2013
Reverte nunca fue hombre de una mujer.
-Sofía es la novia de Adolfo Reverte.
-Sofía, perdóname. Lo siento mucho.
Quién te ha visto y quién te ve. -Qué pronto me diste calabazas.
-Éramos unos críos, Alicia.
-La cosa me quedaba grande... Ahora ya no.
-¿Quiere hacer pasar el hijo por vuestro?
¿Pero os habéis vuelto locos?
(SUSPIRA) ¿Y Rosalía? Supongo que está al tanto de todo.
Ella desconfía de mi padre como yo de Vicente.
Pero ha dicho cosas muy duras de él.
-Sea lo que sea lo que te haya dicho, tú la quieres.
No dejes que una opinión, quizás sin meditar,
rompa eso tan bonito que tenéis los dos.
-¡Le contó a G. Cortázar que metimos la pata con el metanol en la partida!
-Mire, no sé de qué me habla.
Hicimos un trato y yo he cerrado la boca.
Si no me cree que venga y dé la cara. -Está muerto.
-No entiendo por qué ese Ormaechea se ha presentado para pedir trabajo.
-La gente es así, ahora se presenta aquí pidiendo una oportunidad.
-Qué casualidad, justo cuando necesitamos un químico.
¿Y se ha ido ya del pueblo? -Creo que duerme en la fonda.
sobre la muerte de vuestro hermano, este es el momento.
Está en la fonda, si queremos saber tenemos que ir ahora o nunca.
Entre una pareja que está enamorada no tiene que haber secretos.
Deberías estar agradecido a Luis, gracias a él hemos encontrado
al maldito Ormaechea.
Ya era hora que reconocieras que he hecho algo bien.
Sí, estoy de acuerdo contigo. Lo más importante ahora es Gabriel.
-¿Estabais hablando de Gabriel?
-Sí, padre. Bueno, lo echamos de menos.
Ha dejado un vacío enorme en la casa y la familia.
-Ese vacío se llenará muy pronto
cuando la camarera nos entregue a mi nieto.
El primero de los Cortázar.
Creí que estabas arriba descansando. -Sí.
Es que salí a tomar un poco el fresco, madre.
Pero no me debió de oír porque...
Estaba en la cocina cuajando las tortillas para mañana.
-(RÍE) ¿Sabes que cuando estaba embarazada de ti me pasaba lo mismo?
Me encantaba salir de noche sola a respirar un poco de aire.
Era el único momento de paz que tenía en todo el día.
Cariño, tienes cara de preocupación.
-No, si yo no estoy preocupada, madre.
Es solo que... -¿Qué, Carolina?
Siempre me dices lo mismo: no pasa nada, que estás cansada...
Hija, que yo sé que te pasa algo.
-Ya, madre. Lo que me pasa es que estoy nerviosa.
Y es normal, ¿no? Por el bebé, la boda con Ángel...
-Tienes mucha suerte de tener a ese chico a tu lado.
Tú y tu niño. -Ya.
-A lo mejor es que estás confundida con este matrimonio.
-No, madre, que va. Si yo a Ángel lo quiero muchísimo.
-Lo que quiero decir es que a lo mejor
(DUBITATIVA) porque sientes que esa es
la única oportunidad de darle un padre a tu niño.
-No, madre, de verdad.
No hay nada que más ilusión me haga que casarme con Ángel.
-Vais a ser muy felices. Los tres, ya lo verás.
-Claro. Claro que sí. Seguro.
Si no le importa, me voy a descansar. -Muy bien.
No te preocupes, al final todo va a salir bien.
Y si no sale... -Es que no ha llegado el final.
-Claro. (RÍE) -Adiós.
-Buenas noches, cariño.
-Las 22h y estas niñas sin llegar.
(MARCA EN EL TELÉFONO)
-Ahí las tienes. -Menos mal.
¡Menudas horas! Estaba a punto de llamar a Ortega.
-No exagere, madre. -¿Que no exagere?
¿Tú has visto las horas que son?
¿Qué hacían dos jovencitas por ahí solas?
¡Os podíais haber encontrado con cualquier sátiro depravado!
¿Te hace gracia, Alicia? -No.
-Ni a mí ni a tu madre nos haría gracia descubrir
que habéis sido descuartizadas por un sacamantecas.
-Tranquilízate un poco. Las niñas están aquí, están bien.
