2016
-Papá, estoy embarazada.
-Por lo que he podido saber, fue trasladado, la semana pasada,
a la cárcel cerca de Toledo.
-¡Corre!
y es como viene siempre.
-No renuncie a una vida plena para complacer a otro,
no si no lo merece.
-Viva los novios.
(MAURICIO) Tienes una boda que organizar.
Pero antes quiero comprobar una cosa.
Quiero saber si, como dicen, has dado a otro
lo que por derecho me corresponde a mí.
-Voy a dar una fiesta.
Me gustaría que vinieras
con esa amiga tuya.
-¿Qué hacen ustedes en mi casa?
-Hablaremos tú y yo, Basilio.
(OLARTE) Hace tiempo que vamos tras el barón,
pero no hemos podido reunir pruebas contra él.
Si su hijo colabora con nosotros y nos ayuda a coger a ese malnacido,
podremos llegar a un acuerdo, pero no tengo ni idea
de qué puede hacer el Kaiser si cae por el testimonio de su hijo.
(Himno de la República Española)
(Explosiones)
(Explosiones)
(Explosiones, alarma antiaérea)
(MULTITUD) ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
(Gritos)
(Alarma antiaérea)
-¿Qué pasa?
-Ese, el hijo del notario. -Pedro Figueroa.
-¡No he hecho nada! -Tu padre nos quitó la finca
que me había dejado mi hermano. Los notarios y abogados
roban a los pobres, a los obreros. -¿Qué dice, doña Amalia?
Mi padre siempre la ayuda.
-¡Andando! (PEDRITO) ¡No, no!
¡Antonio, por favor, no dejes que me lleven!
(PEDRO SIGUE GRITANDO, ECOS, ININTELIGIBLE)
-Como le cuentes esto a alguien,
tú y tu familia os arrepentiréis.
(Música de piano)
(Timbre de la puerta)
-Buenos días, Juana. -Buenos días, don Mauricio.
¿Qué se le ofrece?
-¿Marta? -Salió.
-Ya, verá.
Hace días que no veo a Elena.
Venía a interesarme por ella. ¿Cómo se encuentra?
-Verá, lleva unos días indispuesta.
-Nada grave, espero. -No.
Serán los nervios por la proximidad de la boda.
Dele tiempo.
-Me gustaría saludarla.
Quedan días para la boda
y... sinceramente, estoy un poco preocupado.
Bien.
Transmítale, entonces, mis mejores deseos.
Y espero que me mantenga al corriente de su evolución.
-Así lo haré, don Mauricio.
Buenos días. -Buenos días.
-Ya se ha ido.
No me gusta verte con esa carita, mi niña.
No es bueno que estés encerrada en casa.
Venga, niña.
-Adelante.
Gracias por venir, señor Figueroa. Tome asiento, por favor.
Su hijo debe volver a Madrid para cumplir con su parte del acuerdo.
¿Le parece bien?
(Máquina de escribir)
-Antonio.
¿Tiene un momento?
-Estaba pensando en organizar algo para despedir mi soltería.
¿Alguna idea?
-Ya, pero pensé que podría tener alguna sugerencia.
-Bueno, ya se me ocurrirá algo.
Por lo demás, ¿todo bien?
¿Su mujer?
¿Está bien?
Hace días que no la veo.
-Perdone, no quería ser indiscreto.
¿Ve usted bien a Elena?
Quiero decir,
las chicas jóvenes son muy impresionables,
muy dadas a las fantasías.
Usted es su padre, la conoce bien.
¿Cree que Elena está contenta?
¿Ilusionada con este matrimonio?
-Yo también, Antonio, yo también.
(Timbre de la puerta)
-Marta.
-No la esperaba.
-Claro que sí.
(Música en interior)
-No, no, no. Venga, la presentaré.
(Música de violonchelo)
-Gloria.
Te presento a la señora Marta Ribas, una magnífica pianista.
La señorita Gloria Bermejo, una joven promesa
que prepara su primer concierto importante.
