Hola, qué tal, buenas noches.

El 5 diciembre 2013, a las 20:50 horas de Sudáfrica,

la alerta de urgente de los teletipos

de todas las redacciones del mundo sonó.

Mandela ha muerto.

En ese mismo instante, ya un equipo de los servicios informativos de TVE

sobrevolaba África para llegar al lugar de la noticia.

La intuición, la suerte, había premiado al mismo equipo

que logró entrevistar por última vez a Mandela.

Fue aquí, en estas dependencias del hotel Ritz de Madrid.

El 5 diciembre, sin saberlo, nos habíamos adelantado a la noticia,

aunque realmente, lo que nosotros buscábamos

eran los manuscritos que Madiba escribió en la cárcel,

y que dieron lugar a este libro, a su autobiografía.

Con Mandela ya muerto, nosotros seguimos nuestro trabajo.

A la búsqueda se sumaron las escasísimas personas

que acompañaron a Madiba durante sus últimos años de vida,

y también los que lo hicieron durante sus largos años de cárcel.

Los que le ayudaron a plasmar su memoria en letras diminutas,

protegieron los escritos de los carceleros

y lo sacaron de la prisión de Robben Island.

La historia de esos manuscritos es la historia de su vida,

la historia de ese "Largo camino hacia la libertad".

Les invito a ver el siguiente reportaje de José Antonio Guardiola

y Susana Jiménez Pons.

(VOZ OFF) Nací el 18 julio de 1918 en Mvezo,

una pequeña aldea a la orilla del río Mbashe,

en el distrito de Umthatha, capital de Transkei.

El año en que nací terminó la gran Guerra,

Mvezo en cualquier caso era un recóndito lugar

alejado de los grandes acontecimientos del mundo,

donde se vivía casi igual que siglos atrás.

Quien va a aparecer enseguida no es otro que Nelson Mandela.

Se dispone a conceder la última entrevista en exclusiva de su vida.

Fue hace 10 años, en Madrid,

un día después de la boda de los actuales reyes de España.

Ya era el estadista más respetado del mundo.

Habían pasado 10 años de la publicación de sus memorias,

su "Largo camino hacia la libertad".

Desbordaba humanidad, pero en un cuerpo ya débil y cansado.

Bueno, recuerdo ese viaje específicamente para la boda,

él fue el único no miembro de la realeza que fue invitado.

Estaba muy orgulloso por eso, él recordaba que en efecto,

nació miembro de la realeza como príncipe, en nuestra cultura,

pero era de la realeza. Y sí, recuerdo esa entrevista.

No es el logro de un simple individuo,

es el logro colectivo

en el que participó mucha gente conocida y desconocida.

Sí, fue un esfuerzo colectivo, pero también hay que creer en uno mismo,

y él sí tuvo una misión para liderar ese esfuerzo colectivo.

Zelda la Grange le conoció hace 20 años,

él Presidente, ella mecanógrafa, desde entonces,

Zelda ha sido el báculo de ese Mandela renqueante,

su báculo y mucho más, ha sido su filtro ante el mundo,

ningún periodista, empresario o cantante veía a Mandela

sin haberlo negociado con Zelda.

Quizás nadie conozca mejor a este último Madiba, para él,

Zelda era su nieta africana, para Zelda, su culum, su abuelo.

Sudáfrica nos sorprendió a todos

al festejar la muerte de su ciudadano más universal.

Mandela había muerto,

pero el llanto se forjó rápidamente en cánticos y bailes.

(Cánticos)

El destino les había deparado al único nombre en el mundo

capaz de destejer el apartheid, y eso, había que celebrarlo.

Hoy, un año después, Sudáfrica le echa de menos.

Tuvimos una relación muy estrecha, yo dependía emocionalmente de él,

y de repente se fue.

Y adaptarse a esa realidad ha sido muy difícil,

y todavía es difícil.

Ver vuestro rodaje, ¿sabes?

Tienes que controlarte, no dejarte llevar por la emoción.

Le echamos muchísimo de menos.

Entre los miles de sudafricanos que hicieron interminables colas

para dar el último adiós a Madiba, TVE se fijó en Jeanette.

Después de dos largos días de espera,

la acompañamos a cumplir un sueño, conocer a Mandela.

Aunque el Mandela que conoció estuviera ya embalsamado.