Eso es lo que importa. -Ya, ¿y dónde diantres estaban?
-Eso no te va a gustar.
En la fonda. -En ese antro de perdición.
-Pero Dña. Clotilde, que tampoco es para tanto.
Es el bar del pueblo, no es el local ese de la carretera.
-¿Te atreves a rechistarme? Eso no me lo esperaba de ti.
¡Y de ti tampoco!
(NERVIOSA) -Mire, madre, tampoco es para tanto.
Estábamos tomando mosto
y charlando con los vecinos. Ya está.
-No la tome con Asunción. Ella ni siquiera quería ir.
He sido yo la que he insistido. -¿Esta mañana que os he dicho?
(ALICIA) -Ya. -Que os comportaseis como es debido.
Y la primera de cambio... Ninguna de las dos ha hecho caso.
¡Ninguna de las dos! (ALICIA) -Es que debí pensarlo mejor.
Tiene razón, es que ese no es lugar para nosotras
y menos a esas horas. Es verdad.
Se me fue el santo al cielo hablando.
En Barcelona he echado tanto de menos esto...
-Bernardo, di algo.
(DUDA) -Ya lo has dicho tú todo, ¿qué quieres que diga? No sé.
Las he puesto a caldo al venir para aquí.
Aunque mientras estén en mi casa... -¡Hay que acatar las normas!
Es verdad, es así, don Bernardo. No va a volver a ocurrir.
Se lo prometo. -Pues eso espero.
Porque a la próxima salida de tono te mando derechita hacia Barcelona.
Y sin coche ni nada. De una patada en el pompis.
Ea, ahora sentaros a cenar.
Yo que os había preparado chuletillas al sarmiento.
A ver cómo las caliento ahora... Anda.
-Ponte aquí, por favor.
-Bueno, chicas, a comportarse.
Las dos.
Me voy a mi despacho, que es el único sitio donde se respira paz.
(ASUNCIÓN SUSPIRA) -Ay, Asun, lo siento.
Es culpa mía. Es que a veces se me olvida dónde estamos.
Y como es un pueblo. Como es este pueblo...
-¿Qué dices? Tienes que estar tranquila.
Si a mí para lo único que me sirve esto
es para darme cuenta de lo asfixiada que me tienen en esta casa.
Tú en Barcelona sales a bailar y a beber...
Y yo aquí lo único que hago es ir a comer pipas a la plaza
y dar una vuelta por el río.
(ASUNCIÓN SUSPIRA)
-Ese niño llenará esta casa de alegría.
Que ya va siendo hora. -Sí, ya va siendo hora.
¿Tú no dices nada, Vicente?
Mira, hijo, sé que no estás de acuerdo en todo esto.
Por eso quiero hablar contigo, para dejar las cosas claras.
Lo que te tengo que decir no puede esperar.
Vayamos a la bodega.
No se me ocurre un lugar mejor para decirte lo que tengo que decir.
Me pregunto a quién habremos salido.
Me voy a la fonda, luego te cuento.
¿Pero qué dices? Luis va a estar conmigo, me espera allí.
No voy a correr ningún peligro, si es eso lo que te preocupa.
Bueno, en cuanto vuelva te contaré cómo ha ido.
Oh, señor Ormaechea. Qué tarde llega usted hoy.
Espero que hayan ido bien los negocios.
-Me han ido mejor que bien, Pilar. -No, si ya se le ve en la cara.
No como esta tarde, que estaba usted muy serio.
-Nunca hay que fiarse de las apariencias, doña Pilar.
-¿Quiere cenar algo? Tengo unas tortillas recién hechas.
-He estado en Haro, en un asador.
Celebrando mi triunfo en los negocios.
Pero si quiere ponerme una copa y compartirla conmigo...
Estaré encantado.
-En seguida la preparo.
(SUSPIRA) -¿Sabes qué, Alicia?
Estoy harta.
Reconozco que hay momentos que me pareces un poquito descarada.
(ALICIA RÍE) -Pero me gustaría tanto ser como tú.
-No digas eso. Cada uno es como es.
Pero tus padres te tratan como si fueras una cría.
Pero bueno, a mí me pasa lo mismo.
-Nadie lo diría. -Sí.
Creo que es una cuestión de decirles lo que quieren oír
y hacer lo que te dé la gana. Por ejemplo, tu madre.
Ella quería oír unas disculpas y quedarse convencida
de que me había dado cuenta de que hice mal.
