Lunes a viernes a las 16.30 horas
-Sé que tú hablabas con el periodista.
Gracias a tus maniobras,
yo conseguí la frutería y tú echar a Elías.
-¿Qué te parece
comer mañana en nuestra casa? -"Okay".
-Samu preferirá que vivas aquí en vez de esa pensión infecta.
Ven, te enseño la casa.
-¿Sabes qué? ¿Por qué no preguntas a Jorge si te lo presta?
-Dame tiempo para saber cómo está todo entre nosotros.
Al centro, por favor.
-Llamaré al médico y le pediré hora para el preoperatorio.
-No esperabas que me adelantara y borrara las cintas.
Soy la única persona en el mundo
que puedo evitar que echen a tu madre del país
y que la encierren en una cárcel venezolana.
(LUCAS) Bueno, bueno, cuidadito, que esto sale con "tutti"...
-Pensaba que no llegaríamos. -Yo estaba seguro de que sí.
Entre el tremendo madrugón y que tú y yo...
-Que tú y yo, ¿qué?
-Que formamos buen equipo.
-¿Qué haces aquí tan temprano?
-Bueno, nada, que no podía dormir y he salido a dar un paseo.
Pero lo que me sorprende
es veros trabajando tan temprano a vosotros. Y aquí.
-Se me estropeó el horno y Jorge me ha prestado el suyo.
Y, bueno, suerte que se ha portado,
si no, no habríamos llegado al pedido del hotel.
Y menos mal que Lucas me ayuda.
-No soy de dulce, pero he de reconocer
que pasaría la vida viendo tus "cupcakes"
a primera hora de la mañana.
-Es bueno tener buenos amigos al lado.
-Sí, eso es lo importante.
Y sobre todo, saber distinguir
quién es nada más que un amigo, ¿verdad?
-¿Quieres desayunar?
-Vale.
(Notificación de móvil)
-El repartidor ya está aquí. -¿Ya?
-Sí. -Bueno, voy sacando las cajas
al muelle de carga. -Muchas gracias.
No sé cómo agradecértelo, de verdad. -Por favor...
(Sintonía de "Mercado Central")
# Y se apagó una luz en la ciudad
# y una sombra en sus viejos pasillos
# de colores,
# que no brillarán más.
# Ven y sígueme a aquel lugar,
# sabor a sal y azafrán.
# Aromas de un tiempo atrás.
# Y se encendió una luz en la ciudad,
# en la plaza donde regateamos,
# con un beso,
# volver a comenzar.
# Juntos tú y yo,
# jugando a recordar
# que somos cada olor, color, sabor al son
# de aquel Mercado Central. #
-Pues hoy Samu tiene partido de baloncesto, ¿sabes?
Yo iré a verlo. Lo digo por si quieres venir.
-Es muy buen plan, pero no. No puedo, lo siento.
Hablando de planes,
hoy a mediodía no pases por casa, porque David estará...
Tiene una cita con Daniela, la chica de la limpieza.
-Sí, tranquila.
A mediodía es cuando tengo más pedidos, Carla.
Bueno, por lo visto, Samu está que se sale, vamos.
-Siempre ha sido buen jugador. -Sí, es verdad.
Tiene un estilo... que ni Pau Gasol.
Mira, el otro día le sacaron una foto... madre mía.
Y está espectacular.
Mira. -Sí.
Sí, muy guay.
-Oye, Carla, ¿por qué no haces un esfuerzo
y vienes conmigo a verlo jugar? Le haría mucha ilusión.
-Porque no puedo ni quiero ni debo.
¿Recuerdas que lo dejamos?
-Fue un malentendido.
Él te sigue queriendo y te echa mucho de menos, de verdad.
Y rompió contigo porque quería... -Ponerme a prueba, sí, lo sé.
Me quedó muy claro.
Por ese motivo no quiero saber de él.
-Carla, por Dios, no te lo tomes tan a la tremenda.
Lo está pasando mal.
Y es verdad que él metió la pata hasta el fondo,
pero si tú hicieras un simple movimiento...
-No pienso hacer ningún movimiento.
Tu hijo es un inmaduro que me hizo sufrir
y jugó con mis sentimientos. Que apechugue.
-No levanta cabeza, por eso está siempre con el baloncesto.
-Que lo hubiera pensado antes.
Voy a por el "cupcake".