Ha pasado un año y Jeanette conserva ese rostro de ingenua felicidad.

Le echamos realmente de menos, fue un gran hombre,

con un gran sentido del humor.

Nos enseñó a perdonar, nos hizo creer que algún día,

Sudáfrica sería un país democrático.

Jeanette es de los jóvenes sudafricanos

que no sufrieron el apartheid.

De los que tienen a Mandela como referente,

de los que buscan en su vida y en sus memorias

una fuente inagotable de consejos.

El largo camino hacia la libertad es el viaje que este ser excepcional

logró transitar para pacificar un país descompuesto,

pero es también el título de un libro escrito a escondidas,

lejos de la vigilancia de los carceleros de la prisión

de la isla de Robben.

El libro es la memoria viva de Mandela, y nos hemos propuesto

convertirlo en protagonista y compañero de viaje,

para descubrir así la apasionante historia que atesora.

Además del ya fallecido Walter Sisulu,

el preso 466/64 contó para este proyecto con otros tres cómplices,

Mac Maharaj, preso 9/65, Ahmed Kathrada, preso 468/64,

Laloo Isu Chiba preso 8/65.

(VOZ OFF) Un día, Ahmed Kathrada y Walter Sisulu me sugirieron

que escribiera mis memorias,

debía ser una fuente de inspiración para los jóvenes.

Creamos una especie de cadena de montaje

para procesar el manuscrito, el trabajo final era de Mac Maharaj,

que debía lograr que el manuscrito llegara al mundo exterior.

El hombre clave para conocer la intrahistoria de este libro

es Mac Maharaj, compañero de celda de Mandela,

y portavoz y consejero aulico el actual presidente Jacob Zuma.

Nos cita en su casa de Durban, una gran ciudad con vistas al Índico

que simboliza como pocas la Sudáfrica multicolor.

Lo que recuerdo es que Mandela escribía unas 10 páginas por noche.

A la mañana siguiente, lo primero que hacía era entregármelo,

y esa misma noche yo lo transcribía en este papel, lo ocultaba,

y a la mañana siguiente se lo pasaba a Kathrada.

Kathrada lo leía y escribía comentarios, exponía sus dudas,

y durante las mañanas, Mandela y yo nos hacíamos los enfermos,

no íbamos a trabajar, nos quedábamos solos

y discutíamos todos los puntos.

Maharaj conserva un puñado de esos folios,

tenía que utilizar una letra tan pequeña

que apenas se puede leer con lupa, tubo que reducir junto a Laloo Chiba

los 600 folios que escribió Mandela a no más de 60, todo en secreto,

siempre oculto a las autoridades de la prisión de Robben Island.

Terminado el proceso,

los manuscritos de Madiba se escondieron en un lugar,

y para ocultar las transcripciones,

se empleó un sistema tan original como artesanal.

Estos libros tenían una portada muy gruesa,

y con una cuchilla rasuramos la cubierta y la abríamos.

Lo que hacíamos Laloo y yo era coger esas hojas,

apilarlas una encima de la otra y meterlas entre las cubiertas.

Y así, montábamos una cubierta muy dura,

de modo que cuando lo abres

descubres un simple archivo de estadística sobre Sudáfrica.

Maharaj camufló las transcripciones entre el montón de documentos

y libros de estadística que tenía en su celda.

Fue el elegido, porque iba a ser el primero en abandonar la cárcel.

El día de su libertad,

debería llevarse consigo todos los documentos,

incluidas las transcripciones ocultas de las memorias de Mandela.

Todo estaba previsto, menos, como siempre,

sorpresas de última hora.

Un día llegan, me cogen y me llevan a la oficina,

ya en la oficina me dicen, "bueno, te vas, te sacamos".

Y les digo, esperen un minuto, ¿dónde me llevan?

Te llevamos, te sacamos de Robben Island y ya no vuelves a tu celda.

Yo estaba preocupado por mi material de estudio, mis libros,

debo tenerlos y registrarlos.

No hay problema, dicen, ahora vamos y lo empaquetamos.

Y dije, "no, en mi celda hay libros de otros prisioneros,

y otros prisioneros tienen libros míos.

Me tienen que llevar". Y dicen, "no, te vamos a llevar".

Dije, vale, los camaradas que mejor conocen mis libros

son Kathrada y Chiba, vayan a por ellos

y pídanles que les ayuden a empaquetar mis libros.