Ojalá pueda verla en alguna ocasión.
-Venga este viernes.
-Flavio también vendrá.
Bueno, piénselo y ya me dirá algo.
-Los mismos horarios, entonces.
-"Arrivederla".
-¿Quieres que te ayude? -Puedo perfectamente.
-Pues como quieras.
-¿Y a ti qué te pasa?
¿Por qué estás tan simpática conmigo últimamente?
¿Qué?
-Mira, Julia.
-Vamos, niñas, que quiero pasar por Sepu antes de comer.
Hala, hijas.
(Timbre)
Déjame que te vea bien.
Estás radiante, bellísima
-Sí, estoy enamorada como una adolescente.
-Y yo.
Déjalo, las hago yo, gracias.
-Auténtico café italiano para ti,
no lo que bebéis aquí.
Y ahora cuéntame de ti.
Así que feliz con tu piso nuevo, has recuperado tu piano,
clases particulares...
Vaya, parece que está cambiando tu suerte.
-Aún no lo sé.
Los planes... eh... se cambian de un día para otro.
Pero el motivo principal de mi vuelta
esta vez no son los negocios.
Eres tú.
-Marta,
hay ciertos hechos relacionados con tu pasado
que debemos solucionar.
Sobre tus padres.
-Marta,
yo conocí a tus padres.
Les debo la vida.
-No te he contado nada hasta ahora, porque...
no quería crearte expectativas de ningún tipo.
Quería estar segura
de poderte ayudar a descubrir la verdad.
No quería remover tu pasado
si no iba a servir para algo.
Y... al fin
he conseguido contactar con una persona
que puede contarte todo lo que fue de tus padres.
Y mucho, mucho más.
Tienes que ir mañana sola a la embajada francesa.
Ella te espera.
-¿Señora Ribas?
Disculpe las prisas y el desastre.
Pase por aquí, por favor.
-Mi esposo ha sido llamado a consultas.
Como sabrá, Francia va a romper relaciones diplomáticas con España.
-Ya llegaremos a los detalles.
Pero antes debo decirle que la República Francesa
no tiene una postura...
oficial en el asunto. Esta reunión es de carácter informal.
Lo que aquí se diga es extraoficial.
Si algo saliese a la luz, será desmentido, ¿está claro?
-Intentaré explicarle los hechos brevemente, pero...
dadas las circunstancias, puede que nos interrumpan.
Guarde esta tarjeta, por favor.
Podrá localizarme en este número mientras siga en España.
Señora Ribas, su padre,
Daniel Ribas Rosenzweig, fue ejecutado en 1944
por colaborar con los nazis.
-Lo sé.
Sabemos que fue deportada a Auschwitz y murió allí.
En cuanto a su padre, es cierto que colaboró con los nazis,
pero solo para ganarse su confianza.
En realidad, en calidad de diplomático español,
acreditado ante Vichi, era un agente doble de los aliados.
El MI6 lo reclutó después de las deportaciones del 42.
Pero en la resistencia también había traidores
y su padre fue ejecutado para que no los delatara.
Desgraciadamente, hay muchos motivos que impiden a mi país
reconocer públicamente los hechos.
No podemos devolverle a sus padres.
Pero la República Francesa
hará lo posible por recompensarla por su pérdida.
(Música de piano)
-Marta, Marta, ¿qué le pasa? Tiene la mente en otra parte.
-Será mejor que dejemos clases por hoy.
-No hace falta que le diga que si quiere desahogarse...
-Marta...
Antes de que interrumpiéramos las clases,
creí que estaba usted con las ideas claras
respecto a seguir creciendo como intérprete
y prepararse para componer.
Desde que ha vuelto, parece que hay algo
que la impide entregarse a las clases.
Usted no es de esas.
No se rinda.
-No grite, soy Hanno. Me conoce.
Me conoce.
Necesito que me ayude.
-Así que violinista, guapo
y fugitivo de la justicia.
¿Quién dijo que la vida de los artistas fuera fácil?
-Claro que puedo.
