1985
(MURMURA) Mi niña, mi niña...
¿Por qué es una niña?
¿Cómo se llamará de mayor? -Manolita.
-Hum...
¿Manolita?
(RÍEN)
(RÍEN)
Ah, eran ustedes.
Creí que habían entrado ladrones.
¿Por qué el señor marqués quiere matar al abuelo?
¡Buenos días!
Buenos días, señora marquesa.
Oh...
Bonita restauración. -Divina.
¿Está de acuerdo conmigo, padre? -Sí.
-Talmente como una mujer hermosa. Qué guapa está Sabel, ¿eh?
-Sí.
(RÍE) Pues como le iba diciendo, padre, esto ha quedado bien.
Francamente bien. -Las niñas feas lloran,
las guapas no, ¿entiendes? Tú eres una guapa,
o sea, no tienes que llorar, Manolita.
Mira, Manolita...
¿Me haces caso?
Manolita...
Oye, mira, Manolita...
(TARAREA)
Manolita...
(LLORA)
(LLORA)
"Días después, se notó alguna mejoría
en el estado general de la señora de Ulloa.
Con lo cual, el capellán revivió
y se le animó también el marchito semblante".
¡Manolita!
Vamos.
Don Julián, déjeme ir con ustedes.
(SUSURRA) Manolita, soy Perucho.
"Si unas elecciones durasen mucho,
acabarían con quien las maneja de puro cansancio, 'morimiento'
y tensión del cuerpo y del espíritu. Pues los odios enconados,
la perpetua sospecha de traición, las ardientes promesas,
las amenazas, las murmuraciones, las correrías y cartas incesantes,
los mensajes, las intrigas, la falta de sueño,
las comidas sin orden...
componen una existencia vertiginosa e inaguantable".
¿No decía usted que las elecciones serían muy costosas?
¿Que los adversarios no podrían pagar nada?
-Verá usted, es que...
Verá...
Pues el marqués de Ulloa ha pedido prestado dinero
a su suegro de Santiago y, como el de Santiago
se lo ha negado, se lo pidió al de Los Pazos.
-¿Pero tiene dos suegros? -Sí.
El mayordomo, Primitivo, el padre de la criada.
Y usted me preguntará: "¿Cómo un mayordomo tiene
miles de duros". Y yo le respondo:
"Prestando créditos del 8 % al mes más los años de hambre...".
Y metiendo miedo para que nadie le niegue la deuda de un duro.
Y usted me dirá: "¿De dónde saca ese Primitivo, ese ladrón,
el dinero para prestar?". Y yo le respondo:
"Del bolsillo de su amo. Robándole en la administración
y en los arriendos". Y usted me dirá...
-¡Se lo diré! ¿Por qué le presta el amo los duros que le ha robado?
-¡Me caso! Los miles de duros no se prestan sin hipoteca,
así queda el capital seguro y el amo sujeto.
-Claro, claro. -Como usted me enseña, gobernador.
Zorro como él no hay.
Antes estaba conmigo, ahora con Barbacana y mañana...
Dios dirá. -¡Pero basta ya!
Vamos a ganar las elecciones, ¿sí o no?
-Fuera miedo. ¡Se gana!
¡So!
Hola. Bien, gracias.
Gracias, señor marqués. Qué noche tan espléndida.
Querida Nucha, dichosos los ojos.
-Cuando quiera.
El viaje me ha abierto el apetito.
-Pues yo creo que con buen timón se llega siempre a buen puerto.
Créanme, señor marqués, lo que este país necesita
es mano dura. -Sí, sí.
-Si no...
(CARRASPEA) La gente se desmanda enseguida.
(RÍE) No ofende, señor marqués, no ofende.
Yo, como boticario, sé muy bien que lo que la gente quiere
es jarabe de fresno. -¡Jarabe de fresno! ¡De fresno!
(RÍE)
¡Muy bien, señor marqués!
(RÍEN)
Precisamente, ese es el tema que traté en el sermón
de la misa de 11 de ayer. A Dios, lo que es de Dios...
(ENGULLE) Y al césar, lo que es del césar.
Y usted, ¿qué opina de todo esto, señor Barbacana?
-A mí, del poder... lo que me interesa es poder, poder...
(RÍEN)
(RONCA)
Ay... Oh...
Gracias.