Vale, así lo haremos.

Yo sabía que si ellos empaquetaban mis cosas,

lo más importante de todo estaría dentro.

Lo más importante de todo era el testamento político de Mandela.

El ingenio de Maharaj y su rápida reacción

permitió sacar las transcripciones de la cárcel,

los folios de papel de arroz ya estaban a salvo,

pero aún no habían llegado a su destino.

Nos quedamos con la duda

sobre qué pasó y donde está la otra versión,

la manuscrita por Mandela.

Antes de despedirnos,

Maharaj nos aconseja que sigamos nuestra búsqueda

en los archivos nacionales.

Esta es claramente la letra de Nelson Mandela.

Nelson Mandela, su número de preso, 466/64,

el sello de la censura de la prisión,

con lo cual esto debe ser una carta.

Y esto parece una comunicación interna entre los presos.

Entre estos primeros documentos, ni rastro de los manuscritos del libro.

Pasa un largo rato hasta que hallamos una decena de folios

que sí parece corresponder al texto de sus memorias.

Y yo estoy convencido de que todo esto pertenece al libro...

Aquí por ejemplo dice...

Sí, está esa parte en la que están discutiendo

la decisión del Congreso Nacional Africano

de iniciar la lucha armada...

La opción de la lucha armada, 281, a ver qué dice.

Sí, justo toda esta parte.

"El debate sobre el uso de la violencia

estaba abierto entre nosotros desde comienzos de 1960".

Aquí dice que Mandela era partidario de lanzarse a la lucha armada,

y dice: "En apoyo de estos argumentos

en medio de la discusión", escribe Mandela,

"ellos utilizaron el ejemplo de Argelia, China,

Cuba, Chipre, Israel y Vietnam."

Es muy emocionante tocar estos folios que Nelson Mandela escribió

en secreto en la cárcel de Robben Island.

Y luego dicen mucho del personaje, su rectitud,

lo recto que escribe siempre, siempre el mismo tipo de letra,

incansable, siempre respetando los márgenes.

En los archivos nacionales

hemos localizado una pequeña parte del material.

¿Qué pasó con el resto?

En todo Sudáfrica solo quedan vivas dos personas que lo pueden saber,

Laloo Chiba y Ahmed Kathrada.

Con su viejo amigo Mandela comparten un envidiable sentido del humor.

Les acompañamos entre risas por las calles de Johannesburgo.

Kathrada fue, más que amigo, hermano de Mandela.

De sus labios salió una frase en la que se apoyó Mandela

cuando la condena en Robben Island parecía no tener final.

Madiba, no olvides que en prisión los minutos pasan como años,

pero los años pasan como minutos.

Con Mac Maharaj ya en libertad, Kathrada, Chiba y Mandela

ingeniaron un plan para poner a salvo los originales.

Mac y yo éramos miembros del comité de comunicación entre presos,

y quienes negociábamos los aspectos técnicos

sobre cómo sacar mensajes ocultos, cómo recibirlos,

y por eso se nos asignó este proyecto.

-Una vez acabado el manuscrito definitivo,

los originales con la letra de Mandela

y todos los comentarios los metimos en contenedores de plástico

y los ocultamos en el jardín,

y el acuerdo fue, en cuanto Mac Maharaj me mande una señal

en una postal felicitándome por mi cumpleaños o algo así

yo iba a entender qué significaba,

y la señal para mí sería que el manuscrito estaría ya seguro

en Londres y ya lo podríamos destruir, pero no lo destruimos.

Kathrada sonríe porque el descuido les costó muy caro.

Un día los responsables de Robben Island

decidieron levantar un nuevo muro junto al jardín,

y en las excavaciones descubrieron gran parte de esos manuscritos.

Mandela, Sisulu y yo fuimos castigados.

El castigo fue que durante cuatro años nos prohibieron estudiar

porque habíamos abusado de esos privilegios de estudio.

Ahora entendemos por qué apenas quedan un puñado de folios

escritos por Mandela.

Casi todos cayeron en manos de las autoridades de la prisión.

Llega el momento de volver a Mac Maharaj,

porque en sus manos queda ahora salvar las transcripciones

que había logrado sacar de Robben Island.