Se le dice y santas Pascuas.
Está tranquila y has hecho lo que te dio la gana.
-Tú has hecho lo que ha dado la gana hasta que ha venido mi padre.
-Eso sí que me ha dado rabia. Me fastidió el plan con el Reverte.
Pero ya habrá otra ocasión. -Que por cierto, tendrá novia,
pero tenías razón, se te come con los ojos...
-No sé, creo que es porque me ve más madura y echada para adelante.
Y eso, te lo digo por experiencia, vuelve locos a los hombres.
-Igual es lo que tendría que hacer con Luis.
Mostrarme más madura y más segura de mí misma.
-Pues hazlo y le tendrás comiendo en tu mano.
-Es una buena idea. (ALICIA ASIENTE)
-No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
Ve a verle esta noche. Sí.
Y yo puedo ir a ver a Adolfo. -¿Pero qué dices? Estás loca.
Mi madre cerrará con llave y dormirá con ella bien pegadita.
Esto ahora es como un convento de clausura.
-Habrá que buscar la manera de sacarle la llave a la superiora
o nos escapamos por la ventana.
-Por la ventana... Creo que sé cómo podemos hacerlo.
-Aprendes rápido, eh. (RÍE)
-Madre. (RENATA RÍE)
¿Cómo que se ha sentado ahí?
-Pues no sé, porque lo he necesitado, de verdad.
Da la sensación de que me da fuerza, que padre me da fuerzas.
Me voy a sentar aquí siempre si a vosotros no os importa.
-¿Y este jamón? (RENATA RÍE)
Madre mía, parece del bueno. Vaya color que tiene.
(SE RELAME) Gloria bendita.
¿De dónde ha sacado esto? Un jamón así vale muchos cuartos.
-No, ha sido un regalo. Es que he ido a visitar a Inés
y se ha empeñado en cortarme una tapitas.
Es el premio que han ganado Eduardo y Roberto en el campeonato de mus.
(ASIENTE) -¡Eh, deja la mano!
Que tu hermano también tiene boca. -Pues que hable y diga algo.
Hijo, qué raro, pero si cada vez que pongo un plato de jamón
te tengo que atar las manos.
No lo obligue, madre, que así tocamos a más.
Por cierto. -¿Sí?
¿Sabe quién ha venido de visita? -No.
-Alicia, la hija del director del banco.
¿Se acuerda de ella? -¡Sí, claro! Esa chica tan tímida.
Que solamente la mirabas y se ponía roja como un caparrón.
-Pues tendría que verla.
Lo guapa que ha venido y el desparpajo que tiene.
¿Verdad, Jesús? -¿Tú también la has visto, Jesús?
Bueno, ¿a ti también te parece guapa y simpática?
Qué "esaborío" eres, hijo.
No fijarte en las mujeres... ¿Así cómo te va a salir novia?
¿A qué ha venido eso?
-Lo raro es comerlos habiendo jamón, madre.
-De verdad, ¿pero qué inquina tienes tú con los garbanzos?
De más de un apuro nos han sacado. Yo les haría un monumento.
¿Qué bicho le habrá picado? -Pues a saber, madre.
Ya sabe cómo es Jesús, cuando algo le reconcome se lo traga.
-Qué barbaridad, lo diferentes que sois...
Habiendo salido del mismo sitio.
Pero por favor, mastica. Que tú no comes, engulles.
Que te vas a atragantar. -Tengo que ir a vigilar un depósito.
-Aquí tiene su copa. -¿Seguro que no quiere acompañarme?
Una copa le sentará bien y le ayudará a relajarse un poco.
-Para relajarme subo a mi habitación y me hago un baño con sales.
Sola. (RÍE) -Tiene usted carácter.
Eso la hace mucho más atractiva y deseable.
-Como siga por ese camino soy capaz de llamar a la Policía.
-¿Se puede saber qué he hecho?
(CARRASPEA) -Buenas noches.
¿Algún problema, Pilar? -Este, se está pensando lo que no es.
-Sin duda me ha malinterpretado.
-Le ruego, Sr. Ormaechea, que no moleste a la Sra.
-Y yo le ruego, doña Pilar, que me perdone si la he ofendido.
Necesito hacer noche aquí, ya tengo la habitación ocupada...
Pasaré la noche y mañana me iré. -Es que no me fio de usted.
-No se preocupe, yo me encargo.