-Nada, hijo,
lo nuestro es fastidiarla y quedarnos solos.
(CHASQUEA LA LENGUA RESIGNADO)
-Perdóname, por favor.
No puedo vivir sin ti.
-Ahora entiendo lo de la bici.
La tienes para atender a todas tus amantes, ¿no?
-Que yo no tengo ninguna amante. -¡Por favor!
¿Cómo has podido caer tan bajo?
-No quería decirte que soy "rider"
porque, ¿qué he conseguido a mi edad?
¿Pasar el día de punta a punta de la ciudad
repartiendo paquetes en bicicleta?
¿Eso es lo que he conseguido?
Yo no quería que te avergonzaras de mí.
-Eso sí lo has conseguido.
-Carmen, si yo te quiero con toda mi alma. Créeme, de verdad.
No sé, pensé que a lo mejor tú te merecías algo más que yo,
por eso no te dije nada.
-Y eso lo pensabas mientras la abrazabas, ¿no?
-No fue así. Lo que viste no es lo que parece.
-¡A ver, si un hombre abraza así a una mujer,
es lo que parece y punto!
-Pero si Lupe es solo es una amiga, Carmen. De verdad, créeme.
Me ha ayudado a pasar la situación que estoy pasando.
Y me ha consolado, que estoy hundido en la miseria.
-El próximo paso, un hotel, ¿no?
-Pero, Carmen, ¿cómo piensas eso? Yo pienso en ti desde que te conocí.
-A ver, que no te creo.
Y a saber en cuántas cosas me has mentido más.
Por ejemplo, si tú no trabajabas en el centro de congresos,
la dedicatoria del cedé, ¿quién la escribió?
No me digas que la escribió tu amiga.
-No, Nicolás, es que esto sí que no te lo perdono.
Vamos a ver, tanta confianza,
tanto cariño con una persona de la que ni me has hablado,
solo puede llevar a un sitio.
-Carmen, te juro que no. Créeme. -¡Que te largues! Lárgate.
Tengo cuchillos y sé despiezar cerdos.
-Carmen, por Dios. -Que te largues.
(VALERIA) Pero bueno, ¿no te dije que la dejaras en paz?
-También me engañó con lo de Camila Bruno.
-¿Qué? ¿También se acostó con esa cantante?
-No, mamá, ya quisiera él. Qué va.
Su amiguita, que ha falsificado la dedicatoria.
No me merezco esto. Llevo toda la vida
con un hombre que no conozco. -Hija, llora un poco, desahógate.
-No, no, no.
No voy a soltar ni una sola lágrima.
Tengo que acostumbrarme a pasar mi vida sola.
-Carmen, tampoco es eso. -Que sí.
Hace semanas estaba segura de mí misma y de mi gente,
pero ya veo que es todo mentira.
-Tu familia te sigue queriendo. -Sí, parte.
Mi otra familia me desprecia.
-No sé de qué hablas. -De los comerciantes, mamá.
Confían más en Gloria que en mí. Y lo pagaremos todos.
-Ha sido una faena. -Más que una faena.
Ha sido una decepción muy grande.
Y lo de Nicolás, la puntilla.
No confiaré en nadie nunca más.
-Hija, es normal que estés así ahora, pero...
ya verás como no tienes razón.
-¿Adónde vas?
Pero si íbamos a desayunar...
¿Qué pasa? ¿Habéis vuelto a discutir?
Pero bueno, algo habrá pasado, ¿no?
¿Y qué ha sido esta vez?
No me digas que se niega. No puede ser,
disfrutaría mucho con el desparpajo que tiene.
Espera un momento.
(DUDA) ¿Qué tiene que ver Gloria en todo esto?
Jorge, deberías de haber hablado tú personalmente con ella, ¿no?
Tendrás que tener un poco de paciencia.
Ya.
(Llaman a la puerta)
Hola, hermana.
Oye, Lorena, ¿no crees que deberías tranquilizarte un poco?
Estar de morros todo el día no es bueno para ti ni tu bebé.
Sé que no, pero últimamente todo te saca de quicio.
¿Pues sabes que yo lo veo un poco desesperado?
El pobre no sabe ni cómo acercarse a ti.
¿Tú no lo sabías?
¿No te lo dijo Gloria?
A ver, es que Jorge le dijo
que quería que tú participases en ese programa,
y dijo que se encargaría de proponértelo.