-Yo no quiero crear problemas a nadie.
-A buenas horas. (RÍE)
Bueno, pasarás aquí unos días
hasta que encuentre la manera más discreta de sacarte de España.
-Gracias.
-¿Podré ver a Elena?
-Marta, es tarde, tienes que volver a casa.
Y tú debes descansar, ¿eh?
Vienes conmigo.
Óscar te indicará dónde puedes darte un baño
y también te dará algo de ropa, a ver qué encuentra, ¿eh?
¡Óscar!
Vaya con él, por favor.
Y que coma algo también.
-Gracias, señora Moretti.
-No será la primera vez, ni la última, que lo hago
y tú bien lo sabes.
Pero, Marta, tú tienes un problema mayor.
¿Qué vas a hacer con Elena?
No, no puedes ocultarle lo del chico ni tampoco impedir que se quieran.
Porque, Marta, se quieren.
Alguien que yo me sé muy bien
va a tener que tomar decisiones radicales
y pronto.
-Dioni.
-¿Qué haces aquí?
-Quería verte.
-No es buena idea.
¿Y si nos ve alguien y se lo dice a tu padre?
-Nadie sabe que estoy aquí.
-¡Extra, extra!
¡Francia rompe relaciones con España!
¡El embajador francés abandona España!
¡Extra, extra! ¡Francia...!
-Tu padre no le dijo nada al mío de...
Ya sabes.
Solo le dijo que me despedía por incompetente.
Que perdí unos documentos y por mi culpa perdió varios clientes.
Me ha dado una última oportunidad.
Si no apruebo las oposiciones,
me obligará a alistarme y hacer carrera militar.
¿Y tú?
-Ahora bien.
Y... he aprendido.
A partir de ahora pienso decidir yo sobre mi vida.
-¿Qué quieres decir?
-¿Todavía me quieres?
¿Me echas de menos?
No empieces, no compliques más las cosas.
-¿Sí o no?
-Sí, claro que te quiero.
Pero ahora mismo no podemos estar juntos.
-Entonces, ¿no quieres volver a verme?
-Sabes que no es eso.
-Entonces...
(Teléfono)
-¿Qué tengo que hacer exactamente?
-De momento permanecer al margen hasta el día del juicio.
Tu declaración jurada nos faltaba. Ya tenemos suficiente para poder...
detenerlo y procesarlo.
Pero esté tranquilo, pasará pocas horas en la calle.
Esta misma noche procederemos a su detención.
El chico lo único que debe hacer es permanecer al margen
y con discreción hasta el día del juicio.
-No debe pasar más allá de...
un mes.
-Por mí no se preocupe.
Haré lo que haga falta para acabar con ese cabrón.
Lo único que quiero es terminar con todo esto cuanto antes.
-¡Policía!
¡Que todo el mundo se quede en su sitio!
Si alguien intenta escapar, todavía va a ser mucho peor.
Quiero a todo el mundo con la documentación en la mano.
Y vayan vaciando los bolsillos delante de los agentes.
-Queda detenido.
(Se cierran esposas)
(PEDRITO) ¡No he hecho nada! ¿Qué dice, doña Amalia?
Mi padre siempre la está ayudando.
(Latido)
(Latido)
(Latido)
(Latido)
(Latido)
(VOZ DISTORSIONADA) -Antonio.
No olvide que hoy hemos quedado para la despedida.
-¿Cuál va a ser? La mía.
La de mi soltería.
-Lo siento, pero no puede faltar.
Es usted el padre de la novia.
Hace dos días que se lo dije.
No sé dónde tiene la cabeza.
(ÓSCAR) Señora Ribas, pase, por favor.
-Así que tú eres Elena.
Tenía muchas ganas de conocerte.
Desde luego no exagerabas, ¿eh?
Cuando decías que era muy guapa.
-Está guapísima.
-¿Es necesario que te acompañe? Puede quedarse conmigo.
-Desde luego.
-Contra eso no se puede luchar.
-¿Por qué has tenido que vestirte así?