Nada más salir de prisión envía esa copia,

camuflada entre aburridas carpetas, a Rusty Bernstein,

un ex preso exiliado en Londres.

Le exige la máxima confidencialidad

y le pide que ni toque los documentos.

Cuida esta cosa como tu vida.

No la toques y ocúltala hasta que te diga qué hacer.

Al fin le llega esta carpeta a Rusty, y había recibido el mensaje,

y dice, ¿qué es esto, para qué tendré que guardar

este preciado objeto? Llegué Londres en agosto de 1977.

Nos alegramos mucho de vernos, nos sentamos y me dice, toma esto,

no sé qué es esto, ¿por qué es tan preciado para ti?

Le dije, dame una cuchilla, lo abro y de pronto salen todas las páginas,

y dice, ¿qué demonios es eso?

Bueno, así es cómo logré sacar el libro.

Y así, gracias al ingenio de unos y a la buena suerte de otros,

se salvó ese mensaje en una botella.

Sin ese ingenio ni esas dosis de suerte

los sudafricanos y los ciudadanos del resto del mundo

no habríamos disfrutado de la lectura de las memorias

del político más querido y admirado del planeta.

Con todo la dirección del Congreso Nacional Africano decidió,

por pura estrategia de lucha, no publicar el libro.

Años después, en los 90, Mandela decidió reconstruir la historia

basándose en los apuntes que habían sobrevivido.

Lo hizo ya en libertad.

El libro se publicó en 1994, casi 20 años después

de aquella charla entre Sisulu, Kathrada y Mandela

en un patio de la prisión de Robben Island.

La educación es el principal reto para cualquier país,

porque las personas sin formación nunca podrán liderar un país,

y muy especialmente en la actualidad.

-Madiba insistió en que todos nosotros debíamos utilizar

el tiempo en prisión en estudiar. Quiero citar que Kati...

-Kati soy yo. -... este es Kati.

Estudió cuatro carreras en la cárcel.

Madiba, varias carreras, Walter Sisulu, Eddy Daniels...

¿Y tú? No te preocupes por mí.

En el barrio bohemio de Melville, en Johannesburgo,

decenas de sudafricanos, sobre todo blancos,

aguardan la presentación de un libro que ha levantado ampollas.

Lo firma Zelda La Grange, y cuenta con detalle su relación con Mandela,

y también su falta de relación durante sus últimos meses de vida,

unos meses en los que su voluntad la dominaron otros.

Le preguntamos directamente quién controló la vida de Mandela

durante su larga agonía.

Me gustaría decírselo. En realidad yo misma tampoco lo sé.

Fue un momento muy triste al ver cómo se desarrollaban estas cosas.

En mi opinión personal él estuvo descuidado.

De la forma en que alguien como él pudo quedar abandonado,

él era un dirigente mundial y describo estas cosas en mi libro.

Personalmente estoy triste y me parece horrible.

Esta es una imagen que Madiba nunca mereció.

Es la última de él con vida,

una imagen que indigna a cualquier admirador suyo.

Se ve a un anciano ausente y molesto,

agobiado por los flashes,

sin capacidad de reacción a las impertinencias de su visita,

y todo ante la complacencia del presidente Jacob Zuma.

Las personas que le visitaron ese día

quizá estuvieran muy nerviosas por encontrarse en la misma habitación

con él y el presidente Zuma, pero lo que pasó es bien conocido,

está grabado, y es duro de ver.

En su libro Zelda recuerda cómo algunos miembros de la familia

le sugirieron que no volviera a visitar a Mandela.

Esa familia, o mejor dicho, una parte de esa familia,

dio un espectáculo bochornoso.

Hubo codazos por ganar un segundo de protagonismo,

y más que codazos por lograr una porción de la herencia.

Pienso en él con mucho dolor

cuando veo lo que ha ocurrido con la familia.

Me gustaría que no hubiera sido así, pero incluso cuando estaba enfermo

yo sabía que habría problemas en la familia después de su muerte.

Mandela confió en nosotros, estábamos muy conectados,

y siempre hay gente que se pone celosa por esa relación.

La Grange cuenta, por ejemplo, que a su esposa, Graça Machel,

solo le permitieron repartir cinco invitaciones

al funeral de estado que se celebró en un estadio

con capacidad para 90.000 personas.

Fueron días de gran tensión, de zancadillas familiares,

de caos organizativo,

en los que solo dieron la talla sus verdaderos amigos.