No se le dan muy bien las relaciones sociales.
-¿Pero usted lo conoce? -Trabajó para mi padre hace tiempo.
Váyase a descansar si quiere, me encargo de él.
Y a esta invito yo. -Usted verá, don Luis.
Yo tendría más cuidado a quien invito y quien trabaja en mis bodegas
Luego bajaré a cerrar, y espero que entonces esté en su habitación.
-¿Siempre va por la vida con ese aire de salvador?
-No tiene por qué agradecérmelo tanto.
Después de cerrarle las puertas de mis bodegas
me parecía injusto que durmiera al raso.
Demasiadas negativas en un mismo día. (IRÓNICO) -Qué detalle por su parte.
¿Qué quiere, Miranda? -Disculparme.
Siento que haya venido a Lasiesta para nada.
-Para eso no hacía falta que viniera aquí.
De todas formas, el viaje no ha sido en balde, se lo aseguro.
-¿Ya ha contactado con otra bodega? (ORMAECHEA ASIENTE)
-De eso va este negocio: venderse bien
y tener contactos, ¿no? -Claro.
Verá, quería comentarle algo.
Ha sido nombrado director de las Bodegas Miranda
y estoy actualizando el fichero.
(ORMAECHEA ASIENTE) -Hay cosas que antes no controlaba.
-Lógico, ¿qué me está queriendo decir?
-Ahora que hemos entablado conversación
me gustaría charlar un poco de cuál era su cometido en las bodegas.
-Trabajé poco tiempo, ya lo sabe.
Y de todo lo que hice, estoy seguro que su padre podrá informarle.
Buenas noches, Miranda. Y gracias por la copa.
Quería contarte algo.
¿Te acuerdas de Tobías?
Me alegra que tengas buena memoria.
Para que le ayudases y valorases su trabajo.
¿Y qué aprendiste de todo eso?
¿Y qué más?
Sí, con esfuerzo, sudor y sacrificio se consigue cualquier logro.
Por eso ahora somos una gran empresa.
Antes éramos más pequeños.
Vicente, eso depende de ti.
Del sacrificio que estés dispuesto a hacer.
¡No lo vuelvas a llamar así!
He cometido muchos errores en mi vida,
pero aún estoy a tiempo de enmendarlos.
Estoy haciendo lo correcto y eso me basta.
Tu cinismo me ha hecho actuar así.
Serás un buen padre.
Qué bien conoces a tu marido.
En esta familia todo tiene solución.
Es raro que un problema, estando yo, no se solucione.
¿Verdad, Vicente?
"Me pides que confíe en ti y lo único que haces es conspirar
contra mi padre. -Luis, por favor.
-No, mi padre no es ningún asesino. Y no voy a ayudarte a hundirle.
Esta vez te has pasado... Y mucho".
(SIN AIRE) Mi padre me ha retenido. -¿Vienes sola?
¿No viene Vicente como un perrito guardián?
-Luis, no es momento de reproches. ¿Dónde está Ormaechea?
No me digas que se ha ido.
-No, le invité a una copa para intentar retenerle
pero se ha ido a su habitación. -¿Te ha contado algo?
-He tanteado, pero está muy cerrado en banda.
-Eso es que oculta algo. -Sí. Sí, puede ser.
Y también puede ser que todo sea una absurda confusión.
-¿Una confusión? Si hay una cosa que está clarísima
es que Ormaechea tenía algún tipo de trato o negocio con Gabriel.
Y ahora aparece aquí para quedar con tu padre.
-Vino a pedir trabajo y mi padre lo rechazó, una casualidad.
-Casualidades como esa no existen.
(LUIS CARRASPEA) -Srta. Elena.
¿Qué hace aquí a estas horas? -Hola, Pilar.
Verás, es que quería pedirte un favor.
-No, no. Yo sé que ustedes tienen una relación muy complicada
y es difícil encontrar espacio para intimar
pero no puedo volver a ser su cómplice.
No estoy dispuesta a volver a vérmelas
con su padre y con su hermano. -No es eso.
No queremos pasar la noche.
-Queremos hablar con el forastero el señor Ormaechea.
-¿Pero para qué? -Por negocios. Temas de las bodegas.
(PILAR) -Sí. -Es muy importante.
-Está bien. Suban si quieren.
Pero les digo que ese no es trigo limpio.
Y no quiero líos. -Muchas gracias.