-¿No te gusto?
-Una mujer debe vestir de otra manera.
-Los tiempos cambian, Dioni.
-Pues hay cosas que no debería.
-Venga, anda, vamos a pasarlo bien.
-Que no, que no. Que yo así no estoy cómodo.
Yo así no quiero ir al cine. -Pues no vamos.
Vayamos a otro sitio.
-¿Adónde quieres ir así? -No sé...
A casa de doña Celia, tal vez...
-¿Tú estás loca?
Que podría volver a dejarte embarazada.
Y entonces, ¿qué? -Que me da igual.
Si vuelve a pasar, tomaré mis propias decisiones
y tú deberías hacer lo mismo.
Si me quieres y quieres estar conmigo,
el mundo debería darte igual.
-¿En qué planeta vives, Julita?
Los hijos hacen lo que quieren los padres.
Y más una mujer.
Siempre ha sido así y siempre lo será.
-Hay una primera vez para todo, ¿no? Para cambiar las cosas.
-Creo que me voy a ir.
Esto no es una buena idea. -Tienes razón.
Adiós, Dioni.
-Buenas noches, Marta.
-Temía que no pudieran venir.
¿Y su marido?
-"Sei bellissima".
-Si me lo permite...
Por fin ha vuelto esa sonrisa.
Parecía otra, teniendo en cuenta cómo se marchó hace unos días.
(Aplausos) -Claro.
Y de la compañía, espero.
(Música jazz)
(CARLOS) Venga.
Antonio, ¿un poquitín?
Mejor. Próculo. -Gracias, Carlos.
-Bueno, pues...
-Salud. -Por el novio.
-Y por la novia, por supuesto.
Salud. -Salud.
-A ver, ¿fumarán ustedes a mi salud, caballeros?
-Pues sí.
-Quiero...
agradecerles su asistencia en esta noche tan especial.
-Gracias. -Nunca pensé que volviera a casarme
y mucho menos hacerlo tan enamorado.
Gracias, Antonio.
(Violonchelo "My way")
(Aplausos)
(Melodía de piano)
-¿Qué le parece?
¿Le gusta?
-Hacía mucho tiempo que no podía componer.
Había perdido... mi "ispirazione".
Hasta que de repente algo cambió en mi vida.
Debería haber dicho "alguien".
Alguien entró en mi vida y...
Y este es el fruto.
-Dé la vuelta a la página.
-Mi amor.
-Bueno, ahora que estamos relajados, ¿algún consejo matrimonial, amigos?
(CARLOS RÍE)
Usted ya estuvo casado, no los necesita.
-No, no, no. Eso solo fueron cuatro meses y...
Era muy joven y voluble. No puede poner nada en práctica.
-Bueno, que cuide bien de ella, se lleva una joya.
Y no lo digo porque esté delante el padre...
-Antonio, no dice usted nada.
Está muy callado.
Y no lo veo beber.
Eso es que no se lo está pasando bien.
No se lo está pasando bien.
-Insisto.
Precisamente porque es mi noche y quiero que todo el mundo disfrute.
Y no veo que usted lo esté haciendo.
Pues creo saber por qué.
Su niña se marcha de casa y está usted triste.
Es eso, ¿verdad?
No se preocupe, que lo entiendo, lo entiendo.
Y voy a cuidar de ella como se merece.
No le va a faltar de nada.
También... la tendré que educar.
Como es debido.
A los padres se los puede torear, pero a un marido no.
Y la niña viene muy consentida de casa.
(RESOPLA) Mi padre, que en gloria esté,
decía que con la mujer siempre es mejor pasarse.
Porque como te quedes corto, estás perdido.
Y viéndolo a usted, Antonio, no puedo más que darle la razón.
Eso es lo que le va a dar por fin esta boda.
Ver a su hija casada con un juez...
le va a devolver algo de dignidad.
-Por cierto.
Antonio.
¿Dónde está su mujer esta noche?
Lo espera en casa.