Parece que ahora la culpa no es solo de Jorge, ¿no?
Bueno, pero esta vez... Jorge no lo ha hecho tan mal.
Estoy completamente de acuerdo contigo.
No quiero defender a Jorge, pero tú estás a la que salta.
El problema es que habéis dejado todo
en manos de un tercero.
Y no entiendo que esa persona sea Gloria.
¿Qué hace en medio de este follón?
Que qué hace Gloria en medio de vosotros dos, Lorena.
A ver cómo te explico esto,
habéis tenido más de un enfrentamiento
y ha estado involucrada de una manera u otra.
Me parece muy raro.
Es verdad, no lo ha hecho.
Pero que yo sepa,
Gloria no ha hecho nada para suavizar las cosas, ¿no?
¿Quién es ella para decidir
si tú tienes que saber lo de "MasterChef" o no?
No me quiero pelear contigo, no he venido aquí para eso.
¿Sabes qué me pasa, Lorena? Que me da muchísima pena.
Porque sé cuánto os queréis y cada día os veo más distanciados.
(Móvil)
Papá. Lo tengo que acompañar al médico. Perdona.
Papá, que ya estoy yendo.
Venga, hasta luego. Sí, sí, ya voy.
(ROSA EXHALA APURADA) -Venga, hija.
Que voy a perder la cita del médico.
-Perdón, me entretuve con Lorena.
-Es que a mí me gusta llegar pronto. -Ya lo sé.
Aún tenemos tiempo. -¿Qué tal tu hermana?
-Hoy no es su mejor día.
Pero tú preocúpate de tu vista, ¿vale? ¿Estamos ya?
-Bueno, ¿dónde vais vosotros dos?
¿No me habéis oído?
(JESÚS DUDA) Sí, sí, sí.
Le he pedido a Rosa que me acompañe a hacer recados.
-¿Qué recados?
-Verás, quería comprarle a Noa ropa para mandársela a Málaga.
Se lo he contado a mi padre y me ha dicho que quiere pagarla.
-De momento es mi única nieta y debo cuidarla.
-No te justifiques conmigo, Jesús.
Me encanta ver cómo cuidas de tu familia.
-Qué menos, ¿no? -Yo también debo cuidar de mi hija.
Así que pasaré por casa a coger un par de cosas
para pasar unas noches con ella. -¿Le pasa algo?
-Rosa, que está hecha polvo.
Nunca la había visto tan desquiciada.
-Se siente sola, ¿no?
Y dolida por lo que le ha hecho Nicolás.
-¿Quién nos lo iba a decir? Con lo buen hombre que parece.
-Sigue siéndolo, ¿no?
Por un desliz no significa que sea un monstruo.
-Tú ten mucho cuidado con engañarme,
si no quieres ver a una Pacheca cabreada.
¿Te parece bien que le haga compañía?
-Por mi perfecto, claro.
-Gástate lo que puedas en Noa,
que no crea que su abuelo es agarrado.
Bueno, os dejo.
-Hasta luego, Valeria.
-Lo poco me gusta mentir a Valeria. -¿Crees que a mí sí?
Cuando se entere, se enfadará. Y con razón.
Es que eres un cabezota. No sé por qué no se lo dices.
-Ya te lo he explicado mil veces, no quiero que se preocupe.
-Venga, vamos a coger un taxi, que no llegamos.
-Venga.
-Aún no me han arreglado el horno. -¿Qué?
-¡Que aún no me han arreglado el horno!
-¡No te escucho! ¡Habla más fuerte! (GRITA) ¡Eres idiota!
-¿Va mal la cosa? ¿Qué pasó? -Pues sí.
Hay que cambiar una resistencia y va a tardar dos o tres días.
-Bueno, entre el horno de casa, el horno del bar y eso...
salimos del apuro. "Tranqui", yo te ayudo.
-No sé qué haría sin ti.
-¿Vos necesitás cocinar, necesitas... lo que quieras?
-Lo que quiera. -Yo te ayudo.
-¿Qué es eso?
-¿Esto? Es un zumo natural de frutilla,
mango... -¿Frutilla?
¿Qué es frutilla?
-Fresa, ¿qué va a ser? ¿No conocés la frutilla?
-Os he llamado muchas veces y no me habéis contestado.
Como para necesitaros en una urgencia.
-Ya estaba en Madrid, mamá.
así no tengo que explicar la misma historia dos veces.
