Fuera de emisión
(CANCIÓN ORIENTAL)
-Durante mucho tiempo, estuve traumatizado por el tsunami,
no podía vivir en este lugar,
sentía que no estaba a salvo aquí.
Vi con mis ojos cómo llegaba la ola por detrás de mi casa.
Tenía una altura de unos 10 metros,
era más alta que mi casa.
Corrí hacia la montaña y no paré de correr hasta llegar,
pero mi padre y mi madre
se quedaron atrás.
Hasta hoy, no he podido encontrarles,
siguen desaparecidos.
-Aquí había tres viviendas, eran 15 personas
de la misma familia, no he vuelto a ver
a ninguno de ellos, supongo que todos han muerto.
-Los años nos hacen olvidar que estamos hablando
de más de 200 000 personas muertas o... y desaparecidas,
eso es una magnitud tremenda.
Y hay dos efectos muy grandes:
El efecto psicológico sobre toda esa población,
que... que... que dura, que dura mucho tiempo.
Y el efecto material de destrucción,
de ver que todo lo que tú has construido,
a través de generaciones, de repente,
como un castillo de naipes, se va.
-Todo esto es nuevo: Los árboles, las casas, todo,
porque todo había sido destruido completamente por tsunami.
Me gustaría agradecer a toda la gente de otros países,
incluidos los españoles, todo el apoyo que nos habéis dado.
No me imagino qué hubiera sido de nosotros sin esa ayuda.
Después de 10 años, puedo decir que Aceh
está mucho mejor que antes.
-Me quité la camiseta y los zapatos y me lancé al agua.
Mi cerebro trabajaba deprisa, con una mano agarré
las cadenas de la lámpara que había aquí y,
con la otra, alcancé a una chica con sus hijos.
Despacio, conseguí sacarlos.
-Iba justo detrás de mí
y, cuando miré atrás, ya no estaba.
-Aquí yacen unas 46 000 personas de distintos lugares de Aceh.
Traían los cadáveres por cualquier medio:
En camiones, ambulancias, coches particulares...
Hubo que excavar más de un nivel,
hasta ocho o nueve pisos bajo tierra para tantos cadáveres.
-Ordené encontrar una zona para los enterramientos,
lo preparamos inicialmente para unas 500 personas
pero, al final, en ese lugar se dio sepultura
a más de 40 000 personas
en un solo agujero, ¿quién puede imaginar
o predecir algo así?
Cuando retirábamos escombros y basuras,
aparecían cientos de cadáveres;
cuando entrábamos en las casas, cientos de cadáveres más.
-Hubo respuesta que no fueron las adecuadas,
el tema del tratamiento de los cadáveres, de los muertos.
Es decir, la manera en que, de forma precipitada,
se enterraron en fosas comunes
a cadáveres que, luego, al final, pues ha sido imposible
trazar, por parte de sus familias, dónde están sus relativos,
dónde están sus familiares pero, además, incluso,
no haber respetado esos procesos humanos psicológicos,
de duelo, de despedida que, al final, han dejado,
en muchos casos, unos traumas mayores.
-Mientras estaba en el hospital, tenía esperanza
de ver a mis hijos y a mi marido.
Durante 14 días, soñé cada noche con ellos,
venía a mis niños volando como mariposas,
sonreían y estaban felices.
Un día, al despertar, me di cuenta de que debían
estar ya en el cielo, de que Dios los había llamado a su lado.
Ahora sueño con el día en que nos encontraremos
todos allí, en el cielo.
-Después del terremoto, mi marido, mis tres hijos y yo
nos subimos a una moto e intentamos escapar.
Pero la carretera estaba atascada,
no se podía avanzar porque todo el mundo trataba de huir.
El agua vino de repente y nos dio de lleno,
tan fuerte, que me separó de mis hijos y de mi marido.
Pude nadar hasta el tejado de una casa y allí me agarré,
con el agua hasta la boca.
en diferentes edificios, se encontraban anegados,
llenos de barro y nada operativos,
no había ni un solo paciente
y todas las estancias se encontraban sucias,
se encontraban, pues, con las camas fuera del...
De los edificios y sin posibilidad ninguna
de atender a ningún paciente allí.
Había apenas el que decía ser el director del hospital,
que se encontraba sentado en unas escaleras.