-Como vuelva a tocarme un pelo, está usted acabado, ¿me oye?
-Porque puedo.
(Claxon)
(Objeto rodando por el suelo)
-Solo quería darte las buenas noches.
-No sabes cómo me gusta tenerte en casa.
-A partir de ahora, no tienes que preocuparte.
Me voy a esforzar por hacer las cosas bien.
Me centraré en estudiar.
Conoceré a una buena chica.
Me casaré.
Y tendrás nietos.
-Tú procura ir poco a poco.
Con eso me conformo.
-Te dejo.
Quiero leer un poco antes de dormir.
-Descansa, hijo. -Buenas noches.
-Necesito un favor.
(Pasos acercándose)
A ver... Ahora.
Muy bien.
Otra vez...
Ahí estás, eso es. Listo.
-¿Qué hacemos, Marta? Hay otra ceremonia, no puedo esperar.
-La boda tiene que empezar con Antonio o sin él.
Los invitados están esperando.
-Lo que no está bien es marcharse sin decir adónde
el día de la boda de su hija.
-De eso nada. La boda empieza ya.
Próculo, prepárelo todo.
Usted ocupará su lugar.
Acompañará a Elena al altar.
-Antonio.
Te hemos estado buscando por todas partes.
Todos salieron a la iglesia
hace diez minutos.
-¿Sabes qué? De pequeño quería que fueras mi padre.
¿Te acuerdas de todos los veranos en Galicia?
Eras el único que jugaba con nosotros.
Yo era pequeño.
Recuerdo cómo te desahogaste conmigo después de la muerte de mi hermano.
Habías bebido.
Era un día parecido al de hoy.
Viniste por la calle y te sentaste a hablar conmigo.
Me decías lo culpable que te sentías por no haber podido salvarlo,
que tendrías que haberte impuesto.
No parabas de decir lo cobarde que eras.
No te atrevías ni a decírselo a mi padre.
Pero a mí sí.
También me dijiste que te guardara el secreto.
Y que si alguna vez necesitaba algo,
lo que fuera,
te lo pidiera.
Pues bien, te lo pido ahora.
Si queda algo del hombre que fuiste alguna vez,
deja esa copa y ven conmigo a la iglesia.
Es la boda de tu hija.
Te necesitan.
Te espero fuera.
(Ópera, soprano, canto religioso)
(Latidos del corazón)
-Elena.
-Quizá son tan malas noticias que papá no se atreve a llamar.
-Lo siento.
Me equivoqué.
Debí proteger al chico, pero no lo hice.
Siento decirte que he tenido que huir de España".
-Adonde queramos.
-No podré prestarle más avisos. A partir de ahora está sola.
-Quédate.
-No me refiero a ahora, sino para siempre.
-¿Crees que sospecha algo?
LA SVerano de 1936. Los Montejano están en su casa, les acompaña Pedrito Figueroa, el hijo mayor de Rafael y Virtudes. El alzamiento les ha pillado en Madrid y ya no podrán ir a veranear a Galicia con los Figueroa. Un grupo de milicianos republicanos se llevan a Pedrito y Antonio no hace nada por evitarlo. Aunque Rafael no pide explicaciones, nada volverá a ser igual entre ellos.
De vuelta al presente: las relaciones entre Marta y Antonio siguen deteriorándose y este se refugia en las drogas y el alcohol. Marta, por el contrario, apoyada por Flavio y por la música, comienza a soñar que otra vida es posible. Basilio, creyendo que ya ha pasado el peligro, regresa de su encierro. Roberta da cuenta a Marta de aspectos de su pasado que desconocía y el gobierno francés la compensa por la injusticia cometida con sus padres. Para desesperación de Elena y de Marta, llega el día de la boda de la muchacha con Mauricio. Y ese mismo día Basilio tiene la ocasión de comprobar que sus esperanzas de salir bien librado son infundadas.
Histórico de emisiones:
25/10/2016
El administrador de la página ha decidido no mostrar los comentarios de este contenido en cumplimiento de las Normas de participación