-Creo que es mejor que suba yo sola.
Intentaste sacarle información y no pudiste.
-No voy a dejarte sola con ese tipo.
-Ya... ¿Y si dice algo de tu padre que no estés preparado para escuchar?
-Si mi padre es un asesino prefiero saberlo cuanto antes.
(SUSPIRA) -Bueno.
¿Quién es?
-"Soy Luis Miranda, necesito hablar con usted".
-¿Tan arrepentidos están de no darme trabajo
que me trae una compensación, señor Miranda?
-No soy ninguna compensación.
Soy la hermana de Gabriel Cortázar.
Y si puede, por favor, dejar las frivolidades a un lado,
me gustaría hablar con usted sobre mi hermano.
-Lo siento, pero no son horas. Y además, no sé quién es su hermano.
-¿Está seguro? Yo tengo entendido que sí.
Se fueron de juerga en Madrid, en el local de Toni Ramos.
Por cierto, un sitio de dudosa reputación.
-En un local de alterne, señorita, se conoce a mucha gente.
No sé de quién me habla. -Está mintiendo.
Sé que tenían un negocio entre manos.
Me lo contó todo Fani, la prostituta. -Esas mujeres mienten más que hablan.
-Si sabes tocar las teclas adecuadas, saben decir la verdad.
Todos tenemos un precio. Me pregunto cuál será el suyo.
-No sé de qué diantres me habla. Será mejor que se vaya.
-Creo que debería atender a la Srta. -Es que yo no sé nada.
-Miente. Usted tenía un negocio con mi hermano Gabriel.
Un negocio que implicaba a una tercera persona.
Por favor, ¿quién era esa persona? Decían que le sacarían mucho dinero.
¿Se trataba de Santiago Miranda?
Le repito que yo no sé nada de eso.
Bueno sí, conocía a su hermano.
Estuve con él y con esa puta.
Nos corrimos una buena juerga, pero nada más.
Nadie en su juicio haría negocios con un tipo como él.
Era un bocazas.
Además, estaba borracho como una cuba.
Solo decía tonterías. -Parece que empieza a recordar.
-Piensen lo que quieran pero he dicho todo lo que sé.
Ahora, buenas noches, por favor. -Buenas noches no.
Alguien mató a mi hermano Gabriel y sé que usted sabe algo al respecto.
O me cuenta lo que sabe o vamos a la Policía.
-Hágalo, les diré lo mismo que a usted.
Coincidí con él una noche en Madrid, y eso no es delito.
-Tiene miedo, ¿verdad? Es eso.
Tiene miedo y se protege, o protege a alguien más.
Quizá usted mató a mi hermano, o fue Santiago Miranda quien le mató
cuando supo que tramaban algo a sus espaldas.
-Elena, con calma. Estás yendo demasiado lejos.
-Es la única manera de llegar al fondo.
-Cálmate, estás diciendo cosas de las que te puedes arrepentir.
-Sí, tiene usted una lengua muy larga, señorita Cortázar.
En eso ha salido a su hermano.
Se lo diré por última vez: yo no asesiné a su hermano
y no sé nada sobre su muerte. ¿Me deja ya?
-No hasta que diga por qué se ha reunido con S. Miranda.
¿Qué es lo que se llevan entre manos? -Ya se lo dije a Luis y a su padre.
Busco trabajo pero no quieren que trabaje para ellos.
O se va o seré yo quien llame a la Policía.
-Vámonos. Ha dicho todo lo que sabe. -¡No, está mintiendo!
¿Y tú? Pensaba que me ibas a ayudar.
Y me estoy equivocando. -Te estoy ayudando.
Pero todo tiene un límite. -Sí, claro.
Y tu límite se llama Santiago Miranda.
-Ruego que la disculpe. Está afectada por la pérdida.
Buenas noches.
¿Qué haces levantada?
-No podía dormir dándole vueltas a la cabeza todo el rato.
Así que he venido a entretenerme con el puzzle.
-Quizá si le das la vuelta al dibujo...
Te sea más fácil encajar las piezas. (RÍE)
-No, si con verlo una sola vez ya tengo suficiente.
Si no tengo la sensación de que estoy haciendo trampas.
-¿Eso por qué?
-Porque tiene menos emoción.
Es como la vida misma.
Si cada momento nos dijeran lo que va a pasar
o cual es la siguiente pieza que tenemos que encajar
no tendríamos sueños... Ni ilusiones.