Se explicó un poco la historia de que, cuando sucedió
el terremoto, eh, intentaron que todas las personas
del hospital salieran fuera,
con la idea de que se podía repetir
un segundo terremoto y lo que llegó fue el tsunami,
y arrasó con, bueno, pues, prácticamente,
con todos los pacientes y con, incluso,
el personal del propio hospital,
con lo cual, allí no quedó nadie.
semanas estuvo sin ningún tipo de tratamiento;
con lo cual, el que tenía una factura complicada,
una fractura abierta, el que tenía algún problema de...
Vascular, evidentemente, hubo que realizar intervenciones
quirúrgicas de amputación de miembros
y, bueno, otras cosas que, posiblemente,
se podían haber evitado con un buen tratamiento
en los primeros días, que no pudieron tener.
(SIRENA)
-En medio de este recuento, se suceden las peticiones
de ayuda desde los países arrasados.
-Las imágenes e historias de este drama llenan
informativos de todo el mundo.
-Cuando llegamos allí, eh, nos topamos con el infierno
era la imagen viva de la devastación,
de la desolación, de la destrucción
en estado puro, en estado virgen.
Prácticamente, no habían llegado medios periodísticos, eh,
no había agencias internacionales, no había rescatadores,
no había médicos, no había medios, era una zona que había estado,
durante muchos años, aislada del exterior,
una zona muy pobre y sin estructura
para hacer frente a esa catástrofe tan enorme.
-Las aguas de este río que puedes ver,
antes, apenas se veían, estaban completamente cubiertas
por cuerpos, maderas, restos de viviendas,
restos de barcos. Barcos que, con la ola
y en el cauce del río, se habían estrellado
y agolpado junto al puente.
Era un panorama realmente desolador.
Yo creo que, de los 35 años que llevo en esta empresa,
en TVE, este fue el momento más... más impactante,
profesional y personalmente.
-Mi instinto periodístico me dijo que debía ir
al centro de la ciudad y averiguar si algún edificio
se había derrumbado por el terremoto.
Me las arreglé para llegar al centro y, mientras tomaba
algunas fotos allí, un montón de gente empezó a gritar:
"¡El agua del mar viene!". Todos se pusieron a correr.
Yo me mantuve clavado en medio del caos haciendo fotos,
no me daba cuenta de que era un tsunami.
Pero, cuando miré a mi lado derecho,
hacia el río, vi un montón de barcos
estrellándose contra el puente.
También vi a gente en unos barcos estrellándose contra ese puente.
Todo eso pasaba frente a mis ojos
y el agua era muy negra, porque traía de todo:
Muchos deshechos, coches, con tanta fuerza
que los coches daban vueltas.
Creo que son fotografías valiosas porque,
en aquel momento, solo había periodistas locales en Aceh,
ningún extranjero;
por eso arriesgué mi vida para captar estas imágenes.
-Ir a los pueblos de la guerrilla era muy peligroso,
porque estaba prohibido. Suponía violar la ley.
Si los militares me encontraban allí,
tendría serios problemas así que, realmente,
era muy difícil cubrir el conflicto en Aceh.
A veces bromeábamos diciendo que eran juegos de guerra,
pero con balas reales.
La batalla es como un juego, pero la muerte es de verdad.
Si una bala te da, acabas muerto.
-Comandantes militares de toda Indonesia
vinieron para construir nuevas carreteras,
carreteras temporales. Desde Aceh a Malabo.
Lo hicieron en solo mes y medio,
para que todo el mundo pudiera utilizarlas.
A la gente le sorprendía ver a los militares
trabajando por el pueblo y eso ayudó a cambiar su imagen,
a pasar, de la guerra y la ley marcial, a la paz.
-Cuando el muro se derrumbó por el tsunami,
otro preso que estaba conmigo rompió a llorar.
El nivel de agua subía, todos pensamos que íbamos a morir.
No había forma de escapar,
incluso, aunque el muro había caído,
la avalancha de agua era demasiado fuerte.
Cuando lo vi llorando le dije: "No llores, está claro
que vamos a morir y seremos dos cadáveres.
Mañana nuestra familia descubrirá nuestros cuerpos sin vida;
si lloras, tu cara tendrá muy mal aspecto,
así que vamos a sonreír".
-Mi principal desafío fue mantener la situación
de paz durante mi mandato y lo conseguí.
Otro desafío era llevar prosperidad a la gente de Aceh.
Creo que lo cumplí al 80%.
-Cuando el mar se retiró fui a coger peces a la orilla,
entonces, llegó la ola y me dio de lleno,
me arrastró kilómetros, estoy vivo de milagro,
pero lo perdí todo. Vivía en una casa alquilada,
así que nadie me ha dado una nueva.