Bueno, pues...
todo fue mal desde el principio. Nada más llegar,
una carta del ministerio nos comunicaba la expropiación
de parte de los terrenos.
Y los jardines, que eran lo más bonito del hotel,
se quedaron en nada.
No, nos pilló por sorpresa a todos.
Empezaron las obras, perdimos a casi todos los clientes
y al poco vimos que no valía la pena seguir abiertos.
Y yo también.
En parte, hacía todo esto por Javier y he fracasado.
El problema es que a mí siempre me salen mal.
Te prometo que te devolveré todo el dinero
cuando venda el hotel.
O al menos una parte, porque ahora vale mucho menos.
Me siento avergonzado por todo lo que ha pasado.
Por eso he tardado tanto en venir a veros.
Llevo dos semanas en Madrid.
¿Ahora entiendes por qué no quería que fueras a visitarme a Oporto?
Los primeros días en un hotel y ahora en casa de un colega.
Ya, mamá, pero de momento estoy muy bien. Gracias.
-Me iba a duchar para mi cita,
y no encontré mi gel hipoalergénico ni champú de cabello fino.
Y eso no es lo peor.
No está mi neceser con colonia y desodorante.
¿Lo habéis cogido vosotros?
(LUCAS) David, nosotros jamás usaríamos tus cosas, no.
-Eso me imaginaba.
Así que solo ha podido robarlo una persona, Nicolás.
-Bueno, robar. "Robar" es una palabra muy fuerte, ¿no?
Se habrá confundido,
porque tenéis un neceser similar de color negro.
-¿También con el champú y el gel que estaban en la ducha?
-Ya sabes qué hacer. Ve a la farmacia y cómpralos nuevos.
-Pues los que ha cogido Nicolás estaban nuevos
y no era precisamente baratos.
Y necesito aguacates, alguien se comió los míos.
¿Quién ha sido?
Nicolás, seguro.
-A ver, fuiste vos quien lo metió en casa, ¿o no?
-¿No le contaste las normas básicas? -Sí, cinco veces,
pero hace lo que le viene en gana.
-Bueno, que tanta norma, capaz que es difícil retenerla, ¿viste?
-Bueno, no será porque no ha vivido toda su vida con la señora sargenta.
-El tema es que yo soy a quien más afecta esto.
Debería estar en la cita preparado y preparando la mesa.
Como salga mal por su culpa, no se lo perdonaré.
-No, no, no, David, no. Va a salir increíble, de diez.
Y te digo una cosa,
los aguacates corren por cuenta de la casa.
-Oye, papá, no me puedes pedir eso. -Es lo mejor para todos.
-Es lo mejor para ti.
Estás escurriendo el bulto con tu mujer, como haces siempre.
Y en cambio, nos comprometes a mí y a Noa.
Te dejo aquí las gotas.
-¿A ella qué le va a afectar?
-Perdona, papá, le vas a pedir que mienta, ¿no?
-Es una mentirijilla piadosa para hacerle un favor a su abuelo.
Seguro que lo hará encantada.
-Es que no entiendo por qué no le dices la verdad a Valeria.
-Y vuelta con la mula al trigo. Te lo he dicho cien veces.
Y vamos a bajar la voz, no nos vaya a oír.
-Pues si quieres que Noa y yo mintamos por ti,
lo tendrás que explicar las veces necesarias,
porque no lo entiendo. Sinceramente, creo que lo mejor
es que pases el postoperatorio en casa.
-Y Valeria todo el día preocupada. -Es normal que quiera cuidarte.
-Si, pero es absurdo preocuparla sin necesidad.
Además, no quiero que me vea en un estado tan lamentable.
Vas a entrar en un quirófano.
Valeria debería saberlo.
-Bueno, se lo diremos cuando haya pasado todo.
-Venga, papá, por favor... -Mira, Rosa,
aunque sea una operación sencilla y con anestesia local,
yo la conozco, y Valeria va a estar asustada.
Además, ya has oído que Carmen la necesita.
-No vengas con rollos, son cosas distintas.
-Que yo sepa, Valeria no tiene el don de la ubicuidad,
y si me cuida a mí, no puede atender a Carmen,
que lo está pasando mal.
La excusa de que tenemos que visitar a Noa
para comprarle la ropa que necesita allí, es perfecta.
Piénsatelo.
Así, Valeria estará tranquila.