Mandela, él era mi hermano mayor,

muy sensible en los asuntos personales.

Al final de mi discurso en Kunu, antes del entierro,

dije que se había ido y que no sabía ahora a quién dirigirme, y no lo sé.

-Fui a ha verle antes de ingresar en él hospital.

Estaba enfermo. Me recibió su esposa, Graça.

Me quité la chaqueta y la dejé en el perchero.

Tuvimos una buena conversación.

Ya fallaba su memoria, pero entendía,

y hablamos de los viejos tiempos, y cuando me levanté para irme,

nos abrazamos, nos dijimos adiós, y cuando me iba dijo,

George, asegúrate que no te dejas la chaqueta.

Fue la última vez que le vi, con esa imagen me quedo,

la de un amigo que se preocupa porque no me deje mi chaqueta.

Mandela tuvo muchos amigos, pero Kathrada, Bizos o Maharaj

son algunos de quiénes mejor le conocieron.

Les pedimos que lo retraten con un recuerdo.

Arranca Maharaj, desvelando un engaño que sirve para entender

cuántas trampas se encontró Mandela llegara su despacho de presidente.

El Jefe del Estado Mayor del Ejército

era el general Georg Meiring.

Llegó un día ante el presidente Mandela

para pasarle todas las instrucciones

y le entregó un informe secreto de inteligencia.

El Presidente se lo agradeció y no dijo una sola palabra cuando se iba.

Lo que decía el informe

era que líderes del Congreso Nacional Africano,

el partido de Mandela, estaban planeando un golpe contra él,

e incluía los nombres.

Mandela solo llamó tranquilamente a un juez llamado Ali Mohammed

y le dijo, juez, quiero que investigue este informe

y me diga si es cierto o no.

Cuando el juez hubo investigado, volvió y le dijo, es falso.

Mandela llamó al general y le dijo, general, me dio un informe falso,

y eso creó una situación con solo dos salidas,

retirar al general y que cobrara su pensión o despedirlo,

y eligió retirarlo, y esto ocurrió sin que nadie se enterara.

-Sonría cuando empuje a la gente, nos lo decía,

sonría cuando empuje a la gente.

Nos decía que entendía que necesitábamos empujar

para alejarle a la gente, pero por favor, no sea brusco y sonríales.

-Un joven miembro de su familia acudió a visitarle a Robben Island,

y Madiba le preguntó, ¿estás estudiando? No.

Le dijo, solo me podrás volver a visitar

cuando te hayas matriculado. Mientras tanto, no vengas.

-Siendo él ya presidente un día vino a comer a casa mi suegra.

La llevaba de vuelta a casa, pero paré en la casa de Mandela

para entregarle unos documentos.

Dejé a mi suegra en el coche, le di los documentos,

charlamos un segundo y me acompañó hasta el coche.

Le dije, esta es mi suegra, Mary, y pegó un grito:

"¿Cómo ha permitido usted que se case con su hija

a este terrible individuo que la abandona en el coche?".

El joven Chepo repasa "El largo camino a la libertad".

Es guía en la casa museo de Mandela

y ese libro es su material de trabajo.

Lo conoce bien.

Se lo explica a los miles de turistas

que se acercan al 8115 de Orlando West, en Soweto,

el hogar de los Mandela antes de su ingreso en prisión.

Me siento muy triste cuando se refieren a él en pasado.

No hay que referirse a él como era, era, era.

Hay que decir es, es, es, lo prefiero así.

Mandela finalizó su libro en 1994,

reconociendo que su largo camino hacia la libertad

aún no había terminado,

que celebradas las elecciones y admitida la diversidad

se tomaba un respiro para mirar atrás,

y que terminada esa pausa volvería a escribir su historia.

Ahora Zelda La Grange nos desvela

que la segunda parte de sus memorias

la disfrutaremos dentro de no mucho tiempo.

En realidad está en fase de recopilar información

de consejeros de Mandela,

tanto en la presidencia como del Congreso Nacional Africano.

Están intentando completarlo porque él dejó de escribirlo,

nunca lo terminó, pero ahora depende de esta gente

que siempre ha estado muy comprometida con él.

Yo creo que van a reanudar la escritura

de los siguientes capítulos

y van a terminar ese largo camino hacia la libertad.