Por eso estoy en esta chabola.
-En España, como en el mundo, hubo mucho interés informativo
porque fue, realmente, de una magnitud extraordinaria,
pero también hay que confesar que, inicialmente,
fue porque había occidentales; sin ellos muertos,
nos hubiera interesado menos.
(GRITERÍO)
-Nos encontrábamos justo en la piscina del hotel,
había dicho que pasaríamos el día fuera,
pero decidimos refrescarnos en la piscina del hotel.
Estábamos los tres niños y yo,
y mi mujer estaba justo al lado leyendo y,
de pronto, lo único que recuerdo es ver tres o cuatro sombras
de personas corriendo en nuestra dirección
y, detrás, ver la ola enorme corriendo muy rápido, ¿no?
La ola nos alcanzó por detrás, nos empujó con una fuerza brutal
y perdí los niños y fuimos arrastrados unos 700 metros.
Cuando conseguí salir, eh...
Pues, evidentemente, pensé que mis hijos habían muerto
y, bueno, fui corriendo al hospital
y allí los encontré a todos
y, bueno, realmente fue el milagro mayor
que me ha pasado en la vida,
nos consideramos unos privilegiados.
-La industria del turismo quedó paralizada. Todo estaba parado.
Los que vivimos aquí, no teníamos dónde trabajar.
Pero han pasado diez años y todo ha mejorado
en el área de Kaolack. Este hotel fue reconstruido.
La gente se siente mejor viniendo aquí.
-Vine por primera vez hace dos años y es extraordinario
el trabajo que han hecho para reparar todos los desperfectos.
-Algunas veces tengo miedo porque tengo un niño pequeño
y cuando hay olas altas, me asusto un poco.
-Me impresiona, porque estar en el sitio donde
ha pasado esto, o sea, estar en el lugar
donde ha muerto tanta gente
y donde tanta gente lo ha pasado mal.
-Entonces perdimos a mucha gente
porque no sabíamos lo que era un tsunami.
Ahora podríamos hacerlo mejor
y salvar a mucha gente, si ocurriera de nuevo.
-Cada mañana, preparamos un poco de comida, bebida y algunas flores
para los espíritus del mar y las montañas.
-Tengo muchos problemas con la policía.
No puedo coger ni un autobús, porque me obligan a bajar.
-Son personas que no tienen una identidad,
pero tampoco un país. Han sido nómadas.
Históricamente, vivían en las islas, en el mar,
y ahora tienen un problema
a la hora de asentarse en las comunidades.
Hay que buscarles una identidad, eso significa que Tailandia
tiene que reconocerlos como tales y darles los derechos
que les corresponden, tanto en educación, como en salud.
-Durante el tsunami, esta zona fue devastada.
La ola cubrió parte de esos manglares
y muchos ecosistemas y hábitat de los animales
que viven aquí se destrozó y estropeó.
Actualmente, se produce una reforestación
de la zona, con la colaboración de las escuelas y la comunidad,
para que esto, en el caso de que volviera a ocurrir,
pudiera servir de barrera natural para frenar
parte de las olas que puedan llegar.
-Estamos explicando a los niños cómo plantar los manglares.
Queremos concienciarlos desde la infancia
sobre la importancia del bosque.
-Uno de los problemas de la zona, es que es muy turística
y el turismo puede ser invasivo a la hora
de convivir con la ecología. Lo que pretende este proyecto,
es que haya un turismo sostenible.
Pretendemos que los turistas conozcan
una Tailandia distinta, más cercana
a la vida de las comunidades, más auténtica.
No solo que venga un turismo de sol y playa
y se marchen, sino que conozcan
las formas de vida de las comunidades.
-Incluso aunque España está muy lejos de aquí,
hay muchos españoles que vienen.
Están entre los cinco países extranjeros que más nos visitan.
El año pasado visitaron este barco más de 200 españoles.
Este barco no es solo una atracción turística,
también tiene un valor educativo y un valor histórico.
Es un patrimonio muy importante para la gente de Aceh.
-Aquel día amaneció tranquilo.
Estábamos pescando en unas islas cercanas.
De repente, el barco empezó a agitarse.
Ahora sé que fue por el terremoto.
Poco después, vimos una ola gigante en dirección a nuestro barco.
Todos teníamos pánico.
El capitán ordenó volver a la isla,
pero los tripulantes dijeron que no podíamos escapar,
que teníamos que ir hacia la ola.