A mí, lo que me gusta son las flores. ¡Adoro las flores! ¡Me encantan!
(RÍE)
Señora marquesa, muy próximamente será usted la esposa de un diputado
y tendrá que ir a vivir a Madrid, ¿qué le parece?
Acérquense, señores, acérquense. -Julián, vamos.
-Que nuestra política no está reñida con la sotana.
(RÍEN)
Marqués, propongo un brindis.
Por Dios, por la patria y por el rey.
¡Y muerte a los liberales!
(RÍE)
¡Muerte! -¡Muerte!
-Ah...
(CHILLA)
(CHILLA)
(RÍEN)
(LEE) "Un día".
"El obispo".
"Le dijo a Perucho".
(TARAREA)
(RÍE)
(RÍEN)
¿Me encuentras guapo, Sabel?
Venga, démelo ya.
¡Oiga! Pero ¿qué hace? Que esto es mío.
-¡Mío, mío! -Que no lo ha pagado.
Si quiere llevárselo, páguelo.
¡Oiga! ¿Qué hace?
¿A cuánto valen? -A 4 reales.
-Solo tengo esto. -¿Solo tienes eso, Perucho?
-Bueno, anda, llévatelo. -Adiós, señora Juliana.
Estas gentes ni tienen cultura ni tienen higiene,
pero a listos no les gana nadie.
25. -50.
-15 y me lo quedo. -¡Señor, señor!
Oiga, que no me lo ha pagado. -Mañana, mañana.
(RÍE) Pues ese es de los suyos, no lo olvide, Julián.
Nunca debió permitir
que la señorita Marcelina viniera a Los Pazos.
Nunca debió permitirlo.
Sirviéndose de la ingenuidad de los curitas como usted.
¿Y ese? Ese acabará con todo.
Tiene bien agarrado por el cogote al marqués.
El que le da Barbacana para las elecciones.
Pero la Iglesia le bendice porque con ese dinero construirán altares.
Y de eso también sabe usted un poco, ¿no es verdad?
Es usted un hombre peligroso.
Los inocentes son peligrosos, acaban estropeándolo todo.
Primitivo le presta el dinero al marqués.
Primero se lo roba y luego se lo presta.
Ya ve.
Quita.
Vamos. ¡Venga, vamos! -¡Ay!
-Úntate con esto a la luz de la luna y, ya verás,
en menos de un año se te pasa la fatiga.
-Pero no quiero que se me pase, quiero que él me quiera.
-Hay otra mujer más poderosa.
Mejor es que se te pase. -Pero no quiero.
-Pues entonces, pon un vaso de agua debajo de tu cama y espera.
-Hola, señora María. -Hola, Perucho.
(VITOREAN)
¿Me deja probar a mí? -Anda, prueba.
-No puedo.
-"Tristrás, trastrís".
"Pipirí, pipirá".
(RÍE) "Tristrás, trastrís".
"Pipirí, pipirá".
(RÍE) "Tristrás, trastrís".
"Pipirí"... -¡Ahí está robando huevos!
-"Tristrás, trastrís"... -¡Ladrón! ¡Toma, sinvergüenza!
¡Ladrón, ladrón! ¡Soltadme, soltadme, soltadme!
(GRITAN)
¡Toma!
-¡Toma!
-Vamos, vamos, no seáis remilgadas.
Os advierto que puedo con las dos. -¡Oh!
-¿Te ayudo? (RÍE) -¿Qué dice?
-Después de las votaciones, sí o sí.
Además, estos asuntos son importantes.
Como quiera. Yo no me lo pierdo.
¿Sí?
En las elecciones... -Sí.
-Los liberales...
-Venga, fuera de aquí. ¡Fuera de aquí, las mujeres no votan!
-¡Oiga! -¡Las mujeres no votan!
-¡Al paredón! ¡Barbacana al paredón!
Mariño Franqueiras, Servando.
Así no acabaremos nunca. -No está.
-¿Qué tal va eso? -Tiene que estar.
-Así así. Este mastuerzo, que no quita el ojo a la caja.
-Nada, voy a ver si me lo quito de encima.
-Servando... -Estarán contentos los conservadores.
-¡Que no está en la lista! -¡Tiene que estar!
-Vigilas para que las elecciones sean libres.
-No está. -Debes descansar un rato.
-Espérate. -Te invito a un almuerzo en mi casa.