-También nos ahorraríamos sufrimiento, ¿no te parece?
(LUIS SUSPIRA)
-Sigues enfadado con Elena.
No lo habéis logrado arreglar.
-Por un momento pensé que sí...
Al final ha vuelto a estropearse todo.
Y el motivo sigue siendo el mismo. (ASIENTE)
-El motivo seguro que se llama Santiago Miranda.
¿Verdad? (RÍE)
Antes me has comentado que...
que Elena sospechaba de él, pero no me has explicado las razones.
-Es mejor que no sepas nada.
Elena cree que mi padre está metido en un asunto turbio y yo...
Y yo ya no sé qué creer.
-¿No sabes qué creer o es que en el fondo te da miedo
comprobar que quizás lo que ella dice es la verdad?
-Reconozco que antes tenía dudas, pero ahora creo que ella se equivoca.
Ya abro yo.
-Como la visita supongo que no será para mí
voy a ver si ahora por fin puedo dormir un poco.
-Que descanses. (ELVIRA RÍE)
(AMBOS) Buenas noches.
-Hola, Adolfo.
(SE SORPRENDE) -¡Alicia!
Te hacía en casa de D. Bernardo,
rezando el rosario después de la reprimenda.
-Ya he rezado dos ave marías y tres padrenuestros.
-¿Y por eso te han dejado salir? -No, me he escapado.
(RÍE)
Es que no he venido a Lasiesta para pasear por los ríos
ni para comer cucuruchos de pipas.
-¿Ah, no? ¿Y para qué has venido?
-Bueno, para ver a Asunción y para recuperar el tiempo perdido.
(INSPIRA HONDO)
-¿Qué, no me ofreces una copa de tu vino?
-No sé si es buena idea. Ya llevas unos cuantos cócteles.
-Y tú también. Pero es que ahora me apetece algo más delicado.
-Supongo que la ocasión lo merece.
Brindaremos por este reencuentro. Voy a por dos copas.
-Asun, qué sorpresa. No esperaba verte a esta hora.
-Sé que es tarde,
pero no podía esperar para decirte lo que tengo que decirte.
-Asunción... creo que esto ya lo hemos hablado.
Ya sabes lo que pienso de nuestra relación.
-Sí lo sé, perfectamente.
Sé cuánto amas a Elena
y a eso he venido.
Me he comportado como una niña malcriada y egoísta
y como una estúpida incapaz de asumir una situación.
Quiero pedirte disculpas. -No, por favor, no tienes por qué.
Ya sé que la ruptura no fue fácil. -No, no lo fue.
Te deseé la muerte. Incluso la desee para mí misma,
pero he aprendido que la vida no siempre nos da lo que queremos.
-Me alegra que lo veas así. -Sí.
También he sido consciente de lo mucho que significáis para mí.
Elena era mi mejor amiga y no concibo la vida sin ella.
No me gustaría perderla ni a ti tampoco.
Espero que al menos podamos ser amigos.
Quién sabe si podría llegar a ser madrina de uno de vuestros hijos.
-Sobre eso no sé qué decirte.
Me gusta mucho verte tan bien.
Elena y yo nunca quisimos hacerte daño.
-Ahora ya lo sé.
(SABOREA) -Vaya, es un vino abocado.
No es dulce ni empalagoso pero tiene matices azucarados.
Es sabroso, con cuerpo...
Como tú. -¡Alicia! Lo siento.
Perdón. -Venga, que lo estás deseando.
-Es tentador, pero no puedo. No puedo hacerle esto a Sofía.
-Te estás vengando, ¿no?
Por todas las veces que tú querías ir más allá y yo me negué.
Era una cría, Adolfo, ya no lo soy.
-Esto no tiene nada que ver con el pasado,
sino con mi presente.
Estoy enamorado y no lo quiero estropear.
Será mejor que te vayas.
-No me encuentras atractiva, ¿verdad?
Por mucho que haya cambiado
sigo pareciendo la misma cría tímida y regordeta de antes.
-Alicia, no te pongas así.
-Perdóname, soy una estúpida. Pensaba que podía venir aquí y...
-No te castigues, todos cometemos errores.
(LLORA) -Pero es que a mí nadie me quiere tanto.
-Algún día encontrarás a alguien que te quiera de verdad.
Eres una mujer muy atractiva.
Cualquier hombre daría lo que fuera por tenerte entre sus brazos.