Así lo hicimos. No sé cómo, conseguimos sobrepasarla.
-En mi barco íbamos 30 personas, incluyéndome a mí.
Cuando vino la ola, nos hizo volcar.
Todo el mundo cayó al agua.
Yo logré agarrarme a un trozo de madera y sobrevivir,
pero el resto de mis compañeros murieron.
-Muchos supervivientes recogían el oro de los cadáveres
o se lo encontraban entre los escombros
y lo vendían para poder sobrevivir,
porque habían perdido todo en el tsunami.
En lugar de verse afectada, mi economía mejoró,
porque mucha gente de fuera vino
a Banda Aceh para ayudarnos y también compraban oro.
-Me movía hacerlo un sentimiento religioso.
Los musulmanes creemos que cuando morimos,
no debemos llevar nada más
que los buenos valores de nuestra vida.
Por eso, nos entierran envueltos en telas blancas sencillas,
sin oro y joyas.
-Durante algún tiempo, buscamos sin descanso a mi hermano,
desaparecido en el tsunami. Pero un día le dije a mi padre:
"Si está vivo, él nos encontrará".
Así que dejé de buscarlo y continué mi trabajo.
Un día encontré un cadáver que se parecía al de mi hermano.
No podía creerlo, pero era mi hermano.
Ese día algo se rompió en mí.
No pude seguir recogiendo cadáveres.
-En mi opinión, el desastre fue culpa nuestra,
culpa del ser humano. Como musulmanes,
estábamos cometiendo muchos errores.
Además del conflicto, no rezábamos lo suficiente,
no leíamos el Corán y hacíamos cosas malas,
como el juego, las apuestas y otros vicios.
Así que Dios estaba enfadado con nosotros
y nos envió este desastre. Fue un castigo de Dios.
-Para que nos hagamos una idea más clara,
imaginemos, por ejemplo, toda la Península Ibérica
que se partiera por la mitad y, además, una de las partes
montara sobre la otra unos ocho metros.
Es algo indescriptible.
En realidad, aunque hablamos de epicentro,
se trata de una gran fractura.
Y desde el fondo del mar, se van transmitiendo
cambios de presión importantes hacia la superficie del océano.
Ahí se produce una ola que apenas es perceptible.
A partir de ahí, comienza a viajar esa ola
por la superficie a las velocidades que va un avión.
-La catástrofe natural no es evitable.
Pero, digamos, la magnitud de las consecuencias sí lo es.
Es decir, si ese tsunami hubiera ocurrido en países
más preparados, con unas autoridades
más preocupadas por su población,
con unas construcciones mejor hechas,
etcétera, pues, probablemente, hubiera habido menos muertos.
Así que creo que eso debería hacernos pensar.
-Cuando el mar se retira, no se puede ir a la orilla
a coger pescado, porque, en unos 20 minutos,
el mar volverá con fuerza.
Muchos en la costa Oeste de Sumatra no sabían
estas lecciones, así que las olas los sorprendieron
recogiendo cangrejos y peces.
Muchas personas murieron en ese momento.
En segundo lugar, hemos aprendido que mucha gente
murió porque no sabía nadar.
Así que una de las actividades de los programas de desarrollo
de la ONU y UNICEF, ha sido enseñar a nadar,
sobre todo, a mujeres y niños.
Y lo tercero, muy importante, es entrenar a personas
para que busquen refugio en altura.
-Tenemos que asegurarnos de que todo este conocimiento
pasa a las generaciones venideras,
para que sean conscientes de los riesgos
a los que se enfrentan en esta región.
-Fue un electrochoque. Igual que para la respuesta
en situaciones de conflicto, el de Ruanda,
fue un antes y un después,
en el caso del océano Índico, del tsunami,
fue el principio de un proceso de cambio profundo
en el cual estamos inmersos todavía.
-Yo creo que este tsunami de 2004 fue el detonante
para que muchísimos gobiernos se interesaran
por ver cómo tenían sus sistemas de alerta,
por si habían sufrido también en sus propias costas
un tsunami. Y por eso, se han desarrollado ya,
a raíz de ello, sistemas de tsunami
en muchísimas partes del mundo.
-Nosotros hemos podido estar trabajando diez años
gracias a la colaboración ciudadana,
al gran apoyo que recibimos, que permitió recaudar
48 millones de euros, cubriendo la primera parte
de emergencias, pero participando en la rehabilitación
o construcción de escuelas, centros de salud
y un programa muy importante de construcción
de nuevas viviendas y de rehabilitación
de viviendas que habían quedado dañadas.
