Como decía...
-Shakespeare. -Ese.
-Te refieres a Shakespeare. ¿Qué cuestión?
-Samu no ha dejado de quererte.
-Si me lo dijo él mismo.
-Pues te mintió. A mí me ha dicho lo contrario.
-¿Cómo?
-Pues sí. Lo que le pasa es que se siente inseguro a tu lado.
Por eso ha decidido dejarte libre,
para comprobar si quieres estar con él.
-¿Cómo? Pero ¿qué película me estás contando?
Carla, está muy claro.
Entre la silla de ruedas y tus inquietudes,
se siente poca cosa.
y te ha puesto a tiro de Lucas, a ver qué pasa.
-¿Me estás vacilando? O sea, me ha puesto a prueba.
-No está bien, eso está claro.
Pero lo que tienes que hacer es aguantar un poco,
y en dos días Samu vuelve contigo.
-Con todo el respeto,
es el peor consejo que le puedes dar a una mujer.
Y por supuesto, no lo seguiré. -¿Qué?
-Que sí. Que igual Samu tiene razón y no está a mi altura.
Porque es un inmaduro. Está claro, vamos.
-Bueno, tranquila, Carla. -Ni tranquila ni nada.
No sé qué es peor,
lo que hace tu hijo o que lo defiendas así.
-No, yo le canté las 40, eso que conste, así que...
-¿Sabes qué os pasa?
Creéis que soy una dama en apuros y no puedo decidir por mí misma.
Por eso andáis con estos juegos.
-Carla, yo no he dicho eso.
-Es exactamente lo que has dicho. Pero ¿sabes qué, Nicolás?
¡Hala! He abierto los ojos.
-¿Sí? -Sí.
No sabes cuánto me alegro de que tu hijo me haya dejado.
Porque prefiero pasar mi vida sola, a estar con una persona así.
-Pero vamos a ver, Carla. -No. Ni pero ni pero ni nada.
Tengo curro, Nicolás. Gracias.
-Es que son muchas cosas...
-¿Que Elías quiere vender? Claro que me interesa, Fernando.
Cítalo esta tarde a las 20:00 en el despacho de gerencia
para cerrar el acuerdo.
Por supuesto, seré muy discreta.
(Pasos acercándose)
¿Dónde te has metido? Tu padre vino preguntando por ti.
No consigue localizarte.
Entonces has hecho bien.
¿Le has contado ya que habéis roto oficialmente?
Pues deberías.
Ya sabes cómo se toma tu padre que le ocultes cosas.
Ya sé que es una cosa que solo te incumbe a ti,
pero lo que ha hecho es imperdonable.
Acostarse con otra estando embarazada tú.
La víctima eres tú, que no se te olvide.
Pues lo parece cuando justificas que te haya puesto los cuernos.
Solo te falta decir que ha sido culpa tuya
por no atenderlo como merece.
Quizá sabía que lo estabas escuchando
y ha dicho lo que querías oír.
Creías que era fiel y mira.
Lorena, de verdad, siento ser tan dura contigo,
pero creo que mi obligación es abrirte los ojos.
Pero es que lo focalizamos ahí
porque el hecho es que Jorge se acostó con Puri.
Mira, de verdad, lo siento mucho, pero ya está bien.
Tengo que decirte la verdad.
Se acuerda más de lo que dice porque no bebió tanto.
De hecho, él insistió en pedir chupitos para animar la cosa
cuando Puri que quería ir a casa.
Es más, él intentó besarla,
y cuando le recordó que tenía novia, hizo como que no la oía.
Desengáñate, Lorena.
Puri tiene su parte de culpa,
pero ella admiraba a Jorge y solo se dejó arrastrar al hotel.
¿Puri? Hola.
Todo ha salido a pedir de boca. Hoy mismo te hago el ingreso.
(Música reguetón)
# No pierdo ni un segundo. Quemando gasolina a fuegote.
# Vamos a la isla a bailar hasta que suelte.
# Suelta el bote. #
-Qué susto. ¿Quién eres?
-Eso debería preguntártelo yo. Sabes que es propiedad privada
y solo pueden entrar trabajadores, ¿no?
-¿Y tú lo eres?
-Claro. Si no, ¿por qué estaría aquí?
-Pues yo también. Me han contratado como limpiadora.
Pero no me han dado uniforme. Me llamo Daniela.
-Yo soy David.
Mi madre antes tenía un puesto, pero lo vendió.
Ahora trabajo para Jorge, el dueño del bar.
-Enhorabuena.
-¿Escuchabas reguetón?
-Sí. Es la mejor música para bailar.
¿Te gusta? -La verdad es que no.
Me parece una música bastante aburrida e insípida.