(LOS DOS RÍEN)
(CARIÑOSO) -¡Ay!
(ALICIA) -Ay...
(ALICIA SUSPIRA)
Hola, Elena. -¡Hola!
Pasa.
-Perdona que venga tan tarde, es que no podía dormir
y necesitaba hablar contigo, igual que con Luis.
-No entiendo nada.
-Tranquila, no vengo a montar ningún escándalo, lo contrario.
Vengo de pedirle disculpas a Luis y quería pedírtelas a ti también.
-Ya me las pediste el otro día y yo te lo agradezco.
-Bueno, pero el otro día estaba mi madre
y no pude decirte todo lo que quería...
Me he portado fatal contigo desde que Luis me dejó.
-Y yo siento muchísimo que lo hayas pasado tan mal.
Te aseguro que no era mi intención. -Ya lo sé.
Lo bueno de salir es que ves las cosas con perspectiva
y eso es lo que me ha pasado en el balneario.
-La verdad es que te veo muy bien.
-No podía estar enfadada contigo porque quisiésemos al mismo hombre.
-No era una situación fácil. -No.
Pero, bueno, por mi parte ya está superado.
Ahora lo único que me importa es recuperar lo que teníamos.
Eras mi mejor amiga y no quiero perderte.
Os merecéis ser muy felices juntos.
Y espero como amiga tuya poder verlo.
-Gracias. Te agradezco mucho tus palabras.
Ya pensaba que te había perdido para siempre
y te he echado mucho de menos. -Y yo a ti.
Pero dentro de poco estaremos otra vez charlando
y comiendo canutillos de crema en la plaza.
Me marcho, que si no mis padres van a poner el grito en el cielo.
Hasta luego. -Asunción. Muchísimas gracias.
Me has quitado un peso de encima.
-Hasta luego.
No muy bien, deja que me refresque y te veo en el despacho.
Sí, al principio negaba que conocía a Gabriel.
Pero le dije que sabía por Fani que habían compartido copas
y que sabíamos que tenían un negocio juntos.
Pues acabó admitiendo que sí conocía a Gabriel,
aunque no sabía nada de su muerte.
Y por supuesto que no tenían negocios juntos y me llegó a decir
que nunca ha tenido un negocio con un tipo como él.
Según él, ha ido a verlo para pedirle trabajo.
Sí, no se separó de mí.
Bueno, según él,
nos dijo todo lo que sabe y no le sacaremos más información.
Bueno, puede que lo esté.
Bueno, siento no haberle sacado más información a Ormaechea.
Es momento de ir a la Policía y contar todo lo que sabemos
y dejar este asunto en sus manos.
¡No podías!
Padre quería hablar contigo, si le hubieras dejado plantado
habría sido muy sospechoso. Ah, ¿y qué era eso tan urgente?
Por cierto es tardísimo y voy a ir a descansar.
Si puedo.
(LOS DOS) Buenas noches.
-Las doce de la madrugada y las niñas sin aparecer.
(SUSPIRA)
¡Las doce de la madrugada!
-Bueno, mujer, son unas chiquillas.
Tú a su edad... -¡Jamás y lo sabes!
¡Sabes que de soltera nunca salí después de las nueve de la noche!
Anda, llama a la Policía. -¿A la Policía?
Bueno, está bien.
-¡Como se encuentren con algún desaprensivo!
Acuérdate de lo que le pasó a la hija de Paquita en ese pajar.
-La Trini era una golfa y nadie la forzó,
que en ese pajar estuvo con más de uno. Y bien contenta.
-¡Anda, anda, avisa a Ortega!
-¿Pajarillo? Hola.
Mira, mi hija y una amiga suya, Alicia, no han vuelto a casa
y mi mujer está preocupada, así que si las veis...
Eso es, las acompañáis, gracias.
Adiós, buenas noches.
¿Contenta? -No.
Lo estaré cuando vea aparecer a mi niña sana y salva.
-Pues aquí las tienes.
(INSEGURA) -Padre, madre...
¿Qué hacen despiertos? -¿Tú qué crees?
Pues llamara a la Policía y rezar para que llegarais a salvo.
Seguro que ha sido ida tuya. -¡No, madre!
La que quería salir era yo,
que ya es hora de que me den más libertad.
-¿Libertad, llegar después de las nueve?
¡Eso es libertinaje!
¡Vamos, hombre!