Y si ayuda a Carmen, pues no se sentirá culpable.
-Porque tú no te sientes culpable, ¿verdad?
-Bueno...
Sí, sí, sí, me siento culpable.
Pero bueno, a veces hay que tomar decisiones difíciles
para que las cosas no vayan a más.
-Bueno mira, ya está. Vale, tú ganas.
Llamaré a Noa y le contaré la película que te has montado.
Pero la ropa se la compramos, que la necesita.
-Es más, se la voy a comprar yo.
Anda, espérame en el bar, que voy a darle un beso a Valeria
y luego te invito a comer.
-Papá...
Hola, Noa. ¿Qué tal? ¿Cómo estás, cariño?
Bueno, bien.
Mira, te llamo porque tengo que pedirte un favor
de parte de tu abuelo, ¿sabes?
Sí, sí, está bien, está bien.
-Yo también me alegro mucho de verte, tía.
¿Qué tal tu niña, cómo está?
¿Y tú?
Por lo que he visto al servirnos, las cosas no van de maravilla, ¿no?
Aprovechó la mínima para escapar.
Pues seguramente.
No he tenido mucho tiempo para fijarme.
Allí invertía las 24 horas del día en intentar sacar a flote el hotel.
-¡Pero bueno!
¡Qué alegría verte, Germán!
¿Cómo estás? -Bien.
Estás radiante. Se ve que la vida te trata bien.
-Bueno, no sé, hago lo que puedo.
Tú sí que estás guapo. ¿Se puede saber qué haces aquí?
-Pues resumiendo, el hotel se ha ido a pique.
-Vaya por Dios.
-Sí. Bueno, la parte positiva es que puedo volver a ver a mis tías,
de las que tanto me he acordado y tanto he echado de menos.
Y... lo siento, me he enterado de que lo dejaste con Alberto.
-Sí. Bueno, no pudo ser.
Creo que no era el momento.
Pero estoy bien.
Por cierto, hace un rato hablé con Noa
y te alegrará saber que está estupendamente con Jonathan.
-Lo sé, hablo mucho con ella. -¿Sí?
-Sí.
Y el resto, ¿qué tal, cómo están?
-Bueno, más o menos bien, ¿no?
El que peor lo ha pasado ha sido tu padre.
¿Has hablado con él?
-Sí, sí, sí. Lo de Ágata ha sido muy duro para él.
-Mucho.
Sobre todo, porque casi todo el mundo lo ha culpado de su muerte.
Y eso ha estado a punto de destrozarlo.
-¿Y el abuelo?
-¿El qué ha pasado?
(AMBAS) Nada. -Nada.
(DUDA) Bueno, verás, el abuelo tiene problemas de vista
y lo hemos llevado al oftalmólogo.
Pero es un cabezota y lo quiere mantener en secreto.
Así que tú...
¿Vale?
-Adela. Oye, mira, hoy tengo mucho papeleo
y no podré quedar para comer,
pero te compensaré cenando, ¿te parece?
Un beso.
Pero...
Samuel. -Dímelo.
-¿Sabes algo de Daniela? -Sí. Llamó que está mala.
-¿Qué le pasa? -Gastroenteritis.
Se va de vareta. El médico le dijo que vaya a casa.
-¿Y por qué no me dices nada?
Soy el gerente y tengo que saber estas cosas.
-Perdóname, no lo creí importante. -Lo es.
Quedé con ella para tratar unos temas a mediodía.
-Dijo que te avisara de que no podía venir
y que no la llamemos.
Iba a apagar el móvil para meterse en la cama a reposar.
¿Tan importante era?
-Ni es importante ni deja de serlo. Pero lo que más odio
es que me cancelen planes sin decir nada.
-Vale, perdóname, ha sido culpa mía.
-A ver si otra vez te centras y dices las cosas en su momento.
-Vale.
-Me bajo al almacén,
a ver si veo a Fermín y ha arreglado las cámaras frigoríficas.
(Timbre)
-Hola. -Hola.
Disculpa por el retraso.
-Tranquila, me ha venido hasta bien.
Estás guapísima.
-Gracias.
Tú tienes el cuello un poco... descolocado.
-Lo siento.
-No te preocupes. A ver, déjame a mí.
-Vale.
He tenido problemas con mis productos de aseo
y se me ha hecho tarde.
-Ahí, ya está.
-Gracias.