-La primera imagen fue desde el buque.
Solo había como árboles medio tumbados y nada más.
O sea, no se veía ningún edificio en pié.
O sea, lo que alcanzaba la vista.
Además, me acuerdo que era un día como gris,
triste y dijimos:
"¿Pero dónde estamos?" Parecía...
La típica imagen de película del fin del mundo.
Mi abuelo materno,
que, además, es de la zona de Banda Aceh,
muy afectado el barrio donde vivió,
de hecho, desapareció por completo.
Y tuve la oportunidad, una vez que estuvimos allí,
de acercarme por la zona.
La verdad es que fue devastador,
porque es que no quedaba nada.
Nada. Ni una casa ni... Nada.
Solo todo arrasado y agua.
De parte de las víctimas,
ahora lo pienso mucho, ahora que soy madre,
digo: "¿Cómo sería?"
Conocí el caso de una mujer que tenía cinco hijos
y no encontraba ninguno.
¿Cómo...? Y aun así, ella se levantaba
cada día, iba... "Me voy a buscar a mis hijos".
¿Pero adónde iba a ir a buscar a sus hijos?
Esa entereza, esas ganas de salir adelante con una sonrisa,
lo que digo siempre, con una sonrisa, agradecida.
Y... Y yo creo que,
sobre todo, pues eso, al final el ser humano
nos sorprende, la fortaleza que tiene
y la capacidad de superación.
-En los primeros meses, todos estaban buscando.
Era fácil encontrar gente que venía con fotos
de niños que habían perdido,
iban con fotos de niños encontrados.
Banda Aceh y la provincia, se convirtió
en un hervidero de: "No encuentro a mi marido,
a mi hijo. Tengo esta foto.
He encontrado a este niño. Tengo esta foto".
Lo más impresionante, como has visto
en la visita a Aceh, es el apoyo de todos,
desde el gobierno hasta la guerrilla.
Gente enfrentada y que trabajaron juntos por hacerlo.
Hubo un movimiento popular muy grande para recomponerlo.
-No sabía nadar, pero me agarraba
a todo lo que podía en el agua para sobrevivir,
incluso me agarré a la cabeza de un hombre, sin cuerpo.
-Diez años después, todavía no he superado del todo el trauma.
Pero intento ser positiva, porque la vida debe continuar.
Para mí lo que pasó no fue un castigo de Dios,
como dice mucha gente en Aceh.
Yo creo que Dios me ha regalado una nueva vida,
así que intento no pensar en las cosas malas.
Gracias a lo que ocurrió aquel día, soy lo que soy.
-Estoy escribiendo un libro basado en mi experiencia,
para que las generaciones futuras no olviden lo que ocurrió.
Quiero que mis hijos y mis nietos sepan
que sobreviví a un gran desastre.
-Me he vuelto a casar con otra mujer y tenemos
otros dos hijos. Así que se puede decir
que he rehecho mi vida. Pero muchas veces me acuerdo
de la anterior. Es algo que no se puede olvidar,
aunque hayan pasado diez años.
-Echo mucho de menos el apoyo de mis padres.
Cuando veo a los otros niños, siempre pienso en mi hijo,
en que si aún estuviera vivo, tendría 18 años.
-Hubo 23 000 niños que quedaron huérfanos en ese momento.
Y a partir de ahí, hay que recomponer
toda una vida para ellos. Tienen que empezar a vivir
de nuevo y, sobre todo, tienen que empezar a vivir
de otra forma distinta, sin su familia
y al lado del mar, que es el responsable de su desgracia.
Se cumplen diez años del maremoto que arrasó el sudeste asiático, el mayor desastre natural del siglo XXI. TVE, el primer medio español que ofreció imágenes del desastre, regresa a las zonas más afectadas. Por un lado, a Tailandia, una de las atracciones turísticas más destacadas del sudeste asiático. Por otro, Aceh, en Indonesia, la zona cero del maremoto y desconocida hasta el momento para todo el mundo. Un área en la que uno de cada tres muertos por el desastre fue un niño.
El documental recoge los testimonios de algunos de los supervivientes, que contarán cómo vivieron aquel 26 de diciembre y cómo han rehecho sus vidas. También se destacará la importancia de la ayuda humanitaria por parte de las ONG’s, como Cruz Roja.
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