¿Tú qué querías? ¿Que me diera un infarto?
-No, Clotilde... ¡Cloti! Por favor, no exageres.
-Que no estoy exagerando, Bernardo y no me llames Cloti.
¿Cuántas veces os he dicho que en esta casa hay unas normas
que se tienen que acatar. -¡Yo ya estoy harta de esas normas!
De verdad, me asfixian ustedes con tanta sobreprotección.
Ya tengo edad para hacer lo que quiera.
¡Lo único que hacen es hacerme infeliz!
-Doña Clotilde, lo siento mucho...
-Estoy de tus "lo siento" hasta aquí.
No te quiero en mi casa. Mañana mismo te vas a Barcelona.
-Vale. Pues como usted quiera. Buenas noches.
-Buenas noches, hija.
(HACE RUIDOS GUTURALES)
Bernardo, ¡que me da!
Qué va, no te da nada, mujer. -Ay, que me da.
-Que no te da nada, a la cama. Ahora te llevo un agua del Carmen.
-¡Ay que me da!
¡Asun, ocúpate de tu madre!
¿Es que no me van a dejar en paz en esta casa? Dígame.
Santiago, dime.
No, ahora no puedo.
¡Ahora es imposible, Santiago!
Pues mañana por la mañana a primera hora, si quieres.
Vale, yo iré. Adiós.
Veo que nadie puede dormir hoy.
Y lo tengo, Vicente.
Pero veo que no estáis contentos con acoger al hijo de Gabriel.
Se me ha ocurrido algo que os puede ayudar.
Y para ti será una gran alegría.
He decidido que mientras Carolina está fuera dando a luz,
tú, Rosalía, irás a Argentina.
Reunida con tus padres, la espera será más agradable.
-¿Dónde estará tu hermano? ¡Y encima sin cenar!
-No se preocupe, estará dando un paseo, ya le conoce.
-El único que lo conocía bien era tu padre.
-Normal, con lo que se parecían.
-Pues, hijo, yo me voy a la cama.
Cuando venga le dices que los garbanzos están en la olla.
-Descuide. Y descanse.
-Hasta mañana, hijo. -Hasta mañana.
(SUSPIRA)
¡Hombre!
Veo que el paseo te ha hecho bien.
¿Qué estás diciendo?
¡No me toques! Que sepas que yo no he engañado a nadie.
(LOS DOS GRITAN)
-¿Pero qué hacéis? ¡Pero basta! ¡Quietos!
No sé qué os ha pasado,
pero esto no son maneras de solucionar las cosas.
Pero, ¿qué ha pasado, hijos?
-¿Qué es?
¡Enhorabuena!
Si aceptas el cargo y trabajas dentro del Consejo Regulador,
estarás honrando todo lo que padre hizo por las tierras y por el vino.
-Juro por la memoria de padre que no he engañado a Sofía.
¡Basta, basta! ¡Basta, por favor!
-Créeme, no pasó nada con Alicia.
Eh, eh, ya las oído. Vete. Anda, vete.
Estos son los análisis del vino que estaba en la botella,
que encontramos junto al padre Genaro.
-Menos mal, ya era hora. ¿Qué dice?
-"Caldo apto para consumo humano".
Las cosas son como son, no le des más vueltas.
-¿Avanza la investigación de la muerte de Gabriel Cortázar?
-Dimas, no puedo hablar de eso, está bajo secreto de sumario.
Lo que sí te adelanto es que estamos a punto de hacernos con el asesino.
-¿A qué no adivina quién vino? Elena Cortázar.
Acompañada de su hijo. -¿Y qué querían?
-Interrogarme sobre el asesinato.
Si Ud. no me paga, los Cortázar pagarán gustosos por la información.
-Si la Cortázar está husmeando, puede traerte problemas.
(FURIOSO) -¡Traernos, Bernardo! ¡Traernos!
Si el haber alterado el vino llega a oídos de los Cortázar
eso será el fin de mis bodegas y de mi familia.
-Y de la mía.
Ormaechea visita a Santiago Miranda y le informa que Elena Cortázar le ha estado interrogando sobre su relación con su hermano Gabriel. Elvira se entera de que su marido alteró el vino y dos personas murieron envenenadas.
Añadir comentario ↓
Dicen que se va a acabar la serie, es una pena. Es una buena serie, de calidad, buenos actores, buen argumento y mantiene enganchada a mucha gente.