-Bueno... ¿no me vas a invitar a pasar?
-Sí, claro, adelante.
-¿Puedo?
¿Y eso?
He pensado que podría ser divertido vendarte los ojos
y que adivines qué he preparado.
Si anulas un sentido, los otros cuatro se potencian.
Aunque quizá te parece una tontería y prefieres comer normal.
-Me preguntaba
si solo me los vas a vendar para comer.
-¿Para qué más te los iba a vendar?
No conoces la casa, si vas a ciegas, te golpearás con algo.
Y si tienes un accidente, no me lo perdonaré.
¿He dicho algo gracioso?
-Tú eres muy gracioso, David. Y me encanta.
Mira, como tú aceptaste mi reto de reguetón,
yo voy a aceptar que me vendes los ojos para comer.
Así que relájate, ¿vale?
-Por fin te has dignado a venir.
-Sí.
¿Cómo estás?
-Decepcionado.
(ROSA) Papá, creo que no es momento...
-Da igual, tía, déjalo.
Tiene derecho a decirme lo que piensa. Adelante.
-¿Sabes cómo lo pasó tu familia estos meses?
¿Y no has pensado que podíamos necesitarte?
Tu padre, además de perder a su mujer,
estuvo a punto de ir a la cárcel.
Se ha sentido solo, abandonado por sus amigos
y sin poder contar contigo.
-Quise venir, pero mamá recomendó no hacerlo.
-¿Por qué crees que lo hizo, Germán?
Porque no eres capaz de olvidar las rencillas
y apoyar a tu padre.
-Lo de Javier no es una rencilla. -Eso lo sentimos todos.
Pero eso no te da patente de corso para hacer lo que te dé la gana.
¿Y él ha sido justo con nosotros?
¿Aparte de irse sin contar con nadie?
Le quitó el dinero a vuestro hermano.
¿Sabes que por tu culpa perdimos la frutería?
(ROSA) A ver, no lo puedes culpar a él
de las decisiones de Elías.
-Necesitaba dinero para demostrar su inocencia.
Vendió el puesto para no ir a la cárcel.
-Lo siento.
-Más lo siento yo, que el negocio era mío.
Sé que debía olvidarme y pasar página,
pero lamentablemente, no puedo.
Perdonadme.
Dejemos la comida para otro momento.
-No se lo tengas en cuenta.
Han sido unas semanas muy duras para él.
-Pues quien lo diría.
Voy a tomar un poco el aire.
(DAVID) Aquí tienes.
He hecho lo que he podido,
pero admito que no todo lo preparé yo.
Para algunos platos me ayudó Jorge.
-Desde que llegué al mercado
he soñado con probar sus famosas tapas,
pero no me lo puedo permitir.
-Pues parece ser que hoy es tu día de suerte.
-Eso parece.
-Ojalá pueda ser tan grande como Jorge,
pero hay que prepararse mucho.
-Lo vas a conseguir.
Tú eres ese tipo de personas
que puede conseguir absolutamente todos sus sueños.
-¿Tú crees? -Claro.
Eres un chico muy inteligente y muy curioso.
Ya me lo demostraste ayer
cuando te sabías de memoria todo acerca de mi país.
-Leo mucho la Wikipedia, pero no siempre es fiable.
-Si es que, mire donde mire, he estado ahí con Javier.
Y ahora suma fallar a mi familia, así que...
El abuelo no dice lo mismo.
Pues se ve que el abuelo no.
¿El qué?
Imagino que a papá no le hizo gracia.
Ya me extrañaba que lo justificara
por vender la frutería a sus espaldas.
Al final eres la única que no falla a nadie.
-Perdona, Adela. No sabía que estuvieras acompañada.
Encantado. He oído hablar mucho de ti.
-El gusto es mío.
-Tendréis cosas que hablar, así que os dejo.
-No, tranquilo, Fernando.
He quedado a comer con un colega y llego tarde.
Nos vemos luego, ¿vale?
Chao.
-O sea que soy solo soy un amigo.
¿Para hablar de lo nuestro te tienes que preparar?
No busques excusas, Adela.
Sí, sí, lo entiendo.
Sé que tu hijo y yo jugamos en ligas diferentes,
pero pensé que también era importante para ti.
que no hagas caso del mensaje de voz que mandé,
porque hice hueco para comer juntos.
Lucas, Lucas. Espera, espera.
Oye...