Por no hablar de sus letras simplonas y machistas.
-Estoy harta de los prejuicios de nenes como tú.
Si tan mala fuese, no habría conquistado el mundo, ¿no?
-Pues no estoy de acuerdo.
En los países nórdicos, que se consideran los más avanzados,
apenas se escucha.
-Porque son unos sosos muertos de frío
y no saben cantarlo. -Eso lo canta cualquiera.
Solo se trata de repetir machaconamente:
"la gasolina" o "mueve tu cu-cu", y ya tienes un superventas.
-Así que tú podrías escribir una buena canción de reguetón, ¿no?
-Sí. Con los ojos cerrados.
-Demuéstramelo.
-¿Cómo? ¿Quieres que yo te...?
-Sí, claro. Si tan fácil te parece, escribe una.
Demuéstramelo, valiente.
-No tengo por qué demostrarte nada.
Lo que se demuestra son hechos empíricos,
no cosas como la música, que es emocional.
Aunque la música son puras matemáticas.
-Pero tú, ¿de dónde has salido?
-Pues... del bar. Ya te lo he dicho.
-Bueno, ¿aceptas el reto o no?
-Sí. Creo que con tres reglas básicas
haré un superventas.
(FERNANDO) ¿Qué estáis haciendo? -Estábamos hablando de reguetón.
-No te contraté para estar de cháchara.
Ansa, sube, te están esperando. -Con permiso.
-Me voy a trabajar.
-Bueno, pues aquí estamos.
-Reconozco que me sorprende.
No creí que los De la Cruz quisierais vender la frutería.
Por supuesto.
Es uno de los principios que rigen mis negocios.
Elías, quería decirte algo.
Últimamente hemos tenido roces por el tema de tu mujer,
pero... espero que esto no enturbie nuestra negociación.
No era nada personal.
La frutería tiene muchos años.
Pero tengo que invertir un dinero en su remodelación.
Estoy dispuesta a pagarte 75 000 euros.
Es lo que puedo pagar para que sea rentable.
(FERNANDO) Es un negocio de siempre, clientes no faltarán.
Y te va muy bien para los planes en el mercado.
-Fernando, gracias, pero esto es entre Elías y yo.
No puedo perder dinero.
-Gloria, tú tienes un restaurante
y un puesto de "pokes". Adquiriendo la frutería,
podrías vender tú misma los productos
y abastecerte a ti misma con tus propias empresas.
La transacción te va a salir redonda.
-90 000.
100 000. Es mi última palabra, Elías.
¿Sabes a que se refería Elías cuando me pidió discreción?
-No imaginas lo peligroso que puede ser Eusebio.
Ya me arriesgo quedando contigo. Si me cogen, estoy muerto.
-Han venido tres clientes a quejarse.
-Tienen la piel fina.
-¿Cómo vendo un solomillo de cerdo cuando dices que están muy secos?
-Una chica tan guapa no debe llevar un uniforme tan feo.
Hablaré con tu empresa,
porque así no se distingue bien que te mueves al ritmo de la música.
-No, no tiene derecho. Pero se va a enterar.
-¿Qué vas a hacer?
-¿Qué voy a hacer? Probará su propia medicina.
-A ver si viene Alberto y te relajas un poco.
-Por lo que sé, se fue sin billete de vuelta.
-Bueno, pues si sigues muy agobiada y no encuentras una solución,
ven a verme y te compro la cervecería.
-¿Qué tal las pruebas? ¿Te cambias las gafas?
-Me estoy quedando ciego.
-¿Tú? ¿Aquí? ¿A santo de qué?
-Valeria, Jesús no te ha explicado nada, ¿no?
Adela sigue cercana a Fernando, sin ser consciente de su lado oscuro. Fernando contrata a Daniela, una joven venezolana, con intenciones nada claras.
Jesús se da cuenta de que ha perdido vista cuando es incapaz de reconocer a un atracador, y sabiendo que debe hacer algo al respecto, llama a un especialista.
Carla sigue sin comprender por qué ha roto Samuel con ella. Cuando Nicolás se lo cuenta (por inseguridad, para que ella le demuestre que está enamorada de él) se enfada por la falta de respeto que supone.
Tristán ayudará a Elías a acabar con Eusebio sólo si le da una cantidad importante de dinero. Como no puede reunir ese dinero de otro modo, Elías se ve obligado a vender la frutería a Gloria falsificando la firma de Jesús.
Carmen comprueba que Gloria se está haciendo con medio Mercado, y se da cuenta de que necesita renovarse para adaptarse a los nuevos tiempos.
El administrador de la página ha decidido no mostrar los comentarios de este contenido en cumplimiento de las Normas de participación