-No. -Que sí, hombre.
(HABLAN A LA VEZ)
Tengo una botella de Ribeiro preparada para ti.
-Que no. -Vamos, hombre.
-Que sí tiene que estar. -Que no está, hombre, que no está.
-Servando tiene que estar. -Que no está.
-Que sí, que tiene que estar. -Te he dicho que no está.
-Que tiene que estar. -¡Que no está!
-¡Que sí que tiene que estar! -Vamos, echa la papeleta y lárgate.
(SORPRENDIDO) -Coño.
(MURMURA) Fuego.
Fuego. -¡Fuego!
-¡El libro es mío! -¡Fuego!
-¡Déjame! -¡Fuego!
-¡Me lo llevo! -¡Serenidad, señores!
-¡Fuego! -¡Serenidad!
-¡Vamos, soldados, la caja! ¡La caja! ¡Rápido, rápido!
¡Orden! -¡Vamos, fuera!
-¡Orden! -¡Fuera!
-Señor Barbacana. -¿Qué pasa?
-Ustedes váyanse, ¡váyanse! -Déjeme.
(GRITAN) ¡A por ellos, a por ellos!
(RÍE)
Van buenos.
-La están armando ahí fuera.
Por si acaso, creo que sería más oportuno
salir por la puerta de atrás, no sea que se complique la cosa.
¡Caramelos! -No tenga miedo, señor arcipreste.
Pedro que ladra, no muerde.
-Están bailando.
Es una vergüenza que estos pillos nos tengan aquí sitiados.
Me dan ganas de salir y pegarles una corrida.
-Hombre, usted habla poco, pero bueno...
-Primitivo nos la jugó.
Hizo ver que estaba con nosotros,
pero dejó correr rumores y amenazas
para que votaran del otro lado.
-Pero ¿por qué?
-Quizá porque, en el fondo, no veía con buenos ojos
que el marqués acabara en Madrid,
donde él no podía tenerlo agarrado.
Señores, vuélvanse a casa.
No hay cuidado, yo me quedo.
-Que no haya sangre,
pero llévese la navajita por si acaso.
¡Fuera de aquí! ¡Fuera!
¡Fuera, fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
-¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
-¡Fuera, fuera!
(BALBUCEA)
Hemos perdido.
(LLORA)
"La persona en quien se notó mayor sentimiento
por la pérdida de las elecciones fue Nucha.
Comía poco y sin gana, guardaba silencio
y, a veces, Julián, que no apartaba los ojos de la señorita,
la veía mover los labios,
cosa frecuente en las personas poseídas de una idea fija.
Apenas salía de su habitación,
donde día y noche vivía esclava de su niña".
Doña Marcelina y don Julián se van a ir de aquí.
-Te daré dos cuartos más si me ayudas a buscar por el monte al señorito
y le dices lo que me acabas de decir.
Vete.
¡Señor marqués, señor marqués!
¡Señor marqués!
Doña Marcelina y don Julián se van a ir.
¡Señor marqués!
¡Señor marqués!
¡Señor marqués, señor marqués!
¡Atacan al abuelo!
(RONCA)
-Era un rey muy malo, muy malo, que se comía a la gente
y tenía una hija muy bonita, muy bonita y pequeñita.
(EL BEBÉ LLORA) -Quería comerla porque era el coco.
¡Ay, ay! Y tenía una cara muy fea, muy fea.
Y quería comer...
Un día dijo: "Voy a comerme a mi niña, así, así".
Y le oyó un pajarito y le dijo:
"Si no te la comes y me la regalas, te doy uno".
Y va y dice el rey: "Bueno".
Y va y se casó... -¡Perucho!, ¿qué haces aquí?
Dame a la niña.
-Oh, mi niña...
Ah, ah, ah, ah...
(EL BEBÉ LLORA)
"Volvió Julián a Santiago y, medio año después,
supo por las esquelas que la señorita Nucha había muerto.
No sintió pena.
Al contrario, le invadió un sentimiento de consuelo
porque pensó que Nucha, en el cielo,
estaría desquitándose de lo sufrido en esta tierra miserable".
Don Julián lee la Biblia para Manolita mientras el ama amamanta a la niña. El marqués se presenta a las elecciones. Don Julián es expulsado del pazo.
Histórico de emisiones:
23/12/1985
10/04/2009
24/07/2017