Tú compartes piso con David, ¿no? -Sí, ¿por?
-Es un poco violento.
No me gusta meterme en la vida de los demás,
pero estoy preocupado él.
-Preocupado, ¿por qué?
-Me he fijado en que últimamente está mucho por Daniela,
la nueva chica de la limpieza.
-Es usted muy observador, Fernando.
-Y tú sabes, como yo, que David es un chico especial.
Solo basta con mirarle un poco
y te das cuenta de lo que está pensando.
-¿Adónde quiere ir a parar? -Que David es muy sensible,
y no creo que le convenga fijarse en una chica como Daniela.
Es muy impetuosa, muy decidida.
Quizá podría hacerle daño.
¿De qué te ríes?
-Que tiene razón, David es un chico muy especial,
pero de tonto no tiene un pelo. O sea, de hecho,
lo mismo que siente él por Daniela, Daniela lo siente por él.
-¿No me digas? (ASIENTE)
Y fíjese que en este preciso momento están comiendo juntos.
-¿Estás seguro de eso? -Sí, sí, 100% seguro.
A Carla y a mí nos prohibió ir a casa.
Vamos a ir a comer un bocata al parque.
Mire, no se preocupe por David, que está mejor que nosotros dos.
-Ya, ya. Ya veo, ya.
Bueno, me alegro mucho por él.
Sigue, no te molesto más.
-Hasta luego, Fernando.
-Daniela, soy Fernando.
Sé que no estás enferma y que comes con David.
Te quiero en cinco minutos aquí.
-Cuando me recitaste todas aquellas cosas de Venezuela
y te marchaste,
no me dio tiempo a decirte lo que opinaba realmente de ti.
-Aún me siento un poco idiota por eso.
No quería engañarte y que pensaras que sé más de lo que sé.
-Tú no eres idiota.
Puedes ser muchas cosas, pero no... no eso.
(notificación de móvil)
Vaya.
Un segundo. -¿Es algo importante?
Te ha cambiado la expresión.
-No, no es nada.
-Bueno, ¿por dónde íbamos?
-Tengo hambre. ¿Comemos?
-Claro.
(Tacones acercándose)
-No sé si ir a comer a casa o ahorrármelo.
Total, para estar sola.
No quiero ir al bar, seré la comidilla todo el mercado.
No, que hay mucha cotorra
encantada de meterse en la vida de la gente.
Pensabas bien, hablábamos de ti.
Pero no sabía que me pasaría lo mismo.
Sé cómo te sientes y quiero pedirte disculpas.
Soy una bocazas, pero te juro que no tengo maldad.
¿Sí? ¿Cuáles?
Bueno.
Ha venido Germán, ¿no? Debes estar contenta.
Será posible...
-Hola, buenas tardes. ¿Podemos hablar?
-No tenemos nada que hablar. No sé a qué vienes.
Esta petarda es la amante de mi marido.
-Para empezar, te pido, por favor, que me respetes y no me insultes.
-¿Respetar una persona como tú?
-No vengo a pelear, sino a arreglar cosas.
Pero no permito que me humilles.
-Me humillas acostándote con mi marido.
-No me acuesto con nadie.
-Si tienes el valor de venir, ten el valor de reconocerlo.
-Que no me acuesto con nadie.
Lo que viste fue un abrazo entre dos amigos.
-Mientes. Y será porque eres tan adúltera como Nicolás.
-Estoy separada, no tengo que mentir.
Ojalá tuviera a un hombre tan bueno y noble como él,
capaz de partirse los cuernos por no decepcionarte,
porque solo lo respetas si es jefe de mantenimiento.
-¿Ves lo que he de escuchar?
-La verdad, nada más.
No sé cómo una mujer tan mal pensada tiene un hombre que la quiera.
-¡Si crees que puedes venir a soltar tus mierdas,
estás muy equivocada!
¡Callarla de una vez!
Vamos, ¡te la vas a tragar enterita y sin masticar!
-Oye, tú estás loca.
No entiendo cómo te quiere, no lo mereces.
si no quieres ir con los pies por delante!
Bueno...
-¿Qué tal la cita?
-No abrí el mensaje. Te esperaba para verlo juntos.
-¿Sí? (LUCAS ASIENTE)
Qué considerado, señorito.
-Muchas gracias. Es que es un momento único.
-Sí. Claro. -Sí.
Cambiará nuestras vidas. -Seguro.
-Además, yo qué sé.
No sé, puede cambiar nuestras vidas. -Sí, sí, sí.
-Dame la mano.
-Tú eres muy chulito, ¿no?
-Dame la mano.
Así le transmitimos todo nuestro apoyo.
Vamos a ver qué nos depara el futuro.
"Todo ha sido un desastre.
No hubo beso y Daniela se marchó a toda prisa".
-¿Qué? Pero ¿por qué? Pregúntale por qué.
-¿Qué pasó David? ¿Está todo bien?
(Notificación de móvil)
Ahí está. "Culpa únicamente de Nicolás,
que me ha gafado la cita".
-Pero ¿por qué...?
O sea, ¿ha venido o cómo...?
-No sé qué habrá pasado.
¿Qué? ¿Se apareció por ahí o qué? ¿Qué pasó, David?
¿Qué habrá sido, no?
(Notificación de móvil)
"No, al tener que ir a la farmacia a por gel y champú,
no me dio tiempo a arreglarme
y la recibí con la camisa mal colocada.
Nicolás ha arruinado la única oportunidad que tenía con Daniela.
Hablamos después". -Bueno, igual está exagerando.
Hasta que no hable con Daniela...
Es que David es muy dado a malinterpretar
este tipo de situaciones.
-¿Sabes qué? A mí no me gustaría... ¿sabes?,
estar en la situación de Nicolás en este momento.
-Ya, igual habría que llamarlo para avisar, ¿no?
De qué es lo que se va a encontrar en casa.
-Buena idea, lo voy a llamar. Sí, sí. Tenés razón.
Tenés razón.
(NICOLÁS JADEA A TRAVÉS DEL MÓVIL)
"Dime, Lucas." -¿Nicolás?
No estarás con la compañera de trabajo tuya, ¿no?
-"Qué leches, hombre.
Me has pillado subiendo la cuesta de Atocha
para entregar un kebab en Antón Martín."
-Qué alivio.
Escúchame, con Carla te queríamos advertir
de que te metiste en un pequeño problema.
-"¿Otro más? A ver, ¿qué he hecho esta vez?"
-Resulta que usaste el gel...
(Móvil, claxon)
-"¡No, no, no! ¡Mierda!" -¿Nicolás?
(Móvil, claxon, ruedas derrapando)
¿Estás bien?
-¿Qué pasa?
(Tono fin de llamada)
¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
-Creo que tuvo un accidente por hablar con nosotros.
-Dicen en el restaurante que preguntabas por mí.
¿Te puedo ayudar?
-Me gustaría saber a qué juegas.
-Échale un par y declárate, a ver qué siente ella.
-Por tu culpa tu madre acabará en una cárcel del tercer mundo
y no la verás nunca más.
-No has dicho tu nombre.
-Soy Martin. El hermano de Gloria y el cocinero del Ainara.
-¿Te parece bien? ¿Ningún problema entonces?
-Claro que no, si me encanta la playa.
Y Málaga tiene una preciosa.
-No le agrada que tengas más confianza conmigo,
así que prefiero mantenerme al margen
y que Rosa esté tranquila.
-Necesito hablar contigo.
-¿Ministerio de trabajo?
Soy la presidenta de la Asociación de Comerciantes del Central.
Quería denunciar.
Nicolás sigue luchando por recuperar a Carmen, sin éxito, y Lupe provoca la ira de la Pacheco cuando trata de interceder por él.
Gloria sigue ejerciendo su poder sobre Lorena, a pesar de que Rosa la advierte tras descubrir el papel que ha jugado en el último malentendido de la pareja.
Preocupada por su hija, Valeria decide pasar unos días con ella y Jesús convence a Rosa para que le ayude a ocultarle a su mujer el postoperatorio.
Germán reaparece en el mercado, respondiendo a una llamada de Adela: su hotel en Oporto ha quebrado. Todos lo reciben con los brazos abiertos, menos Jesús.
Fernando se siente dolido con Adela por ocultar a Germán su relación.
David se enfada con Nicolás por comprometer su cita con Daniela y Fernando descubre, por Lucas, que Daniela ha mentido para faltar al trabajo y a su cita.
Lucas y Daniela provocan, sin intención, que Nicolás sufra un accidente.
El administrador de la página ha decidido no mostrar los comentarios de este contenido en cumplimiento de las Normas de participación